martes, 26 de septiembre de 2017

Oscar Villamizar: Venezuela es un gran cuadro informalista


 

 Oscar Villamizar sorprende por la armonía conceptual de su obra. Sus pinturas convierten el mundo material en un hallazgo. Reconocemos sitios cotidianos,  rescatados de la monotonía, comprimidos en un espacio que rinde tributo al orden y al caos, distribuidos en una dimensión más apetitosa: son trazos que se integran en la medida que los ojos los descubren.

Y si atrapa la obra de este artista, aún más lo hace este hombre de ideas sencillas, orientado  en la limpieza, en la pureza, en la precisión, el concepto claro frente a sus lienzos, que nacen del largo recorrido de sus venas. Vibraciones ahora perceptibles en surcos delicados o gruesos. Figuras que van relatando nuevas posiciones.

Diluido y Sincrónico es el fundamento de su propuesta estética aunada a una filosofía práctica de vida, inmersa  en la disciplina del pintar.

Camina todos los días por la urbanización donde vive en la ciudad venezolana de Valencia (estado Carabobo), con su perra belga, ordenando  pensamientos, decisiones y disfrutando de las sensaciones que ofrecen el aire, el sol; los olores que se desprenden de cualquier cosa viva, encontrando las razones para seguir en el universo vital del que busca rodearse.

MPS: ¿Cómo ha sido tu andar en este oficio?

OV: Ya en mis primeros años de labores creativas, observaba con atención a los llamados maestros de la pintura y, con sorpresa, no veía señales de transformación espiritual y debatía, en mi interior, sobre la misión del arte: si el arte no me servía para ser mejor persona,  iba a experimentar una enorme pérdida ante la vida.

La pintura, en consecuencia,  era la puerta de entrada, una manera de mirar, una actitud frente a la realidad.

MPS: ¿Después de todos estos años como creador sientes que ya has llegado a una realización “para no pasar por la tierra en vano”?

OV: A estas alturas de mi vida creo que estoy llegando a una conclusión. He sido  un admirador de la vejez. Toda mi vida, la he considerado como la parte más fructífera del ser humano porque se concluyen un cúmulo de experiencias y a la vez se tiene el  sosiego para poder reflexionar.

MPS: ¿Sientes que estás en el lugar y en el tiempo correcto?

OV: Estoy plenamente convencido que estoy en el lugar y en el sitio indicado, que no podía irme a vivir una experiencia distinta a la que estoy viviendo. Sí  creo que hay que demoler la solidez  de nuestros argumentos, razonamientos y nuestras verdades. Creo más en las relaciones cuánticas de la vida y de las personas. Con estos criterios, de traslúcidos y sincrónicos, me pulverizo, me  diluyo, con estas verdades.

MPS: ¿Qué ha sido lo más difícil en este camino del arte?

OV: Me costó aceptar el perfeccionismo imperante a lo largo de toda mi producción y el no encontrar respuestas en el momento deseado, sino años después,  cuando fueron ratificadas ciertas propuestas realizadas.
 
 

MPS: ¿Te preocupa el tiempo y lo que toca ahora vivir?

OV: Es algo que me preocupa, por lo que en los próximos diez años voy a desplegar  de una forma libre y espontánea todo lo que se viene a mi mente, a mi sentir, a mi espíritu  como parte de una respuesta sincrónica con el mundo. Esto quiere decir, que no me voy a sentir ni relegado por la vejez o la carencia económica, sino que  me voy a permitir el lujo de hacer lo que me da la gana. Si de algo sirve, eso debe ser realizado en estos momentos  históricos de mi país, de mi vida.  Sintonizarme con gente que no le tenga miedo a la aventura creativa. He observado que se tiende a acobardarse uno con relación a esto. Por allí van mis inquietudes…

La parte que más me ha preocupado fue sentir que la pintura no servía para nada  y pasé muchos años en ese dilema. Esto me hizo entender que pintar es como la cocina, si se come todo los días, debemos aprender a alimentarnos con creatividad. Llegar a esta síntesis, ha demolido, ha devastado, mis hijos, mi familia, mis relaciones. Ha sido de mucha autodestrucción, en ciertos momentos, de mucho reciclaje de muchas situaciones. En cierta forma, han sido siempre las mismas búsquedas.  Buscar la alegría de vivir, de estar en el mundo, en esta brevedad -que cuando uno comienza a disfrutar  de sus dádivas, es tiempo de irse-,  un poco cruel la cosa…  Pero yo no puedo transmitir ese mensaje en mi obra, ella debe ser un canto a la vida, el bien más preciado. Emular en mi trabajo su espontaneidad.

