domingo, 10 de febrero de 2013

Venga



Marairé miró de reojo su alrededor. Nadie la miraba. Con demasiado tiempo siempre contó para hacer y deshacer. Y eso que en esos  momentos no sabía que el tiempo ni el espacio existían, pero los vivía; así que era todavía mejor.
El ejercicio había sido preciso. Soy. Estoy. Tengo. Ahora venía el tercero, que era a sus ojos el más fácil porque tan solo había que rociarse de todo los que demás desechaban. Lo que apartaban, lo que miraban de otra forma, se dijo sin más.

Tener. Tengo. Sentir. Siento. Por eso me metí en un tambor flamenco para intentar de esta manera neutralizar la efervescencia de este verbo. No estaba rodeada de gitanos ni de nacionalidades comprobadas del mundo, estaba junto a ciudadanos universales, esos que tocan con sus manos cualquier instrumento, incluidas las cuerdas vocales.

Dentro del cajón vio una playa, arena derretida, es decir, suave a sus pies, que poco conocían la tierra, y vio piedritas de muchos y diversos tamaños. Se dijo entonces: “este es el camino, con piedras hermosas que dejar o recoger”. Después del segundo paso hacía el primero. Por eso se supo distinta aunque no sabía muy bien qué hacían los otros. Ni importaba.

Tengo tiene que ver con el deseo.

Deseo todo.

Algo falta.

Pero ella miró alrededor: tenía colores, voces, amor. Luces y sombras. Miraba lo que estaba alrededor suyo y supo que había trascendido. Poco importaba porque había que ir hacia más allá.

El cajón abrió una cueva y se mojó completamente. Ingenua, como era, creyó que era sudor. No, era agua. Dulce, transparente, con fuerza de aquella noche que de la oscuridad pasó a la luz y ésta llegó tan rápido que se rio durante tres meses enteros viendo el deslizar de las orquestas enemigas.

La resonancia flamenca tenía una luz… nunca pensó caer en esa geografía tan lejana… Era simple el método para no recordar.

Las manos estaban agazapadas y querían de nuevo comenzar a doler. Pero inmediatamente el arco del dolor. ¡Qué terrible que se nutra de unas partículas anaranjadas! Plenas de fuerzas naturales! Para decir lo que no puede.

¿Qué no puede el tener si es una fuerza de por si omnipotente?

Marairé siempre atrajo peces voladores. Esta vez los vio con alivio y felicidad.
El sonido la hacía escapar mientras los brazos y las manos se calentaban. Se enrojecían.

Tengo todo. Y tengo además ganancias añadidas.

¿Los enemigos se ríen?

Dios, (frase repetida); gracias.

Al final y en definitiva, te siento.

Centro del universo la tierra: es posible: Jamás en distrito alguno pudimos encontrar tantos retorcidos creyendo que su instinto de egoísmo era solo el posible.

Pero como ella trabajó de albañil supo que la pared podía tener diferentes y diversos tipos de frisos.

Tengo todo. Tengo tu amor.

Tengo tu dicha.

Tengo caprichos con sabores de pizzas, fuertes o dulces; picantes o recargados. Tengo toda la fuerza de los sabores y los aromas.

Tengo ser, tengo estar.

En el ser me mantengo con la fuerza lirica de ni siquiera preguntarme por qué no estás donde se te dijo,  en el tiempo y en la razón necesaria.

Poco importa porque vinieron sustituciones mucha más grandes y elevadas en el amor.

Por eso cuando me hablas miro las luces del escenario y si son diminutas y volátiles te creo. Las artificiales las deshecho como a mis propios miembros de familia que no supieron albergar un todo.

Tengo.

He desechado mucho.

No te creas tu propio egocentrismo.

Las rendijas declaran lo que está y lo que se resiste.

Por eso miro hacia el verdadero poeta, no hace falta mirarse en la embriaguez. Cualquier poema sale a la voz del alcohol. La decencia tiene mucho más que ver con eso.

La ética y el respeto tienen mucho más que los sentimientos, el mayor tiempo de tener que existe.

Marairé miró con alegría. El agua transparente llamaba. Era los mismo decir que el amor, la ternura, el ser, la razón, el estoy en permanente equlibrio, pase lo que pase.

Cuando salió del cajón sintió que no tenía oídos. Pero recordó que estaba en su ciudad africana, mirando hacia el Mediterraneo. Descubrió el azul y el plata y se enamoró de tener algo más, venga o no.

(Notitarde, 10/02/2013, Lectura Tangente).- 

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