domingo, 28 de marzo de 2021

Presentado libro Debajo de mi piel

 

Antonino Nieto y Ana Martínez Córdoba durante la presentación

En los espacios de Santana Art Gallery se presentó el libro de la artista Ana Martínez Córdoba, Debajo de mi piel,  dentro de un encuentro si bien con el aforo limitado de  este marzo 2021,  perfecto por lo cálido y necesario.

Miguel Ángel Santana, director de este espacio de diversidad cultural, fue el encargado de dar la bienvenida y hacer una breve introducción al sencillo acto, con simpatía y liviandad.

El escritor Antonino Nieto Rodríguez habló a todos los asistentes sobre Debajo de mi piel, libro al que desde el inicio de sus palabras calificó de cuántico, por pertenecer al limpio descubrimiento que subyace en la autora “poeta invencible del polvo que nos construye”.

-     Insisto, no te leo, tiemblo entre tus hilos, tus palabras frondosas ramas del bosque de lo inasible, por incontestables, por amortales, tiemblo y entero y conmigo en la hambruna que nos rescata del polvo, me adentro en ti y es sabroso e imperecedero el manjar.  

-     Como Colón y la Venus del Espejo celebramos sin tacto ni escuela que nos limite el fuego de estar vivos: pura distancia. Como el silencio en que se acuna lo aún por descifrar: el viento, la soledad, lo irrepetible que en la lágrima fertiliza la arena, si, al ciento por uno que, memoria del nunca más, aplaude a lo incontable que abraza a lo aún vivo.

El poeta, videoartista y descorchador de infinitos, Nieto Rodríguez, hizo emocionar a todos los presentes con palabras bien construidas sobre los cincuenta microrelatos que conforman Debajo de mi piel  “un banco, un perro, un diente… cuentan los incontables descuentos que almohadan a tantos que entre sus piernas desnudas a vientos, mares y a cuantos ajuares completan los ojos de las mil ventanas que en ti, sola no de soledad, borran –ahí el sentir, la copa del aire, el salón irrespirable del barro- culpas, delirios… antenas de un nuevo día aún por fertilizar”.

-     No me repito. Libro cuántico este Debajo de mi piel, enorme manjar, faro,  barcaza del alma.


Ana Martínez Córdoba firmando su libro Debajo de mi piel 

   Ana Martínez Córdoba, contenida por los sentimientos que le despertaron las generosas palabras de Nieto Rodríguez,   explicó que estos escritos emergieron en diferentes momentos a lo largo de algo más de un año, en principio como simples ideas para formar parte de una nueva novela, que luego fueron tomando vuelo hasta convertirse en pequeñas historias, independientes una de otra, sin ningún nexo común, contadas por diferentes voces; desde diferentes estados emocionales que permiten una lectura fácil y rápida con la finalidad de remontar la imaginación.

En la misma sala de Santana Art Gallery figuran cuadros de Martínez Córdoba, artista formada a sí misma, que también necesita de la fuerza de vivir para pintar.

Martínez Córdoba (Madrid, 1952) es técnico de empresas turísticas, grafopsicólogo, grafólogo infantil y comisaria de exposiciones. De formación autodidacta, empezó su carrera como artista plástica en 1995, año en que realizó su primera exposición colectiva y desde entonces no ha interrumpido su actividad, compaginándola como secretaria en un bufete de abogados. En 2016 publicó su primera novela, Rosa y negro.

Debajo de mi piel puede adquirirse por Amazon y fue editado por Letrame Editorial.

 

http://anamartinez.net/

https://www.amazon.es/Debajo-mi-piel-1-Poes%C3%ADa/dp/8418186550

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Fachada de Santana Art Gallery 




domingo, 21 de marzo de 2021

John Petrizzelli: poética trasiega

 


La cita con John Petrizzelli fue en un café a escasas cuadras de la Gran Vía, con distancia y mascarilla. Puntual, en el arroyo de la prisa de un creador que tiene muchas ideas y proyectos en la cabeza.

Sus ojos se dirigieron a la mesa y ángulo de la silla donde quería sentarse. Desde allí dominaba la entrada y la salida. Lo aprendió de un hombre hace mucho tiempo atrás. Sentarse sin perder contacto visual con la puerta principal.

