domingo, 19 de abril de 2015

Sin cuerpo


Año sin cuerpo éste. Uno cree que va y la realidad es que la (lo) llevan a una (uno). Año sin cuerpo y sin voz dos mil quince, no puedo clarificar ninguna otra oración. 
Encima. Desbocado, apenas dejas vivir y la sensación es de un hechizo mal infundado. 
Haciendo una fila de gente (cola, en Venezuela) para adquirir papel sanitario (y sólo porque estaba corta y no me iban a atropellar, ni a clavar un cuchillo),  vi al hombre que estaba detrás de mí. Algo cambiado, con barba, menos gordo: lo conocía. Estuvo enfermo, se recuperó. La vida le dio una segunda oportunidad. Le pregunté por Tuerca, su gato. No sobrevivió… murió atropellado después de mudarse a la zona dónde tuvo que trasladarse para trabajar. Apenas nos tomaron la cédula para corroborar que podíamos comprar ese día, no nos vimos más. 
Por cierto,  nos quitaron por breve espacio de tiempo nuestra cédula, (ID,  en el norte) -cosa ilegal-, por cierto: ¿alguien sabe lo que es esto en este país? Algunos de los afortunados que aún creen y trabajan casi por nada, ¿lo saben? Profesando y haciendo por un invento ideológico, aunque sean buenos e inocentes, ¿lograrán limpiar karma?
No lo vi más. Corrí a pagar porque más nada tenía allí que comprar. Todo excesivamente caro y todos repetimos que es una suerte encontrar lo que a duras penas hallamos porque ello es parte de una realidad. 
¡Alegria!, me viene el grito sonoro de una canción de un circo moderno.  ¿Tantos ensayos merecen aplauso por más que el resultado sean movimientos ejecutados a la perfección?
No lo sé. 
Desde hace años preferiría menos actores y mejores políticos. 
Clandestino performance. 
Después me encontré con una compañera de postgrado, Amalia, tan “equilibrada” como siempre, guardaba la perfecta inestabilidad que también corría por sus pensamientos. 
Comenzó a decir lo que buena parte de los venezolanos opinan. Lo que algunos no pueden ni quieren decir. Lo inentendible. Comentó además que cualquier pareja que se embarazara en estos momentos estaba loca.
Le conté, por mi parte, que dos amigos jóvenes se estaban casando porque justamente ella había quedado embarazada y deseaban con todo el corazón tener los bebés.
Ella no pudo entenderlo.
Le dije además que estaban felices cuando les dijeron que eran morochos o gemelos. Creo lo primero más que lo último.
- ¡Están locos! ¿Tú sabes lo que en estos momentos significa comprar leche, adquirir pañales? Las redes sociales están siendo utilizadas para hacer trueque e intercambiar productos que no se consiguen. Ayer lloré… Desde hace meses no consigo el alimento de mi hijo pequeño. 
- Amalia… están felices… y no son unos locos. ¿Por qué las condiciones externas tienen que dañar tu fe cuando tú sabes muy bien que la felicidad nada tiene que ver en ello?
Ella es contadora. No puedo inyectarle cosas que,   a priori,  ella dice no entender. 
Mi pareja embarazada está feliz. Saben que tendrán que pasar trabajo para comprar pañales y para alimentar a los hijos que vienen juntos, pero la verdad es que no se pueden olvidar las buenas razones de la vida por más adversos que sean los tiempos. 
Amalia no me entendió. 
Ellos tampoco concibieron las preocupaciones de Amalia. 
No hace falta que se conciban, pero sí que se comprendan. 
Vivimos sin cuerpo este año. Se nos lleva toda nuestra energía sin que sepamos muy bien a dónde. De lo que sí estamos seguros es que cuanto más despertemos, dejaremos la ignorancia a un lado. Ello solo se consigue haciendo lo que pocos hacen: meditando, entregando el amor y la conciencia sin limites por y hacia los demás. Sin otro mayor beneficio que hacerlo. Ni siquiera hace falta fe, ni sobrevaloración de lo que hacemos. 
Sólo hay que forjarlo. Con esfuerzo sencillo y mucha voluntad. Tranquilizar la mente, es el primer paso. Lo aseguran grandes maestros conscientemente reencarnados como Shamar Rinpoche, por quien este mes elevamos plegaria tras el primer aniversario de su partida. 
Me uno por igual a Amalia y a mi pareja feliz. Ambos forman parte de mi comprensión. Entiendo que el mundo brilla inclusive para la araña mona que se presentó el otro día en mi puerta y a la que no puedo invitar a entrar a mi casa. 
Pero estoy con la pareja contenta de estar embarazada aún en esta época. No le echo la culpa a la falta de condones ni a la tragedia de ese falso sentimiento nacional. Ni a la falta o sobra de conciencia. 
La vida es bella y ese brillo nada ni nadie lo oscurecerá. 
Insisto: es éste un año sin cuerpo. Tampoco su Alma nos interesa (Notitarde, 19/04/2014, Lectura Tangente).- 
http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Sin-cuerpo-/2015/04/19/507041/

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