domingo, 26 de octubre de 2014

Mujeres en el arte


Obra de Dalila Flores Díaz 
Desde la parte más alta de la población de La Mira en la isla de Margarita se puede ver Playa El Agua. Desde allí la serenidad del paisaje marino, azules y blancos, amplían el horizonte y ofrecen un rostro mucho más amable de la vida.
Justo en este lugar, rodeado de la cotidianidad de los hombres y mujeres que hacen que la isla de Margarita sea uno de los destinos más visitados por los mismos venezolanos, se encuentra un sueño hecho realidad: existe un museo. Un complejo turístico cultural que fantasea todavía con ser más grande.
Justo hasta allí llegamos a propósito de la XIII Salón Internacional del Arte “Las mujeres en el arte”, desarrollado año tras año, con todos los esfuerzos que en estos momentos iniciativas de este tipo acarrean, pero con el mayor entusiasmo, es bueno acotarlo.
Participaron las artistas Mayra Armas, Ini Toledo, Marta Tarbay, Vilma Antonieta González, Dalila Flores Díaz, Lourdes García, Lissette Villamizar, Cosseta Falasco y Brizaida Millán.

También mostraron su talento como invitadas Margarita Pereira, Joanna D’Arc, Reina Rada, Norma Gutiérrez, Leonor de Ferreres y las obras de Elba Salvatti.

El jurado integrado por Juan García, Margarita Pereira, Theo Mora y Jesús Morales Ruiz acordó el primer premio para la Cotorra Margariteña de Lourdes García, un segundo lugar para Alegría de Mayra Armas, y una primera mención a Lissette Villamizar por Descanso.

El artista Jesús Morales Ruíz es el creador y fundador de toda esta idea: “En el  año 2009,  fundé éste complejo cultural turístico, “La Mira CCT” e inauguré el Museo de Arte Pedro Ángel González,  para rendir así un merecido homenaje a este gran  Maestro neoespartano. En esta ocasión la poeta Mirimarit Paradas escribió: “… La Mira CCT, emerge como un espacio paradisíaco, espiritual y artístico, un espacio que cuenta con un Museo que lleva el nombre de un importante baluarte de las artes, un gran maestro Pedro Ángel González, convirtiéndose en emporio cultural como existen muy pocos en nuestra isla, pues considero que deben cumplir las funciones para la cual fueron creadas, pero sin desligarse del confort y el servicio que se debe brindar a los creadores, artistas y visitantes en general. Es por ello que La Mira CCT, comienza a funcionar a partir de hoy, ofreciendo además la oportunidad de hospedaje a los artistas y sus familiares a precios solidarios, pues la idea es que exista la posibilidad de alojarse y al mismo tiempo disfrutar o participar en las exposiciones y otros eventos relacionados con la cultura…”.                                                              
En la actualidad el Museo Pedro Ángel González cuenta con un amplio patrimonio artístico que incluye obras de  maestros de amplia trayectoria como Vásquez Brito, Virgilio Trómpiz, Luis Ordaz, Carlos Hernández Guerra, Mario Cicerón, Gustavo de Lima, Cesar Rivas, Arturo Millán, Joanna D’ Arc, Juan García, Carlos Stohr, Wilman Guerra, Theo Mora, Manuel Rincón,  Luis Antonio Rodríguez, Margarita Pereira, Elba Salvatti, Marijó Ruiz, Marcos Etedgui, Ramón Moya, Juan Silva, Orlando Campos, Irama Gómez, Jesús Morales Ruiz entre otros, y de nuevos valores, entre ellos Eder Luna, Ini Toledo, Gabriela Millán, Mayra Hernández, Adriana Uribe, Juan Ortega, Héctor Azero, Norma Gutiérrez, Shenny Cohen y Bárbara García.  En el Museo se mantiene una exposición permanente de  obras   de  diferentes manifestaciones  artísticas: pintura, escultura, dibujo, vitrales y artes de fuego.
“Uno de los mayores atractivos que posee nuestra isla de Margarita, además de sus paisajes, de sus pescadores de hombres y mujeres de rostros curtidos por la faena diaria, es la  dedicación y entrega en el trabajo creativo de sus artistas, poetas y cantores y lo que es más importante de hombres y mujeres preocupados por la búsqueda de espacios  donde armonicen y logren transmitir a los espectadores sus obras, composiciones literarias y musicales”, resaltó así mismo Mirimarit Paradas.    
Lo cierto es que este hallazgo lo vivimos a través de Dalila Flores Díaz, artista carabobeña, quien participó en este Salón con regocijo, mostrando el candor de unas figuras pequeñas, rodeadas de letras, con la delicadeza y el frenesí de la vida.     
    
