domingo, 28 de septiembre de 2014

Coronel: Altar de puentes


José Coronel al pie de una de sus obras

Cuando entré al taller de José Coronel olía a pintura nueva. El aire acondicionado y los extractores hacían su labor pero difícilmente pueden borrar la inquietud por hacer que tiene este artista. Su obra es diaria, continua. Sus ojos revisan las piezas que apenas han nacido y que necesitan el reposo, el respiro necesario para terminar de configurarse en el paraíso del lienzo. Por eso va haciendo, dejando, retomando; observando, añadiendo su cosmogonía.
Al permitir que estuviésemos allí mientras trabajaba sentimos el universo mágico que lo envuelve. La música de los grandes clásicos del rock, nada estridentes, más bien los viajeros del tiempo y del espacio, que hicieron conocer otras dimensiones creativas, lo acompañan y son parte importante del desplazamiento enérgico de sus ojos que van capturando los colores que se requieren, las profundidades que se deben alimentar de la nada; las transparencias que se derraman en ese altar de puentes que es su obra.
La fuerza de sus manos al momento de tomar los colores y plasmar el expresionismo lírico que una vez dijimos creaba, tiene mucho que ver con esa fuente, a veces limpia, otras veces turbia, que reposa en las entrañas. Desde allí se pinta, se escribe, se inventa; desde allí también se mata. De aquí que los hacedores (los meditadores) transformen diariamente la neurosis en canto y la vida en liberación.
Encuentro en las últimas piezas de Coronel mucha más luminosidad. Él mismo como ser humano así se encuentra en esta faceta de la vida. Con una conciencia nueva nacida de esa fuerza interior, que los que le conocemos de cerca sabemos qué tiene, para salir de todos los acontecimientos de la vida.
En la exposición "Recreación de lo Visual", inaugurada a mediados de este mes en la Casa de la Cultura "Aldemaro Romero" de San Diego, contiene alrededor de quince piezas de gran formato, dominadas todas por el poder de los sentidos, despiertos en los colores, en las vibraciones que emiten cuando se juntan, para despertar los más diversos sentimientos.
Coronel da rienda suelta a ese chorro de luz que son los diversos matices y sus pigmentaciones pero también sabe muy bien refinar sus pasiones en el Tributo a Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) con una combinación de tonos que innovan bifurcaciones flamantes de las delineaciones creadas por este arquitecto y grabador italiano.


Durante el proceso creativo, José Coronel calla pero también habla. El presente solo tiene una oportunidad y en su obra poco se advierte del pasado aunque las formas de los puentes, los arcos, los desplazamientos tanto a derecha o a izquierda, con diferentes colores, se perciban como un guiño hacia el futuro. Por ello decimos que forman parte de esa reverencia necesaria a la vitalidad que se desplaza fugaz por todo ese escenario que él recrea en su trabajo, en el taller.
Paredes y piso manchados van delatando la continuidad al igual que los lienzos con o sin marco que llenan las paredes. Las manchas que por momentos se ven tristes en el piso gris, barridas y desplazadas por las pisadas, cobran aún mayor sonoridad en sus cuadros.
Coronel solo está conforme cuando sus ojos oscuros que resaltan aún más ahora que su barba es blanca se encienden ante esa obra que devuelve, con gratitud, luminiscencia pacífica al nervio airado.

Joan Esteban De Mercado, especialista en arte, escribió sobre el trabajo de este artista: "Su obra es como una danza inacabable. Una danza llena de movimientos, de trazos tranquilos y violentos. No quiere que se escapen ningún registro cromático ni ninguna forma.
Han de estar allí en una intensa coreografía.

Sus colores aparecen orondos y llenos de saturación, presentes, acompañados por el gesto, son plenos, contundentes, huye de los matices o las medias tintas. Son colores que son ahora, son ya.

Y el negro y el blanco están: Vida, muerte.
Busca la respuesta del alma ante el baño de color y formas que propone.
La consistencia tonal de sus claroscuros enfatiza el esquema de las pinceladas que borran la distinción entre los trazos y el fondo.
Establece linaje con la pintura expresionista abstracta neoyorquina, pero la supera desatando los valores que plantea al llevarlos al extremo. Todas sus huellas están presentes en el autor, quien reúne materia y color para ofrecernos una obra de gran intensidad comunicativa, de impacto inmediato por el hábil manejo de los recursos pictóricos, matéricos y compositivos.
Sus cuadros son como el ave ígnea, Fénix, que renace de sus cenizas. Marcan siempre el resurgimiento del ser humano y su capacidad de vencer y salir airoso a través del tiempo" (Notitarde, 28/09/2014, Lectura Tangente).- 
http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Coronel-Altar-de-puentes/2014/09/27/356811

http://youtu.be/QLJgx4yB2rw 

domingo, 21 de septiembre de 2014

Maritza Góngora: Textura visual

Maritza Góngora inauguró la exposición A través de la Mirada y si bien ella continúa fiel a su obra llena del descubrimiento del potencial que pueden aportar los instrumentos más comunes en la vida del hombre como lo son las vajillas y los elementos naturales que más nos aportan vida, allí descubrimos una expansión a la colocación (siempre) sensible de todas las piezas elevadas que se nutren y despojan a la vez, en esa nueva piel que ella les ha construido.

