lunes, 29 de junio de 2020

Álvaro Gómez: todo artista es conductor social




La vida no la vemos corta con juventud. Desde ese espacio difuminado más bien la vida parece larga e intemporal. Cuando de la nada se llega, y con mucha suerte, a la edad intermedia, los cincuenta años, ya se sabe un poco más de la inclemente marcha del reloj. Vivir entonces se convierte en otra cosa, más sencilla o compleja, de acuerdo a la experiencia y la maleabilidad de la estructura mental.

Para los artistas plásticos es apenas etapa de maduración. Comienzan a ser ellos mismos después de más de toda una vida (treinta, cuarenta años) creando con todas las posibilidades que ofrecen técnicas e imaginación; aderezadas con la sed de conocimiento continuo,  con la que nacen impregnados.

Pero no todos logran crear un universo propio. Álvaro Gómez lo ha conseguido a través del dibujo que ha ido perfeccionando con trazos naturales hasta crear un conjunto de seres humanos muy personales que van narrando la dinámica cotidiana y desenvuelta con la que seduce en cada lienzo.

Además de artista plástico es poeta y copioso bailador de merengue dominicano y son cubano.  Nacer en Venezuela en el estado Zulia y vivir por años en el estado Lara, tierra de tamunangue y tambor,  llenaron de sabor y placer sus aficiones.

En sus cuadros, sus personajes son sociales. Observan, se juntan, se distorsionan en los múltiples espejos de las personalidades. Se sorprenden, comprenden su alrededor y lo interrogan. Alertas y en movimiento van creando una dinámica vivencial en el lienzo.

En plumilla con mucha sobriedad se desplaza con unas tonalidades elegantes que destellan algún color. En acrílico logra luces azules o terracotas que van combinando la belleza de un estilismo peculiar.

A la par de esta figuración personal y única, va enlazando universos poéticos propios y ajenos. Así surge la pajarera de Goya, obra levantada en plumilla con todos los símbolos estéticos y morales de este precursor de vanguardias.  Los pájaros también deambulan fuera de la jaula, juguetones ante la ruta laberíntica, epicentro humano de la libertad.




La maja desnuda con tapabocas en la clara eventualidad vivida en este 2020 la expresa Gómez en toda su sonora femineidad, un poco risueña y observada, como ha sido hasta ahora. Arraiga líneas y fondos geométricos que se integran a la perfección en estas obras que forman parte de un discreto homenaje al genio de la pintura española, un poco atado en sus magníficos retratos y libre cuando llegó a su periodo de Caprichos e Invención, curtido por los años de trabajo anteriores.

La continuidad de la línea también lleva a Gómez por mundos llenos de particulares colores en su pintura acrílica. La fuente de la luz proporciona el fino equilibrio de yuxtaposiciones.

Como hombre nacido frente al mar Caribe, en su acento primordial coloca azules y variantes con la calidez de otras fuerzas cromáticas capaces de mezclarse con las conchas y el oleaje sonoro de la orilla. Hay un ritmo musical en todas sus obras que lleva a una danza de pies descalzos en arenas firmes.

Las manos de sus músicos se vuelven partituras y también ramas de árboles expuestos al vaivén de sombra y luminiscencia.




Marisol Pradas Segarra: ¿Cómo fueron los inicios en el mundo del arte?

Ángel Gómez: El inicio en el arte, estuvo cargado de mucho color, calor y más calor humano,  por ser Maracaibo (estado Zulia, Venezuela), una ciudad con mucho colorido. Del sonar de gaitas y su peculiar bullicio cuando hablan los maracuchos, por supuesto, es  nuestra idiosincrasia. Además es muy peculiar el acento que distingue a un zuliano,  gama amplia de nuestra cultura. A lo mejor todo ello fue despertando las ganas de pintar y de escribir, porque tenemos el lago de Maracaibo, que siempre nos enamoramos de él, como también el puente majestuoso Rafael Urdaneta. Te explico, en mi niñez, oíamos gaitas las veinticuatro horas del día, en Navidad y en la fiesta de nuestra patrona la Virgen de la Chiquinquirá. Todo era  un gran derroche de alegría. Considero que todas esas manifestaciones tienen una carga de belleza, dejando en el alma el mundo mágico del arte.

