domingo, 23 de diciembre de 2012

La religión de la bondad





Javier Akerman, instructor de Hatha Yoga en la Escuela Internacional de Yoga de Madrid y maestro de Yoga Tibetano y Meditación certificado por la Yoga Alliance International, además de autor de siete libros, ha seguido las actividades del Dalái Lama, nombre que traducido significa algo así como océano de enseñanza espiritual, de este líder del budismo tibetano Gelugpa, Premio Nobel de la Paz 1989.

Tras escucharlo hizo este resumen que el mismo invita a “beber” más que leer y meditarlo poco a poco y en profundidad. Su simplicidad tiene magnificencia, algo novedoso por demás.

1. Ten en cuenta que el gran amor y los grandes logros requieren grandes riesgos

2. Cuando pierdes, no pierdes la lección.

3. Sigue las tres "R": Respeto a ti mismo, Respeto para los otros y Responsabilidad sobre todas tus acciones.

4. Recuerda que no conseguir lo que quieres, a veces significa un maravilloso golpe de suerte.

5. Aprende las reglas, así sabrás como romperlas apropiadamente.

6. No permitas que una pequeña disputa destroce una GRAN AMISTAD.

7. Cuando creas que has cometido un error, haz algo inmediatamente para corregirlo.

8. Ocupa algo de tiempo cada día en estar solo.

9. Abre tus brazos al cambio, pero no te olvides de tus valores.

10. Recuerda que a veces el silencio es la mejor respuesta.

11. Vive una buena y honorable vida, así cuando seas mayor y mires atrás podrás disfrutarla por segunda vez.

12. Una atmósfera amorosa en tu casa es el cimiento para tu vida.

13. En discusiones con alguien querido ocúpate sólo de la situación actual, no saques a relucir el pasado.

14. Comparte tu conocimiento, es una manera de conseguir la inmortalidad.

15. Sé considerado con la Tierra.

16. Una vez al año ve a algún lugar en el que nunca hayas estado antes.

17. Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.

18. Juzga tu éxito según lo que has sacrificado para conseguirlo.

19. Acércate al amor y a la cocina con osada entrega.

20. No debemos creer demasiado en los elogios. La crítica a veces es muy necesaria.

21. Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro. Al estar con un maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo.

22. Tanto el creyente como el no creyente son seres humanos. Debemos tenernos un gran respeto.

23. La esencia de la vida espiritual está formada por nuestros sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás.

24. Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.

25. Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar.

26. La esencia del cristianismo y el budismo es la misma: la práctica del amor, para lo cual es necesario poner énfasis en el perdón y compartir el sufrimiento ajeno.

27. Honrar a Dios es fundamental, pero también lo es respetar a nuestro prójimo. De hecho la verdadera adoración a Dios es posible cuando uno respeta a su prójimo.

28. También hay muchas técnicas que apuntan a desenvolver la tolerancia, la compasión, el amor y la amabilidad. De la misma manera, los budistas pueden encontrar que las prácticas cristianas de acción social son una gran ayuda y que lo conduce a su entrenamiento mental.

29. Practiquen la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.

30. Creo que es útil que existan las distintas religiones, ya que la mente siempre busca distintos caminos para inclinaciones diferentes.

31. Mi verdadera religión es la bondad. Si la practicamos en nuestra vida, no importa si sabemos mucho o poco, o si creemos en la próxima vida o no, en Dios o en Buda. En nuestra vida cotidiana tenemos que ser pasivos. Ése es el pasaje a la luz (NOTITARDE, 23/12/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 16 de diciembre de 2012

El viento de los muertos


Acabo de colgar la ropa como cuando era niña. No tenía los ganchos de madera pero no hicieron falta. Una cuerda amarilla improvisada, atada de un extremo a otro, de un árbol a una baranda de madera, me dio el péndulo para el juego del aire.

Llegó el doce. Pasó el doce. Otros entonces esperarán el veintiuno. ¡Que cansancio frente a esos recordatorios aciagos del fin de la humanidad, cuando la naturaleza del hombre es sobrevivir!

Sentada bajo la higuera y oliendo al mar que se acercó como todas las noches con ese salitre intenso y purificador, la noche cayó de pronto en el patio: estaba rodeada del firmamento de arriba.

En ese tiempo, el que acabo de recordar, nada de esto me parecía extraño. Hablaba con luces que giraban todo el tiempo alrededor mío mientras se difuminaban graciosamente alrededor.

No había temores, apenas los que empezaban a enseñar en la escuela  a la que mañana alguna quería regresar porque se me producía en el cuerpo un rechazo doloroso, a los niños-compañeros de todas las ruidosas aulas, dirigidas por maestras crueles, duras y pesimistas. A las que aprendí a querer con amor y solidaridad. Sobre toda la Bergman, indolora y fría, que pese a ello cobijó un año entero a mi hermano todos los mediodías.

Mi hermano supuestamente debía cuidarme pero no lo hacía. Estaba en esa edad en que el corazón ya se ha roto pero se desconoce esa particularidad.

Comía los higos con mucha intensidad. Reconocía los más dulces así estuvieran impúdicos por fuera. Y hablaba mientras el patio, aparentemente, vacío, me escuchaba.

