martes, 15 de octubre de 2019

Publiperiodismo: de la agresividad a la dulzura

Manuel López, Agustín Yanel y José Membrive


Los medios de comunicación, eterna paradoja. Mientras las grandes empresas se promocionan a través de la imagen de los profesionales del periodismo y alcanzan los niveles de éxito que sospechamos (tanto en ganancias monetarias como en prestigio), los periodistas prestados a esa venta pierden respeto al igual que una profesión que se debe por sobre todas las cosas a la libertad de expresión.

Esa intangible perdida no parece perjudicar ni a las empresas que los contratan, ni tampoco a ellos mismos, que van escalando el espiral de la fama; y, aunque se insista en una ética ligada a todas las cosas que promocionan y realizan, en su mayoría, asociadas a los criterios de calidad que se han cultivado con la trayectoria profesional, para cualquiera que no se deje seducir ni por el medio ni por el mensaje, el asunto es un negocio más, una transacción comercial, de beneficios para ambas partes.

Las motivaciones económicas además tienen un embrujo sobrevalorado en un mundo que a diario paga sus consecuencias, por banales que sean, porque en nada pareciese perjudicar que un periodista del noticiero o un programa de opinión  venda una pasta alimenticia o un seguro de coche.

Si la publicidad es independiente del programa, es decir, lanzada dentro del espacio destinado a ello el asunto reporta una organización más deseable, pero si dentro de una transmisión el periodista mientras hace denuncias ofrece un yogur cremoso, el hecho pasa a ser hasta lastimoso. Basta con escuchar cómo cambia el tono de voz de comunicador: de la agresividad de la denuncia, a la dulzura y sonrisa de la venta.

Todos estos pensamientos y reflexiones sobre esta profesión llena de contrasentidos despertaron de su adormecimiento, la noche del lunes 14 de octubre,  cuando el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona, Manuel López, presentó el libro La ética y los periodistas que hacen publicidad (una promiscuidad prohibida, pero tolerada por la profesión) realizada en el periodo de 1997-2018, editado por Ediciones Carena.

Las empresas e instituciones que invierten en los medios de comunicación mal entienden su relación. Pretenden ser intocables mientras que los finos hilos  de la independencia informativa pasa por su subsistencia económica. Una difícil relación de poder que no ha contado con el respeto a los principios establecidos en normas nacionales y universales, desde hace mucho tiempo, además.

Revisables, discutibles y aplicables no sin antes pasar por un esfuerzo colectivo que bien vale.

El libro fue debatido en la Asociación de Prensa de Madrid donde un grupo de asistentes ofrecieron reflexiones sobre un tema que es antipático y complejo, a la vez, para la comunicación.

López además de docente fue fundador de El Periódico de Catalunya donde escribió al igual que para la agencia Efe y La Prensa, autor de otros libros sobre periodismo y de ficción, motivado continuamente a despertar la conciencia de los estudiantes de esta profesión, sensibilizándolos con trabajos desarrollados en Bosnia, Cuba, Colombia, Ecuador, Israel Palestina, Sahara y Venezuela.

La conclusión principal del libro que es de análisis académico, riguroso, formal: “De lo investigado hasta ahora se desprende que hay un importante número de periodistas de élite que dedican parte de su actividad profesional a realizar anuncios comerciales. Y esto atenta contra un código ético del periodismo. Esta tendencia parece consolidarse y ninguna entidad asociativa o sindical le pone coto”.

El vacío ético o sancionatorio obliga entonces a investigar, debatir  y estudiar referencias como los mismos anexos del libro que contiene el Código  Internacional de la Ética  Periodística de la Unesco y la Resolución 2014/93 de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (Fape) con recomendaciones muy claras de qué hay que hacer aunque en la práctica no sean tomadas en cuenta.

En el epílogo Manuel López señala que el publiperiodismo  “avanza en lugar de retroceder, a pesar de la existencia de numerosos códigos éticos… por lo que se acaba… o se le da carta de naturaleza y nos olvidamos de la división y separación entre periodismo y publicidad, y propaganda…”.

Durante la presentación del libro estuvieron junto a López, Agustín Yanel, fundador de El Mundo y secretario general de los sindicatos de periodismo de España y el editor de Carena, José Membrive.

El texto está servido y es importante, con precisiones que requerirán  arrojo, honestidad y valentía.

Se lo demostramos todos los días al mundo: dar a conocer al otro es abrir un puente, un diálogo.

¿Seremos capaces de deshilachar tantas contradicciones en nuestra profesión? ¿Empezar a corregirlas?

Para comunicarse con el autor del libro : manellopezuab@gmail.com 



domingo, 21 de julio de 2019

Rolando Quero: trabajar sin temores ni fronteras



Rolando Quero, fondo de sus obras


Conocí a Rolando Quero en un acto en el ateneo de Valencia (estado Carabobo, Venezuela). No recuerdo año. Lo observé con distancia  y curiosidad.   

