viernes, 23 de marzo de 2012

III Colectiva Paisaje, Pasión y Sagrado

La III Colectiva Paisaje Pasión y Sagrado inaugurada en los alrededores de las caminerías del Parque Negra Hipólita es una muestra de arte que nació en el año 2010, proyectada a través del tiempo de cuaresma para recordar la Semana Santa, época en la que la reflexión debería acompañarnos como una forma de agradecer a la vida sus triunfos en forma de aprendizaje.

Nació como proyecto, ahora consolidado, en el seno del colectivo Artemusa, grupo de artistas residenciados en el estado Carabobo, que recrean la Vía Sacra o el Camino de la Cruz, dentro de una interpretación libre de cada una de las estaciones, con el estilo de cada quien. Una heterogénea homogeneización de contrastes que se unen y proponen reflexión, un vinculo entre la exuberante frondosidad del parque más transitado por deportistas y familias, para brindarle al paisaje una connotación introspectiva.

Todos los que por caminan, corren o disfrutan de esa conexión con el mundo natural encontrarán con la exposición, en este tiempo de acercamiento al mensaje de Jesús de Nazaret, un acercamiento al mundo espiritual de cada uno de las mujeres y hombres que hacen del lenguaje artístico una forma de expresión.

Las obras han sido expuestas, desde hace tres años, en el Museo a Cielo Abierto del parque Negra Hipólita de la ciudad de Valencia. Los artistas, al hacer de la obra de arte parten integrante del paisaje, rompen no solo con su tradicional presentación en una galería o espacio expositivo, sino que involucran al visitante del parque a conectarse con los símbolos referenciales de lo sagrado.

De este modo, cada artista convierte la estación que representa en un lugar de encuentro íntimo, y al integrar su trabajo al entorno, el Vía Crucis adquiere una dimensión más humana, ofreciéndole al espectador un nuevo sentido, invitando a todos los espectadores a participar en la interpretación de los signos que la religión católica enaltece anualmente.

Cabe destacar que también por tercera vez, la exposición se realiza conjuntamente en el Santuario Arquidiosesano del Nazareno, Parroquia Sagrada Familia en los Rastrojos (Cabudare, Lara). Se sumaron este año 2012 parroquias de Barquisimeto y de otras regiones del país, dándole de este modo un carácter itinerante a la muestra.

Todos los que tengan la oportunidad de ver esta tercera muestra no tienen ni idea del amor, dedicación y responsabilidad con que el Colectivo Artemusa emprende anualmente este reto que se torna novedad porque ninguna de las obras se repite y todo, en el arte, hay que trabajarlo con la luz nueva de todo instante.

Planificaciones, reuniones, discusiones y la puesta en marcha del motor de la creatividad hacen posible esta colectiva llena de talento en una celebración respetuosa de una fecha para llenar el alma de compasión.

El Papa Benedicto XVI en su mensaje para esta fecha revela. “La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre. En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19).

En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre.

Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza”.

Un trabajo personal, de alma, de conciencia. Al que todos nos debemos pertenezcamos o no a cualquier religión. Los artistas lo alcanzan cuando dialogan con texturas y colores; cuando tocan la sensibilidad y comunican libertad; traducida esta vez en doce pasos de resistencia y valor existencial.

Colectivo Artemusa: Alicia Belden, Anna Fioravanti, Gabriela Láscaris, Harry Schuster, Luisa Dunia, María Esther Barbieri, Maritza Góngora, Manuela Moreira, María Helena Rodríguez, Marlen la Rosa, Natalia Procopovich, Piera Reverón, Tania Zambrano y Gustavo Zajac.

Artistas invitados: 2010: Antonia Gamboa, Valdemar Romero, Pier Amorocho. 2011: Miriam Perales, Antonia Gamboa. 2012: Eddy Chacón (Notitarde, 23/03/2012, Lectura Tangente).- 

http://paisajepasionysagrado.blogspot.com

jueves, 15 de marzo de 2012

Anna Fioravanti: ligada al verbo

La artista Anna Fioravanti inauguró el pasado miércoles su muestra Barco de la Luna y presentó su poemario Carta blanca hacia un cielo blu en una actividad enmarcada en el conjunto de programaciones mensuales de Kokai sushi bar.

