domingo, 12 de abril de 2015

Mujeres ganadoras


Lissette Villamizar, una maracucha enamorada del mar, residenciada desde hace años en la isla de Margarita, y dos valencianas, Anna Fioravanti  y Dalila Flores Díaz, obtuvieron el primer, segundo y tercer lugar del XIV Salón Internacional de Arte “Las Mujeres en El Arte”.
El jurado conformado por Jesús Salvador Rodríguez, Reina Rada, Theo Mora  y Jesús Morales Ruiz emitió apenas hace una semana el veredicto y los premios serán entregados el sábado 25 de este mismo mes de abril en las instalaciones del Museo Pedro Ángel González, municipio Antolín del Campo, del estado Nueva Esparta.
La artista Margarita Pereira recibirá también allí un premio especial por su obra El Mercado.
Villamizar presentó un paisaje habitual titulado Peñeros de Robledal. La cotidianidad de un horizonte que se hace a los ojos junto con ese enigma profundo que es el mar, con sus colores cambiantes al igual que su fuerza y sus constantes movimientos fue lo que cautivó al jurado al momento de escoger la obra ganadora.
En entrevistas ella ha señalado: “Soy maracucha de nacimiento pero sólo cuando llego a tierra insular siento que “pertenezco”, que “soy”, que tengo una identidad de patria chica: nací en tierra firme pero soy margariteña por elección, aquí crié a mi hijo, en esta tierra nació mi nieto y de acá no salgo ni “con los pies pa’ lante”. Con este gran amor que siento por Margarita pinto sus paisajes, sus pescadores, sus peñeros, sus costumbres y su gran fe”. 
A la isla de Margarita le dedicó su primera exposición individual:  Paisajes de Sol y Mar,  realizada en el año 2013 esperando que fuese un fiel reflejo de su gran amor por ella. Tarea que mantiene sin cesar.
“Yo no tengo escuela, soy autodidacta. No tengo ganas a estas alturas de ponerme a estudiar. Pinto en acrílico ya que soy muy apurada.  Tomo notas, hago algo de fondo. Tomo una foto al tema y luego lo termino en el taller… ”.


Anna Fioravanti ganó el segundo lugar con “La tórtola y el ciprés”, homenaje a Humberto Ak’abal (Guatemala) poeta maya de la etnia quiché, obra que tiene una gran frescura, un desplazamiento hermoso sobre azules, rojos y amarillos, con los fondos de letras, tan importantes para ella como la pintura misma.
Ak’abal  en el poema “Sombra conocida” expresa: Me encontré con una sombra conocida / y no dejé de asustarme un poco. / La luna, que recién se había bañado, / me contó despacito / que mi sombra andaba buscándome.
Y Anna se pronuncia a su vez: “Desde hoy, caminaré en el sendero del medio. Comenzaré a caminar con pasos de tortuga, y entraré en mi caparazón si el ruido me estorba. Caminaré al son de mi memoria y al compás de mis esperanzas. Iré despacio, porque el tiempo no existe más que en mis fronteras. Hoy, haré caso omiso a las voces que predican. Tantos predicadores confunden el silencio, y el silencio es el único camino a la verdad desnuda. Hoy, he decidido ir despacio, muy despacio. Siempre, el tiempo...nos alcanza. Ni un instante más será nuestro. Ni uno menos, si no nos pertenece. Mi lucha, no será de guerras, sino de horizontes. Y para eso, hay que vivir como se predica”.

Dalila Flores Díaz obtuvo el tercer premio con una obra llamada “Entre el cielo y la tierra”, especie de tablillas enmarcando el estilo que la ha caracterizado, dibujos e hilos, que van revelando esas mujeres que floran en el aire, que juegan, que se dejan llevar y que algunas otras veces son arrastradas por las circunstancias.
“Un camino que no se detiene, que escudriña en la memoria y la nostalgia la infinita y sublime esencia de la imagen renovadora de lo cotidiano, lo familiar…  todo lo que narra el universo gestado desde mis inicios hacia un lenguaje plástico en el que confluyen grabados, dibujos, collages “.
Boca arriba, boca abajo, de lado izquierdo o derecho, sus dibujos son modernos “selfies” que van denotando el presente, con la angustia del pasado y la incertidumbre del porvenir. Fondo azul, fondo de luz; carne de la constante esperanza. Colgados y prestos a desaparecer.
La importancia de este Salón de Mujeres es que cuenta esa visión tan sencilla y a la vez tan grandiosa con que nosotras las mujeres vamos observando la vida. No es el dolor en sí mismo, es la lágrima que hay que acompañar para que seque. No es la vanidad, es el pequeño rasgo que hace la diferencia. No es el hilarante ruido del presente torpe e inacabado, es la música que construiremos cualquiera de estas noches sobre ello.
Las mujeres no concluyen. Siempre están comenzando. En las tres obras ganadoras brilla ese presente continuo que como el mar, a la fuerza femenina, adorna, puja y alimenta (Notitarde, 12/04/2015, Lectura Tangente).- 
http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Mujeres-ganadoras/2015/04/11/505860 

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