MPS: ¿Después de cuántos años encontraste esas figuras humanas que son únicas y que te representan como artista en el infinito universo del arte?

ÁG: Fue un proceso muy largo e interesante. Observé a las  sociedades en su desarrollo humano. Encontré que crecían, y crecían, y lo más patético aún, en las capitales, con ríos de ciudadanos en las calles. Entonces, con esa visión de multitudes, comencé a pintar sobre la falta de espacio, a medida que pintaba, seguía observando a la humanidad y encontré  las debilidades que tenemos para vivir positivamente. La falta de unidad, fraternidad e integración. Entonces fui entrando en ese lugar misterioso que son los sentimientos, o mejor decirlo, lo intangible. Trabajando fuertemente, fui poco a poco, logrando expresar con el dibujo y el color lo que es la unidad, la fraternidad e integración. Toda una utopía, pero es mi sueño, que le doy al mundo, como un  homenaje  al amor y la vida.


Colección del doctor Fernando Grullón, República Dominicana.


MPS: En tu día a día ¿rutina para la pintura; sol y luna para la poesía?

ÁG: Yo te podría decir que uno va distribuyendo el tiempo, cada cosa en su lugar y cada lugar para cada cosa. Después al pasar los años, haces lo que más te agrada, te captura; absorbiendo toda tu  vida en ese faena, que llamamos rutina, que podríamos llamarle también la  constancia, convirtiendo un solo lugar para una cosa, en mi caso, el arte.

MPS: ¿Cómo has vivido la libertad creativa a lo largo de tus etapas en el arte?

ÁG: La libertad creativa en el arte tiene  alto riesgo, porque cuando el artista se plantea cambios en sus planteamientos estéticos, o de formas, te vas aislando de grandes grupos, compradores del arte, bien sean galeristas o coleccionistas, por la sencilla razón, que al ser humano no le gusta el cambio, sobre todo el pensar en nuevas propuestas estéticas.

A la sociedad les encanta  estar alineado y la mayoría de las galerías  venden obras muy bien decoradas, porque al comprador no lo pone a pensar. Los galeristas que son solo comerciantes,  siguen el jueguito, condicionándolos a escoger los cuadros que armonicen con las cortinas, de manera que tú cómo artista al conocer éstas estafas en el mercado del arte,  te haces libre; creando tu obra, con la mayor honestidad posible, para tu disfrute y, a su vez, agregar un aporte más al mundo del arte.

Por supuesto, hay maravillosas excepciones. Galeristas que valoran al artista y aportan el respeto a su obra y trayectoria. Además tienen excelente formación cultural que les da facultades para representar a extraordinarios creadores en todas las disciplinas del arte. Son pocos, pero lo hay, que es lo importante.

MPS: ¿Cómo seduce un artista de ahora al variado público del mundo?

ÁG: Considero que el artista es un conductor social, llámese pintor, escritor, músico o poeta. Debe convertirse en un espejo, donde el mundo se mire y encuentre en esas manifestaciones artísticas, algo que lo haga feliz, que lo haga soñar; que encuentre respuesta, para su dormida sensibilidad  o memoria. Que al tener una obra ante sus ojos, descubra que se siente feliz. Y que vale la pena convivir seducido por el arte.




MPS: ¿Qué te dejó tu experiencia en República Dominicana?

ÁG: Una marcada vivencia, porque llegué a ese bello país, como decimos en criollo, con un tiro en el ala. Fui a buscar a mi hijo de treinta y nueve años, que murió de infarto. Él había ido a Santiago de los Caballeros a trabajar, porque igual que todos los jóvenes en Venezuela, buscando en otros lugares, la posibilidad de trabajar y vivir decentemente. A raíz de eso fui haciendo amistades, logrando incorporarme en el arte. Hay en ese hermoso país, un gran sentido de la fraternidad, su gente dada a la amistad, al compartir, al calor humano, con su ritmo merenguero que los caracteriza, contagiando al que esté a su lado.

Allí expuse mis obras, como también leí mis poemas en espacios públicos. Aún sigo cultivando grandes amigos, como el general Gustavo Jorge García, el poeta  Guillermo Torres Corsino que yo les llamo hermanos y conservo la amistad. Como también  con mis obras a través de la Galería Juan Boden en Santo Domingo. Linda experiencia, comer arroz con habichuelas y su apetecido concón.