Grabados, dos de ellos en papel de arroz, dibujos y pinturas con técnicas que se van enlazando son parte de la exposición de cuadros, incluidas dos series de rostros, en intenso carmelita, que develan el mundo sutil en que se sumerge esta creadora de origen italiano para contarnos que la vida es parte de un sueño, un despertar de colores y una aves que vuelan moviendo sus alas, al igual que abrimos y cerramos, nosotros, los libros, los ojos, las manos; nuestros sentidos y percepciones.

“Barco de la luna nace como proyecto en 2005, cuando leyendo un libro con el mismo nombre, de Jorge Rodríguez Padrón, dedicado  a las escritoras hispanoamericanas, comenzaron a surgir ideas,  que dieron cuerpo y contenido a la serie de obras graficas que hoy presento. Fue así como tomó forma y dio paso a los poemas. Ambos crecieron al unísono”, dijo Fioravanti, a modo de introducción.

Veinte poemas reflejan el mundo interior de la artista plástica que ha estado unida a la palabra. Su búsqueda conceptual, ligada al verbo, tiene que atravesar imágenes y raíces sintácticas por igual. Son vuelo difuminado en el aire que ella atrapa con amor, dulzura y ternura. Por ello son obras tienen el encanto que los juglares dejan cuando cantan historias.

Anna así lo explica: “La barca es el viaje, la luna esencialmente simboliza lo femenino. El barco de la luna es el viaje hacia el yo interior, yo mujer que tomo el timón de mi barco y enfrento la vida. Pero este barco, es de la luna, no navega sobre las aguas, sino que emprende el vuelo y recorre el espacio de mis silencios. Al igual que la luna recorre la órbita terrestre, yo recorro mi ser y lo hago parte del universo, con mis poemas y mis obras graficas.

Presentar poemario y obras plásticas en una misma ocasión, no está desligado de mi búsqueda personal dentro del campo del arte, pues, para mí, la poesía está al fondo de todo trabajo artístico. Es un modo personal de comunicar, y ante un espectador sensible  y atento, se hace metáfora. Lleva al vuelo onírico.

Palabras e imagen son hijas de una misma fuente, una se hace necesaria a la otra. La imagen antecede a la palabra, para que ésta tome su lugar en la memoria, y una vez ocupado ese lugar, la palabra se hace presente ante la imagen que la evoca, y el recuerdo las hace a ambas etéreas e imaginadas.

¿Quién nos dice que la palabra no puede ser línea para introducirnos en el vórtice de su esencia? Como una espiral al hacerse trazo, nos muestra imagen y palabra un infinito, y allí la creación lo hace todo posible.

En la serie Barco de la luna, cada obra es un navío y un universo en sí mismo, y en cada imagen voy construyendo espacio para sumergirse. Su conjunto sólo pretende ser camino de paso para que cada quien realice su propio vuelo antes de seguir la marcha.

Cada obra en solitario, o en su conjunto,  muestran rostros de mujeres, que alegóricamente  escriben mis  versos pájaros, bien para  dejar volar o escuchar la voz de nuestros silencios del alma, o para encontrar nuestro anhelado centro; o para dejarse llevar por su torbellino.

En esta primera presentación al público, de la serie Barco de la Luna muestro solo obras graficas, aunque para desarrollar esta serie, me valí de otras técnicas y materiales  como pintura y vidrio. Espero, más adelante, hacer esta muestra itinerante para un espacio más amplio y así poder presentar más elementos, mostrados en algunos salones colectivos.

El libro Carta blanca hacia un cielo blu  está dedicado a mi madre, a ella, que se marchó para siempre hace muy poco tiempo, dedico mis epístolas blancas. Ella es  mi luna plateada a la que me ata el cordón umbilical de la vida y  los sueños.

Se estrena como poemario aunque  diez de ellos fueron publicados  a finales de 2010 en la revista Artefacto y están también en  http://annafioravantipoesia.blogspot.com/.

Aunque llevo más de doce años participando en colectivas, para esta individual, me encanta el sitio que elegí para estrenarme en solitario, ante un público que no va específicamente a ver la obra, o asistir tan solo a la inauguración de la muestra , para luego quedar el espacio desolado. El hecho de que los espectadores  vengan a este restaurante a degustar un alimento para el cuerpo y se encuentren (Notitarde, 15/03/2012, Lectura Tagente).- 

miércoles, 14 de marzo de 2012

Rolando Quero inaugura Ecos en la Amazonía

Rolando Quero fue a Brasil en 2010. Llevó una muestra gigante de alrededor de treinta obras que él llamó “Sueños de jungla”. No conocía este país gigante fronterizo al nuestro y tampoco la transformación que él viviría en Brasilia, su gigantesca capital, donde las dimensiones hacer sentir al ser humano pequeño, por lo cual la lucha por su inmensidad es transformación continua al progreso.

