sábado, 6 de enero de 2007

Pedro Téllez: Desde el punto de vista cultural las televisoras no son defendibles


Marisol Pradas S.
Todo ensayo tiene elementos de realidad y ficción. Verdades y mentiras. Pedro Téllez está escribiendo unas autobiografías que se inventan todos los días: "Madre y padre psiquiatra, dos hermanos y miles de juguetes tenían que proporcionarme una infancia mas bien larga. Nunca salí de la casa de mis padres pero cambié de cuarto varias veces. He dormido y soñado en todos ellos. Mis mudanzas han sido interiores. Cuanto mucho he tenido casas paralelas, de ir y volver. Distinto el caso de mis hermanos; Javier se dedicó a viajar por el mundo, Santiago se encerró en su cuarto y a través de una puerta fue mi preceptor. No recuerdo haber creído en Dios. Continué con las amistades de la cuadra y la escuela; y aparecieron los camaradas. Preferí a los amigos e hice bien. Los veo a veces y milito en el partido a veces. Asumí la escritura como militancia y no al revés. Aunque todos se dispersaron soy el mejor amigo de varios. Mis padres vivieron lo suficiente para que terminara tratándolos como unos hijos..."
Es cierto que sus padres fueron psiquiatras. Que incluso atendieron pacientes en su casa. Que tiene dos hermanos, uno de ellos, pintor. La entrevista entonces giró sobre estas verdades múltiples que cuentan su historia todos los días. Pero lo más importante de este encuentro fue la risa y la espontaneidad de este escritor y también médico psiquiatra valenciano.
Ha publicado los libros de ensayo Añadir comento (1997), Fichas y Remates (1998), Tela de Araña (1999) y La última cena del ensayo (2005), libro con el que ganó en el 2004 un premio en el Certamen Mayor de las Artes que promueve el Ministerio de la Cultura. Colaborador de La Tuna de Oro y Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Para este año espera la edición de Un Naipe en el Camino del Dorado.

¿Por qué te gusta abordar el hecho literario a través del ensayo?
Veo más el ensayo no como un género en sí sino como una escritura que pudiera estar presente esotros géneros. Me gusta hablar de una novela ensayo, un cuento ensayo; o de un ensayo propiamente dicho. Me parece que la literatura ensayística es mejor cuando aflora directamente las cosas y no las cosas a través de la literatura. La mayoría de los ensayos venezolanos son escritos sobre obras pero los mejores ensayos son escritos sobre cosas específicas. Escribir sobre viajes, la muerte o la vida es mejor que escribir sobre lo escrito por otra persona.

Pero en Venezuela hay muy buenos ensayistas...
Si, hay una tradición de los mejores ensayistas importante, aunque últimamente hay un desvío. Una buena parte de los escritores venezolanos se han dedicado a lo inmediato; a lo político, repitiendo ese error de Juan Vicente González, que hizo las crónicas políticas del momento, muy signadas por el odio. Ese odio es como un periódico de ayer. Se observa como grandes escritores, como Manuel Caballero, se dedican a hacer artículos de prensa con una visión muy mediática y antes tenían una obra previa importante. Ves grandes narradores pero se han dedicado muy a lo inmediato aun cuando hay formas más artísticas de abordarlo. Veo que esa literatura venezolana está dictada por el odio... entonces no sé qué podrá salir de allí...

¿Por qué indagas en el pasado dentro de tu tono ensayístico?
Uno es el pasado; el futuro y también el presente. En los textos antiguos a los que te refieres no son tan pasado porque en el momento que los lees son presente, porque viven a través del lector. La literatura está en el lector. Uno está hecho del pasado. No establezco diferencias entre lo actual y lo antiguo; hay como un continuo. La magia del arte es que establece conexiones a través de todos los tiempos.

¿Pero esos libros con los que recreas el ensayo forman parte de tu vida... están en tu casa?
En mi casa hay una gran biblioteca. Es bueno tener contacto con el libro objeto; es agradable. Vamos cada vez hacia una cultura audiovisual, con poco contenido; más plana. Yo no critico eso, pienso que la cultura audiovisual debería ser un complemento; pero lo que hay es un desplazamiento de lo escrito por lo audiovisual hasta tocar ese culto a lo inmediato de algunos escritores. Que deberían ser cineastas o escritores audiovisuales.

