domingo, 31 de marzo de 2013

Quero: parte del sueño





Formas y Sonidos del paisaje es el título de  la última exposición del artista Rolando Quero en la Galería Rafael Monasterios de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Barquisimeto, un total de cincuenta y dos piezas, compendio de sus indagaciones por el mundo del arte que suman más de treinta años, en los que la fuerza del trazo abstracto imagina la figuración del sueño.

Allí el día la inauguración, autoridades de la Ucla, confirieron al artista el Botón de Oro de la institución y le entregaron un libro que cuenta la historia de esta universidad. Es el primer reconocimiento que se le brinda a este creador en Venezuela, tras su regreso, después de permanecer veinte años en Barcelona, España. 

Las piezas expuestas, desarrolladas en 2012, tienen sus orígenes en años anteriores. Fue fundamental para Quero el reto de llenar las salas del Museo de la Cultura de Valencia en 2009 con Azul Naranja para desplegar obras de gran formato con las que trabajar su universo cromático y creativo, y también el ser invitado a formar parte de la celebración de los cincuenta años de Brasilia con Sueños de Jungla en 2010, le hicieron acentuar su vuelo de luz y transparencias,  de las aguas y sus surcos infinitos, semillas, penachos indígenas, coincidiendo con sus soles, lunas, planetas y las voces esotéricas del universo.

Pero así como el color va representando el relato de las obras de Quero es fundamental la textura. Los pedazos de madera y el aserrín (desechos) de los  artesanos que elaboran sillas de montar en Villa de Cura, estado Aragua,  son parte de la composición de sus cuadros. Son parte de una piel que necesita verse, tocarse, sentirse. Es allí donde Quero pone en relieve su espíritu necesitado de los asombrosos mundos que encuentran sus sueños y su mente. Sin ellos, el ser humano es un imposible.

En la disposición de esas texturas, en las protuberancias que emergen del lienzo es que el artista siente la comodidad de expresarse al igual que en el lenguaje abstracto, porque lo encauzan hacia indagaciones libres, en constante efervescencia, para denotar también una energía vital que siempre intentará vencer todos los obstáculos.

La libertad también es parte del sueño. De su luz, piel y paisaje.

El escritor José Napoleón Oropeza, a cargo del texto del catálogo, titulado El paisaje se torna remolino, revela: “Cuando me detengo en algunas de las obras que pasaron frente a mí, como una catarata, viene a mi memoria el recuerdo de algunas de las esculturas que admiré en su taller el año pasado. En ellas, también, observé transparencias, veladuras. Formaban parte de una serie llamada Sonido y nacimiento. Tomé  varias de las figuras en las manos. 

Se advertía en ellas el oficio de “artesano” del cual  Quero nos ha hablado mucha veces. Un velo poético permite gozar plenamente del poderoso dinamismo que prevalece en la obra del artista, tanto en los dibujos, en la pintura y en sus esculturas que tejen fantasías y ecos de su infancia, ese eterno paraíso que nos lleva siempre. “La inmensidad íntima”, de la cual habla Gastón  Bachelard  en  El  aire y los sueños, pienso mientras recuerdo los trazos gestuales que predominan en la pintura de Quero y que, también, se hacen presentes en las esculturas de pequeño formato en las cuales una sola figura traza el discurso de desdoblarse en una, en otra.

El sueño de un sonido. Nace de la  oquedad, pero anida, tanto en la escultura como en sus pinturas, un volumen real y  virtual al mismo tiempo. Detallamos el garabato desordenado en la pintura de Rolando,  como un gesto que se torna grumo o que chorrea. En los diminutos cuerpos vueltos escultura, el garabato se torna en un detalle móvil, un cuerpo en permanente movimiento. La energía del garabato que explota en la pintura, da paso, en sus dibujos y esculturas, a una oquedad bullente. Pasa ante nosotros un coro de fantasmas transmutados en sonidos, en voces,   en ecos, en sueños. Un fantasma de sueño, “un género de vida”, como diría Roland Barthes. El movimiento permanente de las manchas cuyo volumen y plasticidad engendran un universo en permanente gestación. Una soledad compartida a cielo abierto. Por eso hablamos de sonido y nacimiento.  De voces y de ecos. Ellas engendran las sombras de otras. Sonidos, sombras, voces. Una permanente apertura y cierre de un infinito círculo. Bello, hermoso, como el festín de la luna y sus mareas tras el juego de los giros de la mancha en sus pinturas”.