Resultó que para los brasileños el término jungla y selva no representan lo que ellos denominan floresta. En esta palabra se conjugan las dos anteriores y tiene la sonoridad de reconocer en ella colores, sonidos, espesura, libertad, temores, anhelos, vida y muerte indisoluble de una naturaleza que no tiene tiempo porque hace lo que debe hacer: renacer continuamente.

Después de este viaje, memoria y vivencia, hicieron el juego necesario para continuar con su obra, fiel a su expresión abstracta, pero con una carga emotiva, repleta de luz, donde aguas, selvas irreverentes y aves revelaron la floresta indomable que rodea al mundo de los hombres.

Durante todo el 2011 se dedicó a trabajar. No realizó exposición alguna y en su natal Villa de Cura emprendió ese universo cromático que hoy se inaugura en la Casa de la Cultura Aldemaro Romero del municipio San Diego titulado de Ecos en la Amazonía, bajo la curaduría de Gabino Matos.

Treinta obras de mediano y gran formato podrán ser admiradas por el público hasta el 22 de abril como una especie de tributo a esa experiencia vivida en Brasilia, invitado con motivo de los cincuenta años de su fundación, en el  Templo de la Buena Voluntad (Templo da Boa Vontade), un lugar lleno de energía espiritual, vitalizado por cuarzos de fe.

¿Qué diferencia hay entre tu obra antes y después de estar en Brasilia?
Esta exposición para mi tiene mucho significado porque además la sala expositiva me recuerda el Memorial de los Pueblos Indígenas de Brasil, de forma circular, que permite conectarse aún más con todo el universo. Brasil me impresionó porque ese colchón verde que rodea por todas partes hizo que mi trabajo fuera aún más exigente. Este color es difícil justo por la casi infinita gama que ofrece la naturaleza. Acompañados con el siena, los marrones, con los ocres; los colores tierra, continué la labor que ya había comenzado. Fue una especie de segunda propuesta tras conectarme con esas etnias cargadas de belleza que enriquecen nuestra legítima herencia latinoamericana.

Fui madurando toda esa experiencia, todos esos “palos” de agua, aquel verdor, aquella gente tan amable que tuvo tanta empatía con mi obra, que me brindaron sus hogares dentro de la selva como   la escultora Mara Nunes, Ángela Bossi y la artista Naura Timm,  cuya casa está intervenida artísticamente.

Los brasileños están más integrados a la naturaleza que los rodea. Los venezolanos debemos aprender de ellos, a permanecer más unidos en respeto y armonía con ese pulmón verde que es el Amazonas.

En tu obra se observa el vuelo de guacamayas pero también los penachos que cargan los chamanes cuando hacen sus ceremonias…
Es así. Allá identifiqué nuestra esencia como hombres de la tierra. Me asombré un día cuando ingresando al edificio del Senado, encontré a un indígena, perfectamente trajeado con flux y corbata, que tenía en su cabeza un penacho con plumas de guacamaya. Yo hice varias obras que son tributo a este personaje que concentré con el nombre de “Vuelos de guacamaya”. Esas plumas azules me llevaron a entender esa fusión tan sutil entre seres humanos y aves que alcanzan un entendimiento extraordinario, que se comunican y vuelan juntos.

¿Cambió entonces la energía de Rolando Quero después de la experiencia en Brasil?
No hubo un cambio en el formalismo que profeso, practico y amo, sino en la gestualidad. Allí es donde más se siente. En mi obra anterior siempre el verde estuvo reacio y descubrí que el verde del Amazonas es infinito. La inmensidad de su bosque, de su selva, de su floresta, hace descubrir que son los edificios los que están dentro de un jardín y no al revés. Fue un descubrimiento maravilloso. Brasilia me dio la posibilidad de indagar a fondo en los colores que si bien siempre estuvieron presentes no tenían esa carga regeneradora, limpia; constante.

La terracota, el color rojo de la tierra, también me hizo recordar, una exposición que realicé en Copenhague donde mostré un conjunto de esculturas. Ello me llevó a realizar con arcilla de Villa de Cura un grupo de esculturas que presentaré en Caracas este mismo año en la galería Dimaca.