Ya en ese tiempo auscultaba el viento de los muertos. Suave, incoloro, sutil y mágico. Nunca me importó gravitar en él porque el de los vivos era céfiro agresivo. La carne da una petulancia y una ambición inaudita, a juzgar por la arrogancia y el orgullo.

En una hoja doblada practicaba lo que hago ahora, escribía y miraba el falso blanco dispararse por la luz que se colaba por las piedras que estaban protegiendo las paredes bajas de la casa.

Bañada de sudor, ese que es joven en la piel que también lo es, inventaba los mundos hasta que llegaban a mancharlo los adultos con sus mandatos y sus fieles circunstancias de rutina.

Mi ritmo de vida era tipo jazz. Eso lo he reconocido con los años de ir alimentando el espíritu con esta música que tiene un tiempo mucho más acorde con el espacio.

Rodeada de las estrellas y las galaxias y sin pensar que vendría mama, papa o mi hermano a molestarme, a sacarme de mi contemplación y de mis juegos de principios de tarde, cuando empieza a anochecer, mis horas preferidas de la penumbra, recogí la sonrisa de un maestro que supo darme tres lecciones sencillas en menos de un minuto: no temas, no prediques y vive tu libertad sanadora la respiración.

Era un mensaje tan contundente y claro que jamás lo pude olvidar. Por eso a los años supe que la fabricación del sueño es completamente individual. Para él el mundo terminaba en 1999 y justo en esa fecha murió. En Vargas. Un quince. Sin otra consideración astral de su destino.

Vuelve el doce, el veintiuno, la profecía que no terminó, que se quedó colgando sin mayor explicación y siempre me gustará participar del ritual hermoso de adorar, desde el corazón, el entusiasmo, la inspiración en forma de sol y de pájaros.

Desde el corazón alegría.

Nada que temer. La continuidad viene del soplo de la sabiduría. Sin ser completamente sabios tenemos rocío de esta energía que inunda en todas las fuerzas de la naturaleza.

Pero somos celtas en el corazón y libres en el tiempo.

Por ello celebramos lo que fue vaticinio equivocado porque la existencia tiene un péndulo todavía más temerario, digno y capaz.

Han regresado, lo hemos hecho tantas veces, que los que insisten en los designios azarosos; el caos, la pesadumbre, el dolor, están descubriendo algo ancestral pero no confiable ni verdadero.

Por eso las estrellas estaban tan cerca, deteniendo el tiempo que siempre ha sido, el que no fue inventado, ni cronometrado no comprometido con lo que no tiene ningún sentido.

Luz de noche. Noche con empuje de luciérnaga. Cuento. Realidad. El higo mordido por el murciélago ni siquiera amilana.

Mucho más que profecías, vida ( NOTITARDE, 16/12/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 9 de diciembre de 2012

XV Exposición Colectiva Acaf


Ana Mercedes Carvallo Parés, Premio Nacional de las Artes del Fuego 2005, es la artista homenajeada en la XV Exposición Colectiva de la Asociación Civil de Artistas del Arte del Fuego (Acaf) que estará abierta al público hasta el 16 de este último mes del año en los espacios del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre.

Dos piezas suyas, Colgante de techo reversible y un collar de la serie ¿Realidad o ficción?, dan la bienvenida al público que podrá reconocer su talento al igual que en el conjunto de cuarenta y ocho artistas, en su mayoría mujeres, la versatilidad de una muestra presentada con elegancia y creatividad.

Maribel Aráez, Elsy Aragón, María Esther Barbieri (presidenta de la Acaf), Nelly Barbieri, Clemencia de Betancourt, Anna Rita Bevini, Patricia de Bracho, Gabriela Brazao (Relaciones Públicas, Acaf), Elio Cedeño, Isabel Cisneros, Jeanette Cordero, Mirian Da Silva, Luisa Dunia (vicepresidenta, Acaf), Anna Fioravanti, Karina Flores, Alicia de Font, Maritza Góngora (secretaria, Acaf), Graciela Gómez, Tony Henríquez, Cecilia Herrera, Mari Herrera (tesorera, Acaf), Carola Karam, Nadia Karroum, Rosario de la Cruz, Gabriela Láscaris, María Yoraima López, Elizabeth Marrero, Manuela Moreira, Elizabeth Mujica, Cristóbal Ochoa, Carmen Ojeda, Patricia Pantoja, Laura Palazzi, Natalia Procopovich, Claudia Padrón, Mary Peña, María Pequeno, Carolina Perdomo, Cecilia Ragni, Lucía Ramírez, María Eugenia Rengel, Piera Reverón, Joan Yelis Rivas, María Helena Rodríguez, Mariluz Rodríguez, Tatiana Tischenko, Beatriz Valladares y Tania Zambrano brindan y se rinden a sí mismas un homenaje en estos quince años de seguir trabajando infatigablemente la energía del sol bendecida, en las manos, con fuego.

Varias de las exponentes son premios nacionales de las artes del fuego aunque otras sin haber ganado el principal han obtenido otros galardones dentro de esta confrontación bienal que goza de lo más importante: el reconocimiento del público a la creatividad, perseverancia e investigaciones que deben realizar de forma silenciosa los artistas mientras el universo conspira también hacia el éxito.

Una novedad importante: la incorporación de polímeros abrió nuevas propuestas, indagaciones y hasta travesuras dentro de las obras, en su mayoría, cargadas de emotividad e idoneidad.

