lunes, 17 de mayo de 2010

Semifusa

Tomó varios vasos de agua antes de llegar a la esquina. Allí estaban los que se hacían con el paisaje de siempre. Un perro viejo, con ojos de bondad, al que todos apartaban por el mal olor; el vecino con la mano en la cintura sosteniendo la botella y la señora Tilde, pendiente de todas los asuntos de la urbanización, deseosa de ayudar y mucho más de entrometerse.

No le quedaba otro remedio que pasar delante de ellos. Estaba cansado para dar el vueltón que a veces se imponía para no tener que arrastrar la misma rutina del día.

Le hubiese gustado encontrarse con Timoteo o con la vieja Engracia, por lo menos hubiese sido diferente la noche, con otras conversaciones, con otras historias, aunque siempre fueran evacuadas por la misma calle, hacia abajo, cual río, sólo que sin la delicia del agua que tanto ilumina, con apenas sentirla.

Saludó con naturalidad y alegría, buscando en sus pensamientos los rincones de tanta inexpresividad en la gente que ahora veía.

“Tulio, Tulio”, escuchó que lo llamaban apenas se había detenido allí. Vio a su amiga Gladys que lo invitaba desde el porche de su casa a conversar. Se sintió alegre y conmovido. Sería un anochecer diferente antes de llegar a su casa, cansado de la rutina, del esfuerzo, del ruido que tenía constantemente en su mente.

Ella, tan adusta como grata, la disfrutaba enormemente, dado el vacío que algunas veces sentía, nada más que atado frente al televisor, cuando dejaba de leer o darle unos toques a la guitarra.

No le tenía preparado un guarapo de papelón con limón y abundante hielo. Esta vez le puso una cerveza destapada y muy fría en la mesa, mientras ella bebía otra de igual marca. El detalle era que las tenía tan heladas que tenían un baño blanco por fuera.

- Hoy me inspiré… le quise brindar unas “liquilique”…

Se sintió casi inspirado Tulio al ver que esta mujer seguía siendo la caja de sorpresas que él intuía. Lastima que no fuese un poco más joven y con menos malicia… Pero como amiga y conocida era todo un divertimento que él esperaba, ella misma, esa noche, no echara a perder… cuando empezaba a beber… tardaba en encontrar el punto de retorno.

- Hoy estoy celebrando cosas buenas… Solo preparé unas cuantas… no se preocupe… Se irá temprano… Mañana hay trabajo para ambos…

Puso salsa brava de antaño y el volumen estaba más bajo que alto.

“Mejor, porque sino me pide bailar”, se dijo para sus adentros, Tulio.

- No le pediré que bailemos… porque la otra vez lo hicimos y se corrió un chisme por la cuadra…

- No lo supe… pero me imagino. Pero lo que estoy descubriendo Gladys es que usted me adivina el pensamiento… todo lo que he pensado me lo ha respondido…

Ella se quedó mirando, afirmando con su cabeza… Sonrió hacia adentro, con una satisfacción bonita que hizo que por momento se viera mucho más bella e interesante.

Tulio se preocupó y miró la botella de soslayo… “¿Será que le estas cervezas están preparadas?”.

Nada más mirarlo, Gladys soltó una carcajada y le dijo:

- No, mijo, no acostumbro seducir con trampas… esas son cosas que hay que hacer en limpio.

Tulio no lo podía creer. Había sido desnudado. Sus pensamientos estaban claros… diáfanos… y ella los detectaba sin comentario alguno de su parte. Estaba al descubierto.

Trató de no pensar… se dejó llevar por la música… era fácil… se sabía todas las letras…

- Te dije que quería que festejáramos por cosas buenas… ¿Cuál se te ocurre?

- Muchas…

- Lo que mas me gusta de ti es tu optimismo… Dime algo positivo, pues…

- Estar vivo y con todos los sentidos despiertos creo que ya es bastante…

- Es un poco clásico tu pensamiento… es positivo aunque lo de “ya es bastante” me sonó triste… Pero no digamos más… Vamos a celebrar ese regocijo de estar vivos, salvados y perdonados, en este instante del ciclo del universo.

Se quedaron disfrutando la velada. Bebiendo, comiendo, disfrutando. Hubo un momento que el aparato de sonido cambió bruscamente a un bolero. Tulio se esforzó en concentrarse: “…que supieras que no hay en la vida otro amor como mi amor…”

La Lupe, tan desgarradora, como semifusa, también venía a descubrirle pensamientos.

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