¿Brasilia entonces expandió la necesidad de volverte a conectar con uno de los elementos sagrados?
Así mismo es. He realizado un conjunto de 27 piezas, algunas de ellas vaciadas en bronce. Con la introducción de ellas se presentará una plaquette escrita por José Napoleón Oropeza llamada “Sonido y nacimiento”, sobre este trabajo realizado moldeando la tierra, editada por Rosana Hernández Pasquier.
No hay que olvidar que estuve cuatro años aprendiendo modelado en la Escuela Massana en Barcelona, España. Trabajé con barro el cuerpo humano. En ello hice mucho hincapié porque yo estudié en Venezuela arte figurativo al igual que en Francia.

Los profesores de la Escuela de Artes Plásticas me decían que ellos me estaban formando para docente no para artista y en Bellas Artes me decían lo contrario, que me estaban formando como artista plástico más no como profesor. Tuve que compaginar una cosa con la otra. Me formé académicamente y con la práctica.

Mi maestro, Joaquín Echeverría, siempre me dijo que los artistas alcanzan sus mejores logros una vez que entienden lo que es un buen dibujo y el cuerpo humano.

No podemos quedarnos en lo figurativo. Respetando a todos los que continúan esta línea creo que el artista tiene que dar un salto y evolucionar en el mundo.
La obra que presenta Quero, quien resaltó el apoyo de Beatriz Bolívar, de la Casa del Cultura Aldemaro Romero,  en San Diego, es sumamente atractiva.

La selva es agua reencarnada en cuerpos vegetales. Es el líquido de la lluvia convertida en color. Son rojos que vuelan. Amarillos que cantan. Ruidos que se hicieron troncos. Son soledades felices.

La miel dibuja caprichosos ríos que serpentean a lo largo y ancho de la floresta. Su vitalidad es tan enorme como su voracidad. Por eso seres humanos y floresta se observan, y sólo los artistas la alcanzan sin destruirse (Notitarde, 03/03/2012, Letra Inversa).-  