“Mis niñas, una al lado de la otra, iniciando por la vestida de blanco y finalizando con la del traje negro… tengo algún tiempo manejando ese concepto, por aquello de lo que puede existir entre esos dos mundos contenidos uno en el otro, el blanco, la luz.... pasando por todos los tonos imaginables hasta el negro, la sombra que a su vez contiene a todos... es como un juego con esos mundos, se entrecruzan. Extremos que condensan un mundo infinito de colores, tonos y emociones”.
Las mujeres en el arte es una exhibición que relata en el interés femenino por hallar armonías en la sencillez y las vibraciones hermosas de la vida. Una iniciativa para seguir apoyando con todo el amor y por la paz que desde allí se siente (Notitarde, 26/10/2014, Lectura Tangente).-




domingo, 19 de octubre de 2014

Morales Rossi: amor conceptual


Sentada sobre un  troncal de orquídeas observé la obra de Ramón Morales Rossi en el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez en Porlamar, Nueva Esparta (fundado en 1979) titulada “Orinoco como río de luna y de sol” en la que su canto hacia la exuberancia de nuestro delta relata sus encuentros ritualísticos, serenos y a la vez conversadores, como son los afluentes, de forma natural.

Toda la búsqueda de este maestro autodidacta, nacido en Ciudad Bolívar en 1959, se fundamenta en el lenguaje de las aguas y todos los contrastes que se interpretan alrededor de ellas, mucho más cuando se está ante el colosal Orinoco, de cauce profundo y de laderas anchas, avanzando entre las piedras también descomunales, sin obstáculos por vencer, todos vencidos, en su fuerza y su ánimo peregrino.

En torno a toda esta energía sobrenatural Morales Rossi construye una sencilla poesía y hay que entender que dentro de ella surge el mar de las complejidades. Toma las maderas quemadas en los incendios feroces que desbastaron árboles formidables y los enmarca con gusto personal, las técnicas que ha ido domando y aprendiendo en ese vital juego de ensayo y error, al colocarlas  solas, amarradas, con piedras masculinas que las acompañan, reforzando la noble verdad de sabernos tan fuertes y débiles de acuerdo a cada etapa y actitud.

De esta forma comienza el recorrido por este espacio del Museo margariteño, mar poblado de un rio, del ritual que nos tiene acostumbrados, con sus piedras que hacen un círculo perfecto. Piedras oscuras pintadas a la mitad con ese tono que cargan los piaches en sus rostros cuando van a realizar una ceremonia y se conectan con los ancestros que tantas enseñanzas dejan a los vivos.

La obra de este hombre impresiona por las muchas cosas que va contando sobre el Orinoco. La arena que de alguna forma ha convertido en tersas y finas esculturas, erigidas de diversas formas pero que llevan al lugar al que olvidamos pertenecemos. Es el hombre que nació para recordarnos que Venezuela hubiese sido más grande de lo que es, si en vez de dedicarse a extraer petróleo se hubiese dedicado a conservar sus ríos, inmensos, maravillosos; limpios; cargados de la voluntad de la vida, depositada con toda abundancia en el Océano.

Los peces de finas líneas cubistas juegan todo el tiempo a la vivacidad y el conjunto de piezas, incluso una muy geométrica instalación de hilos cruzados en una pared en la que se tejen piedras lo revelan como el hombre que ha observado mucho más allá de lo que se ve. Porque el Orinoco es un conjunto de sentimientos y sensaciones dispares que el logra sintetizar en piezas muy bien sujetadas para decirle de alguna forma que tampoco es tan invencible.

