Superar (cartas de apoyo a pacientes Covid)

Nos observan, Rolando Quero 

Temprano, en  esta mañana lluviosa de sábado, vi a un vecino asomarse por el estrecho balcón terraza de su apartamento, con un bebé en brazos. Hacía unos pequeños giros con su cuerpo como para darle la sensación de movimiento o tal vez para intentar dormirle o calmarle si acaso era porque estaba intranquilo o llorando.

Desde mi ventana, que traspasaba todo el espacio y distancia, techos y lluvia, él se veía tan grande como pequeño, tan fuerte como inseguro. Un bebe siempre colma de sensaciones y protegerlo con nuestros brazos es una tarea delicada.

Por eso los hombres y mujeres, con un niño en brazos,  se ven así: aún más frágiles. También más sensibles.

El universo es tan amplio que no podemos escapar a nuestra sensación de fragilidad. Pero, a la vez,  somos tan fuertes y tan poderosos, diseñados en la dimensión de trascender todas nuestras experiencias.

En casi todas las naciones del mundo hay un dicho más o menos parecido que versa alrededor de “uno es del tamaño de las circunstancias que se le presentan”,  que implica -desde sí- que se presentan justo los asuntos que somos capaces de superar.

Y el ser humano es arrojo. Ímpetu.

Tenemos un poquito de todos los elementos naturales.  Robustez de tierra, generosidad del aire, profundidad de mar, columpio de fuego para poder transmutar todo cuanto acontece.

Hoy llovió. Mañana saldrá otro día, como quiera venir.

Lo importante es saber que sin estar solos, porque nunca lo estamos, siempre acompaña la vida, bailando amorosamente dentro de nosotros, para que resistamos y alcancemos todo lo que tenemos que superar.

Por la vida somos llevados exactamente como ese hombre hoy llevaba a su bebé: con delicadeza y danza.

Soy Marisol, tengo una edad maravillosa (58 años), un gato que generalmente está dormido a mi lado y te acompaño un breve instante, con todo mi corazón.


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