Y si atrapa la obra de
este artista, aún más lo hace este hombre de ideas sencillas, orientado en la
limpieza, en la pureza, en la precisión, el concepto claro frente a sus
lienzos, que nacen del largo recorrido de sus venas. Vibraciones ahora
perceptibles en surcos delicados o gruesos. Figuras que van relatando nuevas
posiciones.
Diluido
y Sincrónico es el fundamento de su propuesta estética aunada a una filosofía
práctica de vida, inmersa en la
disciplina del pintar.
Camina
todos los días por la urbanización donde vive en la ciudad venezolana de
Valencia (estado Carabobo), con su perra belga, ordenando pensamientos, decisiones y disfrutando de las
sensaciones que ofrecen el aire, el sol; los olores que se desprenden de
cualquier cosa viva, encontrando las razones para seguir en el universo vital
del que busca rodearse.
MPS:
¿Cómo ha sido tu andar en este oficio?
OV:
Ya
en mis primeros años de labores creativas, observaba con atención a los
llamados maestros de la pintura y, con sorpresa, no veía señales de
transformación espiritual y debatía, en mi interior, sobre la misión del arte:
si el arte no me servía para ser mejor persona,
iba a experimentar una enorme pérdida ante la vida.
La
pintura, en consecuencia, era la puerta
de entrada, una manera de mirar, una actitud frente a la realidad.
MPS: ¿Después de todos estos años como creador
sientes que ya has llegado a una realización “para no pasar por la tierra en
vano”?
OV:
A estas alturas de mi vida creo que estoy llegando a una conclusión. He sido un admirador de la vejez. Toda mi vida, la he
considerado como la parte más fructífera del ser humano porque se concluyen un
cúmulo de experiencias y a la vez se tiene el
sosiego para poder reflexionar.
MPS:
¿Sientes que estás en el lugar y en el
tiempo correcto?
OV:
Estoy plenamente convencido que estoy en el lugar y en el sitio indicado, que
no podía irme a vivir una experiencia distinta a la que estoy viviendo. Sí creo que hay que demoler la solidez de nuestros argumentos, razonamientos y
nuestras verdades. Creo más en las relaciones cuánticas de la vida y de las
personas. Con estos criterios, de traslúcidos y sincrónicos, me pulverizo,
me diluyo, con estas verdades.
MPS: ¿Qué ha sido lo más difícil en este camino del
arte?
OV:
Me costó aceptar el perfeccionismo imperante a lo largo de toda mi producción y
el no encontrar respuestas en el momento deseado, sino años después, cuando fueron ratificadas ciertas propuestas
realizadas.
MPS:
¿Te preocupa el tiempo y lo que toca
ahora vivir?
OV:
Es algo que me preocupa, por lo que en los próximos diez años voy a desplegar de una forma libre y espontánea todo lo que se
viene a mi mente, a mi sentir, a mi espíritu como parte de una respuesta sincrónica con el mundo.
Esto quiere decir, que no me voy a sentir ni relegado por la vejez o la
carencia económica, sino que me voy a
permitir el lujo de hacer lo que me da la gana. Si de algo sirve, eso debe ser
realizado en estos momentos históricos
de mi país, de mi vida. Sintonizarme con
gente que no le tenga miedo a la aventura creativa. He observado que se tiende
a acobardarse uno con relación a esto. Por allí van mis inquietudes…
La
parte que más me ha preocupado fue sentir que la pintura no servía para
nada y pasé muchos años en ese dilema. Esto
me hizo entender que pintar es como la cocina, si se come todo los días, debemos
aprender a alimentarnos con creatividad. Llegar a esta síntesis, ha demolido,
ha devastado, mis hijos, mi familia, mis relaciones. Ha sido de mucha
autodestrucción, en ciertos momentos, de mucho reciclaje de muchas situaciones.
En cierta forma, han sido siempre las mismas búsquedas. Buscar la alegría de vivir, de estar en el
mundo, en esta brevedad -que cuando uno comienza a disfrutar de sus dádivas, es tiempo de irse-, un poco cruel la cosa… Pero yo no puedo transmitir ese mensaje en mi
obra, ella debe ser un canto a la vida, el bien más preciado. Emular en mi
trabajo su espontaneidad.