MPS: ¿El arte nos hace mejores? ¿Hace reflexionar? ¿Apunta a una espiritualidad?

ÁG: El pueblo dice siempre lo mismo, entonces se comprueba que es cierto, pero la lucha de las sociedades es por lograr que los gobiernos le cumplan al ciudadano en sus derechos humanos y uno de ellos es la educación. Que se hagan políticas eficientes de cultura dónde el arte sea tarea fundamental para el desarrollo de su gente, pero nuestros gobernantes nos tienen sumergidos en su politiquería barata, hasta cansarnos, asfixiándonos para que el arte no permita prepararnos y poder reflexionar adecuadamente.

Bailar para el artista Álvaro Gómez es muy importante porque el cuerpo al moverse  libera dolor y alinea chacras. Siente que danzar es cuando “dos cuerpos se visten de sonidos como si vinieran de altas fuentes. Con el espíritu danzando sobre los sueños. Desprovisto de su cuerpo libre. Cómo la mirada que va buscando la luz de la belleza. Bailar, bailar y enredarse en la noche, cómplice cuando dos almas se tocan… bailando”.

Ahora se encuentra viviendo en Galicia, España. El son del Caribe sigue en su corazón, sobre todo en los días grises que intentan cerrar respiro de luz. Pero pertenece a la raza indómita. Los sueños e ilusiones le sobran.


Imágenes de invierno, julio 2020





 Enlace:

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lunes, 22 de junio de 2020

Pilar Taboada y Karen Schulze: fluidez

Detenidos en el tiempo, Pilar Taboada


Por alguna razón muchos no sobrevivieron, aunque millones pueden decir ¡prueba superada!, a esta encrucijada humana en la que el universo apenas ha señalado atención para que la raza humana  reinterprete.
Desde hace mucho sabemos que algo estamos haciendo mal. No existe coherencia entre nuestra mente, alma y corazón. En lo indivisible ansiado está un todo derruido. Está siendo también lenta la capacidad de dar un paso más en la conciencia.
La señal en el vasto universo es pequeña y debemos reconocer que  con puntuales y sencillos cambios podríamos alcanzar enormes transformaciones.
Durante estos noventa y ocho días de confinamiento vividos en España, por lo menos, con apenas un par de semanas de una segunda fase  para intentar emular la antigua cotidianidad, no se pueden asomar grandes conclusiones.
Lo que está sucediendo ahora mismo en Alemania con la industria cárnica también podría indicar un alto en nuestra forma y niveles de consumo. Pero sentirnos  tan libres y tan aptos  tal vez acomodará, una vez más, los asuntos a nuestra frugal conveniencia.
Los artistas, lo sabemos bien, tienen conexiones reflexivas de todo cuanto ocurre en este sistema planetario. Desde arriba, desde abajo y desde la multiplicidad de horizontes, anchos y ajenos, como diría el escritor Ciro Alegría, van creando sus propias resonancias.
Por ello un grupo aceptó la invitación y fue admitido por la galería de arte contemporáneo Curator's Voice Art Projects para exponer en forma virtual la exposición Covid 19. El arte del aislamiento,  a partir del 27 de junio, hasta misma fecha de julio.
Para las curadoras Milagros Bello y Claudia Zaionz “este momento crítico ha dado lugar a una gran variedad de reacciones y las imágenes artísticas de todo el mundo son importantes, cuanto más reunirlas y compartirlas.
Nuestra civilización ha entrado en una nueva realidad, y los seres humanos se enfrentan a un conjunto continuo de desafíos y experiencias de vida radicales que generarán otro paradigma social. Una nueva interconexión imaginaria a la mortalidad, la pérdida, la muerte y el renacimiento”.
Desde esta galería ubicada en el centro del distrito de arte Wynwood, en Miami (Florida, EEUU) procesaron más de cuatrocientos correos electrónicos y eligieron a 107 artistas de diversas partes del mundo: Alemania, Argentina, Arizona, California, Colombia, Chicago, Chile, España, Francia, Grecia,  Kosovo, Londres, Nueva York, Miami,  Massachusetts, Nigeria, Países Bajos,  Rumania y  Venezuela,  entre otros.
El conjunto de artistas participantes son clara respuesta del momento vivido. Todos se han expresado con la diáfana voluntad de la creatividad, formas, colores, brillos y texturas; en contraposición al dolor,  la soledad; el incierto momento vivido que fluctuaba entre lo inverosímil y lo real.
Hemos reunido en esta reseña a dos artistas por una razón íntima: el afecto. Además del respeto que se deben ambas como artistas, Taboada y Schulze están unidas como suegra y nuera al estar casada Karen con su segundo hijo, Yago.
Venezuela es también testigo geográfico de este encuentro. Ambas de ascendencia extranjera, española Taboada y alemana-chilena Schulze, encontraron en esta nación caribeña su desarrollo personal, artístico y espiritual.
Ahora, mancomunadas en esta exposición virtual colectiva, amplia y diversa, como el mundo.

