Arcoiris (cartas de apoyo a pacientes Covid)

Cerro Maco maco 

En la ciudad de Valencia, no la de España sino la de Venezuela, existe una montaña que le llaman Las Morochas aunque los indígenas le llamaron Maco maco.

En Venezuela se les  dice morochas o morochos a los niños gemelos.

Maco maco (voz indígena) forma una cumbre extensa que tiene dos picos o montículos que sobresalen, pero en vez de puntiagudos son redondeados. Muy grandes, espesos de selva verde, han dado pie a leyendas urbanas.

Muchos dicen que por allí habitan animales peligrosos como cunaguaros (hermosos y escurridizos gatos monteses),  serpientes y osos tropicales.

Lo cierto es que abajo, en la saya de toda esta fastuosidad, en una pequeña laguna llena de tortugas, visitada por las más diversas aves, un día vimos cómo, tras un relámpago de lluvia, se formó un arcoíris muy pequeño a ras de tierra.

El asombro de todos los que allí estuvimos esa tarde,  fue grande. Por supuesto, buenas señales anunciaba esta maravilla del universo.

Un pálpito de luz es un arcoíris.

Y fue así, aunque en ese momento de vida no lo hubiésemos entendido en su más clara dimensión.

En las faldas de Macomaco supimos que la vida es mucho más que los momentos presentes y que estos deben tomarse como lluvia fresca.

Pronto, porque todo esto que está sucediendo lo superaremos, disfrutaremos de una nueva dimensión de la vida, aguacero titilante en los sentidos, porque de esta experiencia saldrás fuerte, sonriente; con la sabiduría de esa superación y la evolución de su trascendencia.

Mientras tanto, cierra los ojos,  un arcoíris también nace a ras del suelo. Siéntelo. Tócalo. ¡Viven sus colores para ti!

Soy Marisol, escribo para ti; junto a un gato que duerme y está próximo a cumplir un año de vida.


carta anterior: 
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Fotografía: 

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Cerro_Macomaco_2.jpg