miércoles, 26 de junio de 2019

Fernando Giayetto: el arte es incómodo

Fernando Giayetto

Las mujeres de Fernando Giayetto penetran en colores primarios. Están desnudas. Abiertas. Cerradas. Golpeadas. Felices por el sexo. Ilusionadas por el embarazo.

Se muestran y dinamitan el discurso. No podemos ser indiferentes ante ellas porque  fueron pensadas para decirnos algo. Lo comunican, lo cantan. Nos hacen sentir el golpe oscuro del alma.

Las mujeres somos un tema como cualquier otro, pero en muchos lugares la ignorancia soflama seres invisibles, ignoradas, despiadadamente ultrajadas; tanto en castas de La India como en fiestas provinciales de España.

La presente entrevista ha sido realizada casi en tono epistolar. No conozco personalmente a este artista. Con mucha generosidad respondió las preguntas y aportó todo lo que los lectores bien podrán leer.

Por eso este hombre, también médico, nacido en la provincia de Córdoba (Argentina, 1964) “con un paisaje que combina llanuras y montañas; paisajes muy bellos, cuna de mi desarrollo, formación y crecimiento” enfrenta sus obras  a un público rebosante de preguntas y experiencias.

MPS: ¿Por qué se encuentra en este momento en Italia?

FG: Mi presencia en Italia y Europa está relacionada con mis orígenes (soy bisnieto de italianos), con un proceso personal y con mi desarrollo como artista.

MPS: Su exposición “Derechos” no dejó indiferente a nadie. Simpatías. Malestar. Mujeres solidarias que tampoco sabían muy bien qué hacer. Otras supieron interpretar la infinita lectura del arte consciente y sensible…

FG: Fue mi primera muestra y mi primera exposición a la mirada de los otros, en marzo de 2007. En noviembre de 2006 decidí todo a la vez: comenzar la obra inspirada en esa temática y hacer con ella mi primera exposición y mostrarla el 8 de marzo del siguiente año, en el Día Internacional de la Mujer.


La mujer

En esa aventura me acompañaron, el artista plástico, amigo y maestro en el arte y curador de esa muestra, Roberto Silverio Montiel; también Mónica y Nancy, amigas y compañeras de trabajo y por entonces, también compañeras en la militancia en la lucha por los derechos de las mujeres, en especial por el derecho al aborto y a una sexualidad libre, gozosa y segura; conceptos a los que ahora, pasados doce años, podría agregar, cuidada.

La muestra se realizó en el ámbito de una universidad pública, la Universidad Nacional de la Provincia de La Pampa, situada en la ciudad de Santa Rosa.  Fue la ciudad en la que desarrollé gran parte de mi vida profesional, como médico, cirujano y artista. La exposición estuvo acompañada por una disertación acerca de los derechos de las mujeres y sendas presentaciones, la de una orquesta infanto-juvenil y una performance de baile contemporáneo a cargo de Candela, bailarina y entrañable amiga.

Luego se hizo itinerante con otras presentaciones. La más trascendente fue en la Legislatura Provincial, en la sala de Exposiciones de la Cámara de Diputados de la provincia de La Pampa.

Por las sensaciones e impresiones que fueron plasmadas en el libro de comentarios de la obra y en algunos relatos de los cuales tuve noticias, las imágenes tuvieron, desde el magnetismo atractivo hasta al rechazo; pasando por una variada gama de sensaciones y sentimientos dentro de los cuales la identificación fue, quizás, la más prevalente.


Puedo hacerlo sin miedo 


También hubo mujeres que me dijeron que no podían mirarlas. Hubo un hecho también curioso: una diputada pidió apoyo a sus homólogos, para hacer una declaración de rechazo por parte del cuerpo legislativo para pedir que la obra fuera quitada del espacio público, por lo impúdico de las imágenes.

Aunque sé, de buena fuente, que su intención no fue expresada con el decoro que reclamaba, ya que su demanda verbal fue soez y vulgar. A la par de todo aquello a lo que su mirada pretendía sojuzgar, censurar y prohibir.

MPS: ¿Cuándo y dónde comenzó en el mundo del arte?

FG: Podría decir que desde pequeño. De niño jugaba a ser artista. Aunque  el contexto tenía otros planes para mí, por lo que tomó cuarenta años re-ejercitar esa virtud y poder desarrollar mi deseo de ser artista y, como le gusta decir a mi amiga Lucía, “vivir de lo que haces mientras haces lo que deseas”.

