jueves, 15 de noviembre de 2018

Fondevila: reciclaje espiritual

José Antonio Fondevila




Entramos a la galería discreta, casi secreta, de José Antonio Fondevila, en la parroquia de Fiestras (municipio de Silleda, Pontevedra) donde tiene en exhibición parte de su obra.

Un orden sereno y particular priva en la estancia iluminada con luz artificial en donde cuadros y esculturas van revelando al trabajador sencillo, perseverante y sereno que es.

El blanco siempre tiene tanto que decir.

Ha trabajado con gusto y eso se siente. Con experimentación empapada de esa búsqueda que a veces dicta distintos caminos. Diluido en el espacio y en el tiempo, inexistentes; capaces de materializarse a nuestros ojos, en ese paseo sensorial-reflexivo que brindó a primera vista la obra de Fondevila.

Tras esa primera impresión, se manifestó el fondo de este creador inmerso en su idoneidad y las ganas de liberar su vehemencia interior.

Fondevilla, el hombre serio, de mirada afilada, muy unido al silencio pensador, nutrido por las disociadas estepas de la mente; es el mismo que sonríe al recordar las travesuras de sus nietos y comparte generoso la compañía de todos sus seres queridos.

Como en buena parte de todos los seres humanos en él habitan varias voces, en ese paralelismo que parece ser   la existencia.

Los que deciden ir por varios caminos, capaces de razonar con la intuición, a oscuras, para hacerse luz, también encuentran gratas sorpresas.

Por eso es que acercarse a la obra de este autor en el mismo universo de este salón de arte, con sus obras repartidas por las paredes, sin sincronización en los períodos que  fueron realizadas,  figurando por si solas en la búsqueda que tuvo a lo largo de los años, fue como ir atravesando  poemas.

Sus conversaciones con los paisajes, con las texturas, con los mensajes de la soledad, de las injusticias, de las armonías sencillas del campo andariego, revelan su aria a la vida.

La ruptura de lo figurativo se volcó hacia la transmisión de un abstraccionismo muy particular, de colores oxidados, por lo que se le escapó el brío de los caballos al correr a sus anchas.




Alimentando una ilusión





Inconforme y seductor

Es decir, si la mirada de cualquier espectador de su obra se hubiese pasmado en la velocidad que dejan los potros en rápida cabalgata por la planicie, capturaría los colores de Fondevilla, pletóricos en su corazón inconforme y seductor.

Después incursionó en el abstraccionismo geométrico y el puño certero, buscando lo tridimensional, que también atinó  en las esculturas, que como buen europeo, crea a partir del reaprovechamiento de materiales, las buenas ideas de proyección; y, por qué no decirlo: del reciclaje espiritual.

Europa está construida a retazos. Quizás el ánima que está en la esquina es el hombre o la mujer que después cerca de allí, habita.

Ahí reside la grandeza de este artista plástico. La luz crece en la sombra. Ni red ni soplos pueden atraparlas o absorberlas. La sensibilidad es insuperable remedio para administrar todo resplandor.

Acaba de exponer en este mes de noviembre, dos de sus piezas, Piano Ondulador y Espacio Atómico en la Discovery Art Fair Frankfurt, en Alemania, dentro del proyecto realizado por Van Gogh Art Gallery, de Madrid.

Y el pasado mes de octubre cuatro de  pinturas fueron presentadas en la sala Nagasawa de Roma, organizada por la Asociación Internacional Galleria  II Collezionista, donde Fondevilla resultó seleccionado para el Premio Appio Claudio, para escoger al mejor artista de 2018.
       
MPS: ¿Cómo se llega a esta evolución?

JAF: Creo que sin darme cuenta. Por esa necesidad interior de hacer algo, de expresarme de algún modo. Escogí la pintura porque era un medio que me gustaba. Desde pequeño me gustaba dibujar. Esbozaba porque sí, sin más. Trazaba, copiaba. Luego fui haciendo cosas a mi aire y sin ninguna pretensión, sin meta, sin nada. Simplemente porque me gustaba.


Mundos de ambición


MPS: ¿Por placer también?

JAF: Era como una válvula de escape, como una fuga de mí mismo… no sé… necesitaba hacer algo. Siempre trataba de transmitir aquello que me dictaba, quizás, el subconsciente. A veces el consciente, pero no tanto. Siempre me gustó hacer una pintura libre; hacerlo como quisiera, sin estar sujeto a nada. Una obra si se quiere dispar, de mucho tiempo. Pasaba grandes temporadas sin hacer nada porque tenía mi profesión, estaba muy involucrado, no tenía tiempo.

MPS: ¿Lograbas ser feliz cuando no tenías tiempo para dibujar?

