domingo, 24 de febrero de 2013

El bien se alimenta de sí mismo





Facundo Cabral, Mensajero Mundial de la Paz (Unesco, 1996), realizó un audiolibro en 2005 titulado No estás deprimido, estás distraído, que contiene mucho de su espiritualidad y de su entusiasmo por la existencia humana.

Algunas de las ideas allí expresadas las reproducimos para asomar la observación y las vivencias como una forma de crecer y de alcanzarnos en su voz que continúa dando fuerzas y vibraciones cargadas de inteligencia, ironía, sabiduría y cordura. Amor, a fin de cuentas.

“… De la cuna a la tumba, es una escuela, lo que llamas problemas son lecciones y la vida es dinámica,  está en constante movimiento.  Sólo debes estar atento al presente,  mi madre decía: "Yo me encargo del presente, el futuro es asunto de Dios"  Jesús decía: "el mañana no interesa, él traerá nueva experiencia, a cada día le basta con su propio afán". 
 
No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el AMOR, sigue en tu corazón. Quien podría decir que Jesús está muerto. No hay muerte, hay mudanza, y del otro lado te espera gente maravillosa. Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y madre, ella creía que en la pobreza se  está más cerca del AMOR, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja porque nos hace desconfiados.   

… Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está bendito y condena al éxito, que deberá llegar cuando deba. Lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación, ni por compromiso, sino por AMOR. Entonces, habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible, sin esfuerzos, porque te mueve la fuerza natural de la vida. La que me levantó, cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija. La que me mantuvo vivo, cuando los médicos me diagnosticaban, 3 o 4 meses de vida.  

Dios te puso un ser humano a cargo y ese eres tú. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesús: "amarás al prójimo como a ti mismo". Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, la felicidad es una adquisición, no algo que te llegará de afuera. Además la felicidad, no es un derecho sino un deber, porque si no eres feliz estas amargando a todo el barrio.

No estas deprimido, estas desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo, ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una felicidad segura, así como gozar de la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado, y más aún, hasta convertirte en el mismísimo AMOR. Que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba, hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida.   

El bien se alimenta de sí mismo. El mal, se destruye asimismo. Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio...    

…No vives entre límites, sino en el mismísimo centro de lo milagroso, libre del ilusorio orden de la mente lineal, excitado por la imaginación y armonizado por la esperanza. Eres un espíritu que por un rato ocupa un cuerpo, un vehículo apto para este deambular por mares y montañas, entre delfines y elefantes, entre ciudades y desiertos y que cada tanto lo cubren todo para recomenzar el cuento.

Una vez encendida la luz interior, nada puede apagarla, es perfecta e incorruptible como el oro, que simboliza el poder de la pureza, de lo esencial, es decir del espíritu, que es  un viaje infinito y maravilloso porque estalla  a cada instante vivido con profundidad.  

La santidad es la meta prevista para todos, aunque pocos se den cuenta, o se animen a entrar en los caminos que llevan a ella. Abandonado el ego, comienzan los milagros, entonces sin lucha, recuperarás la fuerza natural,  podrás provocar vida a través del AMOR.

El ego no vive, interpreta, es una constante actuación que nunca alcanza la realidad.

… Olvida lo que crees que eres y comienza de cero ahora mismo, entonces convivirás con todos fácilmente. Es tan grato vivir si divisiones, bueno-malo, rico-pobre, negro-blanco, amigo-enemigo, compatriota-extranjero, es tanta la liviandad cuando no hay enemigos, que podemos volar en cualquier momento porque la alegría tiene la simpatía de la magia…”.



(Notitarde, 24/02/2013, Lectura Tangente).- 

domingo, 17 de febrero de 2013

En el pecho





Repasar la importancia de los verbos es como revisar el rincón más olvidado de la casa, limpiar sacar el polvo, humedecer; botar lo que ya no se necesita o está almacenado sin razón alguna, ocupando la energía detenida, muerta en el espacio, más bien en el implacable destiempo al que ha sido sometida.

Marairé se vio a sí misma recorriendo de nuevo el ejercicio. Soy. Estoy. Tengo. Tres en tiempo presente. En el habla inglesa el primero y el segundo son uno solo, en habla castellana la conjugación por separado obligan a tener otra dimensión, con una resonancia lirica diferente, otro tipo de integración si se siente un silencio alrededor de sí mismo.  Pero ahí no radicaba el asunto.