A los 40 años me hice la pregunta sobre si tenía el talento y la virtud de expresarme y plasmar mi mundo imaginario y también el mundo real. Me pregunté si podía darle a mis impulsos artísticos un sentido contextual y significante.

Desde entonces mi obra, y yo con ella, tenemos un devenir colorido, como su paleta; intrincado, como los infinitos contornos y derivadas de sus trazos y trazados. Complejo, como la naturaleza que nos origina y nos rodea. Maravilloso, como la inocencia irreverente y provocadora del niño que aparece junto con ella. Misterioso, ocurrente, simpático y mezquino, como minerales preciosos que han sido sepultados por los procesos conformacionales, propios y ajenos; inevitables y eludibles,  que pugnan por aparecer y aparecer en la impronta de las pinturas.

MPS: Del impresionismo abstracto ha dado un salto para una muestra que se llama Derechos... ¿cómo llegó este cambio, a qué obedeció?

FG: En realidad fue a la inversa. La obra acerca de los Derechos es mi primera exposición pública. Fue en 2007, a poco de haber comenzado a transitar el proceso de re-encontrar al artista; estas figuras aparecen en un momento en el que me encontraba inmerso en el contexto de mi trabajo, por entonces como médico. Y salidas de ese contexto, fueron creadas por la imaginación y la necesidad de decir algo que aún se está expresando; ya no con la forma verosímil de la imagen de un cuerpo, sino en la abstracción impresionista que entremezcla, con los colores, porciones de imaginación y de realidad.


Por favor no vuelvas 


MPS: La mujer maltratada y empoderada está allí. Igualmente desnuda... con los colores primarios... ¿busca un poco hurgar la conciencia?

FG: Sin dudarlo, la mujer, intenta estar ahí o yo intenté que así fuese.  Aunque decirles maltratadas y empoderadas no es mi estilo. La violencia en cualquiera de sus expresiones es un proceso subjetivo, muy complejo y que lo hacemos todos y que lleva la impronta de la cultura en la que se origina o en todo caso con la cultura que prevalece, que domina y decide la forma de sufrimiento; por lo tanto, dejar el maltrato relegado sólo a esa mirada del maltrato, estrecha el campo visual y modera las consideraciones. Le resta mucho del sentido que se hace imprescindible dar y distorsiona aquello que es necesario mirar. 

Empoderar es verbo que evito, aunque entiendo su origen y su sentido: Lo prescindo porque me resulta escaso para explicar lo que se quiere decir y sintetizar al utilizarlo. Y, lo más importante, porque la metáfora que construye remite, en su etimología lingüística, al proceso que violenta, a la colonización, la esclavitud y el maltrato de los individuos a los cuales se somete, se los clasifica y se los ordena según ese orden establecido; el orden del poder.

Dar poder (empoderar) resulta un oxímoron que, como dije, no explica lo que se cuestiona y valida al mismo orden que cuestiona. Ayuda a ocultar aquello de lo que se cree estar hablando para volver a negarlo.

Semejante a la interpretación que nos ofreció Michel Foucault acerca del discurso sobre el sexo y la sexualidad que aparenta hablar y que nos habilita a hablar cuando en realidad es la construcción perfecta de la negación y el tabú.

Como te dije antes, es el niño que provoca e incomoda y, en tal caso hurga, para utilizar tu significante, y lo hace en su conciencia. El niño siempre está ahí, presente, para cuestionar la hegemonía, cualquiera esta sea.

A propósito de la pregunta acerca del “desnudo”, supe decir que éstas eran mujeres sin sus ropas en la cuales lo más visible y expresivo - al menos para mí – está en las posturas corporales y en sus rostros. Aspectos y partes del cuerpo que, en nuestra cultura blanca, occidental y judeo-cristiana, siempre están a la vista, aun cuando no resultan ser las partes más miradas y significadas del cuerpo de las mujeres.

MPS: Las mujeres de “Derechos” llueven sobre elementos: tierra, aguas, selvas... ¿está la mujer más cerca de la naturaleza? 

FG: Los elementos que tú  señalas son signos que el observador podría asociar al verlas. En las pinturas son atmósferas; intentos, desde mi subjetividad, de atreverme a imaginar cómo serían o cómo son los contextos reales  de esas y de cada mujer de las que éstas pueden ser ejemplo.

Son doce obras, con tres temáticas: el aborto, la violencia y la libertad de vientre y del goce sexual (a la que suele llamarse salud sexual y reproductiva). Podrían ser doce individuos; o también podrían ser tres momentos de la vida de cuatro mujeres. Aunque son infinitas las combinaciones posibles.

