sábado, 6 de junio de 2009

Yuraima Martini: Hay que ser artífices de nuestra mente


Yuraima Martini es odontólogo, profesión que ejerce desde hace 26 años, a la par de ofrecer cursos a través de un grupo de apoyo y mutua ayuda para padres y madres que han sufrido la muerte de un hijo o hija.


Ella misma, años atrás, vivió el doloroso momento de hallarse frente a su hijo y su nieto, muertos, en un accidente de tránsito.


- La muerte de un hijo o hija puede llegar a calificarse como el dolor más terrible y devastador del ser humano. Se experimentan sentimientos y emociones mezcladas; muchas veces, contradictorias. Muchos padres quedan paralizados, como anestesiados. Otros, expresan su dolor con arrebatos emocionales de gran intensidad.


¿Cómo nace esa necesidad de compartir experiencias para ayudar a las demás personas?
Hago todo esto porque viví la experiencia, y mi deseo es compartir con todos los hombres y mujeres que han sufrido la pérdida de un descendiente que sí se puede. Es difícil, pero sí se puede salir de ese oscuro túnel.


Mi hijo Jesús Gabriel representaba una parte importante en mi vida, porque quizás estuve mucho tiempo sola, después de divorciarme, me dio muchas satisfacciones más allá de las dificultades. La llegada de mi nieto también representó mucho para mí y su decisión de irse a vivir definitivamente a Guanarito, estado Portuguesa, para progresar como pareja y como padre tuvo el fatal desenlace.


¿Cómo hizo en esa primera etapa de duelo?
Los duelos hay que elaborarlos. Es fácil decir que hay que vivirlos y finiquitarlos. El duelo es una despedida. Le tienes que decir "adiós" a algo, a una pérdida. No necesariamente a una muerte. Pérdida es todo, un esposo que se te va de tu lado; si pierdes un trabajo y tienes 60 años, ello puede ser una pérdida tan dolorosa como la muerte de un hijo.


Lo que pasa es que la ausencia física de una persona causa mucha extrañeza. Y el ver todos los días a alguien te hace pensar que siempre los vas a ver. Cuando hay la ausencia física es cuando viene aquel derrumbe de tu mente; de todo tu esquema, de toda tu parte humana. Eso es lo que hay que trabajar.


La Organización Mundial de Salud explica, y no hay que ser muy experto para saber, que la muerte de un hijo es la situación más devastadora que puede vivir un ser humano.


¿Cómo salió usted de ese estado depresivo que vivió?
Primeramente confiando en Dios. Dentro de mí me planteé recuperarme y se me metió en la mente que mi recuperación iba a ser de beneficio para otros. Esa fue la manera de recuperarme. Fue algo que tomé de lo externo para traerlo a lo interno. Una vez que internalizo todo, supe que no podía ser útil así como estaba. Allí comencé a hacer estudios sobre el duelo; para atender situaciones de crisis. Fui a Panamá, me preparé en la Fundación Piero Martínez de la Hoz.


Escuchando en los seminarios todo lo que informaban supe que debía buscar ayuda más profunda. Estuve en tratamiento psiquiátrico durante ocho meses. Poco a poco fui saliendo y le pedí al doctor que me eliminara las pastillas porque iba a formar un grupo de apoyo. Hubiese sido poco honesto de mi parte hacerlo bajo la influencia del tratamiento. Abrí entonces el Grupo Volver a Vivir 2007 y he tenido muy buen receptividad de los medios, sobre todo de Notitarde, porque una de sus trabajadoras , Elia Torrealba, mujer de muy buen corazón, digna de ser entrevistada, ha podido sobrellevar la pérdida de un hijo, asistiendo a nuestras reuniones semanales.


¿Cuánto tiempo lleva con este grupo y dónde se reúnen?
Tres años. Antes, cuando comencé, hice una especie de noviciado, me trasladaba a diferentes partes. Ello me causó mucho agotamiento físico, pero a través de una publicación, una señora me ofreció los espacios de la Asociación de vecinos de la urbanización Los Sauces. Estamos allí y hasta hace unos meses no tuvimos que pagar nada. Ahora damos una colaboración para poder contribuir con gastos de mantenimiento. Es un lugar muy accesible que permite una fácil ubicación a través de la avenida Bolívar, asisten muchas personas, en su mayoría, de escasos recursos económicos, que necesitan un espacio donde no los critiquen ni los juzguen. Otras personas que van, muy estudiadas, también son bien recibidas porque aportan con sus conocimientos.


¿Una persona puede reconocer que tiene estado depresivo?
Es muy difícil. Generalmente lo hace otro. Aunque no soy psiquiatra, puedo decir que si una persona lleva dos semanas pensando en una misma cosa, sin apetito; hay que pensar que está comenzando un estado depresivo, si ha pasado por un momento de crisis. Ahora, hay depresiones que no tienen causa. Son las más tremendas. Son personas que tienen condición física para que ello suceda.


¿Cómo se siente usted en estos momentos, una vez superada la crisis?
Voy a aclarar algo: para mí la muerte de un hijo no se supera. Uno, constantemente, tiene que ir ayudándose; haciendo un propósito de vida; tomando nuevas ayudas y buscando la manera de apoyar a otras personas, para que no invadan esos recuerdos tristes que van a llegar. Uno tiene que aprender a ser artífice de su mente, un arquitecto de su mente o un artista para ir transformando todos esos pensamientos negativos en cosas positivas. Si me llega un pensamiento con la imagen del hijo, de la forma cómo murió, mucho más si fue en forma violenta, cosa que sucede muchísimo, tenemos que aprender a transformarlo.


A una madre que vio a su hijo muerto en una acera, producto de la delincuencia, le es recurrente el recuerdo de ese momento de cómo vio a su hijo, por última vez. En esos casos hay que trabajar con unas técnicas que permiten ir sanando ese momento. A través de los pensamientos es que manifestamos lo que somos.


Su rostro refleja liviandad... imagino que otro muy distinto tenía usted cuando estaba sumergida en el dolor de la pérdida...


Hace cinco años atrás estaba enloquecida. No sabía si estaba viva o muerta. Es muy difícil...
Inclusive su físico hablaba de eso...


Sí, por supuesto. No me pintaba el cabello; me envejecí. No quería trabajar. No le encontraba sentido a mi vida.


Teniendo otra hija...
Pero en esos momentos... puedes tener diez... que ninguno va a llenar tus satisfacciones. Ninguno va a sustituir la pérdida del otro. Sólo con el hecho de estar vivo te da tranquilidad.
Contacto: 0416-511.11.36/ 0414-439.26.88; correo electrónico: volveravivir2007@gmail.com; http://www.volveravivir2007.blogspot.com/ (Notitarde/Confabulario, 06/06/2009).-

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