Era el que más destacaba en esa actividad,  no muy trascendente,  inventada para un grupo de periodistas que a veces tienen esa necesidad infructuosa de sentirse protagonistas. 

Imposible imaginar que me uniría, meses o años después, en el gran abrazo de amistad que hoy todavía nos acerca.

Sin vergüenza asumo que es uno de los que más he entrevistado, aunque a mí a todos los artistas que he conocido, me provocan volverles a entrevistar apenas comparto su universo creativo.

He admirado su generosidad al compartir actividades, espacios, mecenas.

A través de sus ojos he visto mucha selva no solo porque me invitó a acompañarle a su exposición cuando Brasilia conmemoraba su 50º aniversario de fundada, sino porque  hay lienzos suyos donde saltan panteras de la noche, para encontrarme y abrazarme en este desvivir.

He conocido por  él a muchos más artistas, Ramón Belisario, José Coronel,  Anna Fioravanti, Luz Marina Rojas, Arturo Contreras y Efraín Nicolayev, entre muchos otros, que se fueron multiplicando, a su vez, en muchos más hombres y mujeres, nacidos para expresar la vida que nace desde ese segundo cerebro: las entrañas.

Galeristas, que en un pasado ejercieron peso,  como Saturno Rojas de Espacio Chroma. Críticos como Gabino José Matos.

Conocí también un mecenas como pocos. Ahora lo puedo decir: Attila Fortner. Un hombre que apoyó a artistas como ninguno. A Zerep. A Rolando. A Belisario. A Coronel. Y a otros que tampoco alcanzaré a mencionar, porque no era de los que alardeaba y mucho menos exhibía su apoyo y sensibilidad por el arte.

Lo regalaba.

Pensando en los demás.

Más allá de sí mismo.

Quero tiene más de cuarenta años en el arte. Vive en Venezuela.

Osadía y valentía total.

Como muchos, no lo olvidemos.

Cada año por lo menos, desde hace diez, presenta una exposición, en los espacios, que sabemos, pertenecen a ese gobierno del que muchos hemos huido.

Es ahora cuando, en este punto y aparte, coloco, arriba del anterior párrafo (de esta entrevista), mis manos unidas, inclinando levemente mi cabeza. Pido, emociono y brindo porque la cuadratura del universo, bendiga la transformación.




MPS: El juego del abstracto ¿infinito? Esa vitalidad que deja el juego del color, sus dominios… ¿deja un vacío coherente en el ser o una rasgadura en el alma? O, por el contrario, es continua retroalimentación para  proseguir...

RQ: Creo que dejan ese vacío en las personas que se enfrentan a mi  obra. Ya que la abstracción se presta a la interpretación de cada quien; es algo que observo a menudo en las muestras que realizo. En especial disfruto mucho con los niños. Son impresionantes sus preguntas y respuestas; sobre lo que ellos sienten al verlas.

Para mí si es esa rasgadura. Al crear siento un sin fin de energías encontradas que salen de las entrañas, como tú dices, del alma. Es algo inexplicable donde mente y manos se hacen cómplices para plasmar en el soporte utilizado bien sea tridimensional o bidimensional un resultado que  llega a lo más hondo de mi ser.

Indudablemente, es esa retroalimentación que experimentamos los creadores para seguir ese sendero, a lo largo de su ir y devenir. Vamos adquiriendo experiencias que nos van alimentando nuestra alma para continuar este camino lleno de colores y magia.

MPS: ¿Cómo has logrado exponer a lo largo de los últimos siete años a nivel nacional?

RQ: Trabajando sin descanso; sin ver a los lados, sin temores, ni fronteras. Siempre he dicho “querer es poder” y ya vez los resultados.

Tal  como me encuentro hoy en día, desde hace tres años con una  laminectomia lumbar, casi sin poder caminar, con la medula espinal presionada por tres hernias discales, con dolores a diario, mis piernas adormecidas y aun así continúo exponiendo y creando.

Tal vez sea debido a la formación que tuve en Europa. No me refiero a la parte de estudios sino las vivencias en aquellos países que me dieron una gran fortaleza y mucha valentía para afrontar los contratiempos de la vida. En estos momentos no está fácil la situación, pero no se hacer otra cosa que  arte; con el cual me case desde hace más de cuarenta años. Se dice fácil pero es un buen recorrido en nuestro mundo del color y la creación.