MPS: ¿Mas cerca del paraíso y por ello indefensa ante los pequeños infiernos que a muchas les toca vivir?

FG: El paraíso. Es una idea que asumo como fantástica y que no está en mi imaginario. Al menos no la que está en el imaginario colectivo atravesado por los sistemas de creencias. Estas imágenes son vitales; aluden a la morbosidad  y a la frescura y al deseo de la carne; a la fragilidad y a la fortaleza del tejido humano. Si quien las mira puede o quiere ver o imaginar seres reales, pues esos seres son vitales y exitosos en términos de supervivencia, porque están ahí, vivas a pesar de ellas mismas y a pesar de todo y de todos. No son seres indefensos; son seres vulnerables y capaces de sobrevivir.




MPS: ¿Qué huellas emocionales le dejó a usted “Derechos”?

FG: En lo personal y subjetivo aquella fue una experiencia plena de satisfacción en lo artístico y en lo emocional. Colmó mis expectativas y me afirmó la idea de que he venido a este mundo, a esta dimensión, con la configuración primigenia de ser artista. Y aunque estas formas de expresarme a través de las artes plásticas quedaron algo relegadas por algunos años, reconozco que mi desempeño como médico, cirujano, ginecólogo y psicoanalista han resultado ser sólo matices de la misma virtud y talento.

MPS: Los colores de su impresionismo abstracto son muy dinámicos. Vitales. Contrastan con esta serie de mujeres. ¿Qué significó apartarse de ese lenguaje ya conquistado... incluso cómodo?

FG: El arte es incómodo. Lo es para mí que lo hago y asumo que también lo es para quien mira la obra, aunque no siempre lo sepa o sea consciente de esa incomodidad y que, para salir de ese lugar, apele a algún recurso de escape o al catálogo perezoso o a la lectura de la crítica para salir de su incomodidad. La comodidad es algo que desconozco como sentimiento, porque es efímera y especialmente en el arte. La comodidad está lejos de la creación.

Desde mi punto de vista, la comodidad es propioceptiva y kinestésica. Uno se siente cómodo en un determinado lugar y momento y, ahí mismo, se debate entre el deseo de prolongarlo indefinidamente y el anhelo de poder volver a recrearlo.


Eequinox


MPS: ¿Por qué?

FG: Porque es finito. Por su parte, la incomodidad es incondicionalmente duradera, no necesita pródromos y el anhelo de evitarla o interrumpirla o abolirla es eficaz, porque una vez alcanzado, se convierte en una obra. Y la incomodidad de la que hablo es más que aquello de la crisis “del blanco” o de las ausencias de inspiración. Eso es un estado en un contexto.

La incomodidad es inspiración; es inquietud, es curiosidad.

Sin embargo entiendo el sentido de tu pregunta y me animo a decir que era más fácil aquello, aunque igualmente incómodo. Lo figurativo, lo concreto, es un relato que funciona; aunque hoy lo siento como un anuncio, porque es visible, se comprende y se lee, digamos fácilmente porque activa la pereza en el observador que cree comprender que, en lo que ve, está el sentido de la obra. Me remite a Magritte diciéndonos: “Ceci n’est pas una pipe” (“Esto no es una pipa”).

A veces quien observa se desconcierta un poco y apela al título de la pintura; aunque y más aún el desconcierto cuando lee que el título de la obra es: “Sin título”. Eso, tal vez, lo haga pensar un poco más, es un dilema a dilucidar y se me ocurre como pregunta analítica: “¿Qué ve y que piensa el individuo que ve y el que mira una pintura?”

Atino a decir que el arte de saber qué pasa por la cabeza de un humano cuando mira una pintura y la imagen que se le representa es una pintura en sí misma. 

Con el tiempo comprendí que, para que eso sea posible, para que cada observador imagine y pinte su propia pintura viendo y viéndose en la que mira, el título y hasta mi firma pueden ser elementos perturbadores tanto como el hecho de explicarle el sentido o la idea o el deseo que he plasmado. Por esas razones evito colonizarlos omitiendo las explicaciones, a menos que se me solicite esa información.

El impresionismo abstracto vino a ser “el salto cuántico”. Surgió cuando pude, o asumí que podía, comprender la abstracción de una idea o de un sentimiento o, mejor aún, de un deseo. En ese orden asumo que lo fui configurando. Y sigo, comprendiendo, explorando, curioseando. Así es y así será. Aquello de la composición figurativa fue el comienzo.