“Como los mafiosos”,  le dije, lo que provocó su risa; pero pensándolo mejor ahora que escribo, como todo un director de cine pendiente de lo indivisible: desde lo más terrenal hasta lo inmaterial.

Los que hemos visto sus películas sabemos que es un cineasta que deja algo más que una concatenación de palabras e imágenes. Su modo de hacer cine no pasa inadvertido. Hay una lírica, un paso continuo por la poesía que va desmembrando los sentidos.

Acordamos no hablar de Venezuela apenas nos pusimos a conversar  y saber que teníamos el paisaje del litoral guaireño en común. Lo cumplimos muy a nuestro pesar, deslizándonos por ventiscas y atajos.

No recordar, a veces, es un ejercicio directo a las entrañas, en este caso, a unas raíces tan mágicas como dolorosas.  Hasta en el silencio se colaron las mariposas azules de los montes de Chuspa, Osma, Carmen de Uria y Yaracuy.

John Petrizzelli, italo venezolano,  además de guionista y director, con más de treinta años de experiencia en la industria cinematográfica, es periodista y escritor.  Ha dirigido y escrito  películas de ficción y documentales. Entre sus producciones más importantes: El Embrujo (1983), Falsas Historias (1992), Carrao (1998), El Rey del Galerón (2006) y los largometrajes: María Lionza, aliento de orquídeas, Er relajo der loro, El Santo,  Salvaje, Ti@s y Bárbara, producidas entre 2007 y 2018. Sus películas han sido galardonadas con diferentes premios internacionales. Creó y dirige el Festival de Cine, Ciclo de Cine de la Diversidad, que tuvo lugar en Venezuela desde 2006 y en Madrid desde 2018.

También ha escrito los libros de prosa, Negro Lógico (1978) e Historias para las posibilidades del músculo (2017). Su más reciente, El conjuro de los cardos (Kálathos ediciones, España, 2020), será  nuevamente presentado a mediados de abril en el espacio multicultural Santana Art Gallery, aunque ya vio luz pública, con limitaciones en diciembre de 2020, en la librería Los Pequeños Seres, cerca del Rastro de Madrid, con exposición fotográfica que acompañaron la prosa lírica del libro.

Su llegada a España ha venido acompañada del deseo de dirigir películas aquí. En Venezuela nunca tuvo problemas de hacer cine, ni económicos, ni sociales, ni políticos, que le obligaran a emigrar. Sin embargo lo hizo porque su espíritu errante le llevó a cerrar y abrir otro ciclo. Es un hombre que domina a la perfección el idioma inglés, ha viajado mucho, pernoctado en casi todos los continentes. Tiene proyectado vivir un par de años en Tailandia porque siente, sin ser budista “que esta disciplina hace las relaciones humanas mucho más suaves”. Se confiesa escéptico y admirador de todas las religiones. Trabajó alrededor de siete años en África.

Postales liricas

Marisol Pradas: ¿Cómo fraguas El conjuro de los cardos?

John Petrizzelli: Sobre la creación de El conjuro de los cardos, fue el editor David Malavé de Kalathos, quien me sugirió que por qué no hacía un libro de mi prosa poética, de extractos del diario y papelitos que tenía por ahí regados por años, que ya había empezado a publicar en mi segundo libro Historias para las posibilidades del músculo

Pero él quería que tuviera imágenes de esos viajes por muchos lugares y a través de muchos años. Por eso nace El conjuro de los cardos. Los textos principales surgieron en enero del 2020 en la isla de Santo Tomé, en África, donde me encontraba. Fue un poco como el inicio y el fin. El músculo que une a toda la prosa surgió allí. Son postales líricas.




En África es muy fuerte el sentido de que todo vuelve atrás. Que la civilización occidental no trajo nada bueno.  África ha sido maltratada desde el colonialismo.

MP: En tu proceso creativo y siendo cineasta: ¿es primero la imagen o el verbo?

JP:  En el proceso creativo creo que siempre la imagen hecha verbo es lo más importante para mí, sí bien creo en la poética por sobre todas las cosas y, digamos que lo mágico, que está en mis películas, en particular el documental sobre Maria Lionza.  El conjuro de los cardos tiene mucho de la creencia en los ancestros; en la ancestralidad, en lo que nos une más allá de la apariencia.

MP: ¿Qué te dejó la espiritualidad de María Lionza, aliento de orquídeas?

