domingo, 18 de diciembre de 2011

Ejercicios de indiferencia

En apariencia, poco tienen en común estas dos películas realizadas este año por la industria norteamericana del cine. Se trata de The help (titulada hasta ahora en español con el inexpresivo nombre de Señoras y criadas) y The debt (un poco más leal al original, presentada como La deuda o Al filo de la mentira).

Ambas tratan los temas que quizás más han tocado los hollywoodenses: la diferencia racial y el aún muy latente tema judío-nazi. Son tramas-vergüenza dentro de la historia de la humanidad y dejan fuertes y claras lecciones sobre este aprendizaje que es el paso por esta fugaz existencia.

Sinopsis de la que debería llamarse simplemente La ayuda: Eugenia Phelan (Emma Stone), es una joven de 22 años que ha regresado a su casa en Jackson,  al sur de Estados Unidos, con el animo de ser escritora,  al concluir sus estudios en la Universidad de Mississippi. Sin embargo, en plena década de principios de los 60, su madre  Eugenia (Allison Janney) luchará hasta que su hija esté comprometida con un hombre “aceptable” dentro de los cánones establecidos.

El personaje de Aibileen Clark (Viola Davis) representa a una mujer de servicio negra. Una mujer reservada, inteligente y formal que ha criado a 17 niños blancos. Tras perder a su hijo, mientras sus patrones blancos ejercían el ejercicio de la indiferencia, Aibileen, siente que lo sucedido trastocó  su vida y se compromete con la educación de la niña que tiene a su cargo, aunque sabe que el paso del tiempo hará que se separen y tome la aversión como la mejor forma de sobrevivir en los círculos sociales de los blancos.

Minny Jackson (Octavia Spencer) es la mejor amiga de Aibileen, escandalosa, impertinente, rebelde y seducida por su ego.

Las tres, Eugenia, Aibileen y Minny se unirán para llevar a cabo un proyecto clandestino que supondrá un gran riesgo para todas ellas, porque se liberarán de la miseria humana y de los prejuicios que intentan despertarse como fantasmas que son. Solo que cuando asesinaron a Kennedy eran todavía de carne y hueso.

Argumento de La deuda: En 1997, dos expertos agentes del Mossad ya retirados, Rachel Singer (Helen Mirren) y Stephan Gold (Tom Wilkinson), reciben una misteriosa y sorprendente noticia sobre un antiguo compañero, David Peretz (Ciarán Hinds). Todos ellos se convirtieron en figuras respetadas en Israel gracias a una misión que realizaron años atrás en lo que quedaron como héroes. El pasado viene a cobrar la mentira.

Se verán obligados a rebuscar las angustias y sinsabores del tiempo y resucitar dicha misión, realizada entre 1965 y 1966, cuando ellos, unos jóvenes,  Rachel Singer (Jessica Chastain), David Petretz (Sam Worthington) y Stephan Gold (Marton Csokas), localizaron en Berlín al peligroso criminal nazi Dieter Vogel (Jesper Christensen), apodado por su terrible trabajo como el «cirujano de Birkenau».

El equipo arriesgó mucho y pagó un elevado precio por conseguir el éxito de la misión. La distancia y el tiempo ofrecen las numerosas revelaciones que desatan un final que no podía posponerse.

Los preparados en luchas cuerpo a cuerpo y altos sistemas de espionaje del Mossad nunca intuyeron que el peligroso y ya anciano criminal nazi conservaba una mente intuitiva capaz de colapsarlos como seres humanos. Allí el gran atractivo de esta pieza. El mal, aunque imperfecto, siempre buscará triunfar con profundos conocimientos de la psicología compasiva. Con dictados hasta del mas allá, como dirían los estudiosos de fenómenos paranormales.

Ambientadas las cintas en los años 60’ seguramente serán nominadas a los premios Oscar,  estos que ensalzan a principios de cada año, por los que mucha gente se avocan por la fuente de ingresos que genera a un grupo de privilegiados que, claro está, desean conservarla a como dé lugar. Pero restando o sumando con ellos, el cine es un vínculo cultural que pese a su sistema comercial genera más beneficios que oscuras luces.

Tienen estas cintas también en común a una actriz: Jessica Chastain, en el papel de Celia en The help y como la humana Rachel Singer en The debt. Dos sólidas actuaciones en ambas.

En lo particular me parece mucho más firme The help, del director Tate Taylor. Sus momentos son mucho más emotivos. La calidad de su puesta en escena es avasallante.

Ocurre que en el filme The debt como tiene a los personajes de jóvenes y de la tercera edad se despierta una ambivalencia entre lo despertado en plena acción del pasado y la actualidad. Es decir, valdrían dos partes, el desarrollo completo de los personajes  jóvenes y el desenlace cuando de héroes pasan a ser a unos simples sobrevivientes de esa gran tragedia que significó buscar y encontrar a los verdugos. Las actuaciones impecables, sin embargo, saltan con bastante fortuna los obstáculos de esta película.