Si bien en ningún otro arte armonizan los cuatro elementos primordiales de la naturaleza como en la cerámica también es cierto que lo mismo ocurre con los metales y el vidrio, realzándolo a una de las más altas expresiones creativas de la humanidad. Tan antiguo como la vida misma, el arte del fuego encuentra su origen en la necesidad de cocer y preservar los alimentos. Pero entonces, junto a la hoguera, va naciendo la destreza como si se tratara de un contrato mágico, cuneiforme, inspirada. La imaginación recubre superficies.

El fuego en este arte es un designio capaz de presagiar infinitos y sólo en la grandeza de lo pequeño es que se encuentra la más alta satisfacción. Por eso es que ver esta exposición llena de ternura, amor. Se nota el crecimiento de todas y cada una de las artistas que hemos visto a lo largo de estos quince años y lo mejor de todo es que las notamos con más fuerza, más ahínco; con obras sólidas capaces de brillar por sí mismas en el mundo entero.

El trabajo rinde de esta manera frutos y da gusto celebrar quince años cuando fluye la valentía del hacer y la madurez de lo alcanzado. Ello es lo que más se siente en este trajinar ininterrumpido.

María Esther Barbieri, presidenta de la Acaf, dijo en el acto de inauguración que artistas de otros estados del país estaban integrados a esta exposición, lo que la hacía sentir orgullosa del trabajo efectuado a lo largo de estos quince años de la Asociación Civil de Artistas del Arte del Fuego que tiene un aproximado de sesenta y cinco agremiados, que a lucir por la muestra trabajan todos con gran pasión y esmero.

Como para llevar siempre el sol encendido en el corazón y en el alma (NOTITARDE, 09/1272012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Paso ligero


Ruth Moncada llegaba a la iglesia con los deseos firmes en su corazón. Algo de polvo cubría los bancos pero ella se sentaba en las primeras filas, todos los días. Cuando afuera se escuchaba una música de vallenato se incomodaba brevemente pero luego se concentraba con bastante fluidez en sus oraciones.

Cincuenta años de rezos le daban a su piel la agilidad del viento, la señal de una experiencia, una sosegada tranquilidad que refulgía en el sencillo templo adornado con la brevedad de unas pancartas pintadas,  muy coloridas e ingenuas, de un Jesús muy venezolano, risueño, colorado, de mirada aguarapada y ternura visible.

Todos los días a las cinco ella procuraba estar allí. Ligera, caminaba rápido y saludaba a quien podía a su paso por las veredas que imprimían la distancia. Nunca tomaba el mismo camino, intercalaba los senderos para no aburrirse.
Con sólo mirar al cielo sabía de los tiempos y la montaña era su guía. Las lluvias ya habían comenzado y aunque para ella era la mejor época los inconvenientes en las articulaciones y los huesos era un asunto de resistencia ante la incomodidad.

Iba acompañada de Tuerca, un perro negro, de tamaño mediano, algo juguetón a veces, otra veces circundado por una mirada peligrosa que imponía respeto y distancia.

De regreso de la Iglesia, una tarde oscurecida por el invierno tropical, notó que alguien la seguía. No sabía muy bien qué hacer por lo que se le activó en su mente una oración de protección.

Lo curioso era que no sentía miedo pero en varias oportunidades una falsa percepción le había llevado a vivir varias funciones no muy acordes con la bondad de su corazón. Un borracho le robó la cartera para irse a comprar una botella y unos muchachos la tumbaron sólo para verla en el piso y salir corriendo y riendo a la vez.

La sensación esta vez fue distinta porque detrás suyo no veía a nadie aunque Tuerca también algo había advertido. Volvía la cabeza para atrás aunque seguía caminando hacia adelante, como ella misma.

Fue entonces cuando le vino una idea a su corazón. Sería la misma muerte que venía de esta manera anunciándose. ¿Cuántas veces había pensado en ella? Miles de veces. Antes había un temblor pero ahora mismo estaba como lista para abrirle la puerta de par en par.

Ella no era como Martica que cada vez que se asomaba la carroza ella se iba para el patio hacía un rezo o simplemente le decía que estaba muy ocupada y ya llevaba varios años viva cuando en realidad debía estar muerta, como ella misma decía.

Tampoco como Ramón que  temblaba cada vez que le nombraban a la “bicha” y se escondía en el baño a toser como un desesperado para luego emborracharse esa noche y bailar solo en la esquina para vivir a tope las últimas horas que él sentía que alargaba en ese ritual mono décimo.

Por eso Ruth, mientras se devolvió por la misma vereda, presintiendo que ya estaba un poco rendida le dijo a la señora fría, no tan buena ni tan bonita, como ella creía, lo siguiente: Rezo por esta noche, porque todos los que están aquí en la tierra alcancen en esta hora y en este momento una luz en su corazón que les permita amar por sobre todas las cosas con desprendimiento, que no pasen cosas malas, que no haya dolor por ese camino que tanto he transitado y recorrido.

Que mi alma sea perdonada y que a través de mí muchas otras entiendan que la vida es sólo una leve travesía en el que hay que sembrar, enriquecer y endulzar. Sembrar para recoger; enriquecer para entender los sentimientos; endulzar para abrazar con mucho más respeto.