JP: Percibo la espiritualidad pero no la practico. La respeto y la admiro. Lo ves en  esta cinta, que es un canto hacia esa gente marginada; maltratada por los evangélicos y las religiones mayoritarias, con un amor por la tierra, por el espíritu de la montaña. Admiro eso muchísimo y quisiera tenerlo. Disfruto de las culturas donde la religión da un ambiente de hermandad y tolerancia.

MP: ¿Cómo nacieron los vídeos poemas de los textos de El conjuro de los cardos?

JP: Sobre los vídeos poemas tuve que hacer algo así como ir un poco más allá y unir la imagen al sonido. Las fotos del libro con el sonido y el trabajo musical y la edición, las hice junto a un gran colega que ha trabajado conmigo, por muchos años, haciendo la música de todas mis películas, que se llama Roberto Tarzieris.

Semilla sembrada

MP: El Festival de Cine sobre la diversidad creado en Venezuela en 2006, ¿ha significado avances en la conciencia de la sociedad venezolana? ¿Qué satisfacciones te ha dejado este trabajo nada sencillo?

JP: El festival de cine de la diversidad que hicimos en Venezuela y un año en Madrid (2018) fue un granito de arena en los cambios de la conciencia como tú dices. En Venezuela el problema es que aunque trates de abarcar pueblos y ciudades con muy poco dinero y llevar el cine LGBTI  a todos los rincones, no es suficiente; mientras no cambien las leyes.Venezuela sigue siendo uno de los países más atrasados en cuanto a la legislación LGBTI.

La satisfacción que me dejó es que quedó sembrada la semilla. El festival no continuó por cuestiones de presupuesto. El presupuesto del cine y de la cultura se esfumó en los últimos tiempos en Venezuela y esperemos que algún día alguien lo retome. Tuvimos muy buenas audiencias y un impacto en la sociedad; por lo menos a un sector de la gente LGBTI y heterosexual que va al cine.




MP: ¿Es real que Madrid está más adelantado en materia LGBTI?

JP: En Madrid ves el espectáculo LGBTI. La gente medio desnuda en las caravanas, en las comparsas del desfile del Día del Orgullo. Pero yo no creo que eso es avance. Porque nosotros queremos a nivel mundial ser como diferentes, tener nuestros derechos garantizados y a veces no pensamos en los otros, ¿Dónde se ha visto que hay un Día de los Heterosexuales? Yo entiendo lo reivindicativo, sé que ha habido mucha presión en todo el mundo y cosas horrorosas, pero lo que si también hay que pensar es que se ha perdido la militancia y el desfile gay se ha convertido en un show, además financiado por grandes marcas, partidos políticos. Todos quieren sacar una tajada.

El verdadero cambio en España se dará cuando los gays no se tengan que venir a  vivir a Madrid o tener que negarle a su madre que lo son. O quedarse en su pueblo y que no les caigan a coñazos. Porque van a Almería y pueden darles una golpiza. Eso no ha cambiado. Amigos míos me lo cuentan: no pueden ir a su pueblo, vestidos como van por Madrid y no pueden pasear tomados de la mano de su pareja. Esa es la verdadera liberación: que cada quien pueda hacer de su vida lo que quiere y en cualquier parte del mundo, protegido por la Ley.

Creo que falta mucho por hacer no solo por los derechos de los gays, sino por todas las minorías: de los pobres,  de las mujeres, de los gitanos, de los emigrantes.

Los gays somos una minoría privilegiada,  con mucho lobby en la cultura, que da mucha visibilidad, pero abusamos de eso para considerarnos una minoría élite. Deberíamos ser más humildes y pensar que no somos mejores que los africanos que vienen en pateras y en los gitanos que viven en Cañada Real. Todo el planeta (incluidos los animales) merece recuperar sus derechos y sus conquistas.

Orina azul

MP: ¿El cine cambiará después de la pandemia? ¿Necesitará salir de la cómoda subsistencia artificial para buscar esencias más perdurables?

JP: Creo que el cine ya estaba en un proceso muy difícil económicamente por la situación del abandono de la sala y el surgimiento de los series,  pero creo que siempre permanecerá un público que quiere estar allí y experimentar ese momento mágico que representa una proyección. No creo que ha vivido artificialmente, se ha ganado su público a pulso.