¿Cómo integrar esos tres verbos?, ¿amorochándolos?

Los escribió en un pizarrón antiguo. De esos verdes con los que hay que utilizar tiza blanca. Estaba en su antiguo salón de clases de primaria en esa escuela vieja, gastada, todavía pintada de gris y vino tinto, con una edificación militar enfrente que impedía la perspectiva directa al mar.

Las tres palabras juntas tenían enorme fuerza. Eran como un rayo y su magnetismo se concentraba porque estaban separadas. Formaban además un triángulo y Marairé lo pudo ver con enorme claridad aunque estaban registradas en fila, una al lado de la otra.

Estaba en la escuela de fantasmas, de historias viejas, de rincones llenos de muertos que aspiraban un poco de tranquilidad y habían amanecido en el ruidoso colegio de su infancia.

Alborotado cuando todos estaban de acuerdo.

Triste cuando todos iban solo a lo suyo, todas las veces que ella miró a su alrededor.

Pero esta disección no pertenecía al tiempo verbal de los ejercicios, aunque se encontrara ahora allí muy cerca de la montaña que tragaba naves intergalácticas, donde crecían flores que tardaban en marchitarse y en voces que no dejaban de pedir.

Ahora estaba cortando y preservando los tres verbos que más se ejercitan en el pecho, en el cuarto chacra.

De las largas ventanas coloniales, pintadas de gris, que habían formado capas que podían romperse fácilmente, también divisaba una iglesia con caminata de escaleras, cúpula y ventanales azules. Muy cerca estaba una famosa pensión, un río, un puente, una plaza con refugio para las palomas y el siempre húmedo parque de abajo, donde a veces jugaba, amparada por la sombra demasiado grande de los centenarios árboles.

Se devolvió con firmeza al pizarrón. Volvió a observar las tres palabras desde otro ángulo y se acordó de cuando despidió del primer compañero que se iba a vivir muy lejos, a Japón.

Cuando caminaba, se asomaba y vivía sin saber muy por qué.

Del soy tengo una raíz hacia la tierra. Del estoy tengo ramas. Del tengo frutos. Amorochados no pueden estar tienen que estar integrados como nada lo estuvo allí, en esa escuela de vientos perturbadores, de conquistas inalcanzadas, de esclavitud y fuga; de piratas que vinieron a morir porque no habían alcanzado felicidad alguna; trasladado el porvenir a los miles de los que allí estuvieron, con Marairé, cuando el cuartel se convirtió en escuela y todos se llevaron en la piel parte de su dolor, sus frustraciones, el grito y la desmesura de otra época, apretada, sentenciada y con el túnel cargado del gas de las minas: mortuorio.

Pero ya Marairé no caía en la trampa.

Los maestros no podían perturbarla.

Ahora era ella quien los escogía.

Incluso elegía a los antepasados que ella deseaba que la acompañaran.

Soy, estoy y tengo una nueva dimensión que he ganado a través del tiempo, sin otro alarde, que el de convertirme, justo en lo que quiero ser, donde quiero estar y teniendo todo cuanto necesitó; y cada vez necesitó menos porque las necesidades ya se han colmado, maravillosamente.

El cielo también se divisaba.

El aire traía el salitre que corre todo el tiempo, como brisa gruesa, cuando se está tan cerca de la mar.

Su boca estaba fresca como cuando conjugó allí, en su escuela, el verbo amar junto a las sílabas mamá y alcanzó todo el universo entendiendo más allá de lo que ella misma podía comprender aquella mañana de sol y de anestesia.

¿Anestesia?

La que requirió su corazón cuando lloró y los verbos se fugaron.

Otra era la dimensión que ya había comenzado y giraba dentro de un mandala, justo en el centro de su pecho, justo entre la diapositiva de cuerpo y razón. Tengo. Estoy. Soy: variación que no retardaba crecimiento alguno, tampoco lo adelantaba como algunos creen. 

(Notitarde, 17/02/2013, Lectura Tangente).- 

domingo, 10 de febrero de 2013

Venga



Marairé miró de reojo su alrededor. Nadie la miraba. Con demasiado tiempo siempre contó para hacer y deshacer. Y eso que en esos  momentos no sabía que el tiempo ni el espacio existían, pero los vivía; así que era todavía mejor.
El ejercicio había sido preciso. Soy. Estoy. Tengo. Ahora venía el tercero, que era a sus ojos el más fácil porque tan solo había que rociarse de todo los que demás desechaban. Lo que apartaban, lo que miraban de otra forma, se dijo sin más.