lunes, 12 de marzo de 2012

Carmen Esparza: uno se hace feliz

Carmen Elena Esparza Ochoa cumplió el pasado mes de enero 99 años. Su lucidez es tan clara como sus ojos, que tienen el baño intacto de la vida: lucen fuertes, vivos y con la agilidad de moverlos con picardía, mientras conversa, con el tono sereno y fuerte, de una mujer que ha superado innumerables pruebas.
Tres hijas, trece nietos y veinte bisnietos la hacen sonreír como muchas otras cosas porque goza de la espontaneidad para responder y para expresar, de lo que observa, sus múltiples sabidurías.
De la Valencia de antes lo recuerda casi todo. El primer trabajo público lo comenzó ocho días después de fundado el Dispensario Antituberculoso, el 10 enero de 1937, como aspirante de enfermera, pues la iban a preparar en Caracas para optar al cargo. Poco a poco fue aprendiendo el oficio y se desenvolvió con bastante flexibilidad. Era entonces presidente Larrazábal.
- Gómez tenía un año y medio mes de muerto, porque él murió el 15 de diciembre de 1935, recordó. Mi jefe me dijo que iba a ganar cien bolívares. Yo era costurera y ganaba tres reales por cada pantalón. Esa noticia me halagó, mucho más, cuando supe que no eran cien mensual, sino quincenal. Imagine mi alegría. En esa labor pionera de lucha antituberculosa en Venezuela tuvimos mucho trabajo, al punto de pagarle con nuestro sueldo a una tercera persona para que nos ayudara. Trabajé allí hasta el año 1943 cuando me quedé embarazada de mi segunda hija, después de la tercera. Todo ese tiempo estuve de permiso no remunerado. Me retiré en septiembre de 1949. Mis servicios allí me dejaron muchas satisfacciones.
Después empezó a trabajar en la Unidad Casa del Niño, ubicada en la Casa La Estrella, con sus servicios de casa cuna, preescolar, kínder con servicio de comida, y fue ella la que le fue dando cierto orden en la alimentación y al personal de maestras, enfermeras, cocineras, señoras de limpieza.
- Les enseñé a cocinar, a remendar. La financiación era por parte del Estado. Luego pasó a ser del Consejo Nacional del Niño.
- Valencia en esa época era pequeñísima. De la plaza Santa Rosa para abajo era "monte y culebra" como dice el refrán. Las madres tenían que montarse en burro, y llevar un machete para apartar los matorrales… Los autobuses era muy pocos y se pagaba una locha, doce céntimos y medio… Naguanagua era foránea. Valencia llegaba hasta el elevado El Viñedo y de ahí en adelante, eran puras viñas de uva, de un italiano que las había sembrado.
Su mamá murió cuando tenía cinco años, sus otros hermanos también murieron. En 1919 su papá se enfermó y al mejorarse la ingresó al Asilo de Huérfano, ubicado donde es hoy el Centro Comercial Cedeño. Su experiencia allí no le trae buenos recuerdos.
- Las hermanas religiosas son religiosas de hábito pero aquí adentro (se tocó el corazón) tienen muy poco. Las de antes, no sé las de ahora. Allí me fue mal. Pero a veces suceden cosas que aún cuando se busca perjudicar a una persona, la vida se encarga de voltearlas a su favor. Mi papá muere tuberculoso cuando tenía trece años. Quedé sin pa'e, sin ma'e, sin hermanos. Pero antes de morir habló con mi abuela materna para que me atendiera. Allí fue el comienzo. Aprendí a coser pantalones de hombre y ésa fue mi labor, desde 1930 hasta 1937.
Al preguntarle si es feliz arrugó la cara y contestó que creía que sí.
- Uno se hace feliz. Con los pensamientos. Pero los hay que trastocan y lo hacen a uno infeliz. Creo que es así. A las adversidades de la vida les he dado frente. Con solidaridad también de compañeros de trabajo y vecinos. Todas las adversidades me fueron favorables porque me enseñaron a conocer el mundo, conocer la gente; saber la definición de cada quien, cómo es. Cómo uno debe estar a la expectativa frente a cada cosa.
- ¡Es que esto es más largo que la novela Los miserables, de Víctor Hugo!, dijo riéndose a carcajadas, al referirse a lo que iba contando. ¡Porque nosotros caímos de cabeza, de un día para otro, pero nos paramos!
Sigue teniendo fe en el ser humano porque no todos son iguales.
- ¡A veces me domino de no rezar tanto porque hay que pasar a la acción!, respondió a la pregunta de si creía o no en Dios. Los jóvenes deben estudiar y creer en un Dios creador. Hasta la pajita más ínfima nos la dio ese creador y tiene un por qué dentro de toda la creación. Sé que a algo vine en esta vida.
Lee mucho porque le gusta. Recorta de los periódicos artículos y subraya algunas oraciones y se las manda a quien cree que las necesita. Contagia a todos los presentes con su alegría. No sabe el secreto de su longevidad y tampoco parece importarle mucho. Lleva treinta y ocho años yendo al Centro de Salud Natural. Admira a Juana de Arco y a la primera enfermera, Florence Nightingale.
Su temple vibra y es una bendición conocerla
http://www.notitarde.com/notitarde/plantillas/columnista.aspx?idart=1583121&idcat=9853&tipo=2

domingo, 4 de marzo de 2012

Brasilia: cuarzo de fe

En el año 2010 tuvimos la oportunidad de conocer Brasilia. Y fue dentro de un acontecimiento mucho más luminoso: el artista Rolando Quero fue invitado a realizar una exposición que él tituló “Sueños de la jungla”, con motivo de los cincuenta años de esta enorme urbe, diseñada y planificada, dentro de una formidable extensión que le fue arrebatada a la selva, con el propósito de albergar personas, descongestionar otras importantes ciudades y la entonces capital brasileña y brindar calidad de vida a los habitantes.

Por tal motivo nos sumaron como parte de la delegación a esta muestra que contó con el respaldo de la Secretaria de Cultura de Brasil, la Casa de la Cultura de América Latina, el Instituto de Cultura y Apoyo Social (Incas), la Asociación Tiempo de Arte y la ONG, Ecodata.

Vivimos una semana de intensa actividad y recorrido. La obra de Quero fue admirada en el Templo da Boa Vontade, uno de los lugares más concurridos pues es un de centro de convenciones que tiene además una pirámide espiritual, con un enorme cuarzo en la cúspide, que estimula a transmutar y cargarse energéticamente. Y así lo hicimos. Una vez finalizada allí, sus cuadros fueron también expuestos en la sala de exposiciones de la Cámara del Senado de Brasil.