Creo que ese cine seguirá, aunque se tenga que hacerse con las uñas y tendrá su público. Los que creo que tendrán que reinventarse serán los cines comerciales, porque la competencia con las series es muy grande.

De hecho estoy terminando la edición de un corto que hicimos con cien euros y mucha imaginación, en Madrid.

MP: ¿Cómo se desarrolló el proyecto?

JP: Lo acabo de grabar en el parque El Retiro y en un barrio muy pobre que se llama La Elipa. Como es tan difícil encontrar financiamiento,  empecé a pedir para un cortometraje, porque si bien he hecho varios largometrajes, aquí no me conocen. Inicié gestiones para un corto. No he tenido suerte y decidí hacer cortos independientes.

El primero es la historia de una mujer llamada Inmaculada que limpia un baño. Aún en muchos lugares, muchas mujeres son las que limpian los baños públicos de hombres. Ellas van y limpian, inclusive cuando los hombres están allí. No en todos. Hay  lugares donde se cierran los baños mientras ellas limpian, pero en lugares de mucho tránsito no se pueden cerrar los urinarios. Ella es un ser invisible, todos irrespetan su trabajo, pasan de ella, no tiran del bajante; hasta que llega un hombre muy amable, del que ella se enamora. Ella siempre estuvo pendiente de cómo orinan los hombres, sin que hubiese nada sexual en ello, y se percató de que él orina azul. Lo que pasa en la trama no lo voy a contar, pero podría decirse que  es una historia de amor, con un detalle.

MP: ¿Qué quieres demostrar con una película de cien euros?

JP: Prueba que grandes producciones necesitan muchos recursos, pero se puede hacer un cine inteligente con prácticamente muy poco. Creo que el cine tendrá que encontrar historias más económicas en cuanto a lo que respecta a los cines independientes. Y eso no es malo, porque nos permite contar pequeñas historias que siempre son necesarias.

La espectacularidad tendrá que dejarse para Hollywood.




Marginación

MP: ¿Tu cine ha trascendido de la imagen lírica a la poética social?

JP: Creo que sí. Empecé con la experimentación, la crítica. El conjuro de los cardos me remite a esa época, pero lo que estoy escribiendo ahora, lo que estoy filmando, siempre tiene a personas marginadas. No lo busco, ni lo pienso, pero cuando lo intelectualizo me doy cuenta que Inmaculada es otra marginada, como el travesti venido a menos de Bárbara, los Ti@s,  el Er relajo del loro, el cantante excluido y olvidado, conocido como El Carrao de Palmarito y los marialionceros de Maria Lionza.

Ahora que vuelvo a hacer cortos veo que es lo mismo: lo social y lo poético siempre han estado ahí. Con el tiempo se ha vuelto como más fuerte la culminación de lo social poético.

Creo que lo que sucede es que los problemas del mundo cada día son mayores y lo que estoy escribiendo ahora, tiene que ver con que el mundo necesita: volver a su orden natural, su orden primigenio. Estoy escribiendo cuentos donde los animales recuperan el control del planeta, de cierto modo. O si bien no del planeta, de eventos que controlábamos nosotros. Eso es lo que he estado escribiendo a partir de El conjuro de los cardos.

Es como un conjuro que hicimos para dominar el planeta y que al final, poéticamente en la narración se deshace, con el triunfo del planeta, de la naturaleza. Digamos, la venganza de la naturaleza.

Los proyectos de Petrizzelli son muchos y parecen inhalarse e hilvanarse con el viento: sobre Fernando Zóbel, la demencia senil, los campos de re-educación de los bailarines flamencos, el regreso al territorio de la infancia, en los terrenos movedizos de la falsa realidad.

Soplo y vida de la montaña verde-azul, aguas vitales y trasiegas de Sorte.