Señora usted sabe que yo la espero y a la vez no, que me gustaría poder decirle que aún hago falta aquí pero eso usted lo sabrá mejor que yo.

Déjeme reír una vez más. Ver los ojos de mi esposo en esa foto que tengo guardada. Sentarme en mi mecedora, ponerme un vestido nuevo, perfumarme un poquito, sacar el rosario de perlas que casi nunca uso para esta noche, si es que es esta, la definitiva.

Tuerca y ella llegaron a la vivienda, abrió la reja, algo trabada, entraron, él moviendo la cola como señal de triunfo, ella con una ligera sonrisa en sus labios. Cumplió el rito, bien vestida y perfumada estaba cuando le vino el recuerdo de un caballo que tuvo de adolescente al que montaba con fervorosa ansiedad porque era de paso ligero, no corría, iba con la elegancia de los potros finos, y la llevaba a los mejores lugares que aún ella desconocía, llano adentro, en esas tierra amarradas, que no pertenecen a nadie y a la vez a unos pocos y unos cuantos.

Susurro, así llamaba al corcel, le había enseñado ese andar, esa marcha cónsona, como un rezo, como una anhelada espera, desafiante pero feliz.
Tuerca se echó a su lado y ella supo que podía, allí mismo, salir del dormir (NOTITARDE,  02/12/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 28 de octubre de 2012

Corpus plástico


El ensayista Carlos De Nobrega realizó un estudio sobre “El Salón Arturo Michelena: una lectura crítica de su corpus plástico” que pronto será publicado a nivel nacional, pero que aquí en este espacio adelantamos, para el conocimiento de los lectores. Como hemos dicho en otras oportunidades el estilo de este escritor es frontal y aunque los ensayos son ambiguos él cruza esa línea para ir un poco más allá, hecho inusual en buen numero de ensayistas.

“Las plazas públicas se convierten en espacios claustrofóbicos, acorralados por rejas nefastas y, peor aún, por una hermenéutica que aterroriza a la ciudadanía.  Los delincuentes de oficio y los automovilistas ebrios no son los peores enemigos de la ciudad museable, de la que habla Farly Uzcátegui, esa pinacoteca dispersa con sus Oswaldo Vigas, Carlos Cruz Diez, Eulalio Toledo Tovar, Braulio Salazar, Cornelius Zitman; es una viciosa iniciativa municipal de Naguanagua denominada Ciudad Museo, la cual consiste en esperpentos que penden de los semáforos y muñecas de lata que encandilan a los conductores en la Redoma de Guaparo, muy del gusto de la burguesía local venida a menos. En resumidas cuentas, este proyecto burocrático constituye una pobrísima variante regional de la comercialización del arte. El ruido va a contracorriente de los imprescindibles silencios que sensibilizan el espíritu, pervirtiendo así toda propuesta artística que se precie de ser válida.

     Paradójicamente, nuestra Valencia de San Simeón el estilita –sí, la del Simón Bolívar encaramado en el monolito que reconviene desde la plaza mayor la indolencia de politicastros, mercaderes y urbanistas- ha albergado desde 1943 una importante y por demás contingente confrontación artística de Venezuela: El Salón Arturo Michelena, territorio en disputa que involucra a los más diversos sectores políticos y culturales de la región y el país. La contingencia de su corpus plástico es muy sugestiva y, por ende, significativa: Esta colección va a la par, no sólo del accidentado devenir artístico de la nación con sus esplendores y fracasos, sino también de su inserción en la construcción del discurso político e ideológico de Venezuela y América Latina.
… Insistiendo en pasear con Trotsky, es menester agudizar la mirada en la prevención de los devaneos propagandísticos de las derechas y las izquierdas. En primer lugar, la cultura y el arte de la clase burguesa suponen un largo proceso de gestación, cuyos frutos más perfectos no son muy anteriores al punto de arranque de la decadencia económica y política. Por supuesto, no es procedente blandir el resentido menosprecio en contra de “La Comedia Humana” de Balzac, el canibalismo carnal de Sade o “El Juicio Final” de Miguel Ángel. Tampoco ha de pasar agazapada la integración de las artes, insoslayable afluente del fenómeno político-estético: en lo que toca al Salón Michelena, acreedor por igual de iracundas invectivas, sosas apologías y aportes críticos de trascendencia, no se nos antoja irreconciliable la estupenda propuesta paisajística de Carlos Hernández Guerra con la interiorización del paisaje en la poesía de Enriqueta Arvelo Larriva, Reynaldo Pérez Só o Teófilo Tortolero. ¿Acaso la instalación “Los Trabajos del Duelo” (1997) de Javier Téllez, más allá de su referente fílmico El Perro Andaluz de Luis Buñuel, no constituye una inclemente crítica en clave paródica de la violencia y la impunidad generadas por el Estado venezolano? Si bien “Espejismo” (1992) de Ana María Mazzei fusiona los géneros de la pintura, la serigrafía y el diseño gráfico, su lectura del Encuentro de Europa y América, quinientos años después, peca de funcionalista y superficial; no escuchamos la legión de múltiples y contradictorias voces que se extravían en el laberinto de los tres minotauros descrito maravillosamente por José Manuel Briceño Guerrero, ni por su Némesis respetuosa encarnada en el verbo punzante de Ludovico Silva. No se trata de un problema técnico o meramente estético: Detrás del discurso artístico hay una lectura política del momento histórico, sea contundente o balbuceante, lúdica o dramática, revolucionaria o reaccionaria. Luis Di Filippo dibuja el caos en una revisita a la Torre de Babel, esa metáfora primigenia que todavía nos angustia: No es fácil descubrir a simple vista cuándo la ficción revolucionaria encubre fines reaccionarios; pero en último análisis, en llegando a la conquista del Poder e instalados en él, lo más frecuente es que Revolución y Reacción se confundan como hermanos siameses. El Salón Arturo Michelena no escapa, entonces, a tan curiosa paradoja: ambos extremos dicen cosas en el compromiso solidario con el Otro e, incluso, en el egotismo distante del más abstruso de los experimentalismos. No podemos obviar que el desarrollo de esta muestra plástica confirma, incluso, la infiltración de sectores progresistas en un inicio, que luego sufrirían una reconversión conservadora –en lo estético y lo político- cónsona con el discurso de poder propio de las alcabalas burocráticas y partidistas.

