Víctor Montoya es un escritor boliviano que desde hace más de treinta años reside en Suecia. Llegó a la redacción de Notitarde con la voz ronca de tanto hablar en los talleres y charlas del 5to. Encuentro de Teatro para Niños "Más allá de los cuentos".
Estuvo, entre otros lugares, en la Cumbre de Canoabo, hospedado en una carpa, limpiándose los dientes con agua del río, para luego brindar un taller integral de literatura, conversar sobre la escritura de su país de nacimiento, del compromiso social del escritor y la tradición oral de los mineros bolivianos.
Nacido en La Paz en 1958, su infancia transcurrió en la población minera Llallagua, al norte de Potosí. En 1976, como consecuencia de sus actividades políticas, fue perseguido, torturado y encarcelado en el Panóptico Nacional de San Pedro y, en el campo de concentración de Chonchocoro, Viacha, escribió su libro testimonial "Huelga y represión".
En 1977, tras ser liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia, donde se graduó de maestro en la Escuela Superior de Profesores de Estocolmo. Allí cursó estudios de especialización. Dictó lecciones de quechua en institutos, coordinó proyectos culturales en una biblioteca municipal, dirigió talleres de literatura infantil y ejerció la docencia durante varios años.
Publicó Huelga y represión (1979), Días y noches de angustia (Premio Nacional de Cuento otorgado por la Universidad Técnica de Oruro, 1984), Cuentos violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999) y Cuentos de la mina (2000).
Dirigió las revistas literarias Puerta Abierta y Contraluz. Es coautor del libro de texto Cuentos de jóvenes y niños latinoamericanos en Suecia (1985). En 1988 obtuvo el premio de cuento breve del semanario Liberación y, en 1993, el primer premio de cuento de Escritores de la Escania. Tiene cuentos traducidos y publicados en diversas antologías, y en varios medios impresos de Europa, EE. UU. y Latinoamérica; escribe reportajes periodísticos sobre diversos temas que investiga y analiza.
¿Cómo ha sido su experiencia con los niños y jóvenes?
Se nota un interés inusitado entre la gente joven dedicada al arte y se ve que Venezuela, como varios países de América Latina, está tratando de integrar la cultura en la vida social de la manera más efectiva. Creo que el trabajo que realiza la compañía de teatro T-Kanela es un ejemplo porque está dirigida a la infancia, un sector de nuestra población olvidada, y no siempre estimulada desde la perspectiva del arte. Llevarle a los niños de los barrios marginales una obra de teatro, literatura o cine implica que se está haciendo conciencia en una sociedad donde vemos a los niños realmente como lo que son, el futuro de un país y además, los futuros lectores de la literatura universal. Si nosotros estimulamos a los niños desde pequeños tendremos asegurada al menos una población que no tenga analfabetismo, que tenga interés por el arte. Eso se hace con el esfuerzo de compañías de teatro.
El esfuerzo que se hace en Venezuela por llevar cultura es un proceso natural en Suecia...
Las sociedades anglosajonas, a partir de la Segunda Guerra Mundial, han tenido un superávit que ha permitido crear las bases de sociedades, posibilitando que los seres humanos realmente lleven a la práctica lo que significa la dignidad humana, lo que significa el respeto a los derechos humanos. Se ha entendido que los individuos además de tener cultura tienen que tener derecho a la vivienda, a tener trabajo a profesionalizarse y esto ha creado un ritmo acelerado.
Por ejemplo, en lo que respecta a la literatura infantil, podemos decir que en esos países sí existe la literatura infantil. Existen escritores dedicados exclusivamente a ella porque escribir para los niños, edad tan sensible en el desarrollo del ser humano, requiere que el artista desde cualquier ángulo, tenga que conocer el desarrollo emocional, lingüístico e intelectual de los niños. Si uno desconoce estos elementos básicos del desarrollo de los primeros años de la vida de un ser humano es muy difícil que pueda hacer el artista que puede llegar a los niños. Entonces, en los países anglosajones, que se diferencian mucho de los nuestros, que son ricos pero a la vez son pobres, pero además de pobres, nuestras culturas no han sabido incentivar a los niños como se debe, aun todavía trabajando este tema. Pero aspiro y espero que en un futuro próximo podamos tener una generación de venezolanos que gusten de la lectura, que aprecien el arte, la pintura, el cine; de venezolanos que además de dignificarse así mismos, puedan dar lecciones al mundo entero.
El día que dejemos de ser mendigos sentados en sillas de oro podremos aportar grandemente. Nosotros tenemos mucho que aportar porque somos el compendio de varias culturas, de muchas lenguas, de una historia enorme.
¿Qué nos falta?
Que podamos engranar mejor todos estos aspectos que son del interés colectivo para el bienestar de la misma comunidad.
¿Cómo llega al periodismo?
Todo lo que he aprendido hasta hoy lo aprendí en Suecia y además en sueco. Me dediqué a la docencia por muchos años pero a la vez hacía siempre periodismo porque mi afán siempre fue el de escribir y en el momento que vi la posibilidad de vivir, sobrevivir, diría mejor, como periodista y escritor, entonces abandoné la docencia y me dediqué estrictamente a la escritura. El periodismo entra en la vida del escritor como una necesidad existencial de querer manifestar opiniones diversas.
¿Enmarcado dentro de la llamada nueva literatura que combina elementos periodísticos?
Así es. El caso mío es el típico ejemplo que escribe, para empezar, en diversos géneros literarios porque abarco la novela, el cuento, el ensayo, la crónica periodística. Es natural que un escritor en su proceso de desarrollo incursione en diversos géneros literarios. Uno de ellos es, en parte, el periodismo, que está muy cerca de la literatura en muchos casos. Las columnas que escribo son casi relatos.
No queda otra que la de tratar de ser auténtico. El escritor tiene mucho por aportar. Como cualquier otro ser humano en la sociedad es un elemento activo y forma parte del mundo cultural, político, de los sistemas económicos.
¿Son muchas las noticias de Venezuela en Suecia?
Muchas, porque se está dando un proceso de cambio que de algún modo preocupa e interesa. América Latina desde hace más de quinientos años ha soportado un grado de colonialismo donde se han establecido una serie de normas de carácter cultural, social y políticas. Cuando se dan cambios, como los que hoy se están viviendo no sólo en Venezuela, sino en Ecuador, Bolivia y Perú, no es otra cosa más que la necesidad de quienes habían esperado durante muchos siglos en la cola de historia. Hoy en día somos nosotros, los que somos indios, los que somos negros, mestizos y blancos también, los que queremos decir nuestra palabra, cuando esa palabra es de justicia social; cuando se está buscando el bienestar de los ciudadanos, cuando se aprovechen las materias primas para el provecho de los pueblos. Esto, desde luego, no siempre bien llevado en algunos casos, por aquello que tanto daño hace en nuestros pueblos que es el caudillismo; de algunos que se consideran una especie de héroes. De la independencia como héroe tuvimos a Simón Bolívar. Que el mismo pueblo diga "basta" por lo que decía hace un rato: ¿Por qué seguir siendo pobres si somos tan ricos? ¿ Por qué siempre tenemos que aceptar una transculturización que nos viene de Estados Unidos o Europa? ¿Por qué tenemos que seguir creyendo que lo de afuera es mejor que lo nuestro? Es hora de que le demostremos al mundo que nosotros también podemos enseñar. Queremos acabar con el apartheid en nuestros países como sucedió en Sudáfrica. Que los pueblos aprendan a autogobernarse (Notitarde, 26/04/2008, Confabulario).-