 

El conjuro de los cardos está disponible en España y Portugal en  la Casa del libro y para el resto del mundo en Amazon.


https://www.casadellibro.com/libro-el-conjuro-de-los-cardos/9788412186154/11855940

https://www.amazon.es/s?k=el+conjuro+de+los+cardos&i=stripbooks&__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&ref=nb_sb_noss 

Videos

https://onedrive.live.com/?authkey=%21AIurQBQheYCeHjk&cid=E2E085CE2A665588&id=E2E085CE2A665588%21300&parId=E2E085CE2A665588%21197&o=OneUp

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 Enlaces:

https://es.wikipedia.org/wiki/John_Petrizzelli_Font

https://eldiario.com/2021/03/07/librerias-venezolanas-que-libros-recomiendan/

https://www.elnacional.com/papel-literario/el-conjuro-de-los-cardos/

https://medium.com/@editorialdahbar/negro-l%C3%B3gico-surrealismo-literario-e844d83997b8

https://eldiario.com/2020/04/01/los-pequenos-seres-una-libreria-venezolana-en-el-corazon-de-madrid/

https://www.santanaartgallery.com/

https://voce.com.ve/2020/11/06/536702/el-italo-venezolano-petrizelli-publica-el-conjuro-de-los-cardos-en-espana/ 


viernes, 19 de marzo de 2021

Dron

 


Mi madre dice: “desde el balcón se ve el dron dando vueltas…”. En modo autómata, intrigada y en asombro incrédulo, me asomo y confirmo que hay algo que vuela con una luz roja a un lado y que al girar encandila con redonda luz amarilla, en el fresco anochecer de las ocho de la tarde.

Mamá que casi no ve y está un poco sorda, aunque observa mejor que cualquiera y a veces escucha perfectamente, está bien enterada del surco de los drones por el cielo, en este caso, de la Policía Nacional, porque hubo disturbios por el centro de Madrid “por un muchacho” que ella ya ni se ha enterado qué fue lo que hizo.

Era uno de los días derivados al encarcelamiento del rapero Pablo Hasél el pasado mes de febrero de 2021.

Ella este año cumplirá noventa y un años y acaba de leerse los cuatro libros de Ken Follet. La saga comienza con Los Pilares de la Tierra y cierra con la precuela llamada, Las Tinieblas y el Alba. Cada uno de los tomos es de casi mil páginas. Ella los devoró con facilidad, agradeciendo la historia que se inicia en la Edad Media, del autor británico,  que acaba de dar una importante donación para restaurar y conservar la Catedral gótica de Dol-de-Bretagne, al oeste de Francia, monumento histórico desde 1840.

Al tiempo de leer otras novelas, de Isabel Allende, Yukio Mishima, las trilogías de Carmen Mola y Juan Gómez-Jurado le llevé la primera de la otra trilogía llamada del siglo, del  mismo Follet, La caída de los gigantes.

-     No me traigas los siguientes. Esa historia me la sé. Aquí habla de la Primera Guerra Mundial, la revolución rusa. Después pasará por la Segunda, la guerra civil española, la bomba nuclear. El tercer libro es sobre la Guerra Fría. No quiero leerlas. Ya eso me lo sé de memoria.

Nada como decir no a lo tantas veces contado, por más destreza que exista en la pluma de quien lo escriba.

La ficción histórica al parecer contenía demasiada imaginación real.

Devolví el libro a BiblioMetro. Se asombraron porque no quise las segunda y tercera de la saga. Salté al libro Patria, de Fernando Aramburu.

¿Habrá servido (¿servirá?) de algo padecer dentro de esta infección contagiosa universal recontarnos e insistir en volver a reinventarnos en crueles y asquerosamente inhumanos?

-     Parece que van a hacer una serie de los libros de Mola, me dijo una tarde. Si la llegan a hacer va a ser de horror. Nunca en mi vida había leído algo tan horroroso.

En esa irremediable e irracional necesidad de contar y volver a contar lo que creemos pueda aportar algo distinto, mucho o casi todo retorna al origen de ser igual e inútil.

Cometemos el exceso de llevarnos por delante lo trascendental, la renovación constante del ser humano a través de la creatividad pura, que no conoce pasado ni necesita saber nada de él.

Por cierto, el neologismo precuela pareciese una palabra marketing, inventada por esta humanidad del todo vendible. Mientras que si es real que encontremos obras predecesoras de otras, que nos endosen que algunos libros son hechos con anterioridad a otros (sólo cuando son exitosos) es igual a admitir que desde hace mucho nos cuelan auto-goles por el cielo.