… Este ensayo tan sólo pretende un panorama crítico del Salón Arturo Michelena, por supuesto, en una consideración lo más atenta y plural posible. Ello en el marco de su realización histórica que implica sesenta y cuatro ediciones –las dos últimas bienales y el resto anuales-, amén de un futuro inmediato marcado por la polarización política que afecta la materia cultural”. 
(Notitarte, 28/10/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 21 de octubre de 2012

Elías David Polo: sesgo de alma



El barro, la arcilla de Villa de Cura, es de color rojo carne. Polvo sangre de la tierra que al unirse con el agua conforma la masa que luego los artistas moldean, para dar forma, para convertir lo amorfo en vida, en representación. Pero todo ello sería en vano si el artista no transmite sesgo de alma. Los ojos de una escultura son huecos pero un buen artista sabe cómo brindar a la mirada el poder que tuvo en vida y devolver así al mundo la verdadera interpretación de quien tuvo ese cuerpo y esa dimensión.

Ese fue justamente el reto que tuvo el artista plástico Rolando Quero a quien le encargaron realizar una escultura de tamaño natural de Elías David Polo, fundador del Ymca Valencia, con motivo de cumplir esta institución, y en esta ciudad, cincuenta años de actividades educativas, culturales y deportivas.

-      Ha sido todo un reto en mi carrera como escultor, dijo Quero, observando la pieza todavía en barro que muestra con orgullo. Así lo definí aquella mañana en la entrevista que mantuve con Elías Alejandro, hijo de Elías David Polo, fundador de Ymca Valencia. Habían pasado tantos años desde mi culminación en aquella tan recordada Escuela Massana en Barcelona,  España, cuatro años en los que estuvimos realizando trabajo  de modelado con tantos cuerpos de jóvenes y menos jóvenes,  de reencuentros a diario para hacer los estudios del volumen y las formas, que ciertamente esta proposición me atrajo y la quise asumir como un reto, que ahora me llena de gozo. Retomé de esta manera la escultura para tan hermoso proyecto.  

-       En una visita a mi hogar de Villa de Cura, en una amena charla donde estuvieron presentes Hernán Antonio (al que se me honra con haberme dado la oportunidad de inmortalizarlo en un hermoso relieve), José Napoleón Oropeza, ese gran escritor venezolano; la esposa e hijos de Elías David,  fue donde me propusieron ese gran reto de diseñar y realizar una plazoleta para homenajear a su fundador. Mis primeras palabras fueron de inmediato... "me gustan los retos y  lo acepto". Sin titubear llegaron a mi mente en cuestión de segundos cómo estaría representado tan relevante personaje de nuestra querida Valencia, levantado con su 1.85 cms de alto, su pie derecho tomando la delantera y su mano izquierda tocando su silla de ruedas,  motor impulsor de sus veintiocho años de su vida. Toda una luz dorada pasó por mi mente.  Entre palabras, frases y anécdotas se fueron perfilando detalles.

-       ¡¿Cómo decir "no" después de escuchar todas esas bellas historias de Elías David Polo, un ser tan especial, tan humilde y lleno de bondad como sus familiares y amigos me trasmitían?! Fue todo un reto y eso es la vida: un desafío. Pasaron seis meses para ver los resultados de aquella tertulia, hacer la estructura de hierro, cabillas, tela metálica, y lo más importante: el barro, ese material tan noble que nos da la tierra que yo llamo el alma de la escultura para luego pasarlo a ese otro material imperecedero: el bronce. 

-      Así pasaban los días desde las cinco de la mañana con una taza de café en mis manos reflexionando sobre tan majestuoso proyecto hasta las seis de la tarde llenándome de todas sus vivencias que cada fin de semana me contaban sus hijos, nueras, esposa y amigos de Elías David, en mi casa taller de Villa de Cura.