Agradezco aquellas enseñanzas y consejos a mis profesores que tuve en Francia y España. Tengo un recuerdo muy fresco todavía en mi mente, ya que comencé un poco tarde mis estudios de arte allí en Europa, cuando tenía 28 años: una materia que se llamaba técnica de los materiales en la Facultad de artes plásticas en Bordeaux, orienté y pongo  en práctica a mi retorno en Venezuela, porque estamos en un momento de reinventarse, cosa que inicié  hace varios años atrás, al no encontrar los mismos materiales a lo que estaba acostumbrado en el viejo continente. Por ello no me ha sido difícil trabajar. 

MPS: Pero antes de irte habías comenzado en Venezuela estudios de arte…

RQ: Claro, ya tenía mis pocos estudios aquí…  Cómo olvidar mi primera individual en Valle de la Pascua, a los 21 Años.

MPS: Sostenerte en una Venezuela rota ha sido posible para ti... ¿cómo lo has logrado?

RQ: Siempre me han gustado los retos, cosa que he practicado desde los 16 años cuando me fui a estudiar al estado Trujillo. A esa edad y en aquellos años 70’  estaba adelantado a los tiempos con mi sentido de independencia. No ha sido fácil, pero  estoy contento de haber logrado un sitial con mi trabajo. El secreto es trabajar, como te dije anteriormente sin miedo ni temores, apostando siempre al triunfo y al éxito que todos anhelamos. A mi parecer “no hay muros que no puedas traspasar”.

Hay algo que los artistas tenemos que tener: “patrocinantes”. No son difíciles de conseguir: a cambio de una, dos o tres obras consigues tu objetivo, que es precisamente mover tu trabajo. Funciona. Y es una excelente forma de educar a esos aliados en el mundo de las artes plásticas. Así he trabajado y continúo haciéndolo con la misma intuición, con grandes satisfacciones.




MPS: El paisaje de Villa de Cura... ¿ha curado parte de tu ser?

RQ: Bastante, ha sido un reencuentro con mi país, mis raíces; esos olores; ruidos, del cantar de los pájaros. Son sonidos de mi infancia,  amo mucho estas dos palabras que llevó el nombre de una exposición “Energías Encontradas”, título que me inspiró mi casa, taller galería aquí en Villa de Cura. He tenido varias experiencias.

Diría que han sido extra sensoriales. Nací y crecí en esta vieja casona de casi doscientos años. Es como si me hubiese hecho un llamado acompañarla a continuar erguida como ese Samán árbol centenario que la vio nacer. A su vera, lo que es ahora la placita de las Monjas. Si creo que me ha sanado, ahora me siento tranquilo, con mucha paz interior.

MPS: ¿Cómo te sientes ahora después de más de cuarenta años como artista?

RQ: Me siento satisfecho con mi trabajo hasta ahora. El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos, como quien dice, he trabajado mucho en Barcelona (España). Me levantaba a las cinco de la mañana o a veces amanecía pintando cerámica para la empresa Jullar, durante cinco años, lo cual alternaba con la escuela Massana, en mis estudios de escultura, para luego entrar como diseñador de arte decorativo en empresas como Diseño Seldis, Creaciones Álvarez, entre otras. Y te puedo asegurar, con muchos éxitos en ventas retos, que me dieron una inmensa satisfacción tanto artística como personalmente.

MPS: ¿Qué dejaste en el camino tras los sueños poco reales que se tienen cuando no existe la experiencia en el mundo del arte?

RQ: Es una pregunta que me hace recordar los conceptos que tenían mis padres que en algún momento me decían: “La pintura no tiene futuro,  Rolando” y veinte días aproximadamente antes de irse mi madre, me dijo por teléfono “hijo, pase lo que pase, continua tus estudios de arte, no te regreses a Venezuela”.

Era el año 1988. Yo me había ido  a Francia en 1982. Te digo algo, no tengo nada de qué arrepentirme en ese lapso  de tiempo, que sería hasta la edad de 27 años, llevé una vida muy intensa entre mis estudios de derecho en Mérida que nunca terminé, un cúmulo de experiencias hermosas vividas de las cuales podría escribir un libro. 

Cuando pasas a este mundo del arte, cuando logras entender y penetrar  en el estudio del color, el dibujo, la escultura y las diferentes corrientes que han existido y existen, a mi parecer, tu vida da un vuelco increíble. Hoy en día esos sueños se hicieron realidad.

MPS: Has tenido que sacrificar cosas, ¿cuáles?,  ¿dejaste algo por hacer?

RQ: Sacrificar no creo; tal vez, no haberme casado, pero tuve una muy buena recompensa que fue mis estudios. “Hijos”, tengo muchísimos, regados por todo el mundo. Mis obras. Imagínate cuantas piezas solamente de las artes decorativas están, una que otra, en algún hogar del mundo. Si deje algo por hacer no lo sé.  Soy muy del presente, el pasado pasó. Me importa lo que puedo hacer mañana.

MPS: Entre España y Venezuela está claro que escogiste la segunda, tu terruño, tu raíz... ¿por qué?