MPS: Por ello has creado un lenguaje diferente y personal…

He buscado, curioseado, en la manera de hacerme de  un alfabeto personal que conjugue verbos, con la imagen, lo sugerente, lo caótico, lo armónico, en procura de una belleza pura y simple con los instrumentos de precisión que da lo artesanal, lo melódico, lo musical. Es desear y sentir una entrega de cuerpo y alma, una pasión de dejar el resto en la tela, el lienzo, el papel. Creer que se hace la obra definitiva, en cada incursión.

MPS: ¿qué es crear para ti?

Crear es un privilegio, un libre albedrio, darle vida a las visiones, con sus estadios. Muchas veces, no grato e incluso doloroso. La pintura se me antoja, más bien como un decreto, un manifiesto, una fe de vida. Sentencia, acta de defunción, epígrafe, una condena a muerte. Todo esto se diluye, desfragmenta y esparce en el espacio del cuadro que pide a gritos vivir en paz, sin los perjuicios que le acarrea la imagen yuxtapuesta. Desea ser una obra soberana libre de su hacedor, plena y total.
 
 

MPS: ¿Por qué traslúcido?

OV: Al paso del tiempo y la vejez no les tengo miedo, los he añorado toda mi vida y ya próximo  cumplir sesenta años, pináculo de toda la creación de cualquier artista, porque está comprobado que es cuando se dan frutos particulares y genuinos,  puedo decir que he apostado mucho a eso.

Sí, admito  que estoy en el lugar y en el momento indicado, agradecido de saber que estoy viviendo toda esta experiencia, en mi propio país, en mi propia vida y con las crisis propias de la creación, me he mantenido indagando permanentemente; puedo decir que sí me siento coherente.

Traslúcido y sincrónico es la manera como toda la rigidez de una piedra se pulveriza. Al ponerle  cualquier líquido ya no va a pintar de una forma sólida, sino traslúcida. Esto  es un poco lo que va pasando cuando uno deja de pensar en las cosas absolutas.

MPS: ¿Fragmentas lo íntimo del espacio?

OV: Parto del paisaje que ha estado conmigo desde que empecé a pintar, yo me siento como dice el Tao: “desde la eterna no existencia contemplo en calma el misterioso origen del universo”. No dejo de asombrarme, observando la naturaleza, de sus bondades, de su generosidad, de su esplendor. No sé si el ser humano puede llegar a ser protagonista de todo,  en cierta manera va aunado a ese gran escenario y  yo volteo la mirada hacia él, en el entendido, que ya todos estamos inmersos, y pregunto por qué no darnos cuenta de eso que nos abriga, nos cobija, nos oxigena, nos ilumina. Allí cuánto sucede es bueno, dentro de un entorno divino, y eso es de lo que yo sigo todavía sorprendido.
 
 

MPS: Serenamente encuentras respuestas…

OV: Agregando también que yo quemé las velas de la prisa y la indecisión, en cierta manera, quemé las velas para no retornar al estereotipado, el concebido dentro de lo que son los parámetros de una sociedad. He buscado mi camino en el arte y como tal le estoy pidiendo y le estoy sacando al arte las respuestas que he buscado.  Me ha parecido que la vida más que cantidad es calidad. Realmente es una obra nada más la que se me pide tal vez por hacer, por ahora, pero digamos no entro dentro del atropello de mi mismo haciendo una actividad productiva que me atropelle la reflexión. La meditación siempre ha sido fundamental para todo lo que realizo.

Coincido con José Coronel  en que  lanzarse desde un avión sin paracaídas como lo es el arte abstracto, el arte informalista que no obedece a criterios de consumo, no deja de ser una manera de no tenerle miedo al devenir. Una forma de también volver a sentir esa pasión, ese intercambio de energía, las ganas de vivir, las ganas de pintar,  las ganas de expresarnos.

MPS: No puedo dejar de preguntar: ¿cómo está el arte en Venezuela hoy día?

OV: No necesito salir a ver cómo está el arte, digamos ver cómo está el movimiento de galerías, cómo están mis colegas, mis compañeros, para darme cuenta de una situación que es muy triste, por una parte, porque hay una toda una generación de personas que iban embaladas  haciendo todo un proceso creativo y les pasó como a los profesores universitarios: después que pasan toda una vida estudiando, que ya logran la plenitud de toda su información que pueden sentarse a desarrollar sus teorías y pueden asesorar; terminan jubilándolos porque hay que desocupar el cubículo. Hay mucha merma de recurso humano, mucha pérdida de talento, vamos a ver si puedo llamar menoscabo a algo que está ahí, pero que no está pasando a la generación futura, que no está siendo capitalizado, que no está siendo compilado de una forma culturalmente idónea.
 