Brasilia es una ciudad que estremece. Es tan monumental, tan dinámica y a la vez tan silenciosa dentro de esa magnitud que sólo las obras arquitectónicas de Oscar Niemeyer aspiran contenerla, en una competencia, muy desigual, por la exuberancia del Dios fuego, de los chubascos repentinos que en minutos inundan todo, para luego relumbrar sol, como si nada hubiese pasado.

Allí, pese al enorme parque automotor las personas están preparadas culturalmente para no tocar cornetas y que funcionen a la perfección los silenciadores de los automóviles. Todos los vehículos viejos son retirados y no se permiten motores contaminantes. De allí el fabuloso silencio que forma una perfecta caja de resonancia para la naturaleza.

El Memorial de los Pueblos Indígenas, lugar donde hubo la instalación de John Padovani, “Cargador Andino”, tiene la forma de un penacho de indio, para rendirle homenaje a todos los primeros pobladores de esta tierra color rojo, que tiñe vivencias, que tiene un olor dulce e inolvidable. Este trabajo del artista cusqueño también formó parte de la programación aniversario de Brasilia.

Quero, en este edificio donde chamanes hacen rituales, se impresionó con la presencia y esencia de los hombres indígenas. Vestidos con un traje formal, con paltó y corbata,  tenían en sus rostros marcas de  pinturas ancestrales, y lucían los vistosos penachos con plumas, en su mayoría, de azul intenso.

Su muestra “Sueños de jungla” nació de la evocación de un lugar exuberante pero desconocido para él. De alguna u otra forma los venezolanos sabemos lo que es la selva pero la floresta, como le dicen en Brasil, es otra cosa: cambia de un modo inescrutable la visión que se creía tener de la vida.

Él permaneció alrededor de un mes allá y no podía sino llegar y continuar, después de cierto reposo y maduración, con una obra que apenas había comenzado cuando marchó hacia allá. Fue entonces cuando vino una trascendencia importante: si las primeras obras de Quero vaciadas en los lienzos para llevar a Brasil son la visión ingenua y colorida de un sueño; “Ecos en la Amazonía”, a su regreso, después de vivir dentro de la floresta, son el latente prodigio creador de una realidad. Por ello en sus lienzos se escuchan los dardos de las alas de las aves mas alborotadas, las guacamayas, anunciando que el rojo enciende el cielo cada mediodía; que los azules son puentes hacia otros portales; que los verdes tienen la variedad de la vida, del amor; corazón de cuarzo; cuarzo de fe.

Toda Brasilia es un recuerdo a la tolerancia. Al lado de un templo adventista, hay uno árabe; un poco más allá el de una iglesia católica; un poco más acá una congregación espiritista. Todos tienen sus grandes espacios. Reúnen muchas personas e igual respeto por las creencias de los otros. Existen muchas universidades, privadas y públicas. Se respira un aire de alegría, de amabilidad, de nobleza.

Los ríos del Amazonas bañaron la obra de Rolando Quero. En las piezas que presentará a partir de hoy en la Casa de la Cultura Aldemaro Romero del municipio San Diego tienen la ducha de esta serpenteante seducción de agua dulce que es el alimento de la floresta. Casi todas ellas reproducen la transparencia de la luz, los colores que se pierden dentro de sí mismos, como los pensamientos; la vitalidad de las palabras que se expresan con trazos y que no pueden sino invitar a vivir, a amar y a entender el mundo de una mejor forma.

También venía Rolando Quero trabajando con dos colores que luego se hicieron “Senderos de peonía”: rojo y negro. Después de Brasilia tomaron otro aire y aunque parezca mentira ambos se integraron con mayor fluidez. Inclusive la fuerza de “Azul Naranja” exposición que llenó la inmensa sala del Museo de la Cultura en 2009, tomó el vuelo de “Caminos de pericoca”, de trazos anaranjados que recuerdan el revuelo que el sol causa en el universo interior (Notitarde, 03/03/2012, Lectura Tangente).-  