RQ: Después de veinte años fuera de Venezuela, es mentira que vas a olvidar tus raíces. Amo infinitamente a Catalunya, me siento muy catalán. De ellos aprendí lo que soy hoy en día. De hecho, mi conducta es muy catalana. En el año 1998 vine por unos días a Venezuela, de paseo una semana santa, y me gustó como estaba el país con buenas expectativas. Ese mismo año volví la primera semana de diciembre y decidí mi retorno. Recuerdo las palabras de mi gran amigo chileno Luis quien me dijo Rolando te ira muy bien en Venezuela. 





Mi decisión la tome en busca de nuevos retos, ya en Europa a mi parecer había logrado llegar a la meta adquiriendo mi nacionalidad Española en el año 95, mis viajes a Túnez, Marruecos y otros con mi nuevo estado Europeo me animaron a reencontrarme con mis raíces. 

Así que armé mi viaje lo que llame en una exposición “El Reencuentro” en el museo de arte Salvador Valero” en Trujillo la cual se la dedique a mi querida ciudad y amigos, Y aquí estoy desarrollando mi trabajo en esta vieja casona bajo la sombra de este Samán contemplando mis círculos mis lunas que aparecen y desaparecen en el infinito.

MPS: ¿Qué recuerdas de tu padre, de tu madre, ahora?

RQ: De mi padre sus divertidísimas bromas junto a mis tíos y amigos. Era un personaje sin duda, alguno espectacular un ser maravilloso, siempre con aquellas bromas como un niño. Mi mama le decía no pareces un viejo, Carlos. Muy bellos y gratísimos recuerdos uno de ellos fue… tendría yo 16 años con mi caballete pintando  él se sentaba en la ventana que da al famoso samán de la placita y me decía los artistas mueren de los pulmones tanto oler esas pinturas. 

Me daba risa.

Mi papa se casó con mi madre cuando ella tenía 16 años. Él 32, fueron muy felices, mi madre, una ama de casa dedicada a los nueve hijos que tuvo y mi padre con su alpargatería con la que sustentaba esta gran familia.

Mi madre, al ser más joven que mi padre, agarró las riendas de familia convirtiéndose en una matriarca, los últimos 25 años de su vida. Jamás olvidaré esta frase de ambos: “No les dejaremos dinero pero estudios y un techo ténganlo por seguro” y así fue…  

MPS: Tus experiencias... dónde quedan...después de pintar…

RQ: Entro como en un letargo de varios días, pensando nuevas metas, algo que no puedo evitar; no te miento. Con mucho positivismo, digo esto ya que después que término una o varias obras y me siento 100 % satisfecho de mi obra, me gusta celebrar un poco este nuevo logro en mi trabajo.

Y unos días después continúan mis sueños, sueños que van tejiendo nuevas formas en mis extractos del paisaje como los define el escritor José Napoleón Oropeza.  Quizás sean amaneceres o tal vez un bello atardecer en mi paleta, naranjas o amarillos filosos como los define el crítico de arte, Gabino Matos Añez. 

Así pues son los sueños de Rolando Quero en este maravilloso y mágico mundo de las artes plásticas.

En su Casa-Galería-Taller RQ, en Villa de Cura, patriótica, con un gran terreno donado para obras benéficas, está también este hombre, amparado por la las luces que se desprenden del universo.

Existen juegos en el tiempo. En las aguas, en los elementos.

En los besos de los amantes.

En el color y las guacamayas que se deslizan en las manchas indivisibles del viento.

Cualquiera cosa que pase, volveremos a reencontrarnos.

El samán de Villa de Cura, testigo.







domingo, 7 de julio de 2019

La orgonita



Firu dibujado por Al Segar


Mi papá se acaba de comprar una orgonita y con ella cree que puede dominar espacio y cielo. Lo hizo después del ensayo de hacerlas él mismo.

Yo intento acompañar a mi padre en sus proyectos: poco a poco fue comprando los materiales. Guantes, mascara, resina, disolvente, piedras de cuarzo. Organizó con serenidad su obra. Puso música especial. Bailó las virutas metálicas.

Mi madre, hermana y yo sin asombro: él es así.

Pasaron semanas mientras completaba todo.  Cuando, por fin, pasó a la última fase me llamó para que lo ayudase. Removí y rellené. El olor era tan penetrante que mi mamá y hermana salieron del piso porque no  soportaron la pestilencia.

Sobró material. Sólo había cuatro hormas y mi padre se agobió bastante por el desperdicio que había causado.

Cuando las desmoldamos, pasada una semana, salieron cuatro torres que habían seguido recibiendo el mimo de las vibraciones de una música que normalmente no escuchamos. 

Hubo satisfacción y tranquilidad.

Se colocó una en la sala donde está el wifi, las otras tres en cada una de las habitaciones.