Aun así, admito que la “atmósfera” en la que flotan las mujeres de la serie, construye un entorno sugerente que está abstracto, omnipresente.

En la serie abstracciones, esa serie que Lucía ha dado en llamar Impresionismo Abstracto (de ahí su nombre), cada imagen se construye y se compone en el soporte de un modo en que, aquello que le dio origen, se hace, se deshace y se rehace. El deseo originario.

La abstracción, para mí, es bellamente incómoda.


El guerrero amarillo


MPS: ¿Qué planes tiene a futuro?     

FG: Vivir, pintar; hacer arte; vivir del arte y con arte; en Italia, en Europa y en el mundo. Conocer aquello que no está en los catálogos y pintarlo. Seguir pintando, mis sentires y mis deseos.

MPS: ¿A qué se debe el artista de hoy en día?

FG: A sí mismo y a la posibilidad de  invitar a otros a conocer mi mirada a través de mi obra y a ver “lo que no está en los catálogos”… Invitar a otros a conocer su mirada de sí mismos a través de la obra artística, analítica y anaclítica, si fuere posible y deseado.

MPS: Usted insiste en su visión del arte como impresión…

FG: Si, deseo aportar  algo más acerca de lo que dije de la figuración y la abstracción. Según lo comprendo, el arte figurativo no existe sino en la mirada del observador o del clasificador; en la taxonomía inevitable de la historia del arte o en la mirada y en la necesidad del crítico que necesita traducir para otros, sea para hacer una caracterización estética o una cotización para ponerle un precio (que no es ni será el valor de la obra) para lo cual no tiene mejor perspectiva que cualquier observador u observador cualquiera.

Cualquier artista que pinte, desde un bodegón a un retrato, desde un paisaje a la representación más abstracta e incomprensible de sus fantasías o sus deseos o realidades, inscribe y plasma en su obra las marcas y señales, las improntas de su inconsciente. Nada de lo que vemos ahí es real, ni siquiera en la mera representación realista, realista o surrealista. Vuelvo a Magritte. Y lo digo para argumentar que mi visión del arte es la impresión.

De ese modo se invita y se habilita a que cada quien vea con su mirada, con la que puede y con la que le permite hasta rechazar lo que ve, como aquellas mujeres que no podían ver las pinturas cuyas imágenes la remitían vaya uno a saber a qué, adónde, a cuándo…? no lo sé y no me importa, porque esa es la invitación abierta e incondicional, a mirarse a través del “espejo”, que es la obra que, como Alicia detrás del Espejo (Alice through the looking glassde Lewis Carrol, sea vista por ella misma en su reflejo (verse y verse viéndose) y habitar, vivir y experimentar, por un instante o para siempre, la noción que le ayude a comprender/se, a conocer/se, a aceptar/se, a través de ese mundo imaginario; para continuar su paso por el mundo real, que permanece por fuera de la obra en la que se está mirando. 

Por esto digo que la interpretación es para quienes tienen la necesidad de ver y proyectar/se ignorando qué, porqué y para qué. Ver/se sin mirar/se es como lo señaló Jean Paul Sartre: “El infierno siempre es el otro”.

A mi me ha sucedido algo muy especial con las mujeres de “Derechos”. Desde que las vi les tomé un enorme cariño. Me hicieron temblar. Llorar.

Me emocionaron.

No me fijé en su pubis, que allí estaba.

Vi la amplitud. Hablé con el contraste de sus colores.

Sufran o mueran, destilan; están vivas.

Las cobijaría. Las abrazaría

Cuando somos madres entendemos que todos nuestros hijos, buenos o malos, son parte del todo.

Los derechos allí están pero debemos despertar los instintos.

El corazón es más poderoso.

Allí se esconde el universo.

¡Despertemos!

Infierno Sartreano





viernes, 14 de junio de 2019

Rafael Díaz Berrios: Muchos pájaros revolucionan mi cabeza

Rafael Díaz Berrios



“… es duro ver matando a los que descansan en paz …” poema Muertos, Roque Dalton


El poeta Roque Dalton (1935-1975) fue noticia hace una semana en El Salvador después 44 años de su asesinato. El recién electo presidente de la más pequeña nación centroamericana, Nayib Bukele, destituyó a un funcionario que estuvo vinculado al poder, en los últimos diez años, exguerrillero del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que ha sido señalado como presunto implicado en el asesinato del ensayista, escritor, periodista y guerrillero salvadoreño Roque Dalton, inmortalizado como poeta mártir.