Permanecerá Formas y sonidos del paisaje en la Ucla hasta el próximo 16 de abril. Luego tendrá un viaje por la geografía nacional. Emprenderá el itinerario por la Casa de la Cultura de El Tocuyo, el Ateneo Casta J. Riera de Churuguara, Mérida, Trujillo, Nueva Esparta y Valencia (Notitarde, 31/03/2013, LECTURA TANGENTE).- 

Enlace: http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Quero-Parte-del-sueno/articulo/174296 



domingo, 24 de marzo de 2013

IV Vía Crucis: horizonte de fe




Justo por las caminerías asfaltadas del Parque Negra Hipólita se vive parte del sentimiento de la Semana Santa. Allí un grupo de artistas dejaron su talento y creatividad para poner en el espectador una muestra de los distintos momentos vividos por Jesús y ser testigos creyentes o críticos del horizonte de la fe.

Son obras disimiles, novedosas, distintas que ponen a la gente a pensar y hacer un balance. Son interpretaciones modernas porque son de este tiempo los artistas. Se mezcla entonces lo ingenuo con lo divino, la inseguridad con el rojo y el negro, los símbolos del cristianismo con la necesidad del heroísmo, una imagen religiosa rota,  la mirada desde  una cárcel.

La virtualidad del mensaje a través de fotos, pinturas, esculturas, collages y diversas composiciones compite en este contexto expresivo con el paisaje de árboles, aves y espacios que intentan desafiar la rapidez y la indiferencia.

El Colectivo Artemusa presentó el domingo pasado por cuarto año consecutivo el Vía Crucis o Camino de la Cruz en un total de treinta paneles en los que el público puede apreciar la visión de los artistas que cada año  investigan y recrean, con sus diversas técnicas expresivas,  las estaciones que recorrió Jesús de Nazaret antes de morir crucificado.

Paisaje pasión y sagrado se concreta como proyecto artístico en 2010 y nace ese mismo año, en el seno del grupo Artemusa, colectivo de artistas integrados por: Alicia Belden, Cecilia Ragni, Gabriela Lascaris,  Luisa Dunia, María Helena Rodríguez, Manuela Moreira, Natalia Procopovich, Pierina Reverón, María Esther Barbieri, Maritza Góngora, Marlen la Rosa, Tania Zambrano, y Anna Fioravanti.

Artemusa para este proyecto se propuso amalgamar con el arte una tradición religiosa como lo es el Camino de la Cruz y justo es el Parque Negra Hipólita,  importante pulmón verde de Valencia, concurrido y muy apreciado,  el lugar escogido para servir de encuentro entre las expresiones artísticas y lo sacro.
Con el apoyo de la Gobernación del Gobierno Bolivariano de  Carabobo, la Dirección de Cultura y Fundatrabajo por primera vez fue editado un catálogo de esta muestra y se contó además con el respaldo de los directivos y trabajadores del parque que contribuyeron con el proceso de instalación de las obras reproducidas para todas tengan un mismo tamaño y estén elaboradas con un material que resista estar al aire libre.
El IV Vía Crucis ha logrado ser expuesto sin interrupción desde el 2010 al 2013, y el grupo Artemusa anhela que se convierta en una tradición valenciana, proponiéndole a quienes en Semana Santa decidan quedarse en la ciudad, y visiten el parque, un encuentro sensible con lo sagrado,  el arte  y la naturaleza, dijo la artista Anna Fioravanti en las palabras inaugurales.
“Todos los años hemos presentado quince estaciones. Este 2013 nos propusimos innovar, dándole al espectador dos versiones distintas de una misma estación, como dos caras de una misma moneda. Por eso hoy, treinta artistas presentan las quince estaciones del Vía Crucis basadas en “El Camino de la Cruz” escrito por S.S el Papa Juan Pablo II
Acompañan este año al grupo Artemusa: Freddy Gutiérrez, Eddy Chacón, Miriam Perales, Harry Schuster, Emiro Ojeda, Silvia Degwitz, Pedro Domínguez, Anaxímenes Vera, José Antonio Barrios, Rolando Quero, Gustavo Zajac, José Páez del Nogal, Marc Castillo, Wladimir Zabaleta, Luis Noguera, Héctor Ernandez, Paco Bugallo, Esmelin Miranda y Fabiola Sequera.

