domingo, 3 de diciembre de 2006

El arte es una gran responsabilidad


La cabellera de veintidós metros de la Sierva María de Todos los µngeles descubierta en una lápida del antiguo convento de las hermanas clarisas de Cartagena de Indias, base del libro "Del Amor y Otros Demonios" de Gabriel García Márquez, le hubiese servido a Sachenka Oropeza para hacer una de sus obras, trabajadas con cabello humano, mucho mas si el color era de cobre intenso tal como se describe en el libro. Sería entonces cómplice de la marquesina venerada en algunos pueblos del Caribe por sus muchos milagros, de acuerdo a la leyenda de apariciones.
Trabajar con el cabello es algo mágico. Yo, desde que me arranco el cabello siento allí algo tan lindo, tan maleable, liviano, sutil, delicado; que aunque te he puesto todas estas características, no tiene nada de débil o de efímero. Lo que le queda de una momia son los cabellos.
¿Cómo negar que Sachenka es hija del escritor, profesor y ahora presidente del Ateneo de Valencia, José Napoleón Oropeza? ¿Que desde hace 15 años trabaja en el Ateneo de Valencia, primero como encargada de la Cátedra de Estudios Libres Ida Gramko y después como coordinadora general, cargo que ocupa en la actualidad? Son asuntos que no pueden obviarse al momento de hacer una entrevista sobre la obra que desde hace algún tiempo empezó a desarrollar.
Ya ha sido reconocida a través de menciones honoríficas que recibiera el año 2005 en la 30 edición del Salón Aragua con "Punto y Raya" y durante este año con "Compases de Espera", obra que recién obtuvo el reconocimiento en la Bienal de Pequeños Formatos de la Universidad de los Andes y que estará exhibiéndose en el Museo Juan Astorga Anta de la ciudad de Mérida hasta el 19 del presente mes y año en curso.
Por vez primera participó en el Salón Arturo Michelena en el año 2004 con "Código de barras" y se prepara para su primera muestra individual pautada para el 11 de febrero de 2007 en Maracaibo gracias a la invitación de Régulo Pachano y Martín Sánchez del Centro Cultural "Lía Bermúdez" que va a itinerar a nivel nacional, posteriormente.
-¿Se te han abierto o cerrado puertas por ser hija de quien eres?
-Cerrado ninguna. Yo trato de ser yo misma.... el otro día le decía a mi hermana: "Quiero cambiarme el Oropeza" porque parece mentira pero me comentan "Mira, Sachenka, aquí en el Michelena mucha gente dice que viene a ver la obra de la hija de José Napoleón...". Entonces lo siento como una marca. No me ha cerrado puertas, pero sí es difícil.
-¿Cuándo sentiste algo especial frente a una obra entendiendo que siempre estuviste muy ligada a lo artístico?
-La primera vez que el arte me llamó la atención fue a los 7 años en el Museo del Prado y, cuando estabamos en el recorrido, vi una pintura de Francisco Goya que me llamó muchísimo la atención que fue "Saturno devorando a su hijo". Me impactó tanto que me quedé como petrificada. No podía dejar de verlo. Al rato José Napoleón me pregunta: ¿Te gusta? Creo haberle dicho que sí.
-¿Tuviste una infancia muy cultural?
-Prácticamente no tuve infancia como una niña normal -dijo mientras soltó una gran carcajada-. Toda mi vida fueron visitas a museos, ir a recitales, bibliotecas y librerías.
-¿Jugaste haciendo arte?
-A los 7 años comienzo con mis primeras indagaciones; con las muñecas. Las amarraba, les ponía mecates, las asía a las sillas.
-¿Cómo fue tu encuentro con ese material tan humano y femenino a la vez como lo es el cabello?
-Como estoy a diario en contacto con artistas y hechos culturales hubo una vez que expuso Emilia Azcárate (residenciada actualmente en Trinidad) con una obra bellísima realizada con material orgánico (ella labora con bosta de vaca) y dentro de la muestra había una pieza que formaba una circunferencia que estaba compuesta por pequeñas círculos de cabello. Cuando la vi, dentro de mí, y fui muy osada al pensarlo, me dije "Eso lo puedo hacer yo". Me gustó aquella liviandad, se veía como flotando. Esa noche comencé a peinarme y peinarme, se me caía el cabello; comencé a intentarlo y después de mucho perseverar logré formar las esferas con mi cabello. Luego trabajé con el pelo de mi gato Gray.