 

MPS: Pérdidas, en todo caso…

OV: Si entendemos cultura como un sembrar, un cuidar y un cosechar, no estamos cosechando de lo que hemos sembrado, de una manera siniestra diría yo, se quiere acabar con toda esta generación y acabar desde todo punto de vista, que es como decir que no existen, decir que nunca existieron y tapar el sol con un dedo.

Hablo mucho con mi amigo Octavio Ruso, profesor universitario ya jubilado y él me sirve un poco como para darme cuenta qué le pasaría a un maestro después de toda una vida, al que no le están dando la atención debida. Considero que voy a hacer todo lo posible por no ser material de desecho.
Nací en el momento en el que todavía los críticos de arte no eran bien vistos y, hoy por hoy, no solamente están vigentes sino que se honran y se necesitan de una manera urgente dentro de nuestra cultura.

Hablar de Venezuela es hablar de una tierra de oportunidades: si hubo segunda mundial, si hubo guerra civil española si hubo todas esas conflagraciones que dieron el carácter y personalidad a un país, esta situación tiene y reviste ese tipo de importancia. Entonces estar aquí, en este campo de batalla, es también una forma de vivir  esa tragedia, pero también darle una respuesta. Yo me apego mucho al Sistema de Orquestas Infantil y Juvenil de Venezuela como una respuesta de revolución cultural y que ha sobrevivido todos los gobiernos, incluso esta dictadura. Eso me parece importantísimo, que si no tenemos premios nobeles de literatura, tenemos la música como nuestro premio nobel.  

MPS: La política del menosprecio…

OV: Se hacen censos de cualquier cosa, ahora se hace censo para la comida, una cosa altamente costosa, muy burocrática y bueno de desgaste realmente, pero el censo, el inventario de creadores, de gente que está haciendo cultura;  arte, de cualquier índole, no ha aparecido. En estos tiempos, desde luego es fuerte decirlo, pero es que no quieren saber sino de un replanteamiento, así como cuando se le echa fuego al cañaveral,  supuestamente, preparando la tierra para una nueva cosecha. El desgaste es tremendo.

-Tú ves que eso no obedece a un criterio de cultivo o en nuestro caso, a un criterio de cultura, mucho menos. En todo caso hay una mala concepción de lo que es la cultura como que si los artistas están en contra de la sociedad cuando es todo lo contrario: somos los grandes catalizadores  de todo el sentir, de toda la manera de vivir; la idiosincrasia de una nación. No sé si voy a verlo pero yo voy a hacer mi parte. No niego que tal vez en un momento dado, digamos, me coloque en un escenario más distante a esta realidad, pero por ahora estoy en el caldero del fuego aquí, en el crisol de todas las situaciones, tratando de no informarme mucho para poder vivirlo y sentirlo de una manera desprejuiciada. No quiero tomar partido en esa situación porque quiero defender el paseo de mi perra diariamente y mi condición de ciudadano en este contexto, en esta nación, y mi oficio de artista.

MPS: Tocar, pintar, reflexionar, abrazar, extrañar, ¿crecer siempre?

OV: Sentir esa fuerza humana que todos tenemos y que nos da ese aliento de seguir y continuar, me da la visión de decir que Venezuela es un gran cuadro informalista, nada racional, nada lógico, nada ordenado, muy lejos del constructivismo y del cinetismo, de todas estas cosas que fueron escenarios idealistas. Hoy por hoy vivimos en esta situación donde tenemos que hurgar en la basura y sacar ahí un reciclaje de todo lo que en cierta manera nos está dejando esta gente. 

El arte es el vaso comunicante, la máquina del tiempo que desmenuza  y conjuga  cada hebra del verbo amar, es el catalizador que fragua las ideas. Pintar es más que imagen, es la alquimia de los fluidos, en el crisol de las altas temperaturas, produciendo metales preciosos surgidos de lo más profundo de la naturaleza, de su propio origen (Publicada en la edición aniversaria de Revista Artefacto)
 
 

1 comentario:

  1. Excelente reporte de la periodista Marisol Prada para recoger y expresar en un artículo la importancia de la estética del pintor Oscar Villamizar en la particular visión de este artista de asumir la vida y el arte. Felicitaciones a ambos

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