El blanco y el negro desde hacía tiempo los había amalgamado con elegancia. Continúa explorando las miles de posibilidades y apenas las tonalidades cobraron  rojos, azul, amarillos tierra  y algunos despliegues dorados.

A la par del trabajo dentro de la cerámica aporta esta vez un tejido de formas, hilos que van contando y enredando historias, atan y tuercen, principios y finales. En la sala del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre (CCEAS) puede apreciarse  el desplazamiento de formas que en la conjunción de belleza también esconden neurosis.

Con su perseverancia, el invalorable esfuerzo de ir sacando piezas sin descartar las defectuosas ella conquista una perfección que demuestra un valor ligado al poder de ver genuinamente.

Ella coloca finas capas de luz a la tempestad por más gruesa que se muestre. Ella ha ido domando su bramido y su ventisca.

La artista así lo expresa: “Contar sobre mi trabajo es hablar de sensaciones, sentimientos y emociones. Siempre ha sido así, quizás por eso el elemento que he utilizado para expresarme sean las flores como parte de un infinito mundo orgánico, suave y sinuoso, como el agua que también aparece en muchos de mis trabajos. Su transparencia, cuando ves a través de ella, cuando es pura y limpia, también cuando se presenta turbia u oscura, que no te permite ver a través de ella, mansa o peligrosa como puede llegar a ser. Todas esas impresiones están relacionadas con nosotros; nuestras personalidades,   emociones y sensaciones.

Los elementos naturales se desdibujan en mi trabajo, se integran, otras veces se sobreponen. El hecho de dibujar o pintar algo una y otra vez, varias veces inclusive, una encima de otra, es bastante común en lo que hago, sea cual sea el soporte. Esto empecé a experimentarlo con la pintura sobre porcelana, ya que se hace necesario hacer varias quemas para lograr colores más intensos ya que son traslucidos. De esta manera siempre percibo lo que va quedando detrás,  lo primero que pinté  y me invita a producir más textura visual ya sea por color o por dibujo.

Algo importante en el desarrollo de mi obra ha sido la investigación de los materiales, sus cualidades, sus debilidades, fortalezas, la posibilidad también de sobreponerlos, de juntarlos, de hacerlos funcionar en conjunto. En el grupo de piezas reunidas pude mostrar el resultado de parte de toda esa investigación, donde hay textiles, porcelana, materiales plásticos (acetatos, acrílicos, silicona) y papel, funcionando y amalgamándose entre ellos.



Lo que produje para esta exposición tiene mucho que ver con mis alegrías, miedos y preocupaciones: mi cotidianidad. Mi trascurrir diario de esposa, madre, hija, abuela, amiga. Una más  dentro una convulsionada sociedad, que no es solo nuestro país o pequeño entorno, lo siento y percibo como universal, grande, a todo nivel,  necesitada de la protección y resguardo de mi hogar. Precisada de mis afectos para reanimarlas al desasosiego, al miedo: a todo lo que escucho y siento. No soy cobarde, no huyo, me enfrento pero necesito la calma del silencio y hasta la calma del bullicio familiar. Quizás por esto hay  tantos elementos juntos en cada obra, diversos materiales, dibujos, formas…

En las obras sobrepongo materiales y elementos plásticos (resulto barroca, acumulativa y hasta el desorden cobra valor)  y por ello nos interesó, en el montaje de la exposición, romper el formato tradicional, salirnos del cuadrado, de lo pesado. Era importante hacerla fluida, como agua, aire, orgánica. Todo está colgado o pegado directamente a la pared. Rompimos con lo usual e hicimos fluir al entorno. Fue como un montaje teatral, como contar una historia. Los títulos de las obras fueron colocados discretamente, sin notoriedad.

A Través de la Mirada alude al hecho de ojear más allá de lo que está a simple vista. Que la obra invite a  acercarse, observar a través de  todos esos elementos que están allí, invitar al espectador a reconocerse. Las transparencias llaman a esto. Las flores, las rosas que se ven por todas partes, en algunos casos son pequeños monstruos para mí, ocultos allí, disimulados en lo bello. 

Aunque como artista la búsqueda no cesa me siento y estoy muy feliz con esta muestra realizada en la que trabajé junto a Gustavo Zajac y Harry Schuster en la curaduría. Los días y  horas  de intercambios de ideas, de escucharnos, hicieron posible este trabajo”.