-      Confieso que no fue fácil inmortalizar a un ser con tantas cualidades. Darle esa expresión atemporal que hoy en día podemos sentir, una tarea que he tenido la oportunidad como artista de sentir. Sólo me acompañaron unas fotografías de su cotidianidad ya que no estaba prevista su partida cuando {esta ocurrió. Ahora, mirando hacia atrás, solo recuerdos tal vez nostálgicos, de su traje, su corbata, sus zapatos, y ese cumulo de relatos que sin duda me acompañaron en su creación, como artista plástico siento que son parte de mi   todas esas sensaciones de bondad y humildad que solo Elías David Polo y su energía trasmitían. Viendo el proyecto hecho realidad un gran orgullo me embarga:   el haberle dado vida a ese gran ser humano, sin limitaciones, que brindó amor, vitalidad y jamás descansó para lograr sus sueños.

La dimensión de la obra habla por sí sola. Es la primera que realiza Quero para el gran público. De ahora en adelante el trabajo de Polo estará aún más visible así como el temple de Quero al momento de dejar plasmada esta obra en una plazoleta con dimensiones históricas para la institución y para Valencia.

Como hemos seguido muy de cerca la realización de este trabajo podemos certificar los esfuerzos, los meses dedicados a su culminación, que serán mostrados a todos el domingo 4 de noviembre. Manos, barro, agua y mucha destreza se conjugaron para dejar a un hombre erguido en su mejor memoria: la del logro (Notitarde, 21/10/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 14 de octubre de 2012

Arquitectura y ciudad


El Museo Nacional de Arquitectura, Musarq, fundado en el año 2006, abrió las puertas de sus nuevos espacios el pasado primero de octubre y aunque antiguamente funcionaba en el Museo de Bellas Artes, ahora muestra su original estructura en la Avenida Bolívar, entre las calles Sur 9 y Este 8, Paseo Vargas, de Caracas, cerca del conocido Nuevo Circo.

Construido sobre un área de 1.500 mts2, el Musarq, ocupa un espacio de 4.800 mts2 de construcción con una estructura visible de hormigón armado, en un sistema prefabricado con tecnología totalmente nacional, levantada en tres meses. La cubierta externa está formada por un sistema de láminas curvas de aluminio de un milímetro de espesor, sobre estructuras metálicas.

Juan Pedro Posani, director del Musarq, dijo que en el mundo existen   sesenta y nueve museos de arquitectura, siendo el venezolano el sexto en Latinoamérica.

“Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y México son algunos de estos museos de nuestra patria común y el nuestro es el más grande y el más ambicioso. Nos costó seis años de trabajo. Las tareas a desarrollar son grandes y tenemos que estar a la altura del reto de servir como guía de los demás museos de arquitectura latinoamericanos”, dijo Posani a Teresa Quilez, en una entrevista aparecida en la revista digital  Nro. 12 Museos.ve (http://www.ilam.org/revistas/766-revista-museosve.html)

“La visión de integración será un eje importante” puesto que han firmado convenios con  museos de arquitectura como el de Quito, Ecuador; y el de Bogotá, Colombia.

 “La idea es que armemos entre todos los museos de América Latina, unos circuitos de información y de intercambio de experiencias y de exposiciones. Esa es una contribución importante nuestra pues pensamos dar nuestra visión en América Latina como la patria de todos”.

El edificio consta de cinco niveles que incluyen dos sótanos con estacionamiento, áreas de trabajo y conservación, tres pisos con áreas expositivas, un auditorio con capacidad para unas 150 personas, un centro de documentación  y más adelante estará para el disfrute del público un cafetín el cual se ubicará entre el Musarq y el Museo de la Estampa y el Diseño, Carlos Cruz-Diez.

“Se desea establecer desde todo punto de vista una relación de unión y armonía entre el Cruz-Diez y el Museo de Arquitectura”, una comunicación holística que en un futuro visualiza la construcción “de una comunidad de intereses entre El Nuevo Circo y ambos museos. Esperemos que algún día se levante una gran carpa con un circo muy grande y se integren las actividades de El Nuevo Circo, las nuestras y las del Cruz-Diez”.

“En el Musarq pensamos pasar cine por la noche a la comunidad. En esta zona habrán miles de viviendas nuevas y entonces son miles de personas, junto a sus familias e hijos,   que  estarán incorporados al conjunto de actividades que iremos desarrollando en el tiempo”.

“Los museos de arquitectura tienen una característica específica en las colecciones, obras originales de arquitectos, dibujos, fotografías,  y maquetas que constituyen la selección del museo, pero sus obras están afuera, viven en la calle. Lo que realmente es importante para el museo es documentar y discutir ideas, hacer entender qué pasa con la ciudad y compartir esos problemas con el público, esa es la diferencia; eso es lo importante”.

“No es en realidad un museo para arquitectos aunque queremos que  estén allí y se debatan temas con respecto a la profesión. El museo está pensado para el público y para que éste entienda el fenómeno tan importante que es la ciudad y la arquitectura que la compone. Hay que saber cuáles son sus problemas, sus defectos, hay que comprender por qué vivimos en una ciudad tan injusta como ésta, también conocer dónde están las causas, cuáles son las razones, cómo hacer para corregirlo. El museo es fundamental para que se conciba como una especie de dispositivo de comprensión humana, con sentido educativo, diferente al rol que han jugado los museos tradicionales. Nació para entender que somos ciudadanos y no podemos vivir fuera de la ciudad”.