Hay piezas que sin duda enmarcan con mucha sutileza la visión de Morales Rossi sobre el estado Bolívar, donde la grandeza juega a lo minúsculo. Se ven vuelos abrasantes de pájaros, se huele perfume de orquídeas, la espontaneidad de las gotas de agua que de alguna forma él congela en un cuadro de arena, con un arte que debería ser estudiado y enseñado en las mejores escuelas del mundo.

Los colores son tan precisos y a la vez tan bien logrados que se palpa el minucioso trabajo que ha tenido él por no romper los secretos y por domesticar su ego que en modo alguno compite con el tercer río más caudaloso del mundo, con sus manifestaciones intangibles: las intuiciones y los sueños.



Anima los objetos inanimados que quedan desperdiciados en las orillas. Es un poeta recogiendo huesos para darles vida desde el desvarío que también tiene que tener todo creador.

Rinde con devoción infinita culto al llamado eje central de la cosmogonía Tamanaco, Amalivaca, considerado el gran héroe civilizador, de acuerdo al escrito de Richard Aranguren en el catalogo de la muestra, “primero en realizar una inscripción sobre la roca de La Encaramada fundando así la memoria de ese pueblo”.

En este artista los signos son un claro presentimiento de sabernos hijos de un raudal ramificado en muchas otras orillas que abren caminos y que tuvieron la dicha de su certera generosidad. Como la tiene Morales Rossi a l momento de dedicarle todo su amor conceptual para llevarlos a todos los rincones del mundo. Basta ver una piedra para escuchar al piache. Basta ver un tallo muerto para reconocer que allí hubo más que la ignorancia y la desmedida que nos arrastra. Basta ver con conjunto de peces para saber que la abundancia ha jugado en contra. Basta con sabernos que hombres y mujeres que pertenecemos a este tiempo quedamos como Morales Rossi anclados en la desmesura y el fino olfato que hemos desarrollado ante el porvenir.


Hojas, maderas, flechas enumeran la travesía que él así define: “Soto se montó en una canoa y yo me monté en otra, ambos partimos del Orinoco, él desde el cinetismo y yo concentrándome en su horizontalidad y utilizando materiales directos como tierra colora’, moriche, piedras, guaral y agua del río”. Un maestro atento, hacedor de esa luz cobriza que sale del Orinoco cuando se emerge de él, de adentro hacia afuera (Notitarde, 19/10/2014, Lectura Tangente).- 

domingo, 12 de octubre de 2014

Sobre Shamar Rimpoché






“El 11 de junio de 2014 nuestro querido maestro, el XIV Kunzig Shamar Rimpoche Mipham Chokyi Lodro, falleció en su querido entorno en Renchen Ulm, Alemania, en presencia de miembros cercanos de su familia y algunos de sus estudiantes más allegados. La súbita pérdida para el mundo en general, para el Budismo en particular y especialmente para sus estudiantes, es profunda y de largo alcance.

En la jerarquía espiritual de la Escuela Karma Kagyu, el Shamarpa es Segundo después del Gyalwa Karmapa. Él es la emanación de Amitaba, el Buda de la Luz Ilimitada: un ejemplo viviente de la aparición de Amitaba en nuestro mundo en forma de un Mahabodhisattva. El título tibetano de Shamar significa “el lama de la corona de color rojo-rubí”, nombrado así tras la réplica de la propia corona de Karmapa, que éste le otorgó al Shamarpa. Las sucesivas encarnaciones de los Shamarpas son también conocidas como “Karmapas de corona roja”. El IV Karmapa afirmó al II Shamarpa:

“Tú eres una de las manifestaciones, mientras que yo soy la otra. Por ello, la responsabilidad de mantener la continuidad de las Enseñanzas del linaje Kagyu queda en tí de la misma manera que lo hace en mí”

En el Sutra Bhadrakalpa, Buda Shakyamuni profetizó: “en el futuro, un Mahabodhisattva con una corona roja de rubí guiará a la multitud sufriente fuera del ciclo de desconcierto y miseria”. En el Shamarpa, la predicción de Buda se cumplió.

La actividad de los Shamarpas, como una línea de encarnación sucesiva, ha sido la de preservar la totalidad del legado de Buda, especialmente las enseñanzas procedentes de los grandes mahasiddhas indios y maestros tibetanos. A lo largo de los siglos en el linaje Kagyu, los Karmapas y Shamarpas se han reconocido recíprocamente, siendo su relación la de maestro y estudiante.

