domingo, 4 de diciembre de 2011

Adolfo Estopiñán: piel en corazón

Corazón en piel. Es así como Adolfo Estopiñan se expresa desde que descubrió la escultura al hacer una con un pedazo de jabón de hotel. En apenas ese molde trabajado descubrió una fuerza que lo guió a estudiar y dedicar su vida al arte.

Por la ciudad de Valencia pueden observarse muchas de sus obras. Son reconocibles. Apenas se observen sus piruetas y posturas no pasan desapercibidas. Son tan elásticas y gráciles que dominan los espacios que se encuentren, jugando con el tiempo; el área verde hacia el aire.

Hasta el próximo domingo 11 quienes aún no hayan asistido podrán ver veintitrés piezas suyas que reúnen parte de su trabajo conocido y lo nuevo que está haciendo impulsado por las transformaciones que tiene de las mismas vivencias. Si algo tiene el tiempo es que dosifica la efervescencia dejando salir a flote sólo las gotas más finas. Las que vencieron la rudeza de los principios.

El Centro Cultural Eladio Alemán Sucre exhibe, entre otras piezas, Metamorfosis, Equilibrio, Boomerang, El Fénix, Meditación, Pudor, La Piedad, Alma Mater, El Triunfo, Conflicto, La Piedad, Madre en espera, Amantes y Descanso en éxtasis. Sus formas demuestran no solo la habilidad de Estopiñan como escultor sino el continuo reto al que se somete, al imaginar estructuras tridimensionales únicas, alcanzando simetría y estabilidad en el espacio.

“Ellas están logrando lo que buscan”, dice Adolfo, quien aprendió a esculpir mujeres cuando dejó de ser machista; cuando comprendió a su mamá, luchadora, bregadora, quizás sufriendo injusticias de una época todavía más cercada por prejuicios e intolerancias.

Pero hay que explicar además que Estopiñan antes de ser escultor fue mimo, bailarín, fotógrafo, alumno de Tai Chi y todo ello le permitió descubrir el lenguaje del cuerpo, de la gestualidad, de la inexistencia de las palabras para transmitir emociones.

Recordó con especial cariño una coreografía que efectuó en Londres, bajo la dirección de un maestro alemán residenciado allí, que dentro de la programación de una iglesia, hizo que él bailara con una muchacha ciega. Todos los espectadores se conmovieron al terminar la danza que representaba a dos seres humanos haciendo el amor, por la gestualidad y el éxtasis caracterizado.

Trabaja formas geométricas, volúmenes que se reconocen y encuentran. Hace poesía con ellos y toda esa tensión en las posturas buscan efecto contrario: mostrar serenidad, paz; la cónsona resonancia que se puede alcanzar cuando el placer esta conjugado con la espiritualidad.

La maternidad para Estopiñan siempre ha sido, más que un misterio una forma de transmitir, sin pudor, ese limpio proceso de la naturaleza del nacimiento; tan sutil y a la vez tan dramática.

Alma Mater que se encuentra en rectorado de la Universidad de Carabobo resume el parto con la fuerte posición de una ancestral mujer india, de cuclillas, abierta y mostrando la redondez de la cabeza de un niño saliendo de su cuerpo, boca del mundo; inicio y cierre de las fuerzas creadoras.

Justo en esta exposición muestra una nueva maternidad mucho más resumida, apenas la vulva y la sesera de un infante asomada. Una virgen y un globo terráqueo. Un milagro de vida hacia la muerte, que no es fin sino umbral.

“Respiro con ellas” es otro de sus grandes alcances dentro de la pasión de hacer, “de no dejar de trabajar ni un solo día” hasta descubrir el sueño de hacerse. Son días y noches hasta que la obra se erige en la exacta dimensión y expresión que se desea. Son moldes desechados, mucha desarticulación alrededor del taller que consagra la alegría de mostrar modelos rotos o a medio hacer, por todos los rincones, todos con historias.

En la quinta La Isabela también hay una enorme cabeza de un Sátiro que hace brotar el agua y en la misma Universidad de Carabobo hay otras cuatro piezas suyas repartidas por las distintas Facultades. Museos, clínicas, hospitales, escuelas, complejos deportivos y centros comerciales de Valencia son exhibición permanente de su labor.

En los estados Aragua, Bolívar y Zulia hay esculturas de Estopiñan de gran dimensión.

Parte de lo que ha hecho también contiene esa aspiración secreta de que las personas ciegas disfruten de sus esculturas tocándolas; como él las experimenta mientras van saliendo con sudor, con excitación, con el cercano encuentro de emoción y aliento.

La escultura no es asunto sencillo y los retos de Estopiñan han sido cumplidos con embrujo, profundidad y enorme éxito. La materia encuentra figuras y estructuras que reaniman los sentidos: a descubrir el amor por los planteamientos conceptuales que permanecen, que son inagotables, como el mismo rio que nutre aún cuando se retrase la lluvia del cielo.

Piel en corazón, parece también decirnos este artista, maestro dominante “Entre musas desafiantes”, nombre de la exposición, porque nuestro principal músculo también tiene delicada epidermis: venas que son ríos, membranas que son alma, latidos que son fuente de la emocionalidad infinita.

En algún punto todos los artistas, al crear, rozan la luz.  Y aún después de ello, confluye el chorro animado de la vida. (Notitarde, 04/12/2011, Lectura Tangente).-  

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