Apenas un mes antes de todos estos acontecimientos entrevisté, muy cerca de Madrid,  a un hombre que fue su amigo y compartió diversas vivencias tanto en su país como en Europa, continentes donde aún es  admirado este poeta con quien la historia salvadoreña parece tener una enorme deuda. 

Un ser humano que se autodefine: soñador y trotamundos.

Rafael Díaz Berrios es una persona sencilla que pasea por las calles de Aranjuez, ciudad que adoptó en su corazón después de las muchas experiencias que le tocó vivir en su país natal, El Salvador.

Escribió un libro titulado El renacer de El Salvador, testimonio novelado de su experiencia de vida. Nació en 1936 y conserva la lucidez de los recuerdos, por los que medita diariamente, para iluminar con una mirada sensible su vida de hombre maya, nieto de un rapto y un acoplamiento de las estrellas. 

Largos fueron sus paseos por El Jardín del Príncipe, hectáreas destinadas al disfrute elitesco donde ahora pueden recrearse ciudadanos comunes. Pero nada de ello es importante, ni su origen ni su destino. Los árboles están para recordarnos que son mejores que todos nosotros, a pesar de que los sembremos y reguemos.

Por este parque estuvo Díaz Berrios años atrás, pidiendo, llorando por su familia que se encontraba en El Salvador bajo una guerra de pronóstico reservado, como todas, mucho más cuando es entre hermanos. Imploraba por tener de vuelta a su familia, esposa e hijos que se quedaron allí, porque tuvo que salir para salvarse, perseguido políticamente. 

Raíces y cielo escucharon, los reunió; progresó. Sonríe cuando piensa en sus nietos repartidos en varios lugares del mundo. Cuando habla de su esposa Marina, apoyándolo en todas las vicisitudes. 

NEBULOSA VIAJANDO

“Fue El Jardín del Príncipe, encuentro de mi soledad, entre viejos árboles, aves y frías estatuas. Mi añoranza con dolor y llanto pensando en mi familia que estaba bajo una cruenta guerra en El Salvador. Me pasaba horas y horas escuchando música en un pequeño radio y leyendo. Pero la música y la lectura eran nebulosa viajando y recorriendo los rincones de mi casa. La dulzura de los míos y el dolor de la lejanía.

Sin embargo, quizá por esa parte racial maya, no sé de qué están hechos mis sentimientos, cuando a menudo recorro el Jardín, disfruto del encanto de la naturaleza y ya no me resurgen los recuerdos de tantos días y días que ahí pasé conviviendo con mis tristezas”.


El renacer de El Salvador es un libro que se lee rápido como casi todos los que tienen vena testimonial y en él juega el autor a ganar y perder el control como el personaje principal que se siente. Es historia cotidiana de un universo ingrato que tiene recompensas, y es la ruptura de la realidad que trae más sorpresas que la imaginación. 

Generosidad, ingenuidad y trasiego: tres palabras que están en su lectura, como un sorbo.

En él aparecen detalles también como fantasmas. Habla de la la casa conocida, por su poder, como La Mansión, donde dicen que se fraguó el asesinato de Monseñor Romero, entre muchas y otras decisiones míseras para los ciudadanos de El Salvador.

MPS: ¿Cómo surgió la idea de escribir El Renacer de El Salvador?

RDB: nació de mi reflexión profunda, de escribir algo sobre la belleza del país, la vivencia y el sufrimiento del pueblo, la descripción de la idiosincrasia de su gente; y que ese retrato escapara de lo localista, para darlo a conocer al mundo; con un compromiso de mi parte: contar mis conocimientos y mis vivencias; del dolor, el sufrimiento, los triunfos, las alegrías y las tristezas tanto personales como de los demás.

MPS: ¿Entrelaza diferentes historias en los personajes principales, las dos mujeres, de extractos sociales diferentes?

RDB: En la novela, les doy el justo reconocimiento a estas dos mujeres como los personajes más importantes. En esa estructura medieval del agro salvadoreño, los campesinos ofendidos y humillados, a las campesinas las llevaban a las ciudades, las explotaban, las vejaban, las marginaban. Pero somos una raza rebelde y luchadora. La Doña Bárbara de Rómulo Gallegos lo dice todo.

El caso de la guerrillera medica, lo padecieron muchas jovencitas que fueron engañadas, violadas. Por eso este personaje es parecido al común de las que lo sufrieron. Lamentable ha sido observar que los dirigentes, cuando termina la guerra, no las apoyan a pesar del peso que en la guerra tuvieron las mujeres.