jueves, 1 de marzo de 2012

Tania Zambrano: del alma del otro

Ventanas al mar es el título de la exposición que la artista Tania Zambrano presentó el pasado miércoles 22 en los espacios de Kokai Sushi bar.
El concepto parece sencillo: pinta rostros que miran a través de las ventanas. Están bastantes descubiertos para pensar en misterios. Sin embargo, imperceptibles filigranas abren la posibilidad de estudiarlas dentro de los paisajes posibles que se vislumbran, el interior y el exterior. Ambos recrudecen el sentido de protección necesaria. Ambos observan y contribuyen a agudizar los sentidos.
La corriente de luz de la muestra es azul y en su gran mayoría los cuadros muestran el portentoso color que sella la piel de las mujeres y las texturas con que Zambrano trabajó. Lienzos, maderas que simulan ventanas, porcelanas y postigos antiguos conectan las miradas de los distintos personajes que construyen la propuesta lírica de retratos compenetrados con cielo y mar.
Son mujeres que observan mientras son observadas. ¿Qué hay en ellas? ¿Temor? ¿Tristeza? ¿Alguna emoción? ¿Algún tipo de esperanza?
En su mayoría tienen una serenidad ligera. Parecen saber algo que está más allá porque entre cielo y mar está una transparencia que permite vivir la vida conociendo de antemano todo lo que está por llegar, sin resignación, pero sí con la conciencia de saber que la madurez es la aceptación de lo que no podemos cambiar. De allí la contemplación, el camino de agradecer, de tener de aliada la firme convicción de la fe.
La técnica que utiliza la artista es sutil. Las líneas de los rostros son suaves en su mayoría. Con esbozos construye la armonía de ese mar interior que mueve a cada una de sus mujeres, sus miradas; sus rasgos las convierten en armonizadoras o neutralizantes de la actividad cotidiana que se mueve a su alrededor.
El mar mismo es una ventana, un espejo, una realidad virtual que escapa de los deseos humanos. La mar va a su antojo, a su ritmo; sin fatiga, con la fuerza cósmica de la continuidad.
El mar es la mujer y el hombre, la vida, la muerte; la llegada; la expectación.
Las ventanas, abiertas o cerradas, tejen la expresión del universo humano y forman un paralelo con la mirada. Los ojos de Tania Zambrano son de espera. De un aguardo largo, meditado; necesario.
Mucho del tiempo humano cuenta con la carga de la soledad. La ventana al mar llama a una conversación incesante. Nadie está solo. La cristalización de lo sagrado se inyecta de los colores que los artistas alcanzan.
Se observa en algunas de sus piezas cierta fugacidad en los trazos, cierta difuminación. Por el contrario, en otras, la delineación resalta los rasgos a la par de los colores. Mientras diluye coloca un velo que permite entrar a las sombras. Al reforzar las expresiones conecta con la vivacidad del rostro. Son estados de ánimo con los que experimenta Zambrano en este entrar y salir del alma de sus creaciones.
Tania Zambrano se graduó en arte en el Instituto Pedagógico de Caracas y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido discípula de Pilar Taboada, Ricardo Benaim y Antonio Lazo. Ha realizado exposiciones colectivas e individuales. Su obra ha sido premiada en la Universidad José Antonio Páez, en la refinería El Palito y en el Salón Seniat.
La curaduría de Ventanas al mar estuvo a cargo de otra artista visual, Luisa Dunia, quien viene realizando desde hace tiempo este tipo de encuentro en este espacio de comida japonesa que posee amplias paredes, mostrando el arte de variados artistas, a lo largo del año. La programación de hecho está colmada hasta el 2013. Se ha logrado con esta simbiosis un intercambio beneficioso, principalmente para los artistas. Forma parte del equipo de trabajo de esta propuesta Freddy Gutiérrez.
Dunia y Zambrano son docentes del taller Gala's y pertenecen al Grupo Artemusa integrado además por María Esther Barbieri, Cecilia Ragni, Eddy Chacón, Alicia Belden, María Helena Rodríguez, Gabriela Lascaris, Anna Fioravanti, Pierina Reverón, Manuela Moreira, Natalia Procopovich, Marlen La Rosa, Nelia Ferreira, Maritza Góngora, Gustavo Zajac y Harry Schuster.
Para Zambrano lo importante es descubrir dentro de su obra la verdadera introspección subyacente, rodeada hasta cierto punto de un toque de ingenuidad. Y también de glamour, sobre todo en el cuadro silueteado que se encuentra con fondo rojo y que permite hacer un guiño completamente distinto y moderno a quienes lo analizan.
Casi todas las mujeres que esta artista plasma están en la etapa del reposo. Aunque están esperando no tienen el estigma de Penélope. Están como las olas, continuamente regresando, una y otra vez, al espejo, al ver, al mar; al mirarse dentro del alma del otro (Notitarde, 26/02/2012)

http://www.notitarde.com/notitarde/plantillas/columnista.aspx?idart=1569852&idcat=9853&tipo=2
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