(Notitarde, 21/09/2014, Lectura Tangente).

http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Maritza-Gongora-Textura-visual/2014/09/20/355372 

http://youtu.be/BYjtrkNuBJw

domingo, 14 de septiembre de 2014

Barbieri: música del espasmo

Cuando conocimos la obra de María Esther Barbieri, hace unos años atrás, supimos que estábamos ante un trabajo creativo al que había dedicado muchas horas de entrega y conexiones ancestrales que escapan de lo intelectual, aunque jamás ajeno al intelecto. 

¿Cómo empezaron a tejer el cielo nuestras mujeres indias con las palmas que previamente curaron sin que libro alguno se los enseñara? 

La tradición oral es en el mundo la dueña de muchos secretos y esa es la forma y el fondo que utiliza esta artista para desglosar esa perfección de líneas, de formas; de vértices acoplados en el espacio, siguiendo una estética natural y genuina.

Ella lo desmadeja así: “Esta muestra se denomina Naturaleza entrelazada: de su nombre se pueden derivar muchas cosas, ya que los símbolos y las líneas que dejan como estela los indígenas al realizar sus tejidos yo los tomo como parte de una geometría ancestral; los modifico.

Lo que realizo lo interpreto  como si yo los tradujera para mí y los plasmo, bien sea en gráficas impresas en papel utilizando técnicas innovadoras que se estilan desde hace mucho tiempo en el campo industrial. Mis investigaciones me han permitido utilizar estas técnicas y aplicarlas, bien sea al realizar mis planchas de grabado para el caso de la impronta sobre papel, o para las impresiones con máquinas especializadas en estampar sobre diferentes sustratos.

Queriendo conservar en todo momento lo puro y lo limpio realizo impresiones sobre acrílico transparente y los solapo en parte del diseño, creando así ese efecto óptico que es el que en el fondo siempre he querido lograr con la mayoría de mis obras: no estoy haciendo nada nuevo pero sí estoy utilizando para mis gráficas los símbolos étnicos de nuestros indígenas para construir cinetismo, sin color; solo con el negro, el blanco en esta muestra me lo aporta la pared.

También en esta exposición en el Centro Cultural Eladio Alemán Sucre (CCEAS) incluí obras de grandes formatos, esta vez troquelando o perforando el acrílico, en este caso, de color negro y utilizando de igual forma no sólo los diseños que realizan entrelazando sus cestas sino las figuras geométricas con las que ellos suelen adornar sus cuerpos a manera de tatuaje efímero para sus rituales.


En el caso de la cerámica escultórica exhibida si utilizo el blanco que me proporciona la porcelana. Cinco maracas chamánicas a escala natural tornadas y modeladas a mano en barro fino, blancas y a la que se le resaltaron las incisiones en negro y una de ellas en rojo, color presente en mis muestras hasta los momentos, al igual que el cúmulo de alpargatas mostradas que en este caso represento con la obra “Lo que quedó” donde también podemos observar una sola alpargata de ese tono, hundida y pisada por el resto de las blancas. 

Quiero acotar que también suelo incluir en mis exposiciones, algo que me permita expresar mi presente, lo que siento por mi país en ese momento en que se realiza cada muestra. En este caso es una pequeña crítica al caos y desorden en que vivimos actualmente. Cómo veo a mi Venezuela hoy, consciente de que ese punto rojo esta cada vez más hundido y que lo puro, lo blanco, triunfará”.

Quizás algunos maestros ya lo habían advertido. Pero en el fondo de las cestas, de las hamacas, de los porta flechas como quieran que se llamen, de las tinturas y las señas en los rostros de acuerdo de los rituales estaba palpitando el arte cinético y geométrico que después fue desplegado con notoria elegancia tras años de investigación y aporte macro al color.



Tal vez lo observaron y fue un proceso tan natural como el de Picasso frente a las máscaras africanas y la descomposición cubista que sufrieron sus rostros. Los filósofos enarbolados dirían que estamos ante una obra en una faceta de desconstrucción.

Todo lo anterior es posible. Pero no puede obviarse el trabajo cinético que ha ido descubriendo y ampulando María Esther Barbieri a partir del descubrimiento ilimitado del tiempo y del espacio que descansa cuando se teje sabiendo exactamente de qué está formado el universo sin que libro o telescopio alguno lo  haya dictado.

Ese valor es único y es lo que ella ha destacado

Allí están los trazos, finos, gruesos. La boca de la dicha y también del fuego. La provocación y la mesura. Unas maracas que tienen el canto de útero y la música del espasmo.

La timidez del rojo porque aquí los conscientes estamos abrumados.