Sueño y utopía para los arquitectos, como los recordados William Niño, Premio Nacional de Arquitectura y Jorge Rigamonti, entre otros, a juicio de Posani “tendrá una posición central de la ciudad, será un espejo y una posibilidad de confrontación con la arquitectura como nunca se había tenido en el país, es un salto extraordinario a la profesión y nosotros estamos encantados de ofrecerle esto al país y a los colegas. El museo está abierto completamente a todas las opiniones a todos las discusiones políticas si se quiere para que allí se confronten en el tema central que es la arquitectura y la ciudad” (NOTITARDE, 14/10/2012, LECTURA TANGENTE).- 

Revisar:  blog http://musarq.blogspot.com

domingo, 7 de octubre de 2012

CRUZ-DIEZ: Reinvento de luz


Tiene ochenta y nueve años pero le gustaría ser un joven de treinta porque los nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos, así como el arte, son el continuo milagro de la vida: nuestras células, presentes desde el origen, ahora son  redescubiertas piezas únicas de la moderna nanotecnología, capaces de almacenar información inimaginable, para los hombres de la ciencia y la naturaleza.

Es el maestro Carlos Cruz-Diez, ese hombre al que recorremos los venezolanos cada vez que salimos por el Aeropuerto Internacional de Maiquetía (el piso y la pared del pasillo central están adornados con una obra suya denominada  Cromo-interferencia de color aditivo),  al caminar sobre pequeños cuadros de colores, como ahora pueden hacerlo los visitantes del estadio de los Marlins de Miami a través de tres caminerías de Inducción cromática doble Frecuencia, que hacen que el color sea una experiencia al alcance de todos, llena de regocijo y magnificencia.

Con su hablar cálido y suave, el maestro ha estado diciendo a lo largo del tiempo casi lo mismo en las muchas entrevistas que ha concedido a lo largo del mundo: su arte  es el presente continuo, la obra se hace a los ojos del espectador. No hay amarillo, pero se ve; se fusiona un magenta sin que la voluntad pudiera inventar otra cosa. Colores primarios y secundarios se fusionan; se aman, se reinventan; nacen, sin el castigo de la muerte.
A lo largo de su carrera sus claves han sido simples. No se puede comparar a la célula origen. Pero a la vez su aporte visual es sumamente complejo porque un artista empieza a hacerse después de veinte o treinta años de búsqueda perseverante e indagación de conceptos. Si se rinde pierde y si se deja seducir por los dioses banales de su tiempo cae en un abismo temible y vertiginoso.

El arte cinético tiene la gran fortuna de escapar de la aparente emocionalidad. Ya no son los retratos de pobreza que un momento hizo el maestro Cruz-Diez para subsistir. Ahora (presente e instante perfecto) son sus propuestas de luz las válidas de circundar el mundo, con la infinita posibilidad que parece otorgarle el color a este creador.

La materia parece ser un rudo nudo para el ser humano, sólo los artistas pueden ver el poder y universo de la luz a través de ella. Lo que este venezolano universal hace es entregarlo con mucho agradecimiento porque además no lo inventó el hombre. Viene otorgado y añadido. Lo irónico es que el trabajo de los artistas cinéticos que parece frío y calculador, asociado con la geometría, las líneas y sus derivaciones, expresa, como bien lo sostiene Cruz-Diez, un sentimiento.

¿Recordamos al salir del cuarto, hospital y clínica donde nacimos cómo cerramos los ojos al llenarse nuestro rostro de la luz del sol?

Cuando vimos el cielo, ¿cómo reaccionamos?

¿Qué trasmitieron a nuestras emociones los azules y verdes coralinos de la madre Mar con su aroma salino y revitalizador?

El color tiene que ver, como bien lo explica este artista, de forma sencilla, con los sentidos, con los afectos si bien también sostiene que el color es una circunstancia, efímera como todo lo revelado en la existencia.

Su obra revela un continuo presente, sin pasado, sin futuro.

“No me inspiro, yo reflexiono” , es la idea que tiene el maestro Cruz-Diez al explicar que el trabajo que ha desarrollado es su milagro personal, un arcoíris que lo ha estado acompañando  desde los tiempos innominables, cuando los hombres no sabían del cinetismo pero sí de la revelación de ese arco virtual que se forma en el cielo, de la nada, del todo, de la luz, de la atmosfera, del sol y de la lluvia, de un choque dulce entre las energías de la creación.

¿Dónde está o se siente lo dulce de un arcoíris?

Nadie lo sabe.

Pero llega al paladar y al corazón izquierdo. Al derecho también.

Por mayor depresión que alguien esté viviendo un arcoíris es poderoso lenguaje de la luz. Sin letras. Es una conexión. La que ha creado Carlos Cruz-Diez, desde su genialidad y su humildad, en pisos, paredes, ventanas y transparencias que se acomodan, inclusive, a los muchos o pocos formatos que tienen la osadía de atraparlos.

Alrededor de él se tejen conceptos como colores aditivos, virtuales; efectos de radiación, fisiocromía o trampas de la luz, líneas paralelas, reflejo, sustracción. Fisocromías informales. El arte del espacio y el tiempo. Crear y creer al mismo tiempo.

¿Dónde está el acontecimiento de la luz?

Son los ojos los que lo guían.

¿Alguien se siente desdichado caminando por los colores de Cruz-Diez?

Eso es imposible siquiera pensarlo.

Como tampoco nadie puede desanimarse ante un arcoíris.