-¿Se reconoce Gray en tus obras?
-Pues no lo vas a creer, pero sí -expresó entre risas-. Cuando estoy trabajando dirige su fino olfato sólo a los pelos que le pertenecen.
-¿Cuándo te decides a participar?
-Mandar algo al Michelena era otro reto porque yo tenía tiempo trabajando, en silencio, pero no me atrevía a mostrar porque estaba en un dilema personal. Me decía a mí misma: Trabajo en el Ateneo, el presidente es mi papá. Cuando asumí enviar la obra al Michelena no le dije nada a José Napoleón y cuando las estuvieron clasificando para la admisión apareció "Apuntes para un paisaje" que fue aceptada.
Tardó un año en elaborarla. Son 3 mil esferas. Se le torció un dedo de tanto tejer y el proceso creativo la remitió a Penélope, eternizada como la mujer que prefirió el espejismo del sueño a la realidad. Tiene un tinte de llano; si el espectador se acerca a la obra ve retículas de Gego, una de las artistas que también ha influido en su obra.
-¿Hilvanar cabellos es un proceso esotérico?
-Va implícito.
-¿Cuál es el legado que quieres dejar?
-Mi aporte al mundo artístico es romper con los esquemas formales en cuanto a técnicas... son muy pocos los que han trabajado con cabello, excepto Emilia Azcárate y Fabiola Sequera al principio de su obra que trabajó con crines de caballo.
"Apuntes de un paisaje" cuando lo comencé era un río... terminó siendo una montaña... porque todas mis obras remiten a naturaleza bajo la técnica de minimalismo. En mi obra siempre intervienen cabello, pelo, aguja e hilo...
-¿Cómo comenzó la creación en sí?
-Cuando yo me inicié en este camino comencé con la línea... para mí, la línea y el punto son los elementos básicos para plasmar todo tipo de obras... las líneas son sucesión de puntos y las esferas son fragmentos de esa línea que es con lo que yo vengo trabajando desde que me inicié en esto del arte... Con la intención de crear en el espacio volumen. En todas mis obras la línea se dobla y se desdobla para formar figuras...
-¿La minuciosidad de tu arte te produce placer?
-El arte es algo que te genera satisfacciones, que te ayuda a crecer espiritualmente, pero a la vez es una responsabilidad, mucho más en mi caso. De repente es una bendición tener un padre como José Napoleón Oropeza, pero a veces digo es un karma también... Lo asumo como un reto y una responsabilidad. Investigo, no dejo de leer. He descubierto un montón de mujeres que han trabajo con lo que es tejido, cabello; me siento conectada con la obra de Emilia Azcárate. Sin embargo he visto obras de otras muchas mujeres que han trabajado con cabello que son Hanna Sterback, Janis Kounelys (en el Centro Pompidou de París está una obra suya, una clineja pegada a una lámina de metal); Kiki Smith y Nanine Antoni.
-¿Cómo logras conectarte con esa energía imperecedera que es el cabello?
-Es una especie de trance porque después que agarro una cartulina y comienzo a malear el cabello comienzo a coser, pegar y tejer. Es mágico... es esperar que los sueños que te cumplen... es una técnica que no dejaría por nada... la trabajaré hasta que pueda...
Lo cierto es que las figuras sugieren. Bien sea los cabellos negros o los pelos grisáceos del gato van construyendo espacios y enredaderas en el torbellino del tiempo. Sin embargo, la obra es equilibrada. Pensada. Un compromiso que ahora la lleva a indagar con crines de caballo para poder sujetar ese material rebelde que forma parte de la libertad de un ser.
El arte siempre tiene algo de indómito y de timbre evolutivo que en Sachenka Oropeza nació viendo un Goya y que después se repitió viendo la Autocrucifixión de Nelson Garrido, años después. ¿Cosa muy distinta a la aparición de la Sierva María de Todos los Angeles, de doce años, arrastrando su cabellera como una cola de novia? (Notitarde, columna Confabulario, 02 de diciembre del 2006).-

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