sábado, 18 de diciembre de 2021

De donde venimos

 

Dibujo de Al Segar

En esa nueva y aparente necesidad recubierta de papel de aluminio, que parece estar diciéndonos que debemos regresar a la normalidad como si esta condición, antes no la hubiésemos advertido como triste  y caducada, la gente se tomó un respiro mientras la pandemia seguía transcurriendo y cual muchachitos de un recreo escolar, está costando que regresen a las aulas de la moderación y la cordura.

Las calles de Madrid abarrotadas de gente desde el mes de noviembre, mucho más este diciembre, y tras el puente de la Constitución, se dispararon los casos de la cepa Ómicron, con un crecimiento exponencial de registros, sin que las comunidades con sus políticos a cuestas, logren ponerse de acuerdo, ni haya un orden racional para todo cuanto está ocurriendo en esta nueva crisis sanitaria.

Debido a la pandemia, la atención primaria básica se ha transformado en llamadas telefónicas por parte del médico de familia que debe remitir los casos a especialistas si así lo considera y en este nuevo juego de acción, han aumentado las demoras, listas de espera para intervenciones quirúrgicas aplazadas a un año, dos años o más, y un creciente volumen de personas que buscan ser atendidas en emergencias de hospitales, repletas ahora también por el mismo mal que ha originado todo este desconcierto.

Como el factor vital ha sido la recuperación económica  de la hostelería y el turismo más que la salud de la gente, apresurados como estamos de volver a hacer los mismos tontos habituales, así estamos, dejando por donde nos llevan los acontecimientos porque tenemos derecho a saciar todos y cada uno de los caprichos que deseamos.

Las grandes ciudades tienen eso: doblez. Por un lado se observan a los que disfrutan, o parecen hacerlo, mientras otros tienen que trabajar para que ello sea posible.

Cuánto mas repleto un restaurante más se siente la presión de quienes hacen posible su éxito: rostros alertas, tensos por más que sonrían, movimientos de estrés  y los desapercibidos,  se intuyen para un momento de placer.

Todo el trabajo en una gran ciudad huele a una tolerable sincronicidad con el miedo. Intentar no vivir crisis que imposibiliten la sobrevivencia en ella.

España, reina de tapas, y comidas generosas, con menús degustación, capaces de combinar treinta platillos diferentes, con su correspondiente maridaje, vive de un consumismo enarbolado por las necesidades que aumentan los medios de comunicación social.

En las televisoras principalmente, hemos visto de buena parte del tiempo hasta este 2021 cómo los programas dedicados a  la cocina, a la comida son instrumentos para aumentar la insaciabilidad.

Al mediodía cocinan, en la noche muestran a toda la audiencia, la España que hace dulces, que hace platillos especiales, en restaurantes finos, caseros, Michelin, de hoteles o de carretera. En la semana el reality culinario MasterChef, se regodea en un descarado intento por hacernos creer que allí vale todo en nombre del show y han creado versiones con seleccionados después de intensas castings (quince elegidos de 9 mil participantes, por ejemplo), con ediciones que no solo implican al cocinero amateur sino a los famosos, niños, amas de casa y abuelos. Todo un negocio alrededor de la comida que invita más bien a dejar de comer.

Hace tiempo atrás conocí a un dueño de restaurante pequeño y privilegiado en el mejor lugar de Caracas, quien sin conocerme mucho me contó cómo aumentaba el precio de los platillos conforme las temporadas y cómo al momento de probar los platos antes de servirse era capaz de gritarle al chef, mucho mayor que él, francés y famoso, cuando algo no había salido bien en los fogones.

Me negué a ir al restaurante pese a su generosa invitación.

Si alguien grita y martiriza a otro en una cocina mejor ni acercarse a ella.

A estas alturas sabemos, que hemos masticado mucha rabia, insatisfacciones y gritos ajenos, amén de lo que pueda haber mucho más allá de la apariencia seductora de saciar el hambre a su hora; y en la elegancia o acartonamiento de los espacios.

MasterChef es una franquicia televisiva que en Madrid tiene hasta restaurante físico, que vende todo tipo de cosas, desde la emisión del programa con sus tres protagonistas con negocios individuales,  hasta sartenes y juegos de ollas, cucharas y trapos. Todos la advierten como una exitosa marca de consumo.

La forma de conducirlo ha variado y en nombre del espectáculo han presentado el programa con el mismo formato, estirando el show: MasterChef Junior, Celebrity, Family, Abuelos y ediciones de aficionados, enseñando la presión y la dictadura como métodos para obtener un plato de comida aparentemente decoroso.

Por primera vez, tras permanecer en el  top ten de la audiencia, el programa sufre un revés, que aunque muchos ya lo hubiesen presentido, se toleraba, por esa barata formula cómoda de aguantar cualquier cosa de los medios.

La actriz Verónica Forqué, que había estado en el plató de MasterChef Celebrity 6, retirándose por motivos personales, apagó su vida, para tristeza de todos los que reconocimos en su rostro al mejor cine español.

