miércoles, 13 de mayo de 2020

Crepitar (cartas de apoyo a pacientes Covid)



Tuve varios profesores de literatura que me hicieron entusiasmarme por las letras. Seguramente las primeras maestras también lo intentaron, pero en ese camino no recuerdo a ninguna en particular.

Hubo uno de ellos, cuando estábamos en bachillerato,  que nos hizo leer libros por montones y era un lector compulsivo. Tenía en el maletín, de cuero flojo y desgastado, entre cuatro y cinco libros que leía a la vez. Sus alumnos no dábamos crédito a esa capacidad, nos parecía una auténtica proeza, incapaces de imitarle.

La dispersión mental es el tema en la adolescencia.

Ya en la universidad el profesor Manuel Bermúdez hizo una diferencia. Había sido boxeador y de allí que le encantara el sentido de golpear con las palabras.

Las tareas se hicieron cotidianas, las lecturas, las correspondencias entre quienes teníamos pensamientos en torno a este acto creativo. Hicimos una publicación colectiva que se llamó Vísperas de la Aldea, producto de ese taller literario lleno de fuerza hacia el futuro.

Después hubo seminarios, estudios y entrevistas con gente de este quehacer. Lecturas y búsquedas constantes en torno a quienes ejercen este oficio.

Descubrir además que todos los que sienten la llamada de una expresión artística tienen la felicidad y la libertad de sentir muchas más cosas. Don o regalo recibido para compartirlo y experimentar la vida de una forma más plena. Manifestaciones distintas, mismo fuego creador.

Hay otra cosa bonita entre quienes trabajan a diario perfeccionando su arte sea cual fuere. Un sentido de trascender, una ética hacia el logro, una evolución constante e irrefrenable por avanzar.

Aunque lo que se haya comenzado pueda cambiar de muy distintas maneras, la llama crepita en los huesos y en los cinco sentidos. Todo se dispara para los nuevos hallazgos que son manifestación de amor hacia el mundo.

Literatura, música, baile, pintura, escultura, teatro y todas sus manifestaciones yacentes y subyacentes enriquecen este presente donde quiera que estemos, en la gratitud de poder desarrollar y también poder disfrutar alma y cuerpo de nuestros congéneres.

Manifestaciones de querer vivir. De dejar huella. De ofrecer chispas a la luz.

Llevamos una semana de aires más fríos y días nublados, en este mayo. Mi gato tiene el ritmo suyo, duerme o se levanta a comer, para volver a descansar.

Se acercan los días del completo restablecimiento. De poder dejar todo lo vivido atrás, con alegría y entusiasmo también.

Carta anterior:

Foto: 


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