domingo, 22 de julio de 2012

El auspicioso Buda Ojos Amorosos





Los seres humanos necesitamos historias como el agua, como el feliz manantial de la vida misma. Mundo y palabra. Voces, música y ruido al respirar. Ahora que sabemos que lo que conocíamos como “nada” contiene una vibración perceptible y medible, ver el mundo de forma diferente es asumir otro estado de conciencia.

Aunque muchas cosas están explicadas por historias, por cuentos, por el poder de la palabra que muchos ni siquiera saben usar, leí, hace algún tiempo, la explicación sobre Chenrezig, el Buda de la Compasión, representado en radiante blanco, cuatro brazos abiertos poderosos, también conocido como Ojos Amorosos.

Narraron que Amithaba,  desde el cielo o la Tierra Pura, contempló el mundo y vio el sufrimiento de todos los seres. Sintió gran compasión y creó a Chenrezig, con el objetivo de que todos los vivientes tuvieran la oportunidad de alcanzar el Nirvana, la iluminación; la paz.

Los humanos pedían tener cuerpo. Chenrezig se los concedió. Pero como en un principio todos eran iguales pidieron ser distintos unos de otros, por lo que también los complació, diferenciándolos.

La práctica del dharma no bastó para que pudieran alcanzar todos la paz: no todos se iluminaron con las mismas enseñanzas.

Cuentan entonces que su cuerpo se fragmentó debido a la intensidad de su trabajo por lo que Amithaba tuvo que reconstruirlo con todo su amor encontrando que todo el reflejo auspicioso de su labor lo convertía en un Buda de once cabezas coronadas, mil brazos y un ojo omnipresente.

Aún con estas cualidades no pudo completar su misión que no era otra que la de contribuir a que todos los seres, incluida la hierba más inofensiva de la tierra, alcanzara la iluminación.

Cuentan que lloró al sentir tanta responsabilidad y de una de sus lágrimas nació Tara, quien vino en su ayuda, para que su tarea no fuera interrumpida y todos abandonaran del sufrimiento.

El mantra considerado rey, en el Tíbet, OM MANI PEME HUM, se relaciona con Ojos Amorosos y el Dalai Lama hace énfasis en las seis sílabas de significado grande y profundo.  

“La primera sílaba está compuesta por tres letras A, U, y M. Estas simbolizan el cuerpo, el habla y la mente impura del practicante; también simbolizan el cuerpo, el habla y la mente en el estado puro y supremo de un buda.

… El budismo no afirma que alguien desde el principio estuviera libre de faltas y poseyera todas las buenas cualidades. La purificación del cuerpo, el habla y la mente llega a través del abandono gradual de los estados impuros y su transformación en lo puro.

¿Cómo se logra esto? El camino se indica en las siguientes cuatro sílabas. MANI significa joya y simboliza los factores del método: la intención altruista de iluminarse, el amor y la compasión. Así como una joya es capaz de eliminar la pobreza, la mente altruista de la iluminación es capaz de eliminar la pobreza o las dificultades de la existencia cíclica y el sufrimiento. De igual forma, así como una joya cumple los deseos de los seres sintientes, también la intención altruista de llegar a la iluminación satisface los deseos de los seres sintientes.

Las dos sílabas siguientes, PEME, significan flor de loto y simbolizan la sabiduría. Así como un loto crece en el lodo sin ensuciarse con las faltas de éste, la sabiduría es capaz de ponerte en una situación sin contradicciones, donde de cualquier otra forma habría contradicción si no tuvieses sabiduría.

La pureza debe lograrse mediante la unión indivisible entre el método y la sabiduría; dicha unión está simbolizada por la última sílaba, HUM, que indica indivisibilidad. De acuerdo con el sistema del Sutra, esta indivisibilidad del método y la sabiduría se refiere a la sabiduría afectada por el método, y al método afectado por la sabiduría.

Así, las seis sílabas, OM MANI PEME HUM, significan que a partir de la práctica de un camino, que es la unión indivisible del método y la sabiduría, puedes transformar tu cuerpo, tu habla y tu mente impuras en el cuerpo, el habla y la mente supremas de un buda.

Se dice que no debes buscar la budeidad fuera de ti, las causas para este logro están dentro de ti. Como dice Maitreya, en el Sublime Continuo del Gran Vehículo, todos los seres tienen intrínsecamente la naturaleza búdica en su continuo mental. Tenemos dentro de nosotros la semilla de la pureza, “la esencia de aquellos que han ido”, que debe ser transformada y desarrollada completamente en la budeidad”.

La energía del universo y sus vibraciones latentes y ocultas invitan a vivir mucho más de lo imaginado, lo posesionado, de lo vislumbrado o anhelado.

Dentro de su armonía, contagiosa y transformadora, para bien.


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