El Diacono Jorge Correia da Silva habló a todos los presentes y bendijo el vino y el pan que fueron repartidos entre el público asistente.  El Coro de Voces Claras de Fundacid-UC actuó imprimiendo belleza a este momento de emoción tanto para los artistas como sus familiares que se esmeran en alcanzar este objetivo año tras año.

Cabe destacar que también por cuarta vez, la exposición se realiza conjuntamente en el Santuario Arquidiosesano del Nazareno, Parroquia Sagrada Familia en los Rastrojos (Cabudare, estado Lara). Se suman el año 2012 no solo parroquias de Barquisimeto, sino de otras regiones del país, dándole de este modo un carácter itinerante a la muestra (Notitarde, 24/03/2013, Lectura Tangente).- 

domingo, 17 de marzo de 2013

Interno del mar





Si el aspecto coralino por alguna razón la invitaba a seguir, también sabía que la concentración dibujaba la profundidad de la roca que tenía surcos, caminos, huellas, insospechadas incrustaciones y un equilibrado movimiento en la quietud del agua, que no permanecía estática pero si bañando, imperceptiblemente, lo que Marairé descubrió aquel mediodía sumergida en el océano más transparente que ojos algunos encontraron jamás.

Y ella se sabía exagerada como todo el inconmensurable paisaje que tenía fuera y dentro de sí. Tal vez tenía la sensación de sentirse angosta, aunque todo fuese también ancho; quizás la tela que le permitía a su piel estar allí debajo, negaba la libertad de un cuerpo hacia el legítimo placer de sentir.

La voz esta vez recorrió tres verbos que debía perseguir hasta entenderlos. Alcanzar, conseguir, cambiar. Se supo entonces con demasiada prisa por la vida, dando a las chapaletas un vertiginoso movimiento, con fuerza y plasticidad.

Debía detenerse, la energía del lugar tenía una efervescencia importante pero los tres verbos que al principio les notaba cierto lugar común le hicieron darse cuenta que tenían semejanzas y diferencias, y quizás de allí la importancia analizarlos con paciencia y corazón.

Todo brillaba en el cambiante fondo del mar. La luz del sol, variable, escurridiza y a veces cegadora, ofrecía toda la gama psicodélica de fosforescencia, y fue cuando vio una víbora marina de apenas dos tonos, blanco y negro, larga y milimétricamente dibujada, fue cuando entendió la razón de por qué en el mundo existían las palabras y la escritura.

Allí era otro lenguaje, sin duda. Pero tenían la maravilla, el color, la atracción y la repulsión que tienen el vocabulario. El miedo y la jauría que sale de dentro ante cada paso, ante cada vibración.

La textura del mar era la misma de las letras: Crispadas, silentes, adormecidas, latentes, hermosas, vagas; escurridizas, y todo lo que pudiera llegar a la mente ante su desafío, pero jamás muertas. La muerte, siquiera del cuerpo, es un eclipse; una rápida transformación a estadios mayores, sagrados; mejores.  

Otra cosa era pronunciarlas. Decirlas, expresarlas. Por la voz del aire, soplos de significados salen de la garganta y ya más nunca pueden volverse a recoger. Por ello el paisaje interno del mar evocaba las terminologías perpetuadas, como si todo lo que allí permanece, hubiese sido capturado por un buen recolector del amor, de la paz y las bendiciones.