Mes y medio después solo reina una, la comprada, reluciente, al lado del televisor y, las otras  cuatro, están en el trastero. Mi madre acusó a nuestras orgonitas de no poder dormir.

Mi padre desechó las nuestras porque siguió investigando para poder rebatir el insomnio de mi madre. Fue entonces cuando escuchó en uno de esos tantos tutoriales de YouTube a un tío decir por qué no se debía usar aluminio en su confección. Le creyó y persuadió de tal manera que le encargó esa única joya que ahora está cumpliendo su efecto. O eso creemos.

Por mi parte, lo único que puedo deciros es que sueño despierto. No sé si es algo nuevo. Me gusta sentirme un hombre con poderes. Pulmones anchos para absorber los males que por el aire hay en el mundo. También más veloz para llegar antes que los accidentes. Me disipo en nubes sin volar, queriendo alcanzar cosas que después se me olvidan.

Poderoso. Genuino. Especial. Fuerte. Amado. Querido por todos.

Corro. Vuelo. Salvo. Nunca Pierdo. Siempre gano.

Y me duermo…

Lo cierto es que ahora mi  papa ve menos televisión y estoy jugando menos con el móvil. Compartimos más, por lo menos él y yo. Vemos la noche que nos permite el estrecho balcón y el otro día me dijo que por fin empezábamos a estar menos muertos.

Me lo murmuró mientras miraba de reojo a mi madre, iluminada como estaba, mirando hipnotizada la pantalla, y a mi hermana moviendo la cabeza, producto de esos sonidos que escucha, con los cascos puestos; mientras hacía deberes, mordía una manzana y medio observaba un vídeo en la tablet.

Sin embargo, sigo extrañando a mi gato Firu. Antes dormía conmigo, aunque no tardé en descubrir que ahora lo hace junto a las orgonitas, en el trastero.






Dibujo realizado por Al Segar 




miércoles, 26 de junio de 2019

Fernando Giayetto: el arte es incómodo

Fernando Giayetto

Las mujeres de Fernando Giayetto penetran en colores primarios. Están desnudas. Abiertas. Cerradas. Golpeadas. Felices por el sexo. Ilusionadas por el embarazo.

Se muestran y dinamitan el discurso. No podemos ser indiferentes ante ellas porque  fueron pensadas para decirnos algo. Lo comunican, lo cantan. Nos hacen sentir el golpe oscuro del alma.

Las mujeres somos un tema como cualquier otro, pero en muchos lugares la ignorancia soflama seres invisibles, ignoradas, despiadadamente ultrajadas; tanto en castas de La India como en fiestas provinciales de España.

La presente entrevista ha sido realizada casi en tono epistolar. No conozco personalmente a este artista. Con mucha generosidad respondió las preguntas y aportó todo lo que los lectores bien podrán leer.

Por eso este hombre, también médico, nacido en la provincia de Córdoba (Argentina, 1964) “con un paisaje que combina llanuras y montañas; paisajes muy bellos, cuna de mi desarrollo, formación y crecimiento” enfrenta sus obras  a un público rebosante de preguntas y experiencias.

MPS: ¿Por qué se encuentra en este momento en Italia?

FG: Mi presencia en Italia y Europa está relacionada con mis orígenes (soy bisnieto de italianos), con un proceso personal y con mi desarrollo como artista.

MPS: Su exposición “Derechos” no dejó indiferente a nadie. Simpatías. Malestar. Mujeres solidarias que tampoco sabían muy bien qué hacer. Otras supieron interpretar la infinita lectura del arte consciente y sensible…

FG: Fue mi primera muestra y mi primera exposición a la mirada de los otros, en marzo de 2007. En noviembre de 2006 decidí todo a la vez: comenzar la obra inspirada en esa temática y hacer con ella mi primera exposición y mostrarla el 8 de marzo del siguiente año, en el Día Internacional de la Mujer.


La mujer

En esa aventura me acompañaron, el artista plástico, amigo y maestro en el arte y curador de esa muestra, Roberto Silverio Montiel; también Mónica y Nancy, amigas y compañeras de trabajo y por entonces, también compañeras en la militancia en la lucha por los derechos de las mujeres, en especial por el derecho al aborto y a una sexualidad libre, gozosa y segura; conceptos a los que ahora, pasados doce años, podría agregar, cuidada.

La muestra se realizó en el ámbito de una universidad pública, la Universidad Nacional de la Provincia de La Pampa, situada en la ciudad de Santa Rosa.  Fue la ciudad en la que desarrollé gran parte de mi vida profesional, como médico, cirujano y artista. La exposición estuvo acompañada por una disertación acerca de los derechos de las mujeres y sendas presentaciones, la de una orquesta infanto-juvenil y una performance de baile contemporáneo a cargo de Candela, bailarina y entrañable amiga.

