domingo, 28 de diciembre de 2014

Talento de humildad




Tres reyes magos de tamaño natural, montados sobre sus dromedarios, risueños y hospitalarios, dan la bienvenida a los visitantes del pesebre artesanal que se encuentra en una zona que todos llaman La Polvorosa, en el municipio Antolín del Campo, de la Perla del Caribe, Isla de Margarita.

Meses de preparación para la llegada del Niño Jesús que es colocado religiosamente, todos los años, a la medianoche, para que amanezca justo el día que fue anunciada su llegada, para recordar hoy por hoy, más allá de los registros históricos inexistentes, las verdades o las mentiras, que la Navidad es una oportunidad para entender las mejores congruencias que podemos brindar los seres humanos si conectamos con el lado positivo de nuestra caleidoscópica existencia.

Así como diferentes aves son capaces de seducir reuniendo piedras o semillas (del mismo color, casi del mismo tamaño) para colocarlas en diversas posiciones, ejecutando atrayentes formas y emplazar así la atención del sexo opuesto, convirtiéndose en verdaderos artistas; en todos o en casi la inmensa mayoría de hombres y mujeres, vive un creador que va especializándose con el tiempo en lo que más le gusta.

Los trabajos artesanales, despreciados buena mayoría de veces, son de lo más hermosos cuando están hechos con el corazón y realmente se visitan casas donde las manos de las personas que la habitan, e inclusive, todos los seres que allí moran, impregnan con una sutil energía toda la armonía que se siente y se respira. Cuanta mayor la sencillez mayor la belleza; cuanto mejor resueltos todos los rincones con elegancia más que con lujo, se alcanza verdaderamente un clima difícil de olvidar.


Así ocurre con este nacimiento hermoso que se encuentra en una esquina, muy cerca de La Fuente, iluminado con lámparas de kerosene, realizado por la familia Aular, como hace más de quince años, completamente artesanal, es decir , ni uno solo de los materiales que lo hicieron posible contienen plásticos y sus múltiples derivados. Todo es hecho allí con cuerdas, mopas, papel y cartones reciclados, después de muchos años de práctica y de especializarse en estructuras de tres dimensiones, capaces además de soportar las ventiscas que se presentan sin anuncio en el mes de diciembre en Margarita.

Los visitantes pueden caminar a través del pesebre. Van encontrar artesanos trabajando, jornaleros descansando, un pozo de la fortuna, niños y ovejos blancos. En un rincón muy especial por supuesto están las figuras principales de todo Belén, con sus animales humanizados en la bondad de esta historia que busca enternecer hasta el corazón más duro.


El camino por todo el nacimiento es suave, como si se pisara una arena más suave como de las playas. Inciensos colocados por el recorrido parecieran estar bendiciendo y llamando a la paz que debe reinar en los corazones. Se siente una brisa suave, bañada por el mar, que aunque lejos en el horizonte, en toda isla está cercana, regalando la humildad de estar en este lugar consagrado a esta historia que llena el alma de niños y grandes por igual.

En este pesebre nada falta ni nada sobra. Ha sido pensado con mucha paciencia la misma con la que comienzan a trabajar dos meses antes limpiando el monte del terreno y comenzando a levantar todas las estructuras. Durante el año se ha pensado y mucho. Los artesanos nunca dejan de trabajar y cada cosa que van consiguiendo o comprando por el camino, en la cotidianidad más próspera o la más adversa, les permite al final tener un resultado cónsono con sus ideas.

El sol margariteño no permite disfrutar esta obra artesanal de día pero es que es justo de noche, después de las cinco y media, cuando la luz se inunda de anochecer, se disfruta el encanto de esta familia artista que pone todo su empeño en hacerla realidad, sin que nadie les apague el entusiasmo porque para ellos no ha nacido todavía el que ser humano que les quebrantará la fe o el deseo de seguir haciendo cosas tan desinteresadas como éstas.

Y el recorrido está cargado de buenas intenciones, de mucha alegría, del talento que representa la humildad. La suavidad de la tierra preparada ya dice mucho asó como el candor del Ángel de la Anunciación, la mirada del buey, las figuras de José y de María y el Niño Jesús en toda su pureza y esplendor en una de las grutas mayor cuidadas de este encantador regalo que se entrega a la comunidad y todos aquellos que lo visitan.


La renovación, los nuevos votos, los deseos y todo lo que implica un movimiento hacia, en la existencia, requiere un atreverse a observar dónde se encuentra lo que verdaderamente importa (Notitarde, 28/12/2014, Lectura Tangente).- 



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