Desde tiempos de la guerra fría ya sabemos que todo es permeable por el vicio del poder, que los intereses viajan al lado del control, del dominio. Que las potencias estuvieron trabajando con locura para conseguir mamotretos que pudieran vigilar, intervenir y matar desde la sombra e invisibilidad, al enemigo: “siempre el otro y a kilómetros de distancia”. Pero es ahora cuando muestran que rompen nuestros cielos con drones y quizás otros artilugios que no han reconocido, hasta ahora, en forma pacífica.

Al creer cosas que no son, nos equivocamos siempre. La raíz nace de la religiosidad precaria que acompaña dicha ignorancia.

Mientras tanto, abajo, por el metro metido en la tierra, viajamos y encontramos que  se pueden leer fragmentos de autores de todo tipo: poetas y escritores de ficción, con ilustraciones que también son un acierto, en pegatinas colocadas en las paredes del subterráneo. 

Campaña iniciada en 1997 por la Asociación de Editores de Madrid.

Al encontrar por ejemplo, el poema  Montevideo de Cristina Pérez Rossi o Dignidad de Joan Margarit; o los trozos de las historias Relámpagos de Agosto, de Jorge Ibargüengoitia, y Juego Limpio de María Teresa León, transitamos por el espacio de otra manera, porque el metro, que pocas veces ve luz, abre las compuertas de lo que somos, lo multicolor.

Ya por la ciudad, bajo el cobijo del mural de María de la Fuente, Silvia González, Rafaela Pimentel y Paloma Pastor (realizado por Félix Reboto López-Spok Brillor) en La Gran Vía, siempre se colocan artistas. Vemos  a un chico venezolano dejando su expiración en el sudor de la imitación de Michael Jackson, por unas monedas en su sombrero negro, al igual que a los días, otro lo hace dentro de un gran robot amarillo o una chica con teclado promociona su arte y cuenta, para seguidores que la conviertan en la estrella que ya es.

Vuelta a la realidad del piso, sentada en una poltrona veo a mamá leyendo libros, uno tras otro. Rechazando algunos, mejor distraída con historias acertadas. Pero nada como verla cuando en la noche, arreglada para dormir, sobre la cama, con el móvil en sus manos, mira y reenvía mensajes a  sus nietos, familiares y amigas de WhatsApp.

Ahí si su rostro está iluminado por una sonrisa de niña ante un juguete que le maravilla y le acerca al núcleo de sus afectos

Ni las cerca de diez mil páginas que ha leído en pocos meses, con fervor y fluidez, la han acercado tanto a la paz que se le ve en ese momento agradecido.

 

 

https://www.editoresmadrid.org/libros-a-la-calle/

domingo, 7 de marzo de 2021

Taima

 


La visibilidad de cualquier hecho cultural nos impregna. Reconocido es, que en tiempos de pandemia lo que más se consume es cultura. En nuestros transpirados aparatos: móviles, pantallas de ordenadores y televisores, en buena mayoría. En libros o entretenimientos más sencillos como contar cuentos a niños y adultos; escenificando obras teatrales, cantando y tocando instrumentos con o sin público.

Sencillos actos creativos como pintar, esculpir, escribir, cortar una tela, tejer, perfeccionar postres o recetas de cocina unen a casi todos los que estuvimos encerrados mientras pasaban los primeros e inexplorados comienzos de este virus que aún no tiene fin.  

Los seres humanos somos inquietos. La búsqueda es innata. Somos creativos, como la vida misma, a la que debemos origen y mantenernos en esta experiencia.

En una ciudad como Madrid, como si estuviéramos jugando al escondido, con esta incongruencia vivencial que no termina de despejarse, enredados ante la falta de normalidad, vamos descubriendo rincones culturales, casi inadvertidos, que se agradecen; sobre todo ahora que necesitamos más que nunca colgarnos de ellos, para vitalizarnos, en este columpio del destiempo.

La estación del metro Ríos Rosas está rotulada con la novela Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós (1843-1920), a propósito del centenario de su muerte, el año pasado. Se puede leer la obra completa, destacando párrafos que invitan a introducirse en la novela, con ilustraciones visualmente atractivas (de Beatriz Ramo). Rellenan el paso de los viandantes, el esfuerzo conjunto de Metro y la Asociación de Editores de Madrid. Se emplearon casi trescientas planchas con alrededor de dos millones de matrices, ocupando casi doscientos noventa metros lineales.

También en la estación Plaza España está empapelada con la obra más conocida de todos los tiempos, texto completo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes,  matizando diez citas y trece grabados.