Detenidos en el tiempo, Pilar Taboada

TABOADA, detenida en el tiempo
Los que conocemos de cerca la obra de Pilar Taboada sabemos de su vital lucha espacial y temporal. Detenidos en el Tiempo denominó ella al conjunto de piezas desarrolladas en el llamado aislamiento o confinamiento, como los medios han recalcado esta etapa de casi tres meses vivida, sin poder visitar a los seres queridos, más aún los vulnerables.
La propuesta de esta mujer residenciada ahora en su natal Lalín (Pontevedra, España) es de transparencias. Sujeta Taboada los líquidos con sus trazos vitales y característicos, intentando controlar el universo poético que los envuelve. Son colores armónicos pese la angustia. Ella es una maestra de la ponderación y el equilibrio.
Hojas u ojos retienen filamentos naturales donde colocar la atención. Las aguas hacen un recorrido. Fluyen a través de la fuente.
Los colores fríos los torna cálidos. Entrecruzados. La leve separación los reunifica en los pellizcos blancos de las mareas.
Ella misma expresa la vivencia de esta forma: “… Y de repente el tiempo se detuvo... Sentía su sonido, aislada, confinada.
Escuchando mi silencio interior, no reaccionaba y pensé: el artista no puede, ni debe ser un testigo mudo de su tiempo. En un impulso que me salía del alma, casi en un automatismo psíquico, sentí que todo fluía como agua cristalina que corre desde un manantial.  Drenando así en mi obra la soledad, el dolor y el horror de vivir el Covid-19, cual silente maremoto, que arrasa y deja secuelas en la vida y en el alma de la humanidad... ”.

Diosa argenta, Karen Schulze

SCHULZE, entre lo mundano y lo divino
Karen Schulze tiene un poderoso universo de luz atávica. Una propuesta victoriosa de la Pachamama. Las formas geométricas van conversando entre si para relatarnos el origen.
Sus figuras escultóricas también revelan los nacimientos y las contorsiones de los cuerpos. Las suaves curvas de modelos exquisitos, bien pensados y proporcionados.
Ella misma declara: “Después de explorar diversas técnicas, etapas y motivaciones artísticas durante mi carrera en el arte y el diseño he encontrado mi mayor inspiración en el estudio del ser humano desde su lugar más profundo y más desconocido: el alma. Intento lograr un acercamiento simbólico al eterno ciclo de la energía en movimiento que nace, se transforma y nunca muere, pues trasciende y nos devela el misterio entre lo mundano y lo divino.
Citando como referencia el más antiguo escrito de la civilización china, el I Ching, Libro de las mutaciones, redactado hace tres mil años, se puede leer: “ La incesante interacción del Cielo (Yang) y la Tierra (Yin) da forma a todas las cosas. La unión de los opuestos es la más esencial manifestación de la gran danza cósmica, es la energía primordial, fuente de la vida y de todo lo que existe en el Universo.”
Me inclino hacia el expresionismo abstracto, los formatos inmensos, la obra con textura física o visual que atrape e invite a ser tocada, a acercarse, a conocerla y a vivirla in situ.
Colores enérgicos que bailan en armonía representando el fuego y la tierra. Matices serenos que fluyen del profundo azul reflejan la pasividad del agua y el cielo infinito, como resultado de memorias que vienen a mí al haber crecido en el Caribe, sintiendo su esplendor y sumergiéndome en sus cálidas y cristalinas aguas.  En la fusión de estos elementos y la energía que fluye de ellos he basado mi paleta vibrante de colores que, en ocasiones, junto a  la presencia de una iconografía lograda de un profundo análisis gráfico, me lleva a la más pura síntesis.
Me remite a civilizaciones ancestrales fusionadas con raíces latinas, mezcla de universos y culturas que corren como sangre por las venas de los artistas del nuevo mundo.
En mi obra escultórica represento el arquetipo de lo femenino, inspirado por el tratamiento sagrado de la mujer. Combino a nivel compositivo formas geométricas donde la figura es abstraída, presentando un juego de llenos y vacíos que connota la sensualidad y al mismo tiempo la fuerza de las formas femeninas que sin llegar al erotismo, pretenden evocar la feminidad. Este simbolismo se refleja igualmente en mi pintura inspirada en la energía eterna que yace en la naturaleza y en todo ser existente, representada en ocasiones por el cuerpo femenino envuelto en un espeso y exuberante follaje tropical y caribeño, repleto del color de la Amazonía entera y en su corazón, un vientre fecundador como metáfora de la fertilidad de la tierra.
Para mí como artista es un transitar por el sendero hacia mi mundo supremo, mi futuro o mi destino, explorar la conexión con lo divino y lo desconocido, preguntándome, cuál será mi legado espiritual.
A ambas artistas también las acerca el estremecimiento cromático que lleva la apasionante búsqueda creativa y la pasión por todo cuanto se emprende.
Ambas, Taboada y Schulze, laten en la acústica de los vientos y las formas del mar.