Claro está que hay un fondo al que no hemos podido llegar. Oscuro, muy frio y con todo lo desconocido por delante que intenta hacernos temblar. Quizá allí está todo lo que no debió decirse nunca. Quizás, simplemente, está trabajando su transformación lumínica y poderosa.

La tarea la quiso comenzar por el último verbo. Cambiar. Lo único permanente,  se quiera o no.

Escurridas las aguas de su cuerpo,  pero aun oliendo a sal, Marairé se sentó en posición de loto frente al paisaje que le brindaba oscuridad esa noche en la que apenas una llama de una muy diminuta vela, enfrente de ella, luchaba por mantenerse erguida, sin conseguirlo.

Desde que había ido alcanzando la conciencia de ser, estar y tener ya sabía que nada permanecía igual por más esfuerzos que hiciéramos al tomar un horario, vestirnos en forma análoga, caminar y deambular por las mismas calles; conseguir lo que todos de alguna manera alcanzan, simulando cierta diferencia. Aunque giráramos a la izquierda o la derecha hay un conductismo (in) seguro al seguir a los demás. Ante este último pensamiento le invadió un suspiro de tristeza; la diversidad manifiesta se amputaba en sí misma.

Los cambios habían traído fortaleza a su vida. La habían hecho un gigante ante la circunstancias. Tuvieron sus debilidades, sus inoperancias, sus clandestinas resonancias pero fueron buenos. El truco estaba en saberlos asimilar desde la originalidad y no desde el incorrecto seguimiento de los actos de los otros.

La oportunidad del cambio además hay que observarla desde los helechos flexibles que pueblan mares y ríos. Tienen una danza rítmica, acariciante, por eso no los destruye la voracidad que amplían bocas a su paso.

Ningún día es igual, ninguna respiración aunque lo parezca; ningún aliento expira a nuestra orden. El cambio viene a buscar la mejor esencia de ti, desvanecido en la saturación de no ser. Quizás porque tiene las ventajas de adentrarte en una exploración más insondable y dinámica entre mar y cielo. Porque fue llamado a gritos desde la necesaria actividad de la corteza de la tierra que requiere de sus propias sacudidas para reacomodarse (Notitarde, 17/03/2013, Lectura Tangente).- 

domingo, 10 de marzo de 2013

Semejante al espacio





Tulku Urgyen Rinpoche (1920-1996) fue reconocido por Khakyab Dorje (el décimo quinto Gyalwang Karmapa) como reencarnación del Gurú Chawang Tulku, además de ser una emanación de Nubchen Sangye Yeshe (uno de los discípulos principales de Padmasambhava, fundador de la tradición Nyingmapa del budismo tibetano).

Es el autor de un libro escrito en lenguaje directo y con notables ejemplos cotidianos llamado Pintura de arco iris que en buena parte recogen las enseñanzas que impartió alrededor del mundo acerca de Dzogchen y Mahamudra, principalmente en Asica, Europa y EE UU.

Del último capítulo Soltura, tomamos aspectos, que deben leerse y por sobre todas las cosas practicarse con lealtad hacia los principios del budismo: “Al flujo de conciencia de una persona ordinaria se lo llama el ‘instante continuo del engaño’. Eso significa que cada instante de tiempo es derrochado en el engañado, enredo dualista con algún objeto. Este es un hábito fuerte, y crea las circunstancias para que el momento siguiente prosiga de la misma manera. Así los momentos tercero y cuarto sobrevienen; y antes de que lo sepan, meses, años, vidas y eones se han fugado por delante. Este instante continuo del engaño es una inclinación profundamente congénita hacia la total dispersión en el estado confundido que ha estado funcionando sin cesar por tanto tiempo. Esto no es que necesitemos entrenarnos en ello – ¡ya lo hemos estado haciendo así por vidas incalculables!