Barbieri sorprende también por la elegancia que la acompaña. (Notitarde, 14/09/2014, LECTURA TANGENTE).- 

http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Barbieri-musica-del-espasmo-2233823/2014/09/14/353052

domingo, 7 de septiembre de 2014

Sobrevivir

Silvana siempre me pareció un nombre extraño para aquella mujer que era tan callada. Pero nada dije a quien me habló bien de ella e inclusive vaticinó que íbamos a ser grandes amigas. Todos los que sabemos lo que es la amistad entendemos que allí impera la ley del mínimo esfuerzo. Si se da, se da y, si no, ¡gracias al universo!, de lo que me salvó.

Porque todo ocurre y todo deja una enseñanza, le encontré un día de esos una explicación a ese nombre y a esa personalidad.

Resulta que en el trópico estamos demasiados embriagados para enderezar la proa. Si se vive cerca del mar se encuentran tantas cosas por las cuales celebrar que el asunto se torna a veces inconmensurable. De nada sirven horarios, fechas, pautas: hay una hora en que todo se desmiga, se esparce.

El otro día, sin más, en el conjunto de temblores que hubo en este país, y no estoy hablando con metáforas, sino de los seísmos suaves  de  tierra, esos sustos que agarran a los hombres -una vez más- dormidos; pero que jamás engañan a las aves y animales de dos y cuatro patas, el olor del mar era tan profundo que todos hablaron de ese movimiento que tuerce la arena para devolverla más fría que de costumbre erizando a los marineros.

Pero Silvana ciertamente no era una mujer de mar. Era del llano. Sumamente rara. Artista. Silenciosa como gata. Aunque su hermana me dijo que era débil como polvorosa. ¡¿Por qué existirán hermanas así?!

Su hogar estaba intervenido. Afortunadamente no por la justicia, que no existe, sino por ella misma que había pintado todas las paredes, todos los porrones y jarrones que se lo permitieron, aunque uno de la Dinastía Ming estaba luchando por su totalidad.

Por la misma razón que todos entré al baño y quedé impactada. Allí elladio lo mejor de sí. No había losa ni de las paredes ni del piso que no tuviera parte de sus entrañas: para un buen artista, ellas son el alma de la creación.

Al quedar tan abismada por el colorido, las líneas, la fuerza y el conjunto de expresividad, di un paso y deslicé la puerta de la ducha. El espectáculo fue aún mayor. Lo colores cálidos se convierten allí en fuego puro para contrarrestar la claridad del agua. No pude aguantar. Abrí la ducha intentando mojarme lo menos y pude admirar la maravillosa conjunción que allí se creaba entre las fronterizas dimensiones de lo pintado.

Cuando salí realmente tuve que observar a Silvana de diferente forma. Fue entonces cuando me llevó al patio donde también estaba su taller. Allí descubrí su mundo y después supe que a pocos invitaba a conocerle.

Ninguna piedra era reconocida como tal. Todas tenían formas del más allá, por decir algo que ni sé. Muchos círculos, mucha agua y humedad en forma de pintura: caminos, una religiosidad desconocida en signos; los elementos de la naturaleza que conocemos esparcidos y diría que detenidos en una escarcha suave que se sostenía en el aire sin que entendiera muy bien cómo lo había hecho. Tampoco se me ocurrió preguntarle.

Dentro de todo el conjunto había como una zona del mismo patio más artesanal en la que había construido una montaña con montones de posibilidades y allí, con la ayuda de la tecnología, había un pueblo muy particular en el que se reproducía la luz del día y la oscuridad de la noche, ambos, con sol, luna y estrellas.

Había que quedarse un día allí para observarlo en su totalidad. Ella además de hablar muy poco es algo lenta, con movimientos como estudiados, aunque no tengo la menor idea de que sea así.

Como ya era algo tarde pude ser testigo del paso del atardecer al anochecer y puedo decir que fue bastante mágico porque además el cielo no era oscuro era realmente violeta profundo y la cantidad de luces que simulaban ser estrellas despertaban una nueva conciencia. Así lo sentí.

El pueblo tenía todo lo que los nuestros tienen: plaza, iglesia, calles, casas, estadio de béisbol, cancha de fútbol, un tren que hacía un recorrido distinto: hacia adelante y luego hacia atrás.

No me pasó desapercibido. Creo que hasta me dolió. Entendí entonces que los recorridos son así en todos los lugares del mundo sólo que hasta ese momento no lo había reconocido como tal.

Me llevó a su taller, allí estaban instrumentos, pedazos, recortes, pinturas dentro de un ordenado desorden. A Silvana tampoco la estaba entrevistando como para que me contara cosas que en otros momentos habría preguntado. Dejé que las incógnitas hablaran y muy adentro contaron mucho del universo que hay que inventar para poder sobrevivir (Notitarde, 07/08/2014,  Lectura Tangente, imágenes :  felizenbrazos.wordpress.com).- 


http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Sobrevivir/2014/09/06/351607