La ayuda signifca la reunión de gente capaz de producir cambios basados en el amor, la sinceridad, la liberada energía del odio cuando existe injusticia.
La deuda se acentúa cuando en el pasado dejamos cabos sueltos porque creímos que eso era la perfecta conveniencia (Notitarde, 18/12/2011, Lectura Tangente).-  

domingo, 11 de diciembre de 2011

Valencia: Vida cerrada

Mientras se puedan caminar, las ciudades son disfrutables. Se van conociendo sus paisajes, sus rincones, sus bondades y sus vergüenzas. Tienen una iluminación, un olor, un tacto febril tanto en sus épocas de verano como de invierno. A veces están calmadas, otras tantas veces temerarias. En otros ciclos se siente su ansiedad, también su miedo.

Brasilia es efervescente e ilimitada, es tan larga y tan enorme que provoca esguarecerse en un árbol para leer su grandeza. Allí el ser humano es miniatura y el chubasco siempre sorprende porque el cielo no avisa. Está justo donde comienza la redondez del mundo.

Miami siempre vuele a incertidumbre. Barcelona a mar ancestral. París es de una elegancia que enmudece. Omaha es portentosa. Dallas vive de orgullo perdido. Santo Domingo es un ruido renaciente de energías.

¿Pero qué aguarda Valencia hoy en día?

Vida cerrada” es el nombre de la exposición de fotografías que permanecerá hasta el 2012 en Espacios Atenea, en plena avenida Bolívar Norte, justo donde maquinarias, hierro y la fractura de una vía por las obras del metro, rompen la cotidiana forma de relacionarnos con Valencia, porque a partir de esa ruptura se tornó caótica, dejó de ser amable; liberó un paisaje que tiene a sus habitantes congelados en acción, como bien lo describen los autores  de esta propuesta, Domingo De Lucía y Edmundo Vargas.

Toda obra de enorme magnitud exige sacrificio. A juzgar por todo el espectáculo que ofrece la avenida Bolívar de Valencia pareciese que ha sido demasiado grande el exigido a todos los que a diario necesitan transitarla para poder desenvolverse y vivir a través de ella.

Las fotos de la muestra encierran el caos. Rejas. Candados. Abandono. Basura. Pasillos por lo que obligan a caminar a los transeúntes, angostos y rudos. Edificios habitados cuando fueron partidos por la mitad. Abandono. Maquinarias. Demasiado metal alrededor de una vía que pareciese “una ciudad bombardeada, por momentos un campo de concentración, sin haber sufrido guerra alguna”, dijo De Lucía.

Después de estudiar la propuesta, los artistas, decidieron llamarla así agregando una letra a uno de los tantos letreros que colocaron en muchos lugares que simplemente decía “Vía cerrada”. De esta forma al entrar en el salón de la exposición se observan las fotos de mediano formato que van enrejando el lugar como si el espectador, tanto afuera como adentro no tuviera escapatoria; la ciudad lleva años deslucida, triste; víctima de un deterioro que deja en quienes la habitan esa sensación de entumecimiento, de aceptación.

Tanto De Lucía como Vargas reconocen que el desorden del tráfico, el colapso de la economía de los múltiples negocios existentes, de los mismos centros comerciales y el abandono que alimenta también las acciones delictivas contamina la actitud de los valencianos que la transitan a diario ante la indulgencia de quienes tienen la obligación de hacerla más humana.

“Valencia tiene a un gobernador de la oposición y a un alcalde oficialista pero a la final los dos están de acuerdo en algo: no se ocupan de sus responsabilidades con la misma justificación legal, no les bajan los recursos. Ambos trabajaron en sus campañas ofreciendo iguales promesas. La principal de ellas: calidad de vida. No han cumplido y mientras tanto los ciudadanos siguen pagando sus impuestos”, sentenció De Lucia, al momento de explicar este trabajo realizado con Vargas.

Algunas fotografías son grandes y otras están colgadas como solían hacerlo al momento del revelado los fotógrafos en sus laboratorios. Todo ello da la sensación de estar inclusive en el mismo territorio de la ciudad, guindada en un conjunto de fealdades.

La conceptualización de esta propuesta que busca despertar un poco la conciencia de todos tiene un trabajo audiovisual e intervenciones directas de Vargas tanto en fotos como en los videos que pueden verse.

Uno de ellos se llama “Urdaneta resiste” porque justo frente a Espacios Atenea está este héroe nacional perdido y atrapado en torres de hierro y aunque afortunadamente, hasta ahora, parece que no ha sufrido su escultura daño alguno, luce desvencijado, irónicamente digno.

A partir de enero del 2012 se realizaran con esta exposición de fondo una serie de conversatorios con profesionales de la sociología, psicología, ingeniería, derecho, arquitectura y urbanismo para entender cómo afecta el panorama nuevo de Valencia en la vida de los ciudadanos y qué se puede hacer para que el impacto vaya disminuyendo.

De la indolencia no queda nada positivo.

La indiferencia es un roce con la muerte (Notitarde, 11/12/2011).-  

domingo, 4 de diciembre de 2011

Adolfo Estopiñán: piel en corazón

Corazón en piel. Es así como Adolfo Estopiñan se expresa desde que descubrió la escultura al hacer una con un pedazo de jabón de hotel. En apenas ese molde trabajado descubrió una fuerza que lo guió a estudiar y dedicar su vida al arte.

