domingo, 12 de abril de 2020

La plaza (cartas de apoyo a pacientes Covid)




Le llamaban la plaza de las palomas. Quedaba distante de mi casa, pero muy cerca de la escuela. Antes de dirigirme a la parada iba con Celeste a este espacio lleno de vida, sombras de árboles y una gran fuente repleta de todo tipo de aves libres que aprovechaban para mojarse, beber agua y cantar el regocijo de vivir.

Ella habitaba cerca de allí por lo que no se desviaba del camino. Pero me acompañaba poco tiempo,  la mamá la esperaba y regañaba si tardaba mucho.

La fuente grande, redonda y con varias pilas de agua de diferentes dimensiones, servía para acoger un buen número de aves que daban gozo alrededor. Era un entretenimiento, una algarabía, entre el ruido del agua de la fuente y los muchos cantos de las aves.

Solo en las noches reinaba casi en mayoría el gorjeo de las palomas que también allí tenían sus nidos.

Les habían construido casitas sobre fuertes columnas, de madera, separadas una de otras, con los techos pintados de colores,  donde las palomas vivían e iban colocando ramas y hojas para hacer sus nichos. Allí nacían sus pichones y se mantenían  hasta tener fuerzas para volar. 

Había además un encargado porque todo estuviera perfecto. Las aves reinaban en un mundo pensado para ellas. Era un hombre mayor, ágil y delgado. Revisaba durante el día todos los rincones de la plaza. Podaba las flores y arbustos; barría. Se subía a una escalera para revisar el estado de las casitas y los nidos, haciendo unos sonidos guturales que a mí me encantaban.

Celeste fue a la primera compañera de clase que llamé amiga. Luego la vida enseña qué significa realmente esa palabra y cuántos pueden ocupar ese destino dentro del corazón.  Porque la amistad tiene ese halo brillante, justo allí, entre destino y corazón. Agua y piedra.

El día frío que hoy comenzó se ha transformado en tarde más cálida de sol. Mi gato Chachito está vigilante sobre el armario del tendedero. Allí se siente en sus dominios, como espero pronto estés en los tuyos, recuperado del todo. Soy Marisol. Un abrazo virtual, sentido.


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