Luego se hizo itinerante con otras presentaciones. La más trascendente fue en la Legislatura Provincial, en la sala de Exposiciones de la Cámara de Diputados de la provincia de La Pampa.

Por las sensaciones e impresiones que fueron plasmadas en el libro de comentarios de la obra y en algunos relatos de los cuales tuve noticias, las imágenes tuvieron, desde el magnetismo atractivo hasta al rechazo; pasando por una variada gama de sensaciones y sentimientos dentro de los cuales la identificación fue, quizás, la más prevalente.


Puedo hacerlo sin miedo 


También hubo mujeres que me dijeron que no podían mirarlas. Hubo un hecho también curioso: una diputada pidió apoyo a sus homólogos, para hacer una declaración de rechazo por parte del cuerpo legislativo para pedir que la obra fuera quitada del espacio público, por lo impúdico de las imágenes.

Aunque sé, de buena fuente, que su intención no fue expresada con el decoro que reclamaba, ya que su demanda verbal fue soez y vulgar. A la par de todo aquello a lo que su mirada pretendía sojuzgar, censurar y prohibir.

MPS: ¿Cuándo y dónde comenzó en el mundo del arte?

FG: Podría decir que desde pequeño. De niño jugaba a ser artista. Aunque  el contexto tenía otros planes para mí, por lo que tomó cuarenta años re-ejercitar esa virtud y poder desarrollar mi deseo de ser artista y, como le gusta decir a mi amiga Lucía, “vivir de lo que haces mientras haces lo que deseas”.

A los 40 años me hice la pregunta sobre si tenía el talento y la virtud de expresarme y plasmar mi mundo imaginario y también el mundo real. Me pregunté si podía darle a mis impulsos artísticos un sentido contextual y significante.

Desde entonces mi obra, y yo con ella, tenemos un devenir colorido, como su paleta; intrincado, como los infinitos contornos y derivadas de sus trazos y trazados. Complejo, como la naturaleza que nos origina y nos rodea. Maravilloso, como la inocencia irreverente y provocadora del niño que aparece junto con ella. Misterioso, ocurrente, simpático y mezquino, como minerales preciosos que han sido sepultados por los procesos conformacionales, propios y ajenos; inevitables y eludibles,  que pugnan por aparecer y aparecer en la impronta de las pinturas.

MPS: Del impresionismo abstracto ha dado un salto para una muestra que se llama Derechos... ¿cómo llegó este cambio, a qué obedeció?

FG: En realidad fue a la inversa. La obra acerca de los Derechos es mi primera exposición pública. Fue en 2007, a poco de haber comenzado a transitar el proceso de re-encontrar al artista; estas figuras aparecen en un momento en el que me encontraba inmerso en el contexto de mi trabajo, por entonces como médico. Y salidas de ese contexto, fueron creadas por la imaginación y la necesidad de decir algo que aún se está expresando; ya no con la forma verosímil de la imagen de un cuerpo, sino en la abstracción impresionista que entremezcla, con los colores, porciones de imaginación y de realidad.


Por favor no vuelvas 


MPS: La mujer maltratada y empoderada está allí. Igualmente desnuda... con los colores primarios... ¿busca un poco hurgar la conciencia?

FG: Sin dudarlo, la mujer, intenta estar ahí o yo intenté que así fuese.  Aunque decirles maltratadas y empoderadas no es mi estilo. La violencia en cualquiera de sus expresiones es un proceso subjetivo, muy complejo y que lo hacemos todos y que lleva la impronta de la cultura en la que se origina o en todo caso con la cultura que prevalece, que domina y decide la forma de sufrimiento; por lo tanto, dejar el maltrato relegado sólo a esa mirada del maltrato, estrecha el campo visual y modera las consideraciones. Le resta mucho del sentido que se hace imprescindible dar y distorsiona aquello que es necesario mirar. 

Empoderar es verbo que evito, aunque entiendo su origen y su sentido: Lo prescindo porque me resulta escaso para explicar lo que se quiere decir y sintetizar al utilizarlo. Y, lo más importante, porque la metáfora que construye remite, en su etimología lingüística, al proceso que violenta, a la colonización, la esclavitud y el maltrato de los individuos a los cuales se somete, se los clasifica y se los ordena según ese orden establecido; el orden del poder.

Dar poder (empoderar) resulta un oxímoron que, como dije, no explica lo que se cuestiona y valida al mismo orden que cuestiona. Ayuda a ocultar aquello de lo que se cree estar hablando para volver a negarlo.

Semejante a la interpretación que nos ofreció Michel Foucault acerca del discurso sobre el sexo y la sexualidad que aparenta hablar y que nos habilita a hablar cuando en realidad es la construcción perfecta de la negación y el tabú.