El reinventa el color aunque esté concebido.

El mensaje llega al espíritu. Este se proyecta al cielo. Y de allí viaja, retorna, al origen, a la fiesta que es la luz; el deseo; el buen deseo; hacia el espacio y el tiempo; sin soportes. Con la efervescencia del amor y los reflejos virtuales que nos hacen grandes y mejores. Y optimistas, por siempre, en las escaleras de colores que superamos junto a Cruz-Diez (NOTITARDE, 07/1072012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Los colores del cielo


“El oficio del poeta es singular, talla sus palabras en el roce, en el choque inesperado y súbito con los signos primordiales, hurga en el fardo de palabras iniciales, antiguas, inmemoriales; compone y descompone, organiza, crea estructuras, sutiles formas, metros; se esfuerza por decir en un lenguaje no común todo lo común que constituye el aliento vital en la vida de los hombres; su labor es ardua, agotadora, llena de insatisfacciones; y cuando está a punto de abandonar su tarea, cuando le agobia la fatiga y ha sido vano el esfuerzo del día, se halla de improviso con la voz necesaria, la única, la natural, la palabra de traje completo, la que camina con los dos pies y se hace carne”, sostiene Julián Malatesta dentro de su investigación La imagen poéticadesarrollada en la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle (Colombia).

Lo anterior sirve como marco para informar que hoy domingo 30, a las once de la mañana, en la sala Lula Bertrand del Ateneo de Naguanagua, se realizará la presentación del poemario Los colores del cielo, escrito por Jean Carlos Fermín Escalante.

El libro viene de un poema, incluido dentro del conjunto de poemas que también son escritos en prosa poética, dedicado a la amistad porque los colores para este autor son comparables “con los buenos amigos que están siempre allí para apoyarnos”.

Arquitecto de profesión, en estos momentos estudia en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo, y fue allí donde le muestra a un profesor, que a la final se convierte en el editor literario del libro, los poemas que escribía desde hacía algún tiempo y que sólo había enseñado a personas muy cercanas a él.

El docente, Juan Luis Manzano Kienzler, en una pequeña introducción al grupo de creaciones literarias de Fermín Escalante afirma lo siguiente: “los textos de este libro son resultado de la experimentación… un camino de historias recorridas, anécdotas, personas, momentos, instantes de revelación, juegos que Jean Carlos ha transformado en texto con la sencillez de quien lo escribe lo que siente a partir de la aprehensión de una imagen. El lector encontrará textos impregnados del ímpetu y la esperanza que la juventud trae consigo y se podrá identificar con el amor que se expresa en algunos de los escritos, porque el amor es un sentimiento universal”.

El propio escritor afirma: “Es un libro con una escritura que llegue, que sea entendible para todos. Yo estoy en ese nivel, busco que la gente descifre mi mensaje”.

“El poema es la construcción de un mundo posible, un mundo sujeto a sus propias reglas y leyes, puesto en marcha ante los ojos del lector demoliendo en él su pre-alistado saber, su destreza habitual”, sostiene también Malatesta en su estudio.

Lo cierto es que Fermín Escalante conforma un universo muy personal en el que se mezclan el amor, la observación de acontecimientos naturales que para él no pasan desapercibidos, un romanticismo a toda prueba y una conjugación íntima hacia una espiritualidad que intenta respirar en una sabiduría cotidiana, latente.

En Ecos de mi alma, un ejemplo: “Buenas noches. / La palabra amor, me enriquece el corazón. / Su significado despliega magia. / Me hace protagonista de historias, cuentos y anécdotas. / Se despliegan los aplausos: / uno por poder verte, / dos por escucharte, / tres por intercambiar ideas, / cuatro por interpretarte, / cinco por amarte, / cien por poder verte reír y / mil por poder besar tus labios. / Por eso, buscaré el amor / donde el tiempo haya esculpido / el olvido.”

La enorme necesidad de expresarse de Fermín Escalante lo lleva a escribir constantemente y de hecho pronto publicará su segundo libro de poemas; pero además hay en él un decir necesitado de ser escuchado en su dimensión pura: el amor que se brinda es el mismo que se necesita; los vuelos liricos por las imágenes están recargados de consejos y reflexiones para el lector de su trabajo.

“Que la bondad y la esperanza sean los motores que impulsen tu / camino. / Que el amor y la gloria te acompañen. / Que la fortaleza y la fe sean tus mejores armas. / Que la tolerancia y el respeto hagan de ti el mejor de los ejemplos” expresa en Brillante, otro de los poemas contenido en el libro.
También como lo acota el profesor Manzano Kienzler, en Los colores del cielo “subyace una visión del mundo centrada en valores como la paz, el amor, la armonía y la entrega, axiología propia de quien los ha vivido y desea compartirlos para ofrecer a través de sus textos una esperanza… un momento de contemplación”.

El mensaje es directo. No hay nada escondido. El vuelo de las narraciones poéticas y los poemas que los lectores tendrán ante sí son las de un hombre joven, con matiz de verbo religioso, que se entrega a las palabras y a los sentimientos para pedirle a los seres humanos la transformación posible de hacernos mejores cada día. La que él conquista al momento de trabajar la imagen del poema (NOTITARDE, 30/09/2012, LECTURA TANGENTE).-