MPS: Por ello has creado un lenguaje diferente y personal…
He
buscado, curioseado, en la manera de hacerme de
un alfabeto personal que conjugue verbos, con la imagen, lo sugerente,
lo caótico, lo armónico, en procura de una belleza pura y simple con los
instrumentos de precisión que da lo artesanal, lo melódico, lo musical. Es
desear y sentir una entrega de cuerpo y alma, una pasión de dejar el resto en
la tela, el lienzo, el papel. Creer que se hace la obra definitiva, en cada
incursión.
MPS: ¿qué es crear para ti?
Crear
es un privilegio, un libre albedrio, darle vida a las visiones, con sus
estadios. Muchas veces, no grato e incluso doloroso. La pintura se me antoja,
más bien como un decreto, un manifiesto, una fe de vida. Sentencia, acta de
defunción, epígrafe, una condena a muerte. Todo esto se diluye, desfragmenta y
esparce en el espacio del cuadro que pide a gritos vivir en paz, sin los
perjuicios que le acarrea la imagen yuxtapuesta. Desea ser una obra soberana
libre de su hacedor, plena y total.
MPS: ¿Por qué traslúcido?
OV:
Al paso del tiempo y la vejez no les tengo miedo, los he añorado toda mi vida y
ya próximo cumplir sesenta años,
pináculo de toda la creación de cualquier artista, porque está comprobado que
es cuando se dan frutos particulares y genuinos, puedo decir que he apostado mucho a eso.
Sí,
admito que estoy en el lugar y en el
momento indicado, agradecido de saber que estoy viviendo toda esta experiencia,
en mi propio país, en mi propia vida y con las crisis propias de la creación,
me he mantenido indagando permanentemente; puedo decir que sí me siento
coherente.
Traslúcido
y sincrónico es la manera como toda la rigidez de una piedra se pulveriza. Al
ponerle cualquier líquido ya no va a
pintar de una forma sólida, sino traslúcida. Esto es un poco lo que va pasando cuando uno deja
de pensar en las cosas absolutas.
MPS: ¿Fragmentas lo íntimo del espacio?
OV:
Parto del paisaje que ha estado conmigo desde que empecé a pintar, yo me siento
como dice el Tao: “desde la eterna no existencia contemplo en calma el
misterioso origen del universo”. No dejo de asombrarme, observando la
naturaleza, de sus bondades, de su generosidad, de su esplendor. No sé si el
ser humano puede llegar a ser protagonista de todo, en cierta manera va aunado a ese gran
escenario y yo volteo la mirada hacia él,
en el entendido, que ya todos estamos inmersos, y pregunto por qué no darnos
cuenta de eso que nos abriga, nos cobija, nos oxigena, nos ilumina. Allí cuánto
sucede es bueno, dentro de un entorno divino, y eso es de lo que yo sigo
todavía sorprendido.
MPS:
Serenamente encuentras respuestas…
OV:
Agregando también que yo quemé las velas de la prisa y la indecisión, en cierta
manera, quemé las velas para no retornar al estereotipado, el concebido dentro
de lo que son los parámetros de una sociedad. He buscado mi camino en el arte y
como tal le estoy pidiendo y le estoy sacando al arte las respuestas que he
buscado. Me ha parecido que la vida más
que cantidad es calidad. Realmente es una obra nada más la que se me pide tal
vez por hacer, por ahora, pero digamos no entro dentro del atropello de mi
mismo haciendo una actividad productiva que me atropelle la reflexión. La meditación
siempre ha sido fundamental para todo lo que realizo.
Coincido
con José Coronel en que lanzarse desde un avión sin paracaídas como lo
es el arte abstracto, el arte informalista que no obedece a criterios de
consumo, no deja de ser una manera de no tenerle miedo al devenir. Una forma de
también volver a sentir esa pasión, ese intercambio de energía, las ganas de
vivir, las ganas de pintar, las ganas de
expresarnos.
MPS: No puedo dejar de preguntar: ¿cómo está el
arte en Venezuela hoy día?
OV:
No necesito salir a ver cómo está el arte, digamos ver cómo está el movimiento
de galerías, cómo están mis colegas, mis compañeros, para darme cuenta de una
situación que es muy triste, por una parte, porque hay una toda una generación
de personas que iban embaladas haciendo
todo un proceso creativo y les pasó como a los profesores universitarios:
después que pasan toda una vida estudiando, que ya logran la plenitud de toda
su información que pueden sentarse a desarrollar sus teorías y pueden asesorar;
terminan jubilándolos porque hay que desocupar el cubículo. Hay mucha merma de
recurso humano, mucha pérdida de talento, vamos a ver si puedo llamar menoscabo
a algo que está ahí, pero que no está pasando a la generación futura, que no
está siendo capitalizado, que no está siendo compilado de una forma
culturalmente idónea.
