domingo, 13 de mayo de 2012

Culpa, gracia, opresión y redención


"Evangelizar con el Arte", de la hermana Angélica Rojas-Lizardi, de la congregación venezolana Hermanas catequistas de Lourdes,  es el nombre de la exposición que permanecerá hasta finales de este mes en el Museo Religioso Madre Enriqueta de Villa de Cura,  bajo la curaduría de Gabino Matos,  docente especialista en arte sacro, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).

Luego llevarán esta muestra de carácter itinerante al Museo Arquidiocesano de Mérida y ya fue presentada en Caracas, en el Museo Sacro de Caracas entre noviembre de 2011 y enero de 2012, bajo el auspicio de la Congregación Hermanas Catequistas de Lourdes y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Gabino Matos, conocedor y experto en la materia explica el trabajo presentado de la siguiente forma: “Las obras de Angélica Rojas Lizardi son mensajes sintetizados que cuestionan, intranquilizan y que, de alguna manera, acusan el débil accionar de nuestras instituciones sociales, económicas, políticas y religiosas. No son pinturas decorativas sino reflexivas. No son primorosas obras de arte sino inquietantes realidades dirigidas a remover la conciencia humana y la vivencia cristiana de quienes saben analizarlas para poder apreciarlas. Bien dijo el Papa Juan Pablo II que obras como estas “Encuentran siempre una gran resonancia” en los cristianos que se sienten convencidos y comprometidos con el mensaje de Jesucristo, porque son obras que denuncian y anuncian en lenguaje eclesial los retos para una nueva catequesis y para una renovada pastoral situada en las nuevas realidades del país. 

Estas pinturas catequéticas requieren ser “leídas” y analizadas por quienes las observan. Son páginas abiertas que ilustran conceptos, retos y acciones, ya explicitados por la Doctrina Social de la Iglesia, que requieren ser asumidos y resueltos por las instancias jurídicas y las instituciones sociales pero en concordancia con las líneas pastorales de la Iglesia. Son pinturas que advierten sobre las luces y sombras de nuestro tiempo, sobre nuestros aciertos y desaciertos como constructores del género humano. “El arte – confirma el semiólogo italiano Umberto Eco- no existe sin la presencia del hombre”, por ello asumimos que “el tema de la Iglesia y el tema del Arte es el hombre” Estos cuadros no son para el deleite sino para la reflexión; no son para evaluar la técnica sino para interpretar su contenido, no son para contemplarlos sino para analizarlos.

Son “verbo y no sustantivo” como dice el cantautor Ricardo Arjona. Son pues, imágenes que alcanzan una significación para personas que se preguntan cuál es alcance del mensaje cristiano de hoy, y también para catequistas que pueden identificar el qué, el por qué y el para qué donde se orienta y define la dimensión de una nueva enseñanza religiosa y catequística necesaria para la sociedad actual.

Para lograr estas pinturas, la hermana Angélica Rojas debe estar atenta a lo que sucede en el entorno local, nacional y mundial con el fin de extraer motivos, ideas y mensajes para su trabajo. Paralelamente coteja las imágenes con acertadas citas bíblicas, frases del Jesucristo o palabras del Papa para darles sentido eclesial y hacer comprensible a todos el mensaje católico. Se advierte también que selecciona figuras, símbolos, personajes y paisajes extraídos de la realidad venezolana para darle significado y contexto local y nacional. De igual modo se aprecia como alude a nuestras ciudades, a nuestras barriadas, a los rostros de nuestros indígenas, de la gente de nuestro pueblo y a la variada fisonomía del venezolano, así como también a los líderes de bien de nuestro tiempo y a referencias, signos y símbolos de la religión católica.

Son pinturas con dimensión profética porque no sólo denuncian lo que el hombre hace o deja de hacer, sino que también anuncian lo que Dios quiere. Por eso podemos afirmar que estas imágenes presentan el anverso humano y el reverso divino, pues presentan “la culpa y la gracia, la opresión y la redención, la injusticia y la esperanza”. Si observamos el cuadro “He aquí el hombre” se aprecia la virtud de la esperanza personificada en una mujer fuerte, decidida y con características físicas muy nuestras que a través del gesto y la mirada reclama acciones sociales y beneficios colectivos que conviertan en hechos los mensajes del Evangelio y los derechos humanos. El traje blanco y la actitud de líder popular de la mujer, seguida por una muchedumbre, parecen simbolizar que la esperanza es pulcra y sincera y que el beneficio de la fe y el disfrute del bien común es para todos sin distingos de ninguna índole. Detrás de la figura se recrea el contraste de nuestras ciudades y barriadas donde conviven las personas compartiendo esperanzas y luchando a empujones por alcanzar algún beneficio social. Se percibe la indiferencia y humillación. Ancianos, niños e indígenas exhiben su miseria y su indigencia mientras que las medidas políticas y sociales se dictan distantes de las necesidades de nuestro pueblo y con evidente desatención a los más elementales derechos humanos” (Notitarde, 10/05/2012, LECTURA TANGENTE).- 

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