… El XIV Shamarpa nació el 27 de Octubre de 1952 en el reino de Derge, Tíbet Oriental.

En 1956 viajó con su hermano, Jigme Rimpoche a al monasterio de Tsurphu, el sitio principal de los Karmapas, donde permaneció por dos años. En el verano de 1956, con 4 años de edad, reveló su identidad como Shamarpa al reconocer a viejos monjes del monasterio de Yangpochen, el sitio ancestral de los Shamarpas. Más tarde, el XVI Karmapa y su séquito, incluidos Shamar Rimpoche y Jigme Rimpoche, viajaron a Bodh Gaya, India, donde fueron invitados a participar en las celebraciones de los 2.500 años de Buda Jayanthi.

… Para ser un Rimpoche tibetano él era muy poco usual: él no era un hombre de compromisos. Se negó a juegos o a tolerar la manipulación. Sin miedo a desafiar a cualquiera si consideraba que era lo correcto, se mantuvo sin considerar su propia reputación o cualquier agenda personal. Honestidad, coraje y una absoluta ausencia de temor definían su personalidad; estable como una roca, firme en el compromiso con sus ideas e inmutable, sin importarle cuán grande era el obstáculo, siempre constante y siempre mirando hacia el futuro.

… Fue un gran humanista y filántropo. Su libro “Creación de una democracia transparente”, que establece un marco para el establecimiento de un verdadero sistema democrático de gobierno que promueve el bienestar y la prosperidad de la población, fue escrito desde la motivación de que alguien, podría utilizar sus ideas para ayudar a un pequeño país como Nepal. Rimpoche no estaba preocupado con la política “per sé”, sino en general en la felicidad y el bienestar de la humanidad a nivel individual y social.

Shamar Rimpoche podría, realmente, ser llamado un genio. Su amor por el aprendizaje y la mente constantemente inquisitiva le dotó de un conocimiento excepcional del mundo. Él fue muy respetuoso con los académicos y los estudiosos. Su capacidad para explorar, analizar y reflexionar profundamente sobre todo, de la cultura, la ciencia, la física, la historia y la política, combinada con su gran inteligencia, le permitió conectar toda la información que reunió en la vida para llegar a conclusiones muy particulares e individuales. Su interés en todas las disciplinas externas y fenómenos emocionales interiores le dio una gran comprensión del universo y de la gente La preocupación de Rimpoche por la felicidad de los demás no se limitaba a los seres humanos, sino también hacia los animales y el planeta mismo. Fundó la Fundación Compasión Infinita para promover el trato humanitario de los animales criados para el consumo de carne y otros productos, para que no se vieran obligados a vivir y morir en condiciones brutales. El ver animales enjaulados en condiciones desagradables movía a Rimpoche a intervenir personalmente para mejorar sus condiciones, y al sentir el poder de su compasión, animales enfermos viviendo en la naturaleza salvaje, acudirían intuitivamente a él en busca de ayuda.

La muerte de Shamar Rimpoche es una tremenda pérdida, no solo para sus estudiantes sino también para la historia. Con la partida de Rimpoche, ha terminado una gran parte de la historia de los Himalayas. Sin duda alguna, él era uno de los actores principales y más influyentes figuras en los Himalayas del siglo XX y comienzos del XXI” (Notitarde, 12/10/2014, Lectura Tangente).-

domingo, 5 de octubre de 2014

Ritmo de corazón


 Los expertos en sonidos ancestrales han estudiado que la música de un tambor fomenta la alegría de vivir. La caja de resonancia y los diferentes tipos de cuero dan ánimo espiritual a todos aquellos que lo escuchan y mucha más fuerza a quienes los practican y se van haciendo en los repiques universos paralelos de amor.

Una historia visible desde hace algunos años es el grupo Ingoma Nshya que significa "iniciativa de mujeres" nacido en Ruanda después de la cruda historia que les tocó vivir en el año 1994, cuando por razones éticas y políticas se desplegó la barbarie de asesinar más de 800 mil personas, violar a casi todas las féminas fuesen niñas, adultas o abuelas, sin que el mundo civilizado y medianamente apertrecha en los derechos humanos pudiese hacer mucho.

