Hoy domingo 15 de mayo, en las salas azul y verde del Museo de la Cultura, se inaugurará la exposición En Carne Propia de la artista Miriam Perales, una mujer que con mucha humildad, perseverancia y enorme dimensión plástica ha venido trabajando desde los años 90’ en el estado Carabobo
Todos los niños deberían ser llevados de la mano de gente motivadora a ver las exposiciones de los artistas locales, nacionales y del mundo porque en ese ver las obras se les abre el infinito universo de posibilidades que conserva la mente para entender que no solo es real la cotidianidad sino también lo que queramos hacer en la realidad más próxima.
Así como cuando la música y las palabras de un libro les abre los puentes a la imaginación, también escondida en las redes e interconexiones cerebrales, las pinturas, las esculturas, las propuestas en si de los que sueñan y se permiten hacer visibles sus expresiones internas, los llevan a entender que hay otros esfuerzos que buscan el camino de la felicidad.
Más que una retrospectiva a Perales le gusta llamar esta exposición “historia de vida” o “la más individual de mis individuales” porque justo allí ella está plena, mostrando un conjunto de obras en su mayoría inéditas, de gran formato, que comprenden el periodo de cuando trabajaba el cuerpo humano, los torsos, al hombre vivo caminando sobre la tierra, seduciendo y tomando todo su alrededor, con voraz apetito; mientras no ponía en equilibrio su cabeza, sus pensamientos; su verdadera misión en el planeta alterable que habita.
Los trazos de ese periodo del que se podrán apreciar un buen conjunto del total de setenta pinturas son sumamente fuertes. La energía vital de Miriam queda allí. Es imposible separar la obra de su piel y por ello es tan acertado el nombre que le da: Carne propia. Carne viva. Porque así sintió en su momento la pasión al soplo de describir con sus manos la desnudez latente, el sin sentido; el fuego desaguado; la ausencia de un desgarrado Dios a propósito.
Los espectadores podrán ver en la sala azul diez retratos (de los cuales seis son autorretratos); diez animales y dos paisajes; y en la verde los veintitrés cuerpos, rodeadas ambas, de una serie de 24 dibujos reversibles colgantes que se convierten en 48 obras que sin duda brindan un gran atractivo a los espacios, enormes de llenar porque requieren de propuestas tan sólidas como la de Miriam Perales.
Cinco instalaciones proporcionan y completan además esta gran muestra que pocas veces vemos en mujeres venezolanas. Una de ellas es un homenaje a Fernando Sosa, amigo con el que compartió muchos momentos y del que estuvo trabajando por un tiempo su retrato. En una especie de video-instalación se verán los momentos de esa inspiración con intertextos del Génesis.
Otra de las instalaciones es una mirada de afecto a otra gran artista latinoamericana, Ana Mendieta (1948-1985), tras veintiséis años de su desaparición física, artista cubana exilada en Estados Unidos, admirada por Perales justamente por sus inquietudes con el cuerpo y la fusión con la naturaleza, y sus trabajos tanto artísticos como con su propia piel registrados fotográficamente y en algunos videos.
En el texto del catalogo el poeta Carlos Ochoa invita de la siguiente forma a aproximarse a la obra de esta artista: “Desde sus primeros cantos de trabajo hasta la más reciente sinfonía plástica, la obra de Miriam Perales ha merecido los más encomiados elogios y reconocimientos. Esta muestra que recoge lo más significativo de su propuesta, es un suceso artístico que enriquece nuestro medio cultural.
Para adentrarse en el planteamiento de esta artista nacida en Caripito, estado Monagas, y formada en Valencia, es necesario realizar una breve acotación de la mano de la filosofía del arte contemporáneo, en relación a la idea que desarrolla la artista del concepto “mundo sensible”.
Cuando la percepción de la realidad como mundo o parte de él, surge de una fundamentación sensible, esta no se agota con “el algo percibido”, se sostiene indefinidamente en la dimensión subjetiva temporal del “yo psicológico” mientras éste exista. Esta subjetividad entendida como actividad espiritual expresiva, es esencial y determinante en la propuesta plástica de Miriam Perales”.
Colocamos así apenas la introducción de este sensible escritor que es Carlos Ochoa para explicar que Miriam sabe que este es un cierre a una etapa que apenas comienza como lo saben todos los que son llamados a convertirse en artistas.
Su obra actual ya no contiene ese gran formato, es más bien minimalista. De detalles. Como ella misma es. A lo largo de su trayectoria ha trabajado en silencio, a puertas cerradas. Se ha cuidado de no mostrarse mucho, a pesar de sus exposiciones, porque es el infatigable hacer el que manda sobre la mente, el corazón y las manos de todos los creadores. Eso también la ilumina en estas dos salas donde cuelgan sus más profundas expectaciones y también sus más dignas realizaciones
La muestra permanecerá hasta el 30 de junio (Notitarde, 15/05/2011, LECTURA TANGENTE).-
;)
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