¿Eso le ha hecho mucho daño a la literatura venezolana?

A esos escritores fundamentalmente. Sufren un daño interior. La literatura reposa más en los lectores. Siempre que haya un lector habrá un escritor para él.

¿Han aumentado los lectores en estos últimos tiempos?
Creo que no se habían publicado tantos libros como en estos últimos dos años. Vamos a ver si hay lectores para esos libros. Yo no se si sea bueno o malo pero existe como una especie de convergencia que los que leen son los mismos que escriben. Ese publico, ese lector natural, se ha desplazado. Uno entra a una casa y hay más televisores que bibliotecas. Hay un desplazamiento o habrá que buscar si existe una estética por otra vía.
Habló de los soldados que tomaron fotos de las personas que torturaron en la guerra. Imágenes con estética visual, buenos ángulos y composición que hablan de la cultura de estos guerreros; pero con un contenido irrito.
- Ni siquiera es una visión de la guerra que tuvo Goya. Tomaron la imagen como para enviar una foto turística, para enviarlas a sus amigos. Fotos inmorales, técnicamente muy bien realizadas. Esa es la trampa de la cultura audiovisual una especie de estética sobre la superficie sin contenido o con un contenido de los antivalores. Es un divorcio entre el discurso estético superficial y el fondo que debe haber en una obra de arte.

¿Has elaborado un ensayo con el hipertexto de los mensajes de los celulares?
-Ya lo deben haber hecho. Lo único malo de los mensajes de texto de los celulares es que se borran. Si hiciesen un registro de los mensajes estaríamos ante la vida cotidiana de la gente.

¿Tienes la sensación de que este país es una tira cómica?
No. El país es la gente. Vinculo a las personas con el país. Es difícil hacer una visión uniforme de Venezuela. El país está como disgregado en el día a día. Las 24 horas de uno con las 24 horas de las personas que uno comparte y todo eso se vuelve como una cadena...

¿Dónde colocas allí a los medios?
Los medios en Venezuela son difíciles de entender. Ahora que está la polémica de Radio Caracas Televisión: Yo dejé de ver este canal hace 7 años atrás. Es difícil para mi en este momento defender una de las televisoras que yo considero la peor del mundo; la venezolana. Totalmente alejada de lo cultural, para no hablar de lo político; una televisora que trae enlatados. Que ha visto su concesión como un negocio. Es difícil salir a defender a una institución que ha tenido una trayectoria tan poco loable. Lo que pasa es difícil decir las cosas en los medios porque ellos son los que transmiten las noticias. No van a reflejar disidencias. El único caso fue Edmundo Chirinos en un Primer Plano que regañó a las televisoras venezolanas. Desde el punto de vista cultural no son defendibles.
En sus bolsillos cargaba un libro, de la colección Crisolito, de la editorial Aguilar, ideales para leer mientras se espera o se hacen filas para cancelar algún servicio. Se impresionó por los poemas de Laura Antillano a quien conocía como narradora, leídos el pasado mes de diciembre.
-Valencia es una ciudad contradictoria. Pero es una de las pocas donde tu puedes cruzarte en una calle o establecer una conversación con cuatro de los mejores poetas de América Latina: Aquí viven Alejandro Oliveros, Eugenio Montejo, Reynaldo Pérez Só y Ana Enriqueta Terán. En cualquier antología de poesía latinoamericana están ellos. La suerte de los niños de esta ciudad que pueden ir a la casa de Laura Antillano y aprender de ella. Pero también, paralelo a eso ves grandes fallas: Aquí hay cinco instituciones que se dicen museo y ninguna es museo. Esta es una ciudad en la que tú no puedes ver un cuadro de Arturo Michelena porque no hay un lugar donde mostrarlo: Están en oficinas, en casas; pero no en una sala permanente.
Aunque es gran lector de blogs no ha escrito todavía en ellos. Lo inmediato no permite que ni siquiera exista el censor interno, pero también lesiona la relectura. ¿Cómo almacenar la eternidad de la red? Preguntas y respuestas incesantes que encuentra y disfruta Pedro Téllez, pausado inventor de extremos.

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