domingo, 3 de junio de 2012

El tercer acto (y II)


Con este artículo presentamos la segunda parte de las ideas expresadas por Jane Fonda sobre lo que ella denomina El tercer acto, una forma de reprogramar los últimos años de vida en el planeta tierra, para aquellas personas que sientan que esta información es útil aún cuando estén  lejos, cerca o viviendo los dorados sesenta.

“No quiero idealizar el envejecimiento. Obviamente, no hay garantía de que pueda ser un tiempo para disfrutar y desarrollarse. Es, en parte, una cuestión de suerte. Es, en parte, de origen genético. De hecho, una tercera parte es de origen genético y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Pero ello significa que dos tercios de nuestro triunfo en el tercer acto dependen de nosotros mismos. Vamos a señalar puntos para que esos años añadidos sean todo un éxito y marquen una diferencia positiva.

Para mí, esto comenzó cuando me acercaba a mi tercer acto, el cumpleaños  numero 60. ¿Cómo se suponía iba a vivir? ¿Qué se suponía que debía cumplir en este acto final? Y me di cuenta, con el fin de saber a dónde iba, que tenía que saber dónde había estado. Así que regresé al pasado en mi memoria y estuve en los dos actos anteriores, tratando de ver quién era yo entonces; quién era yo en realidad (no aquella que mis padres u otras personas me dijeron que era o me trataron como si lo fuese). ¿Quién era yo? ¿Quiénes eran mis padres, no como padres, sino como personas? ¿Quiénes eran mis abuelos? ¿Cómo trataron a mis padres? Ese tipo de cosas.

Un par de años después descubrí que este proceso por el que había pasado  se llama según los psicólogos “hacer una revisión de la vida”. Dicen que puede dar un nuevo significado a la vida presente de una persona. Ustedes descubrirán, como yo, que muchas cosas que ocurrieron en la vida por su culpa, muchas que pensaban sobre sí mismos, realmente no tenían nada que ver con ustedes.

No fue su culpa, ustedes hicieron bien las cosas.

Ustedes serán capaces de volver atrás y perdonarlos y perdonarse a sí mismos. Serán capaces de liberarse de su pasado. Ustedes serán capaces de cambiar su relación con el pasado.

Ahora bien, mientras yo estaba escribiendo acerca de esto, me encontré con un libro llamado El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, psiquiatra alemán que pasó cinco años en un campo de concentración nazi. Y escribió que, mientras él estaba en el campamento, podía decir, si llegaba a ser liberado, quiénes iban a salir adelante y quiénes no. Y escribió lo siguiente: "Nos pueden quitar todo lo que tenemos en esta vida excepto una cosa: Todo lo que tienes en la vida te lo pueden quitar, excepto una cosa,  la libertad de elegir, de cómo reaccionar ante determinada situación. Eso es lo que determina la calidad de vida que hemos tenido, no se trata de si hemos sido ricos o pobres, famosos o desconocidos, sanos o enfermos. Lo que determina la calidad de vida es cómo nos relacionamos con nuestras realidades, qué significado les damos, qué tipo de actitud adoptamos frente a ellas, qué estado de ánimo le permitimos activar”.

Tal vez el propósito central del tercer acto es volver y tratar, si es el caso, de cambiar nuestra relación con el pasado. Resulta que la investigación cognitiva demuestra que somos capaces de hacer esto, se manifiesta neurológicamente, por vías nerviosas creadas en el cerebro. Con el tiempo ustedes verán, si reaccionaron negativamente a los acontecimientos y personas del pasado, que se han establecido unas vías neuronales por medio de señales químicas y eléctricas enviadas a través  del cerebro.  Y con el tiempo, estas vías neuronales se fijan, y se convierten en la norma, aunque sean dañinas para nosotros, porque nos causan estrés y ansiedad.

 Sin embargo, si volvemos atrás y cambiamos nuestra relación, modificamos nuestra relación con las personas y los acontecimientos del pasado, las vías neuronales pueden cambiar. Y si somos capaces de tener sentimientos más positivos sobre el pasado, esto se convierte en la nueva norma. Es como reiniciar un termostato. Tener experiencias no nos hace sabios, es reflexionar sobre las experiencias que hemos tenido lo que nos hace sabios. Además nos ayuda a ser íntegros porque nos trae sabiduría y autenticidad. Esto nos ayuda a convertirnos en lo que podíamos haber sido.

Las mujeres comenzamos siendo íntegras. De niñas comenzamos combativas: – “Sí, ¿quién lo dice?”. Tenemos libre albedrío. Somos los sujetos de nuestras propias vidas. Pero muy a menudo, muchas, si no la mayoría de nosotras, llegada la pubertad, empezamos a preocuparnos por integrarnos y ser populares. Y nos convertimos en sujetos y objetos de la vida de otras personas.

Pero ahora, en nuestro tercer acto, puede ser posible que regresemos al punto de partida y saberlo por primera vez. Y si podemos hacerlo, no será sólo para nosotras mismas. Las mujeres mayores representan la mayor población mundial. Si podemos volver atrás y llegar a ser íntegras, esto va a crear un cambio cultural en el mundo y dará ejemplo a las generaciones más jóvenes para que puedan repensar en sus vidas” (NOTITARDE, 30/05/2012, LECTURA TANGENTE).- 


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