martes, 12 de mayo de 2020

Mudanza (cartas de apoyo a pacientes Covid)




Desde hace bastante más tiempo del que ahora recuerdo tengo el deseo de mudarme y este confinamiento acelera y reclama este pensamiento con mucha más fuerza.

Los que proclaman que esta parada en el camino es para hacernos mejores, entenderán que en esa necesidad de cambio hay una coherente sensación de transmutar lo no alcanzado en el lugar donde nos encontramos.

Los que sostienen que nada pasará, que seguiremos viviendo igual o peor, con la incívica consciencia planetaria, comprenderán que las mudanzas tienen más incomodidades que satisfacciones, sobre todo al comienzo, pero las aceptarán como necesarias y respetables.

Las grandes ciudades son contradictorias, mucho más que las pequeñas o los pueblos chicos. La alta demografía las hace peligrosamente desordenadas y voraces. Tiene demasiados pactos de sobrevivencia.

Lo vivido en la niñez o en la juventud tiene la fuerza de la experiencia primera hacia todas las cosas y por ello el repaso de los lugares que habitamos en esas edades, se hace mucho más vigoroso. Tendemos a querer repetirlo con el paso del tiempo.

La película de animación chino-japonesa, “Flavors of youth” (Sabores de juventud),  contiene tres historias: Fideos de arroz, Nuestro pequeño desfile y Amor en Shanghái. Su fondo son las ciudades y los pueblos, evocados para volver a encontrar en el presente, lo vivido en claro sinónimo de  mayor felicidad.  

La textura de los fideos de San Xian, el éxito tras las buenas acciones dentro de una fábrica abandonada y el casete no escuchado como revelación del auténtico amor, resumen las tres historias, fuentes de esa reminiscencia. Pero ni el gusto, ni la vitalidad de nuestra voluntad, ni el amor no consumado retornan a ser lo que fueron.

Por lo pronto estamos confinados, pero nos mudaremos. Más tarde o más temprano. Volveremos a una orilla ondulante. Retornaremos hacia las tardes de sol y mar posadas en nuestros ojos.

Justo hoy que escribo esto está lloviendo. Mi gato duerme. Ha jugado mucho, es un adolescente. Justo en este mes de mayo cumple un año  conmigo, recogido en una calle, bebé hambriento y desprotegido.

Los recuerdos gratos animan a recuperarse al igual que el deseo de ir hacia un futuro completamente restablecido. ¡A por ello!


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