Sueños de jungla, Rolando Quero. |
Aunque solo podía verle
los ojos, me causó este hombre cierta inquietud. No lo estaba pasando nada bien
en esta desaceleración del tiempo impuesto.
Las personas relajadas o
tranquilas suelen ser mejores compañeras en estos momentos que los seres
acelerados o demasiado inquietos mentalmente.
Imaginé que tiene como
muchos el negocio detenido. Acompañado por la angustia de saberse en casa con
su familia y la impotencia, enorme
señora de dos metros de altura, con más de ciento cincuenta kilos de peso,
demandándole todo el tiempo comida.
La impotencia añade invitados
igual de gruesos e ineficaces a la hora de atraer paz a nuestras vidas.
El debate entonces sigue.
La economía no ha sido diseñada para detenerse y el virus nos lo exige para
preservar la vida.
En las películas Kundun
(Martin Scorsese) sobre la vida del décimo cuarto Dalai Lama y Siete años en el Tibet (Jean-Jacques
Annaud) se observa la diferencia entre los rostros de los niños actores
tibetanos frente a los occidentales. El reflejo de esa serenidad natural y
genuina, contrastada con la angustia del adulto occidental, enfrentado al tiempo
y sus deseos, es logro sutil en ambos largometrajes.
Es posible que este hombre
que vi ya haya tenido una crisis que lo haya llevado a no poder ocultar la
angustia en sus ojos, que si bien no eran la desmesura de El Grito de Edvard
Munch, si tenían la enfermedad de la vivencial impostura del Coronavirus.
Cuando sentimos tal
orfandad ni siquiera percibimos los abanicos de manifestaciones que están allí
para ayudarnos: acariciar nuestros hijos, pareja, mascota. Inhalar lo positivo,
exhalar lo negativo. Hacer el dibujo del sol en todos los espacios en que
estemos. Alejar el pesimismo como a un espanto. Sonreír aún sin ganas.
Descubrir poco a poco los pequeños milagros que pululan en esta fuerza
gravitacional de vida. Cientos de miles de mensajes, libros, canciones,
esculturas, pinturas y vidas danzando con fuerza espiritual, para
equilibrarnos.
Si todavía la angustia
persiste habrá que establecer un dialogo hacia nuestra profundidad. Estaremos
asistidos por todo el maravilloso universo que nos ha hecho posible, creyendo o
no en esto.
La recuperación restablece
fuerzas físicas y espirituales al unísono. Es ahí cuando la conexión de la
salud se restablece. Lo que esperamos pronto conseguirás todos los que de
alguna u otra forma te acompañamos.
Soy Marisol. Mi gato
Chachito duerme como buen adolescente inquieto que ya ha realizado muchas
travesuras. Día de sol.
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