Movimiento  imperceptible, indetenible.

Danza la rueda al unísono, con el universo.

Diosa dorada, Karen Schulze


Enlaces:

domingo, 14 de junio de 2020

Casa Botin regresará reinventada con terraza y tienda gourmet



Fachada de Casa Botín



La plaza Mayor de Madrid lucía bastante solitaria. Las terrazas sin embargo tenían clientes en las contadas mesas habilitadas, manteniendo la distancia que se ha impuesto en la fase 2, tal como la vive esta ciudad post coronavirus.

Sentados en ese escenario, con la continua entrada por uno de los accesos de coches policías, conversamos con Carlos González, copropietario del restaurante más antiguo del mundo, El sobrino de Botin  o Casa Botin como se le abrevia, a metros justo de allí, en la calle Cuchilleros 17,  cerrado hasta que el nuevo plan trazado permita la apertura.

González es un hombre sencillo, diáfano y cordial. Graduado de abogado se ha hecho a sí mismo versátil empresario,  de  inteligencia aguda. En su análisis y experiencia de vida, entiende la oportunidad de reinventar que ha ofrecido la inédita circunstancia vivida.

Basta con buscar por YouTube al restaurante para ver la cantidad de vídeos que se han elaborado sobre él. Sobre todo reportajes de especialistas gastronómicos de otros países. Entrar allí es ingresar al enigmático hilo de la historia culinaria medieval, centello de fuego,  sabores de carnes y texturas potenciadoras.

Ese encuentro con la mirada del otro,  sentados frente a frente, con los pies bajo una mesa,  para descubrir verdades y esencias, son importantes y placenteros. Mucho más si van acompañados de la atmósfera hogareña allí alcanzada,  que invita a regresar.

La fama  de Casa Botin remite también a calidad y esmero. Autenticidad de los sabores de una carta genuina a la tradición de la especialidad, cochinillos y corderos asados al estilo castellano. 

La experiencia de tres siglos señala sabiduría: hacer disfrutar y degustar son mejores aliados, cuando se atienden las señales de contribuir con causas sociales, constante labor de los dueños de este restaurante en el tiempo, afirmada con el sorteo solidario desarrollado en plena pandemia para recaudar fondos para la Cruz Roja.

MPS: ¿Cómo ha sido la experiencia de permanecer cerrados por primera vez en trescientos años?

CG: Ha sido un tiempo duro en el que por primera vez en siglos hemos tenido que parar. Es un tiempo que había que utilizar para ver cómo iba todo. Lo hemos aprovechado para crear una nueva línea de trabajo, nunca habíamos pensado crear una terraza y también vamos a abrir una tienda enfrente del restaurante, para ofrecer productos gourmet de alta calidad a los clientes que nos visitan.

Estamos generando ideas nuevas para poner al  mal tiempo buena cara.

MPS: ¿Ha sentido en nostalgia por el fuego encendido de los fogones, los aromas que despide Casa Botin?