Como te dije antes, es el niño que provoca e incomoda y, en tal caso hurga, para utilizar tu significante, y lo hace en su conciencia. El niño siempre está ahí, presente, para cuestionar la hegemonía, cualquiera esta sea.

A propósito de la pregunta acerca del “desnudo”, supe decir que éstas eran mujeres sin sus ropas en la cuales lo más visible y expresivo - al menos para mí – está en las posturas corporales y en sus rostros. Aspectos y partes del cuerpo que, en nuestra cultura blanca, occidental y judeo-cristiana, siempre están a la vista, aun cuando no resultan ser las partes más miradas y significadas del cuerpo de las mujeres.

MPS: Las mujeres de “Derechos” llueven sobre elementos: tierra, aguas, selvas... ¿está la mujer más cerca de la naturaleza? 

FG: Los elementos que tú  señalas son signos que el observador podría asociar al verlas. En las pinturas son atmósferas; intentos, desde mi subjetividad, de atreverme a imaginar cómo serían o cómo son los contextos reales  de esas y de cada mujer de las que éstas pueden ser ejemplo.

Son doce obras, con tres temáticas: el aborto, la violencia y la libertad de vientre y del goce sexual (a la que suele llamarse salud sexual y reproductiva). Podrían ser doce individuos; o también podrían ser tres momentos de la vida de cuatro mujeres. Aunque son infinitas las combinaciones posibles.

MPS: ¿Mas cerca del paraíso y por ello indefensa ante los pequeños infiernos que a muchas les toca vivir?

FG: El paraíso. Es una idea que asumo como fantástica y que no está en mi imaginario. Al menos no la que está en el imaginario colectivo atravesado por los sistemas de creencias. Estas imágenes son vitales; aluden a la morbosidad  y a la frescura y al deseo de la carne; a la fragilidad y a la fortaleza del tejido humano. Si quien las mira puede o quiere ver o imaginar seres reales, pues esos seres son vitales y exitosos en términos de supervivencia, porque están ahí, vivas a pesar de ellas mismas y a pesar de todo y de todos. No son seres indefensos; son seres vulnerables y capaces de sobrevivir.




MPS: ¿Qué huellas emocionales le dejó a usted “Derechos”?

FG: En lo personal y subjetivo aquella fue una experiencia plena de satisfacción en lo artístico y en lo emocional. Colmó mis expectativas y me afirmó la idea de que he venido a este mundo, a esta dimensión, con la configuración primigenia de ser artista. Y aunque estas formas de expresarme a través de las artes plásticas quedaron algo relegadas por algunos años, reconozco que mi desempeño como médico, cirujano, ginecólogo y psicoanalista han resultado ser sólo matices de la misma virtud y talento.

MPS: Los colores de su impresionismo abstracto son muy dinámicos. Vitales. Contrastan con esta serie de mujeres. ¿Qué significó apartarse de ese lenguaje ya conquistado... incluso cómodo?

FG: El arte es incómodo. Lo es para mí que lo hago y asumo que también lo es para quien mira la obra, aunque no siempre lo sepa o sea consciente de esa incomodidad y que, para salir de ese lugar, apele a algún recurso de escape o al catálogo perezoso o a la lectura de la crítica para salir de su incomodidad. La comodidad es algo que desconozco como sentimiento, porque es efímera y especialmente en el arte. La comodidad está lejos de la creación.

Desde mi punto de vista, la comodidad es propioceptiva y kinestésica. Uno se siente cómodo en un determinado lugar y momento y, ahí mismo, se debate entre el deseo de prolongarlo indefinidamente y el anhelo de poder volver a recrearlo.


Eequinox


MPS: ¿Por qué?

FG: Porque es finito. Por su parte, la incomodidad es incondicionalmente duradera, no necesita pródromos y el anhelo de evitarla o interrumpirla o abolirla es eficaz, porque una vez alcanzado, se convierte en una obra. Y la incomodidad de la que hablo es más que aquello de la crisis “del blanco” o de las ausencias de inspiración. Eso es un estado en un contexto.

La incomodidad es inspiración; es inquietud, es curiosidad.

Sin embargo entiendo el sentido de tu pregunta y me animo a decir que era más fácil aquello, aunque igualmente incómodo. Lo figurativo, lo concreto, es un relato que funciona; aunque hoy lo siento como un anuncio, porque es visible, se comprende y se lee, digamos fácilmente porque activa la pereza en el observador que cree comprender que, en lo que ve, está el sentido de la obra. Me remite a Magritte diciéndonos: “Ceci n’est pas una pipe” (“Esto no es una pipa”).

A veces quien observa se desconcierta un poco y apela al título de la pintura; aunque y más aún el desconcierto cuando lee que el título de la obra es: “Sin título”. Eso, tal vez, lo haga pensar un poco más, es un dilema a dilucidar y se me ocurre como pregunta analítica: “¿Qué ve y que piensa el individuo que ve y el que mira una pintura?”