Recreé una ficción de la médico guerrillera, en el inicio de su lucha, de un caso real que sucedió en la historia salvadoreña. En 1932, hubo un levantamiento armado y el ejército asesinó a 30 mil campesinos.

MIGUEL MÁRMOL

Cuando estábamos en Praga el poeta mártir Roque Dalton, me presentó a un miembro del Partido Comunista que en esa revuelta lo fusilaron y sobrevivió. Se llamaba Miguel Mármol. Lo entrevistamos y Roque escribió un libro sobre su vida. Y de ese hecho real, de ese personaje legendario, hago el símil en el personaje de la guerrillera.

La otra mujer rica, que se convierte en profesora rural nace de mis vivencias cuando yo era estudiante de derecho, y trabajaba como locutor y periodista. Conocí muchas jóvenes de la clase media y la burguesía, muchas muy liberales. Hubo muchos romances entre distintas clases sociales. Algunas simpatizaban con jóvenes revolucionarios. Ente ellas habían hijas de terratenientes que en las haciendas de sus padres tenían pequeñas guarderías y asistencia médica para los trabajadores. 

En mi adolescencia, antes de la guerra, en un cerro perdido conocí una familia. Me contó la señora que en la capital se enamoró de un joven humilde. Su Padre que era de buena familia y militar la desterró a una aldea de profesora rural. A los días después del llanto, conoció ahí a un joven campesino, se enamoró de él y no volvió a ver a su padre y cuando yo la conocí tenía varios hijos. Los había mandado a estudiar a la ciudad. También tenía un trapiche, molienda de caña de azúcar y un establo de ganado. Con estas similitudes hago que ambas mujeres se entiendan y demuestren ese espíritu humano progresista de esperanza, de avance. Que lamentablemente los gobernantes no han hecho…

MPS: Una médico guerrillera y una mujer rica que se hace maestra... ¿encuentran en sus vidas duras y disimiles algo más que solidaridad?, ¿una conexión ancestral?

RDB: La guerrillera medico en la universidad conoce compañeras de la alta sociedad y con algunas tiene muy buenas relaciones. Y la rica maestra tiene en su fuero interno ese amor por el campesino de quien estuvo enamorada. Y ambas tienen informaciones de cada una y ya se admiran. Cuando se conocen, se compenetran en un sentimiento mutuo y como si fueran amigas de antaño. En el amor han sufrido por igual y su dolor lo combaten en sentimientos parecidos. Conexión por acercarse a los sufridos campesinos.

MPS: ¿Cómo fueron sus vivencias en Checoslovaquia cuando irrumpe el ejército ruso y ataca a la población y los estudiantes en 1968?

RDB: Mi vivencia en la Republica Socialista de Checoslovaquia fue sorprendente. El amor libre, el acceso a la educación, una sociedad con todas sus necesidades resueltas, sin diferencias de clases. El acceso a las diversiones, la cultura, el ocio. Como estudiante tenía todas las comodidades resueltas y mi vida personal la llevaba a plenitud. Pero sobre todo aprovechaba mi formación cultural. Conmigo mismo era crítico, habían cosas del socialismo que no me gustaban… pero en términos generales el sistema era positivo.

La noche del 21 de agosto de 1968 la Unión Soviética invade Checoslovaquia. El pueblo entero sale a las calles en protesta porque defendía a su Secretario General: Alexander Dubcek, quien estaba construyendo un socialismo con rostro humano donde principalmente los estudiantes y la juventud, en general, eran los impulsores del cambio. En las calles rugían los tanques y carros de combate y por los cielos surcaban aviones de guerra. 

Felizmente el pueblo hizo caso a los miembros del Partido Comunista al ordenarles que se dispersaran para evitar una masacre como la que había sucedido en 1956 en Hungría. A nosotros los estudiantes extranjeros nos sacaron de las calles y nos llevaron a refugios universitarios. 

BAJO LAS ESTRELLAS

En lo personal, se me vino abajo la admiración a la Unión Soviética, las teorías del marxismo leninismo, en que creía, lo cuestiona, por las actuaciones de los hombres y el poder. Sin embargo seguí con mi admiración al socialismo, pero sin comprometerme.

Esta es mi reflexión.

MPS: ¿Desde cuándo no viaja a El Salvador? ¿Cómo lo percibe desde la distancia?

