En los espacios del Museo de la Cultura se inauguró la semana pasada una exposición de cuadros y esculturas del artista Rolando Quero, quien asumió el reto de llenar esta sala enorme para reinaugurarla, con un conjunto de obras recién producidas en su estudio de Villa de Cura, titulada Azul Naranja, que bien vale la pena comentar tanto por su dimensión física como expresiva.
Sólo el propio artista sabe dentro de sí mismo lo que es capaz de hacer y en Carabobo, afortunadamente, hay buenos pintores y escultores, capaces de llenar este mismo espacio con igual invención y creatividad, por lo que esta puerta que abrió Quero es, sin duda, la conexión que todos los habitantes de este estado están necesitando para reconciliarse con la vida y ver las muchas interpretaciones que tiene en la mente de los hombres formados con disciplina y trabajo hacia el arte.
Al entrar en la sala de fondo blanco se percibe la fuerza de los colores azul naranja y poco a poco, en el recorrido por las sesenta y cuatro obras se va advirtiendo el juego inmenso del hombre fascinado y alerta frente al cosmos.
Acostumbrados estábamos a la obra de Quero a lo largo de estos diez años, tras su retorno a Venezuela, después de pasar más de veinte años en Europa, a esos mundos circulares, mandalas como los percibe Perán Erminy, logrados en un solo trazo, que va adquiriendo fuerza a través de la impulsividad de los movimientos; de una carga emotiva sin limites, dentro de su propuesta abstracta.
Los mundos, los planetas, los fugaces rumbos de las tardes hacia las noches, los pájaros que dejan sonidos en los lienzos. Toda esta cosmogonía de la obra del artista la conocíamos bien dentro de su refulgente enmarcado de petróleo, como referente de una nación, de una gota dispersa en millones de ellas, a través del universo.
Pero lo que trajo Rolando Quero para esta muestra que también es un vivo homenaje a la ciudad de Valencia, donde siente que más pertenece, es distinto, aunque fiel a la misma fuerza impulsiva, ilimitada; indomable, con la que esta vez se da a conocer este hombre, que se supo muy joven artista.
Dentro de Azul Naranja, colores predominantes, se encuentra un canto onírico presagiando y conduciendo todo el conjunto de manifestaciones que le nacen en arraigado contraste. Así vemos el árbol de la vida en azul y naranja, dirigiendo toda esta puesta en escena, desde un díctico. Su tronco es severo, desnudo y carcome el horizonte que trae un conjunto de presagios que denotan la morada en esta tierra.
Después está el conjunto de obras que significa auspicios, renovaciones, figuras de guerreros en lucha permanente, con todo el conjunto de símbolos rudos a su alrededor. Batallas vencidas y de las que se siente la plena victoria.
Las obras de gran formato son las más llamativas no sólo por su dimensión sino por el trabajo de las emociones básicas no filtradas. Allí en perfecta armonía los dos colores viajan en un sin fin de sensaciones que van tejiendo el mundo interior que tiene que ver con la comunicación sexual y el encuentro de la voz, que las destila, que las vuelve armónicas.
Hay un conjunto de alrededor de treinta piezas que responden al nombre de "Rituales y Verdades" en la que el artista se somete a las fuerzas divinas y empieza a dejarse llevar por la fluidez de los hallazgos, espíritus que van dejando su huellas en las aguas, en los cielos, en las arenas; en los semicírculos que se van tejiendo cuando adoptan técnicas mixtas que lo van descubriendo y aflorando hacia la luz.
Logró realizar polípticos cargados de fuerza visual que se complementan unos con otros, alcanzando texturas diversas, con esa fortaleza que el artista no pudo abandonar en cuadro alguno.
Después están las esculturas que se muestran ágiles y desenfadadas. Círculos que pueden admirarse por ambos lados, figuras que apenas se insinúan y ángeles alcanzados por materiales desechados por los fusteros de Villa de Cura (los que hacen las sillas de caballo para montar) que revelan esa nueva etapa pensada, detallada, en la cual no había incursionado. Son muchos los artistas que hacen ángeles y no es tampoco mentira que se convirtió en momento alguno en moda. Una moda a la que todavía muchos siguen. Por ello Quero apenas interviene el material noble de la madera. Apenas color a través de sus trazos rebeldes para impregnarles una nueva armonía, una nueva misión.
Estamos ante una exposición que muchos, la noche de la inauguración, no dudaron en decir que era la más destacada del año, porque el reto de llenar ese espacio no fue poco. Permanecerá hasta el 10 de diciembre y hay que valorar el esfuerzo de la Secretaria de Cultura del estado Carabobo en abrir este espacio a los artistas carabobeños, que podrán, a partir de esta muestra, entusiasmarse y unir esfuerzos para mostrar el talento que sabemos sobra y a veces se desconoce, por falta de lugares que justamente los exponga y los de a conocer (Notitarde, 07/11/2009, Lectura Tangente).-
que alegria saber de rolando quero !! nos conocimos hace muchos años en la epoca que estudiaba en la massana en bcn, y nos trae buenos recuerdos. un saludo desde cerdanyola del valles.
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