Atino a decir que el arte de saber qué pasa por la cabeza de un humano cuando mira una pintura y la imagen que se le representa es una pintura en sí misma. 

Con el tiempo comprendí que, para que eso sea posible, para que cada observador imagine y pinte su propia pintura viendo y viéndose en la que mira, el título y hasta mi firma pueden ser elementos perturbadores tanto como el hecho de explicarle el sentido o la idea o el deseo que he plasmado. Por esas razones evito colonizarlos omitiendo las explicaciones, a menos que se me solicite esa información.

El impresionismo abstracto vino a ser “el salto cuántico”. Surgió cuando pude, o asumí que podía, comprender la abstracción de una idea o de un sentimiento o, mejor aún, de un deseo. En ese orden asumo que lo fui configurando. Y sigo, comprendiendo, explorando, curioseando. Así es y así será. Aquello de la composición figurativa fue el comienzo.

Aun así, admito que la “atmósfera” en la que flotan las mujeres de la serie, construye un entorno sugerente que está abstracto, omnipresente.

En la serie abstracciones, esa serie que Lucía ha dado en llamar Impresionismo Abstracto (de ahí su nombre), cada imagen se construye y se compone en el soporte de un modo en que, aquello que le dio origen, se hace, se deshace y se rehace. El deseo originario.

La abstracción, para mí, es bellamente incómoda.


El guerrero amarillo


MPS: ¿Qué planes tiene a futuro?     

FG: Vivir, pintar; hacer arte; vivir del arte y con arte; en Italia, en Europa y en el mundo. Conocer aquello que no está en los catálogos y pintarlo. Seguir pintando, mis sentires y mis deseos.

MPS: ¿A qué se debe el artista de hoy en día?

FG: A sí mismo y a la posibilidad de  invitar a otros a conocer mi mirada a través de mi obra y a ver “lo que no está en los catálogos”… Invitar a otros a conocer su mirada de sí mismos a través de la obra artística, analítica y anaclítica, si fuere posible y deseado.

MPS: Usted insiste en su visión del arte como impresión…

FG: Si, deseo aportar  algo más acerca de lo que dije de la figuración y la abstracción. Según lo comprendo, el arte figurativo no existe sino en la mirada del observador o del clasificador; en la taxonomía inevitable de la historia del arte o en la mirada y en la necesidad del crítico que necesita traducir para otros, sea para hacer una caracterización estética o una cotización para ponerle un precio (que no es ni será el valor de la obra) para lo cual no tiene mejor perspectiva que cualquier observador u observador cualquiera.

Cualquier artista que pinte, desde un bodegón a un retrato, desde un paisaje a la representación más abstracta e incomprensible de sus fantasías o sus deseos o realidades, inscribe y plasma en su obra las marcas y señales, las improntas de su inconsciente. Nada de lo que vemos ahí es real, ni siquiera en la mera representación realista, realista o surrealista. Vuelvo a Magritte. Y lo digo para argumentar que mi visión del arte es la impresión.

De ese modo se invita y se habilita a que cada quien vea con su mirada, con la que puede y con la que le permite hasta rechazar lo que ve, como aquellas mujeres que no podían ver las pinturas cuyas imágenes la remitían vaya uno a saber a qué, adónde, a cuándo…? no lo sé y no me importa, porque esa es la invitación abierta e incondicional, a mirarse a través del “espejo”, que es la obra que, como Alicia detrás del Espejo (Alice through the looking glassde Lewis Carrol, sea vista por ella misma en su reflejo (verse y verse viéndose) y habitar, vivir y experimentar, por un instante o para siempre, la noción que le ayude a comprender/se, a conocer/se, a aceptar/se, a través de ese mundo imaginario; para continuar su paso por el mundo real, que permanece por fuera de la obra en la que se está mirando. 

Por esto digo que la interpretación es para quienes tienen la necesidad de ver y proyectar/se ignorando qué, porqué y para qué. Ver/se sin mirar/se es como lo señaló Jean Paul Sartre: “El infierno siempre es el otro”.

A mi me ha sucedido algo muy especial con las mujeres de “Derechos”. Desde que las vi les tomé un enorme cariño. Me hicieron temblar. Llorar.

Me emocionaron.

No me fijé en su pubis, que allí estaba.

Vi la amplitud. Hablé con el contraste de sus colores.

Sufran o mueran, destilan; están vivas.

Las cobijaría. Las abrazaría

Cuando somos madres entendemos que todos nuestros hijos, buenos o malos, son parte del todo.

Los derechos allí están pero debemos despertar los instintos.

El corazón es más poderoso.

Allí se esconde el universo.

¡Despertemos!

Infierno Sartreano