Desde hace bastante más
tiempo del que ahora recuerdo tengo el deseo de mudarme y este confinamiento acelera
y reclama este pensamiento con mucha más fuerza.
Los que proclaman que esta
parada en el camino es para hacernos mejores, entenderán que en esa necesidad
de cambio hay una coherente sensación de transmutar lo no alcanzado en el lugar
donde nos encontramos.
Los que sostienen que nada
pasará, que seguiremos viviendo igual o peor, con la incívica consciencia
planetaria, comprenderán que las mudanzas tienen más incomodidades que
satisfacciones, sobre todo al comienzo, pero las aceptarán como necesarias y
respetables.
Las grandes ciudades son
contradictorias, mucho más que las pequeñas o los pueblos chicos. La alta
demografía las hace peligrosamente desordenadas y voraces. Tiene demasiados
pactos de sobrevivencia.
Lo vivido en la niñez o en
la juventud tiene la fuerza de la experiencia primera hacia todas las cosas y
por ello el repaso de los lugares que habitamos en esas edades, se hace mucho
más vigoroso. Tendemos a querer repetirlo con el paso del tiempo.
La película de animación
chino-japonesa, “Flavors of youth” (Sabores de juventud), contiene tres historias: Fideos de arroz,
Nuestro pequeño desfile y Amor en Shanghái. Su fondo son las ciudades y los
pueblos, evocados para volver a encontrar en el presente, lo vivido en claro sinónimo
de mayor felicidad.
La textura de los fideos
de San Xian, el éxito tras las buenas acciones dentro de una fábrica abandonada
y el casete no escuchado como revelación del auténtico amor, resumen las tres
historias, fuentes de esa reminiscencia. Pero ni el gusto, ni la vitalidad de
nuestra voluntad, ni el amor no consumado retornan a ser lo que fueron.
Por lo pronto estamos
confinados, pero nos mudaremos. Más tarde o más temprano. Volveremos a una
orilla ondulante. Retornaremos hacia las tardes de sol y mar posadas en
nuestros ojos.
Justo hoy que escribo esto
está lloviendo. Mi gato duerme. Ha jugado mucho, es un adolescente. Justo en
este mes de mayo cumple un año conmigo, recogido
en una calle, bebé hambriento y desprotegido.
Los recuerdos gratos
animan a recuperarse al igual que el deseo de ir hacia un futuro completamente
restablecido. ¡A por ello!
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