Lo opuesto a esta tendencia es cuando nos entrenamos en el ‘instante continuo de no-fabricación’, que es rigpa, el estado despierto en sí mismo. A través de esta naturalidad sin fabricar, sin tratar de hacer cualquier cosa que sea, contrarrestamos el modo arraigado habitual del instante continuo del engaño, el creador del estado samsárico. El yogui verdadero no alimenta el enredo con el pensamiento discursivo, la fijación, o el apego. Su mente es semejante al espacio mezclándose con el espacio. Cuando no hay pensamiento discursivo no hay engaño.

La presencia no-dual en el caso de un yogui verdadero es ese primer instante de reconocer la naturaleza de la mente libre de tangibilidad, es el dharmakaya mismo. Su esencia es vacía, su naturaleza es cognoscente y su capacidad es ilimitada, difundida con presencia. Prescindiendo de si estamos hablando acerca del confundido o del estado despierto de la mente, el momento presente es siempre la unidad de la cognición vacua – no hay diferencias sobre este asunto. Pero en el instante continuo del engaño, nunca hay conocimiento alguno de su naturaleza, está difundido con desconocimiento, con ignorancia. En contraste, el instante continuo de no-fabricación es un conocimiento de su propia naturaleza. Por consiguiente, se la llama presencia auto-existente-cognición vacua difundida con conocimiento.

Cuando no ocurre el pensamiento discursivo, la distracción o el engaño, éste es el estado de un Buda. Nosotros los seres sintientes nos distraemos y nos engañamos a nosotros mismos. Hemos olvidado nuestra naturaleza y caído bajo el poder del pensamiento discursivo. Nuestras mentes son vacías y cognoscentes pero difundidas con ignorancia; no conocemos. Para un yogui verdadero, el sendero de los budas es la indivisible cognición vacua difundida con presencia. Una vez que hemos sido introducidos a nuestra naturaleza, habituados a ella y permanecido sin distraernos a lo largo del día y la noche; nosotros también somos budas.

No deberían cansarse por reconocer y olvidar alternadamente la naturaleza de la mente. Lo que es verdaderamente cansador es el estado de la mente engañada que crea actividad completamente insustancial de un momento al otro. Es un enredo totalmente fútil que ha estado continuando por incontables vidas, pero es tan habitual que no nos damos cuenta de cuán agotador es. En el estado de naturalidad sin fabricar, de ningún modo hay nada de qué estar cansado. Es totalmente libre y abierto; no es como hacer postraciones o transportar una carga pesada. ¿Cómo podría la naturalidad sin fabricar ser cansadora?
… No deberían cansarse por reconocer y olvidar alternadamente la naturaleza de la mente. Lo que es verdaderamente cansador es el estado de la mente engañada que crea actividad completamente insustancial de un momento al otro. Es un enredo totalmente fútil que ha estado continuando por incontables vidas, pero es tan habitual que no nos damos cuenta de cuán agotador es. En el estado de naturalidad sin fabricar, de ningún modo hay nada de qué estar cansado. Es totalmente libre y abierto; no es como hacer postraciones o transportar una carga pesada. ¿Cómo podría la naturalidad sin fabricar ser cansadora?

… Se usa el ejemplo de encender la luz en una habitación que ha estado en una oscuridad negro azabache por 10.000 años. La oscuridad desaparece en el mismo instante en que la luz se enciende, ¿no lo hace? En el momento que reconocemos la esencia de la mente, la corriente del enredo engañado con los tres venenos se interrumpe justo ahí. Se purifica…” (Notitarde, 10/03/2013, Lectura Tangente).- 



domingo, 3 de marzo de 2013

Todo abarcador




Ocho formas: al no hostigar a ningún ser, así evita el hostigamiento; al ser inofensivo (hacia todo ser), así evita la ofensividad; al no torturar (a ningún ser), así evita la tortura; al no destruir (ninguna vida), así evita la destructividad; al no exasperar (a ningún ser), así evita la exasperación;  y al proyectar los pensamientos, “Que todos los seres sean amistosos y carezcan de hostilidad”; “Que todos los seres sean felices y carezcan infelicidad”;  y “Que todos los seres gocen de bienestar y carezcan de aflicción” se alcanza un camino de luminosidad y transformación.  