JAF: Siempre alcancé un tiempo para hacer otras cosas. Ese refugio comenzó por motivos y circunstancias familiares. Tuve una vida bastante dura, por así decirlo. Comencé, para escapar, estudiando electrónica. Luego pasé a la pintura porque la primera como ciencia no me saciaba lo que yo pretendía. Un día en una revista vi que había unas becas para estudiar pintura por correspondencia. Las daba el Ministerio de Información y Turismo. Mandé la solicitud. Al cabo de un tiempo me contestaron: la tenía concedida, condicionada a que no podía suspender ningún examen. Hice el curso, me fue bastante bien, y después seguí por mi cuenta; haciendo cosas, leyendo libros, yendo a exposiciones. Tratando de entender a los grandes maestros.


Entre el símbolo y el concepto




Libertad e ilusión

MPS: ¿Fondevila se siente mejor en el abstraccionismo geométrico?

JAF: Quizás, porque si hubiese hecho una carrera hubiese estudiado matemáticas o física. Soy más técnico que de letras. Eso influye en la obra.

He realizado series cortas que responden al abstraccionismo geométrico porque me apetecían, sin pretensiones y sin buscar un por qué.

Las abstracciones nacieron en mi pintura de esta forma: pintaba paisajes, generalmente. Después empecé a hacer otro tipo de cosas, aunque realistas o figurativas. Interpretaciones de la realidad o de mis ideas. Allí comenzó una serie inspirada en un personaje que se titula “Nadie decide donde nace” y a partir de ahí hay una serie de capítulos o vivencias que se pueden dar en la vida de este personaje; migración problemas de salud personal, psicológicos. La libertad. Terminaba en campo de silencios compartidos, pero resultaba un poco tétrico para el espectador, por lo que quedó hasta allí. Incluso un horizonte sin pertenencias, Inmigración al borde de un camino incierto. Uno emigra con ilusión pero nunca sabe lo que le espera.



Frontera del presente


Otros surgieron de una crítica social a partir de incendios que se sucedían  una y otra vez cada verano. Parecía que esto era el fin del mundo. No quedaba nada. Por lo que hice una figura reminiscencia de la estatua de sal, mirando hacia atrás, mirando la situación, impasible.

MPS: En muchas de sus obras se observa un esmero por lograr una composición equilibrada. ¿Es algo que intelectualiza o nace de manera espontánea?

JAF: Aparte de asistir a los cursos de formación con Pilar Taboada, lo demás fue formación autodidacta. Este hecho puede ser algo favorable a la parte creativa y para conservar la propia personalidad, pero no ayuda en el conocimiento de los conceptos teóricos del arte ni de su historia. Necesidad interior creativa, afán experimental e intuición, son mis principales recursos. Con ellos y desde la sinceridad conmigo mismo, va surgiendo la obra.

MPS: ¿Dónde te sientes más a gusto, en las esculturas o en la pintura?

JAF: No me es fácil responder a esta pregunta porque nunca me paré a analizar mis preferencias. Depende bastante del estado de ánimo, del momento y de la motivación que me mueve a realizar una u otra cosa. De todas formas, y aunque haciendo escultura llevo menos tiempo; observo cierta fluidez natural en la realización de la obra tridimensional, pero puede ser por su naturaleza abstracta.
A través de la pintura figurativa, pretendo transmitir, además de emociones, también mi visión crítica de la vida y la sociedad. Esta pretensión me condiciona y estresa bastante cuando el mensaje que transmite la obra no se ajusta adecuadamente a la idea.


Atrapado en el espacio 



 Impulso a la autoestima

MPS: ¿La mezcla de diferentes materiales en la escultura tiene ese afán de armonizar?

JAF: Sí. Trato de huir de lo ordinario o tosco y conseguir una armonía. En lo que hice hasta ahora aprovecho cualquier material que tenga a mano y me resulte útil para desarrollar una obra original y desde una visión también estética.

MPS: ¿Te hace ilusión que tus esculturas estén en el Discovery Art Fair Frankfurt?

JAF: Me hace mucha ilusión estar en esta feria; sobre todo porque fue la galería la que escogió mi obra entre cientos de autores y sin conocerme personalmente. También me alegra por ser el inicio de una relación con una galería de vocación internacional que quiere seguir contando con mi colaboración.


Burbujas de acero


MPS: ¿Cuándo abordas texturas en tus obras, son la forma de puntualizar tu conexión con la naturaleza que está por todas partes en Pontevedra?

JAF: Yo creo que no –por lo menos conscientemente- tal vez sea más por el afán de experimentar con los materiales, o conseguir efectos que refuercen el mensaje a transmitir.

MPS: ¿Qué significa para ti ser seleccionado en el premio Appio Claudio?

Refugio siempre

JAF: Reconocimiento al esfuerzo, hacer camino hacia horizontes más amplios y también un impulso de autoestima.