RDB: La última vez que estuve en El Salvador fue en abril de 2014. Sin embargo del 2001 al 2007 estuve de cooperante español dirigiendo proyectos agrícolas para cooperativas de campesinos pobres, ex combatientes guerrilleros. Proyectos de mucho dinero financiados por entidades españolas. Construcciones de casas para dignificados del Huracán Mitch. Proyectos de cría de cabras. Formación y capacitación de Técnicos Agrícolas. Cooperativas de cría de ganado vacuno. Capacitación de apicultores e instalaciones de colmenas. Capacitación y establecimiento de cooperativas de camarón para la exportación. Reforestación de bosques. Construcción de tanques de captación de agua e instalaciones de riego por goteo, entre otros. 

En este trabajo conocí las zonas pobres del campo y lugares devastados de la guerra. En todos estos proyectos atendíamos a los niños vistiéndolos, alimentándolos y enseñándoles a leer. Esta experiencia me concientizo de ver que los gobernantes no se preocupan por resolver los problemas del campo. De estas vivencias plasmo mucho en El renacer de El Salvador. 

Luego fui como turista a El Salvador en abril de 2014 con mi esposa Marina. Éramos unos perfectos desconocidos, nadie nos conocía, solo algunos muy pocos amigos. 

Entonces ya no era el que dormía bajo las estrellas, viviendo en ranchos de paja o casitas de adobe, comiendo en la mano, en hojas; recorriendo montañas y atravesando ríos, de cuando trabajaba de cooperante. Era un turista recorriendo playas, centros comerciales de lujo. Y nos llevamos una grata sorpresa: se nos presentó mi hijo que vive en EEUU, que lo entrevistaban en la prensa como investigador científico de leucemia infantil, y nos llevaba a presentar a su novia, la que ahora es su esposa. Sorpresas nos da la vida. 

MPS: El renacer de El Salvador... ¿aún es posible? 

RDB: Sí. Siento mucho que mi deseo de hacer llegar la novela al campo salvadoreño. No lo logré porque los proyectos, las actividades de campo de los personajes, a pesar de que son pura ficción, son factibles de realizar. Y el salvadoreño es creativo, trabajador y luchador. Lo que se plasma en la novela muchos lo pueden hacer realidad. Lo lamentable es que hasta hoy los gobernantes no se han preocupado por profundizar en una lucha de combatir la pobreza; pero tengo la esperanza, que llegaran gobernantes responsables que hagan posible un bien estar económico social y político…

MPS: ¿Qué recuerda de su encuentro con Ernesto “Che” Guevara? 

RDB: En 1962 viajando de Méjico a Cuba. En el mismo avión y a la par mía iba una señora con su niña y conversando me manifestó que la pequeña era hija de Ernesto “Che” Guevara. Ella había sido la enfermera que en Méjico había convivido con él, antes de partir a Cuba, al Granma con Fidel Castro.

Cuando llegamos a La Habana nos alojaron en el Hotel Riviera Libre.

Una tarde estábamos en el hall del hotel esperando para cenar, cuando hubo un pequeño movimiento y vimos entrar un personaje vestido de verde olivo. Se acercó a nosotros, tomó la niña en sus brazos nos saludó, a la señora, a un guatemalteco y a mí. Nos preguntó de dónde éramos. Al guatemalteco sonriente le manifestó que en Guatemala había andado vendiendo cuadros del Corazón de Jesús.

Se despidió y nos dijo que nos iba a dar una charla, que no avisarían. Después muchos de los testigos de este encuentro se acercaban a nosotros haciéndonos muchas preguntas: qué nos había dicho, cómo era… Yo me lleve una emoción de haber conocido en persona a uno de los personajes más famosos del mundo en ese momento.

TEODORO PETKOFF

MPS: ¿Qué conclusiones saca del movimiento revolucionario hoy, cara a la experiencia?

RDB: Siendo estudiante de derecho en la Universidad de El Salvador estudié marxismo-leninismo. Me apasionaba la teoría de la igualdad, solidaridad; el humanismo. Y como era la década del 60’ los movimientos revolucionarios en América Latina y África, el triunfo de la revolución cubana, con mi trabajo de locutor y reportero me desenvolvía en una vida intensa revolucionaria.

Por problemas de inseguridad en mi trabajo acepté una beca para estudiar en la Republica Socialista de Checoslovaquia donde cursé seis años de mi carrera, Ingeniería Agronómica. Conviviendo bajo el sistema socialista, muchas cosas me gustaban del sistema y había otras que no las aceptaba, y también me parecía que la aplicación del socialismo en Europa tendría sus diferencias con nuestros países. Pero lo más decepcionante fue la invasión Soviética a Checoslovaquia.