Tener. Tengo. Sentir. Siento. Por eso me metí en un tambor flamenco para intentar de esta manera neutralizar la efervescencia de este verbo. No estaba rodeada de gitanos ni de nacionalidades comprobadas del mundo, estaba junto a ciudadanos universales, esos que tocan con sus manos cualquier instrumento, incluidas las cuerdas vocales.

Dentro del cajón vio una playa, arena derretida, es decir, suave a sus pies, que poco conocían la tierra, y vio piedritas de muchos y diversos tamaños. Se dijo entonces: “este es el camino, con piedras hermosas que dejar o recoger”. Después del segundo paso hacía el primero. Por eso se supo distinta aunque no sabía muy bien qué hacían los otros. Ni importaba.

Tengo tiene que ver con el deseo.

Deseo todo.

Algo falta.

Pero ella miró alrededor: tenía colores, voces, amor. Luces y sombras. Miraba lo que estaba alrededor suyo y supo que había trascendido. Poco importaba porque había que ir hacia más allá.

El cajón abrió una cueva y se mojó completamente. Ingenua, como era, creyó que era sudor. No, era agua. Dulce, transparente, con fuerza de aquella noche que de la oscuridad pasó a la luz y ésta llegó tan rápido que se rio durante tres meses enteros viendo el deslizar de las orquestas enemigas.

La resonancia flamenca tenía una luz… nunca pensó caer en esa geografía tan lejana… Era simple el método para no recordar.

Las manos estaban agazapadas y querían de nuevo comenzar a doler. Pero inmediatamente el arco del dolor. ¡Qué terrible que se nutra de unas partículas anaranjadas! Plenas de fuerzas naturales! Para decir lo que no puede.

¿Qué no puede el tener si es una fuerza de por si omnipotente?

Marairé siempre atrajo peces voladores. Esta vez los vio con alivio y felicidad.
El sonido la hacía escapar mientras los brazos y las manos se calentaban. Se enrojecían.

Tengo todo. Y tengo además ganancias añadidas.

¿Los enemigos se ríen?

Dios, (frase repetida); gracias.

Al final y en definitiva, te siento.

Centro del universo la tierra: es posible: Jamás en distrito alguno pudimos encontrar tantos retorcidos creyendo que su instinto de egoísmo era solo el posible.

Pero como ella trabajó de albañil supo que la pared podía tener diferentes y diversos tipos de frisos.

Tengo todo. Tengo tu amor.

Tengo tu dicha.

Tengo caprichos con sabores de pizzas, fuertes o dulces; picantes o recargados. Tengo toda la fuerza de los sabores y los aromas.

Tengo ser, tengo estar.

En el ser me mantengo con la fuerza lirica de ni siquiera preguntarme por qué no estás donde se te dijo,  en el tiempo y en la razón necesaria.

Poco importa porque vinieron sustituciones mucha más grandes y elevadas en el amor.

Por eso cuando me hablas miro las luces del escenario y si son diminutas y volátiles te creo. Las artificiales las deshecho como a mis propios miembros de familia que no supieron albergar un todo.

Tengo.

He desechado mucho.

No te creas tu propio egocentrismo.

Las rendijas declaran lo que está y lo que se resiste.

Por eso miro hacia el verdadero poeta, no hace falta mirarse en la embriaguez. Cualquier poema sale a la voz del alcohol. La decencia tiene mucho más que ver con eso.

La ética y el respeto tienen mucho más que los sentimientos, el mayor tiempo de tener que existe.

Marairé miró con alegría. El agua transparente llamaba. Era los mismo decir que el amor, la ternura, el ser, la razón, el estoy en permanente equlibrio, pase lo que pase.

Cuando salió del cajón sintió que no tenía oídos. Pero recordó que estaba en su ciudad africana, mirando hacia el Mediterraneo. Descubrió el azul y el plata y se enamoró de tener algo más, venga o no.