CG: Aunque haya sido simbólicamente  el fuego lo hemos mantenido encendido. Somos una empresa familiar. Ahora se está incorporando la cuarta generación con mi sobrino Eduardo que es una persona muy inquieta y con mucha vida. Él sostuvo que aunque no hubiese clientes, teníamos que mantener encendido el fuego del horno de manera simbólica. La llama de hogar viva, estuvo encendida.
También significa que resistimos, que tenemos mucha ilusión, fuerza y mucha confianza de que vamos a superar esto. Somos empresarios prudentes y no nos ha pillado desprevenidos.

Nosotros a contracorriente fomentamos la lealtad de los trabajadores. El quince por ciento de las ventas lo compartimos entre los setenta y cuatro trabajadores de acuerdo a sus categorías. Son parte de la empresa y por lo tanto muy fieles. Nos sentimos muy fuertes a pesar de la situación.

MPS: ¿Angustia?

CG: Hubo momentos de angustia, de miedo, pero vamos… por la responsabilidad, sobre todo al principio. Te encuentras con una situación nueva. Cierras. No sabes lo qué va a pasar. Pero afortunadamente todo ha ido saliendo bien.

MPS: ¿Cómo se puede reinventar la tradición?

CG: Convirtiendo cada día como el primero, llegando al restaurante con la misma ilusión del primer día. Siendo fieles a nuestro propósito de hacer felices a nuestros clientes que es humildemente nuestra intención, aunque no sea fácil. No es que salgan satisfechos, sino que salgan felices, lo cual es un plan más ambicioso. Con tal de que a veces lo consigamos está bien.   

MPS: Ese baño continuo de clientes y visitantes a Casa Botin, ¿también despertó nostalgia?

CG: Nostalgia y una sensación de encierro.

MPS: ¿Qué enorgullece a Casa Botin aparte de su récord Guinness como el más antiguo del mundo y que lo han mencionado veintena de escritores de todo el mundo en sus obras?

CG: Más allá del medio de vida familiar que es importante, es el proyecto de vida por el que apostaron mis abuelos, Amparo y Emilio, hace más de cien años. Ellos, como trabajadores con mucho empuje y con mucha fuerza; luego junto a mi padre Antonio, quien fue una figura única de la hostelería. De forma autodidacta aprendió cinco idiomas  a pesar del poco tiempo que tenía entre los servicios de la tarde y de la noche. Con mucho afán por aprender, siempre estaba leyendo. Incluso de pequeño en contra de mi abuela, que era una mujer más práctica, luchó por prepararse. A mi padre se le debe la proyección internacional de Casa Botin.  

MPS: A la final, ¿qué nos ha sucedido?, ¿qué ha sido todo esto?

CG: Ha sido un parón en el que hemos aprendido a valorar lo sencillo. Lo auténtico. Una prueba en la que unos terminarán y otros saldrán más favorecidos.

MPS: Casa Botín huele a compartir, a cercanía entre amigos… ¿cómo se verá afectado?

CG: Es muy duro, porque no somos una fábrica de comidas. Es un lugar de encuentro. Mi padre ponía mucho empeño en que la palabra clave era hospitalidad. Este tiempo nos lo ha quitado todo, pero no nuestra esencia.

Regresaremos y con mucha fuerza.


Carlos González 





domingo, 7 de junio de 2020

Madrid sin lidia, banderillas ni pasión



La plaza Sol vital con gente,  poco transitada


En la segunda semana de la fase 1, Madrid no se reencuentra a sí misma. A pesar que cafeterías y restaurantes pequeños han podido abrir sus terrazas porque al parecer cumplen con las normas permitidas, la capital no termina de expresarse cantarina y desparpajada como es.

El aforo de las distintas terrazas tampoco es entendible. En algunas se observan distancias entre las mesas, en otras no. Unas son pequeñas cafeterías reinventadas. Las grandes permanecen cerradas. Los mesoneros de restaurantes con sillas y mesas en la calle, intentan sonreír, aunque no se vea su alegría.

La comunicación por parte de las autoridades no ha sido realmente la fuerza de esta fase vivencial de más de setenta días de confinamiento. Aquí ha pasado de todo en materia informativa: medias verdades, abiertas mentiras; números falsos, negados, acomodados. El juego del pasito primero hacia adelante y después hacia atrás.