Por la ciudad de Valencia pueden observarse muchas de sus obras. Son reconocibles. Apenas se observen sus piruetas y posturas no pasan desapercibidas. Son tan elásticas y gráciles que dominan los espacios que se encuentren, jugando con el tiempo; el área verde hacia el aire.

Hasta el próximo domingo 11 quienes aún no hayan asistido podrán ver veintitrés piezas suyas que reúnen parte de su trabajo conocido y lo nuevo que está haciendo impulsado por las transformaciones que tiene de las mismas vivencias. Si algo tiene el tiempo es que dosifica la efervescencia dejando salir a flote sólo las gotas más finas. Las que vencieron la rudeza de los principios.

El Centro Cultural Eladio Alemán Sucre exhibe, entre otras piezas, Metamorfosis, Equilibrio, Boomerang, El Fénix, Meditación, Pudor, La Piedad, Alma Mater, El Triunfo, Conflicto, La Piedad, Madre en espera, Amantes y Descanso en éxtasis. Sus formas demuestran no solo la habilidad de Estopiñan como escultor sino el continuo reto al que se somete, al imaginar estructuras tridimensionales únicas, alcanzando simetría y estabilidad en el espacio.

“Ellas están logrando lo que buscan”, dice Adolfo, quien aprendió a esculpir mujeres cuando dejó de ser machista; cuando comprendió a su mamá, luchadora, bregadora, quizás sufriendo injusticias de una época todavía más cercada por prejuicios e intolerancias.

Pero hay que explicar además que Estopiñan antes de ser escultor fue mimo, bailarín, fotógrafo, alumno de Tai Chi y todo ello le permitió descubrir el lenguaje del cuerpo, de la gestualidad, de la inexistencia de las palabras para transmitir emociones.

Recordó con especial cariño una coreografía que efectuó en Londres, bajo la dirección de un maestro alemán residenciado allí, que dentro de la programación de una iglesia, hizo que él bailara con una muchacha ciega. Todos los espectadores se conmovieron al terminar la danza que representaba a dos seres humanos haciendo el amor, por la gestualidad y el éxtasis caracterizado.

Trabaja formas geométricas, volúmenes que se reconocen y encuentran. Hace poesía con ellos y toda esa tensión en las posturas buscan efecto contrario: mostrar serenidad, paz; la cónsona resonancia que se puede alcanzar cuando el placer esta conjugado con la espiritualidad.

La maternidad para Estopiñan siempre ha sido, más que un misterio una forma de transmitir, sin pudor, ese limpio proceso de la naturaleza del nacimiento; tan sutil y a la vez tan dramática.

Alma Mater que se encuentra en rectorado de la Universidad de Carabobo resume el parto con la fuerte posición de una ancestral mujer india, de cuclillas, abierta y mostrando la redondez de la cabeza de un niño saliendo de su cuerpo, boca del mundo; inicio y cierre de las fuerzas creadoras.

Justo en esta exposición muestra una nueva maternidad mucho más resumida, apenas la vulva y la sesera de un infante asomada. Una virgen y un globo terráqueo. Un milagro de vida hacia la muerte, que no es fin sino umbral.

“Respiro con ellas” es otro de sus grandes alcances dentro de la pasión de hacer, “de no dejar de trabajar ni un solo día” hasta descubrir el sueño de hacerse. Son días y noches hasta que la obra se erige en la exacta dimensión y expresión que se desea. Son moldes desechados, mucha desarticulación alrededor del taller que consagra la alegría de mostrar modelos rotos o a medio hacer, por todos los rincones, todos con historias.

En la quinta La Isabela también hay una enorme cabeza de un Sátiro que hace brotar el agua y en la misma Universidad de Carabobo hay otras cuatro piezas suyas repartidas por las distintas Facultades. Museos, clínicas, hospitales, escuelas, complejos deportivos y centros comerciales de Valencia son exhibición permanente de su labor.

En los estados Aragua, Bolívar y Zulia hay esculturas de Estopiñan de gran dimensión.

Parte de lo que ha hecho también contiene esa aspiración secreta de que las personas ciegas disfruten de sus esculturas tocándolas; como él las experimenta mientras van saliendo con sudor, con excitación, con el cercano encuentro de emoción y aliento.

La escultura no es asunto sencillo y los retos de Estopiñan han sido cumplidos con embrujo, profundidad y enorme éxito. La materia encuentra figuras y estructuras que reaniman los sentidos: a descubrir el amor por los planteamientos conceptuales que permanecen, que son inagotables, como el mismo rio que nutre aún cuando se retrase la lluvia del cielo.

Piel en corazón, parece también decirnos este artista, maestro dominante “Entre musas desafiantes”, nombre de la exposición, porque nuestro principal músculo también tiene delicada epidermis: venas que son ríos, membranas que son alma, latidos que son fuente de la emocionalidad infinita.

En algún punto todos los artistas, al crear, rozan la luz.  Y aún después de ello, confluye el chorro animado de la vida. (Notitarde, 04/12/2011, Lectura Tangente).-