Lo anterior se refiere a la psicología del pali mettà, “término de múltiples significados como amor benevolente, amigabilidad, buena voluntad, benevolencia, compañerismo, amistad, concordia, inocuidad y no-violencia. Los comentaristas Pali definen mettà como un fuerte deseo por el bienestar y la felicidad de los otros. Esencialmente mettà es una actitud altruista de amor y amigabilidad a diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés. 

A través del mettà uno deja de ser ofensivo y renuncia a todo tipo de rencor, resentimiento y animosidad, desarrollando, en cambio, una mente amistosa, servicial y benevolente que busca el bienestar y la felicidad de los demás. El verdadero mettà carece de interés personal. Evoca un afectuoso sentimiento de compañerismo, simpatía y amor, que con la práctica crece sin límites y supera toda barrera social, religiosa, racial, política y económica. Mettà es, en efecto, amor universal, desinteresado y todo-abarcador.

En estas ocho maneras uno ama a todos los seres; por lo tanto, esto es llamado amor universal. Y puesto que uno concibe (interiormente) esta cualidad (del amor), ella es de la mente. Y como esta mente es libre de todo pensamiento de malevolencia, el agregado del amor, la mente y la liberación son definidos como amor universal que conduce a la liberación de la mente.

Del pasaje anterior vemos que mettà implica la “disminución” de los rasgos negativos por una enérgica puesta en práctica de las correlativas virtudes positivas. Es sólo cuando uno practica enérgicamente el no-hostigamiento hacia todos los seres que puede disminuir la tendencia de hostigar a los demás. Del mismo modo, es con las otras cualidades de inofensividad, no-tormento, no-destrucción y no-exasperación en acto, palabra y pensamiento que uno puede disminuir las características negativas de ser ofensivo, de atormentar a otros, de destructividad y de exasperación. Además de tal conducta positiva y principio de vida, uno también cultiva la mente a través de una técnica específica de meditación denominada mettà-bhàvanà, que genera poderosos pensamientos de amor espiritual que crece sin límites, volviéndose auto-consciente, infinito y universal.

… Mettà es la actitud protectora e inmensamente paciente de una madre que sortea todas las dificultades por su hijo y siempre lo ampara a pesar de su mal comportamiento. Mettà es también la actitud de un amigo que quiere darnos lo mejor para favorecer nuestro bienestar. Si estas cualidades de mettà son cultivadas adecuadamente mediante mettà-bhàvanà —la meditación del amor universal— el resultado es la adquisición de un tremendo poder interior que preserva, protege y sana tanto a uno mismo como a los demás.

Aparte de sus elevadas connotaciones, hoy mettà es una necesidad pragmática. En un mundo amenazado por todo tipo de destructividad, mettà en acto, palabra y pensamiento es el único medio constructivo para traer concordia, paz y mutuo entendimiento. En efecto, mettà es el medio supremo, puesto que constituye el principio fundamental de toda religión, como así también la base para toda actividad benevolente destinada a promover el bienestar humano.

Los antecedentes históricos que llevaron al Buda a exponer el Karanìya Mettà Sutta son explicados en el comentario escrito por Àcariya Buddhaghosa, quien había recibido el sutta de una ininterrumpida línea de ancianos que se remontaba a los días del mismo Buda.

Se dice que quinientos monjes recibieron instrucciones del Buda sobre técnicas particulares de meditación convenientes para cada temperamento individual. Entonces, ellos fueron a las estribaciones de los Himalayas y dedicaron los cuatro meses del retiro de las lluvias a vivir una vida de abstinencia e intensiva meditación. En aquellos días, uno o dos meses antes que el retiro de las lluvias comenzara, monjes de todas partes del país se reunirían donde el Buda se encontrara para recibir instrucciones directas del Supremo Maestro. De este modo, regresarían a sus monasterios, viviendas del bosque o ermitas para realizar una vigorosa tentativa de liberación espiritual” (Notitarde, 03/03/2013, Lectura Tangente).-