miércoles, 8 de abril de 2020

Scarlett (cartas de apoyo a pacientes Covid)




Nos observan, Rolando Quero 


El verano que más libros leí fue cuando tenía alrededor de quince años. No recuerdo  la razón. La biblioteca en casa era enorme, pero pedí prestados alrededor de doce y entre ellos estaba  “Lo que el viento se llevó”  de Margaret Mitchell, libro que a esa edad causó impresión en mis inexperimentadas emociones.

Recuerdo que lo leí demasiado rápido; lo devoré, como quien dice. La narración ágil, las descripciones; incomparables. La imaginación se hacía redonda ante la maestría de esta periodista convertida en mejor escritora.

Pero cada vez que cerraba un capítulo, lloraba. Dejaba el libro a un lado y sollozaba recostándome en la cama,  juntándome con el olor a salitre que había en mis sábanas, porque vivíamos muy cerca del mar. 

La oración final del personaje femenino principal, Scarlett O’Hara,  “mañana será un nuevo día” me dejó desconsolada. Ese dejar para el día siguiente lo que no tenía resuelto en el hoy, era para mí, un conjunto de sentimientos enredados en una gran bola a la deriva, que me hacían sentir vulnerable y parte de una historia de impotencia, confusión y desazón. Como la que creía vivir en ese momento. Con toda la ignorancia y desconocimiento del mundo.

Por supuesto, al terminar el verano no solo tenía la magistral pluma de esta mujer sino la de otros muchos autores en mi cabeza y su huella no fue tan perecedera. Creo haber leído en alguna parte que ella incluso quiso titular el libro con aquello de “Mañana será un nuevo día”, pero  al final optó por el que reúne en sí mismo el peso del pasado en la vida de los personajes y el relato continuo de la guerra de secesión.

Especial ternura me inspiraba el personaje de Scarlett y una simpatía sin igual Rhett. Historia de amor y desamor que me maravillaba en la fantasía que se tienen en esos años.

Comprender años más tarde que la mente es ese continuo viaje hacia el pasado o hacia el futuro ha sido parte de otro aprendizaje. Sumamente agotador resulta estar en ese paralelismo continuo. Con una facilidad y rapidez vertiginosa nos adentramos en los espacios de tiempo, ambos para huir del presente.

Mitchell lo supo expresar muy bien, quizás sin proponérselo. Su personaje Scarlett huía, porque la guerra en su alma, era pasado.

Soy Marisol. Hoy el día está gris. Mi gato Chachito ha dormido poco y jugado mucho, en el pequeño espacio, especie de terraza, donde se cuelga la ropa. Pendiente de los pájaros que no logra atrapar. Porque hay rejas. ¡Menos mal!

Pendiente de tu pronta recuperación, que la alcanzarás pronto: aquí sí vale abrazar el futuro.


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