MPS: Pese la falta de tiempo, lo mucho que tuviste que sacrificar: ¿ha valido la pena?

JAF: Entiendo que sí. El arte fue refugio y evasión en momentos grises del pasado; una válvula de escape hacia el auto realización personal y un medio de liberación emocional.

MPS: ¿Qué ha significado para ti el mantener una familia unida en el amor frente a las adversidades?

JAF: Mi aportación a la unión y armonía familiar quizás sea la mejor “obra” que he realizado. Las renuncias personales son ahora compensadas con el cariño de todos. También con un sentimiento de paz espiritual interior que no se consigue con ninguna fortuna.

MPS: ¿Creando, alcanzas la felicidad?

JAF: Pues mira, creo que la felicidad que se puede alcanzar. Cuando uno es capaz de olvidarse, evadirse de todo, y estar en ti mismo, creo que es lo máximo que puedes pedir. La felicidad es otra cosa. Puedes estar muy alegre y no ser feliz.

MPS: Pero la pintura te ha dado un sosiego, una paz espiritual; te ha hecho un hombre más sabio…

JAF: Tranquilo, conforme conmigo mismo. Tampoco ambiciono nada: hasta donde pueda y sino pues… hasta aquí llegué. No me pongo metas. Eso estresa mucho.

Hubo cuadros que surgieron cuando intentaba representar una idea. No sé cuál. Y el cuadro se empeñaba en dar un mensaje completamente diferente al que pretendía. Me dolía la cabeza, dejaba de pintar. Al quitárseme el dolor de cabeza volvía a él sin luchar y todo lo encontraba, relajado.

MPS: ¿Superación de todo el dolor?

JAF: Fue mi refugio siempre.

MPS: ¿Algún milagro en tu vida?

Milagro ninguno. El haber hecho todo lo que he hecho hasta ahora ni en sueños se me pudo ocurrir. No tenía tiempo.

La mente siempre está creando aunque uno no se dé cuenta.

En la obra de Fondevila se encuentran todos sus aciertos. Un método pulsado en esa tierra húmeda  que huele a laberintos y nebulosas, mezclada por el aliento cósmico de los símbolos que yacen por Galicia enterrados.

Aria convirtiéndose en himno.


Redes de la mente






jueves, 25 de octubre de 2018

Ginette Durr: legitimar el genio


Ginette Durr


Vemos en la televisión, esa invitada deseada o no en casi todos los rincones del planeta, a un hombre que ensimismado con su móvil, ni siquiera se percata de la entrada del atracador que conmina a todos los que como él están en una cafetería, pasa por su lado, se lleva todo el dinero de la caja, se regresa, para buscar la salida, otra vez muy cerca de él y sale con el botín. Mientras los asustados clientes se van incorporando, el seducido por esta tecnología sigue allí, absorto en la pequeña pantalla, sin siquiera enterarse de lo ocurrido.

Intuida la anécdota cada día más común en nuestros días, la vemos reflejada en la obra de Ginette Durr, Alineación, expuesta en el Circulo Recreativo de Lalín (Pontevedra) en su exposición Huellas en el tiempo, conjunto de cuadros de diversas épocas que manifiestan su fuerte deseo por trabajar ideas, desde su mente y su corazón.

Los colores de esta enajenación, de este sinvivir  con las redes y toda su infección social, los deja reflejados en anaranjados y azules, con manos desesperadas, rostros enloquecidos y mecanizados. Nada más hay que observarnos, desde dentro, para reconocer que un poco de la cordura se sienta, ahora, a nuestro lado. La sacamos y la colocamos allí, sin percatarnos, que este medio  comunica y a la vez distancia. Hace que entremos en una realidad que nos separa de lo tangible. Provoca que perdamos observar el vuelo de un pájaro, para adentrarnos un poco en la demencia sistemática que parece unir, pero separa aún mas.



Alineación


Ginette Durr es una mujer sugerente, amable en gestos, busca la precisión de sus palabras. Tiene la mirada intuitiva, limpia; con un halo triste. Ella lo achaca a su espíritu francés; esencia europea a fin de cuentas, tierras plagadas de historia dura sobre la humanidad. Esperanzas casi carcomidas por el dolor.

Hay que reconocer, no obstante, que todo guerrero, sale invicto de cualquier batalla; gane o  pierda.

Pero ella juega bien a componer tanto los espejos del padecimiento como de la fuerza natural de la luz, del sol, la luna, la tierra y las aguas que cada día nos van diciendo las cosas que la mayoría de veces la tecnología arruina.


Desesperación


Los fondos de sus lienzos son clásicos y a la vez liberadores. Si en sus ideas no puede plasmar luz por lo menos hace que la travesía hacia sus personajes se complete en la contemplación del espectador.