Con el componente de que no tienen ritmo ni gracia para bailar.

Observar la torpeza del gobierno desenmascara a la sociedad española: indefensa, desprotegida y viviendo la ignorancia de su  pasado histórico.

La comedida alegría de las terrazas contrasta con el panorama visible tanto en el metro como en el tren: pocas personas, en buena mayoría  extranjeros que cumplen horarios en los escasos trabajos que han sobrevivido. En su mayoría de servicios de limpieza y comida, principalmente.

El desconfinamiento en Madrid se vive con extraña moderación. Una tristeza generalizada se siente en los vagones. La automatización forzada de uso de mascarilla es subvalorada y si no lo creen, pregúntenle a los que observamos cómo una chica se la sacó para estornudar en plena línea 3 del metro, una mañana cualquiera.

Hay actuaciones que son un auténtico desvarío, como los de cientos de dirigentes a nivel mundial, ni más ni menos.

En las escaleras eléctricas que conducen a las entradas y salidas,  nadie respeta la distancia porque muchos pasan por la  izquierda para apurar su paso. De esta forma queda anulada la distancia de uno o dos metros recomendada para evitar aproximaciones contagiosas.

Son muchas las personas que piden ayuda económica y vimos uno de los pocos artistas que se ha atrevido a salir, un chico venezolano vestido con jeans y franela azul, cantando con mascarilla, guitarra en mano y mucho entusiasmo, la canción El regalo de tu amor, de Alex y Mike.

La tristeza de los primeros días dio paso a esa extraña realidad de limitaciones que irá cediendo poco a poco.

Vimos a dos sordomudos comunicándose ataviados con mascarillas. Una conversación por demás fluida.

La gente se sienta en el mismo asiento del que se ha levantado sin que lo hayan desinfectado antes.

El metro es realmente un termómetro para medir muchas destemplanzas sociales.

Vagón del metro 


La gente de manera general luce agotada. Están los que no creen; para ellos nada ha sucedido. Seres hastiados de estar siendo irrespetados desde ellos mismos. Personas que deambulan a cal y canto.

La efervescencia de la Madrid llena de gente ha dado paso a una ciudad sin lidia. La fiesta solo se ve entre los más osados que han hecho botellón, sin la pasión por el encuentro con el aire, las calles; la sospecha de todo lo posible,  atmósfera con la que está hecha ésta ciudad.  

La fuerza de Madrid está justamente en esos chorros de gente que la convierten en luz andante. Amplitud en las principales vías y  estrechas calles donde escarbar mucho de historia y secretos.

Se fue haciendo a la medida de los servicios que se fueron presentando y por eso es un alboroto a los sentidos; ver, oler, palpar y sentir todo lo que se pueda; comida típica y casi que de todos los países del mundo; dulces de buena mayoría de regiones españolas,  de Europa y de Latinoamérica; bebidas de todo tipo  y un sinfín de experiencias que complacen mayoría de gustos. Desde los más sencillos hasta los de curtidos experimentadores.

Madrid es un tabla’o lleno de todo tipo de cantos y escenarios para actuar en las expresiones más variadas. Los que se disfrazan de personajes gigantescos y famosos para cobrar por la foto, hasta los que se mimetizan en paredes para asaltar, a punta de churros y chocolate.

Ahora el placer se esquiva como el torero a las embestidas.

Ni siquiera las banderillas de aceituna, boquerón y pimiento son servidas.

La tauromaquia sigue luchando por clavárselas al toro desde los periódicos, revistas y redes sociales donde se expresan para defender el poderío de la fiesta brava que muere sin público como tantas otras manifestaciones culturales.

Poco a poco la gente regresará y con ella la pasión que tanta falta hace. La pasión que nada tiene que ver con esa extraña forma de defender deseos e intereses. Más bien la que implica compromiso y verdadero amor hacia todo, desde nosotros mismos.

Mañana entra Madrid a la tan deseada fase 2 donde se espera pueda ir alcanzando ese retorno a lo cotidiano a pesar de  las mascarillas puestas. Debajo de ellas sonreímos y podemos expresar desde el más puro consuelo hasta la promesa de un beso alcanzable y necesitado.

La Gran Vía de Madrid sin  chorros de luz andantes