Desde diferentes medios de comunicación se alimentó el odio, nacido de esos fenómenos de inconsciencia colectiva que se han reflejado en diversos paseos históricos de la humanidad, aunque cueste de creer y avergüencen.

Lo cierto es que tocar tambor en escena, ver y observar a ciento veinticuatro mujeres en escena frente a ese sencillo instrumento, con sus palos, delineados manualmente con navaja, es un rito. Una ceremonia que habla de la profunda esencia que dejó el insondable aprendizaje que tuvieron, de saberse poseedoras de un conocimiento que estuvo en ellas mucho antes que mataran a casi todos los hombres que ejercían el oficio de tamboreros. Asumieron el oficio por siglos permitido solo a ellos y a la par de demostrar talento les ha servido para reconciliar sus almas y despojarse del dolor que sufrieron.

Un testimonio documentado lo explica: "Seraphine es una mujer de cuerpo minúsculo que ya cumplió su pena, por genocidio. Pero la libertad no hizo de ella una mujer radiante. ¿Cómo? ¿Cómo lidiar con la brutal repetición de aquello que pocos pueden lograr entender? Ella tampoco comprende… ¿Cómo y cuándo empezó? Los tambores no se lo explican. Aunque, de alguna manera, sosiegan, apaciguan su magullada alma. Cuando empuña las baquetas y se deja llevar por el retumbar de la percusión, sus menudos brazos encuentran fuerza y se embalan. Los golpes se confunden con los de las demás y es imposible distinguir, quién fue perpetradora, quién fue víctima. Aquí tocan juntas.

"Mi corazón estaba sucio, no amaba a las personas, no quería ver, cruzarme con ningún otro ser humano. Estaba absolutamente encerrada en mí misma, porque no me sentía persona. Aquí he aprendido a volver sentirme persona, tengo ganas de hacer cosas, de  tocar, tengo ilusión…", explica Seraphine.

Ensayan. Aprenden ritmos. Absorben los tonos de la percusión. Es una pausa al duro pasar del día, de la semana, del tiempo. Y logran olvidarse de sus tormentos. Tanto física como mentalmente, se desconectan. O no, mejor dicho, se conectan, entre ellas. Y sin darse cuenta, aprenden a convivir. Terapia, individual y colectiva.

"Aquí algunas tenemos los padres muertos, otros son asesinos, cada una tiene su propia historia, pero el pasado no es importante. Lo importante es lo que hacemos ahora, y que ahora ya no hay diferencias". 

Aunque Regina era una niña cuando se encendió la llama del genocidio, el desprecio popular la castiga como a una genocida más. Paga por los delitos de su padre. Casta de crímenes, ha perdido a su progenitor en vida, que cumple pena en la cárcel, y a su vecino acusador. En Butare, las noticias circulan rápido. Es difícil empezar de cero cuando las calles te juzgan.

Trabajaba como vendedora de leche en la ciudad. Un día estaba sentada en un bordillo cuando una mujer se me acercó y me dijo 'pareces muy triste. Conozco un lugar donde enseñan a las mujeres a tocar los tambores. ¿Quieres venir?

En el proyecto participan unas 140 mujeres, un conjunto muy especial que se ha erigido como ejemplo a seguir para las nuevas generaciones. Ingoma Nshya, que así se llama, significa, en Kinyaruanda: nueva generación. Porque aparta las etnias y las confrontaciones. Pero también porque utiliza, para hacerlo, una herramienta de hombres: los tambores. En la tradición ruandesa la percusión es un arte prohibido para las manos femeninas. Pero Ingoma Nshya ha decidido revisar más de un cliché.

"Yo estoy sola. No tengo padres, ni hermanos y tampoco esposo. Ingoma Nshya me ha aportado algo fundamental; me llena. Al venir hasta aquí me encuentro con otras mujeres y comparto", explica Seraphine".
Claro ejemplo de que la vida tiene dones inexplicables e inesperados. Un tambor tiene escondido el sonido del corazón y cuanto más capaces seamos de autolimpiarlo la próspera alegría nos circundará (Notitarde, 05/10/2014, Lectura Tangente).-


http://periodismohumano.com/mujer/ingoma-nsha-tambores-de-reconciliacion.html