Cuando regresé a El Salvador quise dedicarme a ejercer mi profesión. No renunciaba a mis ideas del socialismo, pero tampoco participaba en ningún movimiento político. Con la caída del muro de Berlín vino el derrumbe del socialismo. Y se ha visto que la famosa dictadura del proletariado la ha dirigido una dictadura de dirigentes, alejados del bienestar de los pueblo

MPS: ¿Cómo fue su encuentro en Praga con un también joven Teodoro Petkoff (1932-1918)?

RDB: Por la afinidad de amistad con el poeta Roque Dalton. Y como el era redactor de la Revista Internacional tenía oportunidad de muchos encuentros, con personajes de la política que pasaban por Praga, así conocí a El Campesino, a Lister, a Modesto; legendarios combatientes de la Guerra Civil Española. A Marulanda Vélez “Tiro Fijo”, guerrillero colombiano; a Schafik Handal y Salvador Cayetano Carpio, conocidos comunistas salvadoreños.

Y fue muy ameno el encuentro con un joven periodista venezolano Teodoro Petkoff, que a un grupo, entre los que estábamos Roque y yo, nos contó con lujo de detalles su fuga de la cárcel en Venezuela. Una obra de ingeniería que sus compañeros construyeron desde la cárcel donde estaba preso, hasta el sitio donde se refugió y que fue un acontecimiento mundial. Teodoro Petkoff era un periodista muy instruido, ameno y simpático.

MPS: ¿La pobreza es asignatura pendiente de la humanidad?... ¿se debe a ella toda la violencia de El Salvador?

RDB: No. La violencia concretamente en El Salvador confluyen muchos factores. Hay otros sitios que tienen más pobreza y no son tan violentos.

La pobreza juega papel importante en este fenómeno, pero también la desunión en los hogares, la falta de educación, las frustraciones, la marginación en las relaciones humanas. Pero uno de los problemas relevantes es la droga, con todo lo que conlleva. Hay hechos de violencia de personas ricas, de personas con altos niveles profesionales. Para solucionar el alto porcentaje de la violencia se tiene que analizar cada uno de los factores y tratar de solucionarlos. Tiene que haber una profundización global para pacificar el conjunto de la sociedad.

QUETZALCÓAT

MPS: El final del libro es una ceremonia, un rito... muchos símbolos... crea una atmósfera parecida a la desaparición de la cultura maya... ¿por qué lo vislumbró así?

RDB: Confieso que en mi hay muchos pájaros revolucionándome en mi cabeza y en efecto en la novela se percibe mucho del realismo socialista de mi formación de juventud. También me apasionan encuentros con el surrealismo de lecturas esotéricas, y mis inquietudes por conocer de nuestra cultura maya. Dado que nuestra raza tiene principios mayas muy arraigados y por herencia tenemos sentimientos en nuestra idiosincrasia. Fue por eso que hago descripción de un ritual y esa figura del Quetzalcóatl. Es la descripción en la leyenda de los mayas de la serpiente con alas que se aleja y deja el mensaje de que nuestra raza volverá a resurgir y lo que sueño es que El Salvador vuelva a renacer.

MPS: ¿Trabaja en algún otro proyecto literario?

RDB: Sí, pero va muy lento. He empezado una crónica de mi amistad y compañerismo en la Universidad de El Salvador y la convivencia de dos años en Praga con el poeta mártir Roque Dalton. Otro proyecto es una novela biográfica de mis experiencias por varios lugares.

Quienes quieran ver una película, buena historia con toque de profundidad y ese culto que hoy es la originalidad, frente a la banalidad, pueden buscar Lucky, de John Carroll Lynch, último trabajo actoral de Harry Dean Staton, quien a sus 90 años justo interpretó a un nonagenario hilarante, capaz de destilar por la pantalla ternura, compasión y desbordante simpatía.


Dentro de la trama aparece un personaje llamado Fred, (interpretado por Tom Skerritt) para narrar cómo fue testigo de una niña sonriendo a su destino, aun cuando estaba, desprotegida y desnuda en el pavor de la guerra de Vietnam. Como budista ella así reconocía qué le esperaba, más allá del desgarre circunstancial y vital.

Esa confianza redime. Esa libertad hace vivir. 

Por el renacer de El Salvador, Venezuela y todos los pueblos del mundo, que luchan por aprender a vivir mejor.

Por alguna parte leí que la canción Unicornio Azul de Silvio Rodríguez nació de una anécdota que le contó Roque Dalton a este cantautor cubano.

Pronto descubriremos que no está perdido. Sólo escondido, para en cualquier momento regresar.