domingo, 8 de septiembre de 2024

Cuarenta y dos días después

 


Me siento incomoda desde que supe la noticia de que el presidente electo por voluntad popular de Venezuela, Edmundo González Urrutia, ha aterrizado en España, exilado. No porque me guste él, más o menos como político; si no porque la pregunta que nos hacemos todos los venezolanos, los migrantes y los que viviendo en el país no-chavistas, (porque sabemos que los seguidores de Maduro son perfecta minoría), es qué debe suceder, qué debe pasar para que  los ahora usurpadores del poder político-jurídico-legislativo-social del país llamado Venezuela, dejen de salirse con la suya, con su innecesaria y desvitalizada realidad construida, en favor de unos pocos, en detrimento de la mayoría.

Entonces tenemos que hablar de la desnaturalización… que unos cuantos hombres y mujeres en poder y los escasos seguidores de un mando, que les permite hacer los que les venga en gana, continúen allí…

Se puede entender… a lo largo de la vida en todos los territorios, culturales, políticos y educativos del país fuimos testigos de cómo les costaba a los que ostentaban el poder abandonarlo… mucho más si eran acusados del mal mayor: corrupción moral y perjuicio de la institución que estaban prestos a defender…

Pero hablamos de la aberración de haber permitido la llegada de inmensos grupos humanos,  de nacionalidades cubanas, nicaragüenses, rusas y cualquiera otra, prestas a defender con armas del mismo Ejército y las tecnologías del Estado venezolano, al gobierno… en nombre de una ideología de izquierdas  que no es tal porque  quienes mandan en Venezuela son delincuentes y quienes los defienden, por antonomasia, también lo son.

Veo antiguos conocidos por las redes publicando cosas, directas o indirectas. Los hay quienes sin rubores continúan defendiendo lo indefendible…  

Todos sabemos lo fácil que es sentirse magnánimos, arrimaditos con los que sabemos están en el poder, capaces de todo,  por matar el hambre del estómago.

El miedo es bicho grande por la sangre de la conciencia.

Los que desde ese pequeña trinchera vociferan que no hagan guarimbas porque tienen que ir a trabajar, como si hubiese mucho trabajo para la gran mayoría de los venezolanos; los que se ponen a publicar lo bonita que es Venezuela, evadiendo la actual realidad, describiendo su amplia geografía, llena de hermosura natural… capaz de desplegarse a tus pies, si tienes muchos dólares y euros para pagar protección y seguridad, una vez más, gubernamental.

Llegado el momento, sabemos que no podemos contar con conocidos, (está claro que amigos nunca fueron) capaces de defender a asesinos, violadores, torturadores y verdugos.

El día que se autoproclamó Maduro de nuevo electo, falseando la verdad, sin siquiera todavía (al día de hoy) mostrar actas de su triunfo, aquí ya era el día siguiente (lunes, 29 de julio de 2024), y fui a un local a tomar un café… allí trabaja una chica venezolana que ya a esa hora, antes de las siete de la mañana, tenía los ojos hinchados de tanto llorar.

Ella llega a su trabajo muy temprano, subida en una patineta, aún el metro no funciona antes de las seis de la mañana, para poner en marcha toda esa maquinaria de pan, bollería y productos con que desayunan los españoles.

Sus lágrimas de impotencia, aunque llenas de dolor,  nada tienen que ver con las miles de  chicas venezolanas violadas cuando cruzan la selva de Darien, los desiertos mexicanos o los muchos territorios en la huida,  muchas de ellas asistidas por médicos, ya embarazadas. Ni las que han tenido que verter los que han perdido hijos, esposos, familiares por el camino de duras travesías sobre todo cuando son a pie, por las fronteras terrestres

¿Qué decir de los violados y violadas en pleno territorio venezolano por oponerse al régimen que se mantiene usurpando todos los poderes constitucionales?

El sufrimiento de los que mantienen en cárceles como prisioneros políticos, los que han torturado y siguen torturando…

Los desaparecidos…

¿Qué son las lágrimas y las muertes para este puñado hombres y mujeres que defienden el  actual despropósito en Venezuela?

Con más o menos suerte, todos sabemos que el odioso dictador que está en la presidencia de Venezuela y todos los secuaces que los apoyan, un poco más cerca, un poco más lejos, pagarán por todos los daños tangibles e intangibles perpetrados.

La ignorancia es tan grande, que cuando creemos que estamos defendiendo nuestros pequeños privilegios (desde una pequeña arepa con queso para comer, hasta un Lamborghini)  lo que realmente enviamos al universo son señales anómalas. Exactamente así serán devueltas.

¿Qué significará la palabra alma para todos los que en esta tierra actúan de la forma como lo están haciendo las autoridades venezolanas, acompañadas por los barbaros  mercenarios extranjeros?

Desde la hipocresía y  el descaro, el gobierno de Venezuela dice que González Urrutia sale para garantizar la paz. Pareciera la de ellos. Desde hace 25 años no se trabaja por la paz ni la integración de los venezolanos. Los actos  vandálicos, los grandes sabotajes y todas las prácticas terroristas son y han sido elaborados en Miraflores.

Lo que si nos deja la llegada del presidente venezolano electo por voluntad popular es un desconcierto, la incomodidad de saber que los venezolanos estamos solos ante el  horror de vivir esclavos del mal, mire por donde se mire.

Cuarenta y dos días después de las elecciones venezolanas estamos nuevamente ante la incertidumbre.

¿Estarán verdaderamente ayudando a Venezuela sacando a Edmundo, electo lícitamente en las urnas por la mayoría de los venezolanos?

Solo nos queda este pensamiento: la grandeza del ciclo colectivo, de aprendizaje del ser,  por más duro que esté resultando, vendrá como boomerang adornado con nácar de estrellas.

No se interprete como venganza, en el plan inteligente, amoroso y universal eso no existe, así como tampoco la maldad.

Foto:

https://es.123rf.com/photo_56555762_el-campo-de-espigas-silvestres-secas-contraluz-con-el-sol-entorno-c%C3%A1lido.html

 

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