(Notitarde, 10/02/2013, Lectura Tangente).- 

Venga




Marairé miró de reojo su alrededor. Nadie la miraba. Con demasiado tiempo siempre contó para hacer y deshacer. Y eso que en esos  momentos no sabía que el tiempo ni el espacio existían, pero los vivía; así que era todavía mejor. 
El ejercicio había sido preciso. Soy. Estoy. Tengo. Ahora venía el tercero, que era a sus ojos el más fácil porque tan solo había que rociarse de todo los que demás desechaban. Lo que apartaban, lo que miraban de otra forma, se dijo sin más.

Tener. Tengo. Sentir. Siento. Por eso me metí en un tambor flamenco para intentar de esta manera neutralizar la efervescencia de este verbo. No estaba rodeada de gitanos ni de nacionalidades comprobadas del mundo, estaba junto a ciudadanos universales, esos que tocan con sus manos cualquier instrumento, incluidas las cuerdas vocales.

Dentro del cajón vio una playa, arena derretida, es decir, suave a sus pies, que poco conocían la tierra, y vio piedritas de muchos y diversos tamaños. Se dijo entonces: “este es el camino, con piedras hermosas que dejar o recoger”. Después del segundo paso hacía el primero. Por eso se supo distinta aunque no sabía muy bien qué hacían los otros. Ni importaba.

Tengo tiene que ver con el deseo.

Deseo todo.

Algo falta.

Pero ella miró alrededor: tenía colores, voces, amor. Luces y sombras. Miraba lo que estaba alrededor suyo y supo que había trascendido. Poco importaba porque había que ir hacia más allá.

El cajón abrió una cueva y se mojó completamente. Ingenua, como era, creyó que era sudor. No, era agua. Dulce, transparente, con fuerza de aquella noche que de la oscuridad pasó a la luz y ésta llegó tan rápido que se rio durante tres meses enteros viendo el deslizar de las orquestas enemigas.

La resonancia flamenca tenía una luz… nunca pensó caer en esa geografía tan lejana… Era simple el método para no recordar.

Las manos estaban agazapadas y querían de nuevo comenzar a doler. Pero inmediatamente el arco del dolor. ¡Qué terrible que se nutra de unas partículas anaranjadas! Plenas de fuerzas naturales! Para decir lo que no puede.

¿Qué no puede el tener si es una fuerza de por si omnipotente?

Marairé siempre atrajo peces voladores. Esta vez los vio con alivio y felicidad.

El sonido la hacía escapar mientras los brazos y las manos se calentaban. Se enrojecían.

Tengo todo. Y tengo además ganancias añadidas.

¿Los enemigos se ríen?

Dios, (frase repetida); gracias.

Al final y en definitiva, te siento.

Centro del universo la tierra: es posible: Jamás en distrito alguno pudimos encontrar tantos retorcidos creyendo que su instinto de egoísmo era solo el posible.

Pero como ella trabajó de albañil supo que la pared podía tener diferentes y diversos tipos de frisos.

Tengo todo. Tengo tu amor.

Tengo tu dicha.

Tengo caprichos con sabores de pizzas, fuertes o dulces; picantes o recargados. Tengo toda la fuerza de los sabores y los aromas.

Tengo ser, tengo estar.

En el ser me mantengo con la fuerza lirica de ni siquiera preguntarme por qué no estás donde se te dijo,  en el tiempo y en la razón necesaria.

Poco importa porque vinieron sustituciones mucha más grandes y elevadas en el amor.

Por eso cuando me hablas miro las luces del escenario y si son diminutas y volátiles te creo. Las artificiales las deshecho como a mis propios miembros de familia que no supieron albergar un todo.

Tengo.

He desechado mucho.

No te creas tu propio egocentrismo.

Las rendijas declaran lo que está y lo que se resiste.

Por eso miro hacia el verdadero poeta, no hace falta mirarse en la embriaguez. Cualquier poema sale a la voz del alcohol. La decencia tiene mucho más que ver con eso.

La ética y el respeto tienen mucho más que los sentimientos, el mayor tiempo de tener que existe.

Marairé miró con alegría. El agua transparente llamaba. Era los mismo decir que el amor, la ternura, el ser, la razón, el estoy en permanente equlibrio, pase lo que pase.

Cuando salió del cajón sintió que no tenía oídos. Pero recordó que estaba en su ciudad africana, mirando hacia el Mediterraneo. Descubrió el azul y el plata y se enamoró de tener algo más, venga o no.

(Notitarde, 10/02/2013, Lectura Tangente).-