martes, 29 de junio de 2010

Versiones

Mientras ellos estaban haciendo música para expresar todo lo que había en su espíritu, eran perseguidos por las fans, ansiosas y desesperadas, que gritaban, buscaban tocarlos, conquistar sus ya muy exigidos corazones y en el mejor de los casos tener, con mucha, muchísima suerte, un beso lanzado desde el escenario, sin querer ahondar en la especulación que pueden brindar el éxito desbordado de unos artistas como The Beatles, recorriendo países, yendo de un lugar a otro, guiados por productores y el fenómeno del marketing que dio sus muy certeros batazos a la forma como se conduciría un mercado, complejo y contaminado, como todos los que se han creado.

Pero allí siempre están los que creen y que necesitan enriquecer su alma. Y la música es una maravillosa fuerza de expresión que contribuye a mirar el lado blanco de la naturaleza. Muchos han intentado otras cosas con ella, pero los reducidos objetivos conquistados también señalan que han fracasado.

El puerto frío y gris de Liverpool fue la puerta por donde lanzaron toda la creatividad y fueron realmente bien recibidos en el resto de los mares del mundo que se hicieron eco de su ritmo, rebeldía y la forma novedosa, osada con que se manifestaron en un mundo necesitado de lo único contra lo que no puede luchar: su afán por encontrar algo más digno, más puro, mas merecedor de esta fuerza de vida que a veces parece vana, mitigada por la cotidianeidad que no sabemos como maniobrar.

Mi hermano mayor, Oscar, era adolescente cuando le llegó a sus manos el primer 45 RPM de The Beatles. Jamás pude olvidar esa música que se ralló en todos mis sentidos. Mucho menor que él no entendía nada y lo más que podía hacer era jugar, correr, mecerme en el columpio y conversar con todo lo que encontraba a mi alrededor, para darle fuerza a la magia que cobraba vida por todos los rincones de la casa, también muy cercana al mar. Al ritmo de Hey Jude.

Después de allí fue comprando todos los discos y muy pronto se hizo un experto no solo en el tema de estos cuatro músicos sino de todos lo que fueron saliendo, cargados de sus mismos deseos de libertad, cambios, esperanza y los garabatos del amor que estaban haciendo todas sus señales en esa época confusa que todavía era su pubertad.

Ahora son muchos los jóvenes músicos que están haciendo versiones de canciones no solo de los Beatles, The Rolling Stone o la misma Cindy Lauper. Son adaptaciones que buscan recordar la huella, con el mismo mensaje, con la novedad de las voces, las técnicas de los estudios de grabación.

Siempre escogen las canciones que mas gozaron del respaldo popular, acompañadas, en su buena mayoría de veces por la calidad comercial que está dentro de ellas.

Lo cierto es que su mensaje sigue intacto como continua todo lo que hacen algunos hombres y mujeres que tienen el toque de la inspiración y la gracia del amor, no tan común, en esta perfección de planeta que gira y gira, con la independencia de nuestros actos, a Dios, gracias.
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