MPS:
Pérdidas, en todo caso…
OV:
Si entendemos cultura como un sembrar, un cuidar y un cosechar, no estamos
cosechando de lo que hemos sembrado, de una manera siniestra diría yo, se
quiere acabar con toda esta generación y acabar desde todo punto de vista, que
es como decir que no existen, decir que nunca existieron y tapar el sol con un
dedo.
Hablo
mucho con mi amigo Octavio Ruso, profesor universitario ya jubilado y él me
sirve un poco como para darme cuenta qué le pasaría a un maestro después de
toda una vida, al que no le están dando la atención debida. Considero que voy a
hacer todo lo posible por no ser material de desecho.
Nací
en el momento en el que todavía los críticos de arte no eran bien vistos y, hoy
por hoy, no solamente están vigentes sino que se honran y se necesitan de una
manera urgente dentro de nuestra cultura.
Hablar
de Venezuela es hablar de una tierra de oportunidades: si hubo segunda mundial,
si hubo guerra civil española si hubo todas esas conflagraciones que dieron el
carácter y personalidad a un país, esta situación tiene y reviste ese tipo de
importancia. Entonces estar aquí, en este campo de batalla, es también una
forma de vivir esa tragedia, pero
también darle una respuesta. Yo me apego mucho al Sistema de Orquestas Infantil
y Juvenil de Venezuela como una respuesta de revolución cultural y que ha
sobrevivido todos los gobiernos, incluso esta dictadura. Eso me parece
importantísimo, que si no tenemos premios nobeles de literatura, tenemos la
música como nuestro premio nobel.
MPS: La política del menosprecio…
OV:
Se hacen censos de cualquier cosa, ahora se hace censo para la comida, una cosa
altamente costosa, muy burocrática y bueno de desgaste realmente, pero el
censo, el inventario de creadores, de gente que está haciendo cultura; arte, de cualquier índole, no ha aparecido. En
estos tiempos, desde luego es fuerte decirlo, pero es que no quieren saber sino
de un replanteamiento, así como cuando se le echa fuego al cañaveral, supuestamente, preparando la tierra para una
nueva cosecha. El desgaste es tremendo.
-Tú
ves que eso no obedece a un criterio de cultivo o en nuestro caso, a un
criterio de cultura, mucho menos. En todo caso hay una mala concepción de lo
que es la cultura como que si los artistas están en contra de la sociedad
cuando es todo lo contrario: somos los grandes catalizadores de todo el sentir, de toda la manera de vivir;
la idiosincrasia de una nación. No sé si voy a verlo pero yo voy a hacer mi
parte. No niego que tal vez en un momento dado, digamos, me coloque en un
escenario más distante a esta realidad, pero por ahora estoy en el caldero del
fuego aquí, en el crisol de todas las situaciones, tratando de no informarme
mucho para poder vivirlo y sentirlo de una manera desprejuiciada. No quiero
tomar partido en esa situación porque quiero defender el paseo de mi perra
diariamente y mi condición de ciudadano en este contexto, en esta nación, y mi
oficio de artista.
MPS: Tocar, pintar, reflexionar, abrazar, extrañar,
¿crecer siempre?
OV:
Sentir esa fuerza humana que todos tenemos y que nos da ese aliento de seguir y
continuar, me da la visión de decir que Venezuela es un gran cuadro
informalista, nada racional, nada lógico, nada ordenado, muy lejos del
constructivismo y del cinetismo, de todas estas cosas que fueron escenarios
idealistas. Hoy por hoy vivimos en esta situación donde tenemos que hurgar en
la basura y sacar ahí un reciclaje de todo lo que en cierta manera nos está
dejando esta gente.
El
arte es el vaso comunicante, la máquina del tiempo que desmenuza y conjuga
cada hebra del verbo amar, es el catalizador que fragua las ideas.
Pintar es más que imagen, es la alquimia de los fluidos, en el crisol de las
altas temperaturas, produciendo metales preciosos surgidos de lo más profundo
de la naturaleza, de su propio origen (Publicada en la edición aniversaria de Revista Artefacto)
Excelente reporte de la periodista Marisol Prada para recoger y expresar en un artículo la importancia de la estética del pintor Oscar Villamizar en la particular visión de este artista de asumir la vida y el arte. Felicitaciones a ambos
ResponderEliminar