lunes, 11 de mayo de 2020

Contrapicado (cartas de apoyo a pacientes Covid)




La visión del Salto Ángel cuando tuvimos la oportunidad de verlo lo suficientemente cerca,  a través de la ventana redonda de un antiguo avión de pasajeros,  fue ampulosa y excitante.

Cómo no imaginar igual de sensaciones en los primeros habitantes de estas tierras al verle desde abajo, en un fabuloso contrapicado, de auténtica manifestación divina.

Más de dos mil metros de elevación y más de setecientos kilómetros cuadrados de superficie tiene el Auyantepuy, colosal montículo de piedra y vegetación, que reparte al mundo dos asombrosas caídas de agua, la más enorme llamada también Kerepakupai (ochocientos metros de caída libre) o el Churún Merú, también en la misma meseta, pero con la mitad de altura.

El Salto Ángel o Kerepakupai es más bien un gigante tímido. Por su gran altura siempre está cubierto de nubes y no todos los que hacen las travesías, tanto en avión como en curiaras (canoas), subiendo a contracorriente por el río Churún, tienen la fortuna de verle.

Previsibles son el ensordecedor ruido de las cascadas, las lluvias a capricho y sin poder pronosticar; y los olores vírgenes de la humedad de esta selva del Parque Nacional Canaima, en el estado Bolívar, donde aborígenes preservan este regalo de la naturaleza, para la humanidad, más allá de que esté en suelo venezolano.

El cine se ha doblegado ante este titán natural: películas como Más allá de los sueños, Dinosaurio, Dragonfly, Up, Avatar y Point Break han mostrado este lugar de embrujo deslumbrante,  cargado de la fuerza e inteligencia de la perfecta biosfera.

El avión dio unas diez vueltas alrededor del Salto Ángel. Muy cerca y a la vez demasiado lejos. Había además un arcoíris, por debajo de nosotros, sonriendo. Ese día confirmamos la suerte de estar vivos, sospechando que  la energía densa de la roca,  también dirigía atenta mirada a todo lo sintiente alrededor, sin dejarse eclipsar por la cascada, que igual resbalada por su pared, tamizada de diminutas gotas de amor. 

Soy Marisol, mi gato Chachito está buscando más atención de la que ya tiene, confinado como estamos. El día de hoy frío, sin sol y con lluvia ligera.

Tu recuperación en ese breve salto hacia la energía vital de la vida, es el seguro desafío que vencerás. ¡Animo!


Carta anterior:

Foto:




No hay comentarios:

Publicar un comentario