La también artista Pilar Taboada, curadora y autora de los textos de esta exposición, en la presentación de Durr asoma ciertas claves de su personalidad y su obra: “… posee un pensamiento dinámico, integrador y vitalista en relación con el ser humano y su entorno…”

MP: ¿De dónde nació ese deseo de expresarte?

GD: Soy autodidacta, todo lo aprendí de mi misma. No conozco corrientes o maneras académicas de pintar. Observando y a través de libros, porque antes no era común el aprendizaje por Internet, en fascículos y manuales, experimenté  pintar.

MP: ¿Qué necesidad sentías de expresarte con un lápiz, con los colores?

GD: Desde niña dibujaba. Con el tiempo fui comprando los implementos, la acuarela y no fue sino a los treinta y tantos años que comencé con el óleo.

MP: Constantes en tus obras son las figuras y su reflejo en unos ojos muy bien trabajados, penetrando el alma…

GD: La fotografía es un retrato muy fiel de la persona, por eso no necesitas pintar. Cuando pinto un retrato que me gusta es para buscar lo que tiene detrás. La expresión de los ojos me atrae mucho, también el lenguaje del cuerpo, los gestos. Buscar  la particularidad de la persona, porque la fotografía ya lo hace mejor.



Retrato de familia



MP: ¿Cuánto tardas en plasmar en un lienzo eso que tanto buscas?

GD: Tardo en dibujar… ¿sabes qué es lo qué pasa?, tratar de llevar al lienzo lo que tengo en mi cabeza, lleva su tiempo. No trato dibujos que son normales. Tengo ideas, dejo de dormir, para ver cómo llevarlos al lienzo. Mi pintura no es abstracta entonces es difícil presentar, con mi estilo, esas ideas que tengo en mi mente: el paso del tiempo, el futuro, el sufrimiento del mundo; ese tipo de cosas.

De forma natural no soy muy alegre, veo mucho las cosas negativas… Y es que hay mucho dolor y me atrae más la denuncia, aunque sea poco… apenas en un lienzo.

MP: ¿Es una realidad que has enfrentado, en los países que has vivido?

GD: Viví en Francia, Alemania, Italia, un poco Brasil y ahora España. Retratar un poco el sufrimiento de la tierra; la destrucción. Etapas de la vida.

MP: En tu obra se siente una desilusión por la vida que contrasta con los colores vivos, ¿es un propósito para despertar?

GD: Quizás es la influencia de los impresionistas que me gustaron mucho cuando tuve la oportunidad de verlos en París fue muy importante porque me gustaban desde siempre. No se si tenga que ver con mi alma francesa, no lo sé…



Detener el tiempo


MP: ¿Algún milagro en tu vida?

GD: No creo mucho en los milagros, la verdad… ¿por qué la pregunta?

MP: No lo digo en sentido religioso… Un milagro pueden ser tus obras, una hija, hijo; nieto…

GD: Todo lo que has nombrado no son milagros… son cosas de la vida…  milagro sería para mi saber si tenemos algo más allá de la vida… Si no hay nada después lo que hacemos aquí, bien o mal,  no tiene sentido…

MP: Para ti entonces hay algo después…

GD: No lo sé… estoy buscando la respuesta…

MP: ¿Y tú pintura es parte de esa búsqueda?

GD: Sí… ya que hablamos mucho de milagros, y esas cosas…

MP: ¿Quieres seguir siendo autodidacta? ¿Prefieres seguir en esta búsqueda por ti misma?

GD: Si, en este sentido si, porque mi manera de pintar es diferente y puede que lo pierda metiéndome a estudiar en una academia; es el principal motivo porque no deseo ponerme a estudiar allí. La medalla tiene dos lados: positivo y negativo. El lado negativo es que llevo más tiempo y  me tengo que esforzar más por hacer lo que deseo, pero aunque sea así, lo prefiero.

El objeto de mi trabajo artístico … es el ser humano, sus sueños felices y sus pesadillas, sus pasiones, su destino, sus intentos desesperados por dejar sus huellas en el ambiente, su herencia más allá del tiempo… viaje existencial del único ser consciente de su muerte, su desafío a la naturaleza hasta la última consecuencia: su propia destrucción.

Hay además frescura en sus lienzos, en las expresiones de amigos, seres queridos, desconocidos que encuentra como el garimpeiro de Brasil o los relajados ciclistas que se reúnen en el bar después de la carrera. El perro animado y feliz junto a la persona que lo cuida con amor.


El garimpeiro


En palabras de Taboada: “… no estamos ante los cuadros de una pintora más, estamos ante la propuesta formal de una artista que desde niña es poseedora de ese don especial: talento y creatividad. Su gran mérito reside en dedicar toda su vida a desarrollar el talento para legitimar el genio…”.

Huella en el tiempo estuvo abierta al público entre el 7 de septiembre y el 12 de octubre de este 2018.





Amistad