Llena de arte también está la estación La Latina, con fotos históricas y contemporáneas del popular Rastro, el mercado al aire libre que se celebra allí desde 1740 cada domingo, interrumpido el pasado año por la pandemia y que ha retomado su rumbo con mascarillas y precavidas distancias.




La Estación del Arte, antigua Atocha, se decoró con paneles de vinilo que reproducen algunas de las obras más representativas de los tres grandes museos de las inmediaciones: El Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza.

Al bajarse en El Retiro hay tres grandes murales (inaugurados en 1997) de azulejos en los que el ilustrador Antonio Mingote recreó escenas típicas del parque y sus visitantes. En 2019 dedicaron la estación Rubén Darío a sus viñetas publicadas en ABC.

La estación Goya reúne los grabados de este monumental pintor español, en su  ejercicio más inspirador, por libre y rotundo al momento de retratar a la sociedad del momento.

Fotografías del mítico estadio del Rayo Vallecano y la carrera de San Silvestre adornan la estación de Portazgo. La misma evolución histórica del metro viaja por imágenes en la línea 1 considerada centenaria, de Cuatro Caminos a Sol; y en la de Arroyofresno, la temática es ilustraciones y fotos de la Sierra de Guadarrama.

Invitación constante a salirnos de la rutina, a nutrirse con lo mucho que ofrecen imágenes y palabras. Además, en el metro hay grandes carteles de obras de teatro que marcan temporadas a pesar de esta derrota que supone el actual modo de vida, limitante.

Siguen los artistas tocando instrumentos y cantando, por el metro en ese gran acertijo que les significa vivir de su arte. Jóvenes solos, parejas o tríos, en su mayoría de origen latino cantan a Juan Luis Guerra con mucho sabor y swing, como una mujer cargada de buena energía. Voces maduras de melodías de siempre. Hombres qué saben muy bien transmitir temas reconocidos. Un chico venezolano con voz de oro que al momento de pedir colaboración por su buen cante, dijo: “unas monedas son cariño”.

Fluye la creatividad como la fricción de los metales que permiten al metro ir como un gusano estridente y feliz, por buena parte de la ciudad, e interconectar norte y sur.

En el juego del escondite está bien pedir taima (ganar tiempo y planificar alguna astucia) y escaparse a un museo. Todos tienen sorpresas en este reinvento que han tenido que asumir con menos público.


Verano en Nidden, de Max Pechstein


El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ofrece hasta mediados de este mes de marzo 2021 una exposición temporal Expresionismo Alemán, muy visitada, a pesar de estos tiempos con limitaciones y acontecimientos que han impedido el mayoritario público que merece ver el conjunto de cuadros de los creadores que en nada se conformaron con los aires de su tiempo.

Testigos hemos sido de cómo artistas transgresores han dejado huellas en el tiempo. No todos pueden traspasar al verdugo. Tienen que poseer además del talento, la fina esencia de un rompimiento dosificado: aspavientos inoculados, pasan factura.

Es por ello que esta exposición conmueve y maravilla. Nada más entrar se exhibe una auténtica joya, Fränzi ante una silla tallada, de Ernst Ludwig Kirchner.

Dividida en ocho sesiones: Talleres, Referentes, Exteriores, Aires populares, Difusión, Estigmatización, Rehabilitación e Internacionalización, se pueden ver obras  de Vassily Kandinsky, Franz Marc, George Grosz, Emil Nolde, Paul Klee, August Macke y Max Pechstein, entre otros. Cuadros de noruego Edvard Munch se cuelan en esta muestra cargada de sorpresas, aciertos y renuncias.

Mientras el viejo continente prácticamente comenzaba a arder, los artistas de su tiempo luchaban por dejar huellas referenciales distintas e innovadoras.

Impacta el colorido, la fuerza de las combinaciones de los tonos puros, contrastando con el gris momento que estaba viviendo la humanidad, cercana a la I y II Guerra Mundial.

Si el ímpetu de la estrella buena de la creatividad hubiese vencido al ciego desacierto de la destrucción, otro gallo hubiese amanecido cantando, en las auroras de tan complejos momentos.

En cultura todo es apuesta segura: tiempos de escondite como de taima son ganadores.

 

Detalle de Atardecer, de Munch