El cuestionamiento es por el estrés que sufren los participantes, la producción que ejecuta, cara al espectáculo, una forma de llevar a todos y cada uno al límite, cosa que sin duda se observa en todos los programas, en los rostros de los participantes, muchos consumados en actuaciones.

Pero también están esas otras interrogantes que nos hacemos desde hace tiempo…. Estos programas que hacen más ricos a unos pocos, que aumentan el hambre, la necesidad de saciarnos sin necesidad, de consumir productos más caros y casi innecesarios para nuestra verdadera alimentación… ¿contribuyen a algo bueno y decente?

Mientras el primer mundo come de más, con estos banales ejemplos a diario y de forma continua por este medio de comunicación masivo y alienante como es la televisión, el resto del mundo sufre hambruna y problemas de nutrición, con millones de niños que mueren anualmente y sobrevivientes de este desequilibrio mundial, afectados el resto de su vida, con retraso en su crecimiento y sistemas inmunológico y cognitivo.

El hambre moviliza a la gente,  desplaza a millones de su terruño, creando problemas de todo tipo, en ciudades, fronteras y países que no están preparados de recibir; forzados a hacer lo que ni siquiera hacen con su propia gente: aumentarles su calidad de vida.

Aquí mismo en España una enorme parte de América trabaja para poder sostener familias que en su país de origen no pudieron: argentinos, bolivianos,  colombianos, chilenos,  ecuatorianos, hondureños mexicanos, paraguayos, peruanos, nicaragüenses, salvadoreños  y venezolanos, por nombrar una buena parte de mano de obra extranjera y, en muchos casos con doble nacionalidad, que permite el engranaje de una nación.

Sobrevivimos. Agradecemos. Nos apartamos del hambre, la miseria social y psicológica de los gobernantes de nuestros países de origen.

Justo por saber de dónde venimos no caeremos en las trampas de donde estamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 7 de noviembre de 2021

Regresar de la sombra





Llegamos a noviembre y el primer día del mes con descanso, celebrando como en gran parte del mundo, el Día de todos los Santos, con lluvia copiosa por Madrid y por toda España, por los que señalaban los weather maps.

Las imágenes y vídeos del volcán asomados por cientos de medios de comunicación lo regresan a nuestra experiencia más poderoso cada día, con lo surrealista que puede ser, porque por sobre todas las cosas, no reflejan esa realidad inconmensurable que son los ríos de lava, con sus ruidos, sus olores, los temblores y terremotos que allí se han producido; los miles de cientos de kilos de ceniza sobre las casas y calles de urbanizaciones aledañas, que humanamente no se han podido recoger.

La distancia de los hechos tiene eso: puede en algunos casos acercarte a la verdad, indivisible para los más involucrados o revelarte la ignorancia de no estar lo suficientemente cerca, como en este caso.

Nuestra sospecha e imaginación escasamente pueden solaparse ante rocas hirvientes de tamaños tan colosales como edificios, huevos de fuego y rayos volcánicos.

El 2 de noviembre, cuando se celebró el Día de todos los Muertos, como en ninguna otra parte, porque aquí en ambas fechas, se aprovecha para visitar los camposantos, los habitantes de La Palma de Gran Canarias se entristecían más de lo que ya están, porque puede desaparezca uno de los cementerios con el recuerdo de sus ancestros.

Los vivos colores de las flores lidiaron con el apego, porque la memoria pasa la factura que no hace la impermanencia.

Pétalos de rosas lanzaron desde el aire aviones militares sobre los cementerios delimitados por la lava en este nuevo paisaje de la isla La Palma, mucho más destruida de lo que puede apreciar en los aparatos audivisuales

Bajo el mar, el comportamiento de los peces ante su nuevo paisaje ha sido por el contrario, esperanzador. Continúa la vida, la intuición, por lo menos en ellos, intacta y perfecta; se acercan a la lava domada por el agua salada, con curiosidad y deseos de sobrevivirle.

Por Madrid, en este comienzo de mes, en las esquinas y a las entradas de las necrópolis abundaban los vendedores de flores. Se habilitaron más autobuses con rutas especiales para llevar a las familias, con las ráfagas de viento propias del otoño,   agitando flores y colores en estos lugares, mayoría de veces vestidos de blancos, negros y grises.

Anecdótico  por decir lo menos, resultó lo ocurrido en la Catedral de Toledo, donde se grabó un vídeo de los cantantes C. Tangana y Nathy Peluso, con el título de Ateo, bailando con sensualidad, que terminó con la renuncia del deán del templo, pidiendo perdón de forma pública por su imprudencia al permitir este tipo de filmaciones.

Un escándalo tan tonto como los tontos años que lleva la Iglesia sin hablar con la claridad y la sinceridad que se debe a la gente en este siglo ya tan complicado y tan confuso por la falta de líderes espirituales reales, perdidos en dogmas anticuados; poco pragmáticos.

Mientras Ateo subía interés y los pantallazos del fuego líquido del Cumbre Vieja se iban mostrando, en ese paisaje roto que a todas luces se revela desesperanzador, vemos como las cifras Covid siguen bullendo. Desde el día que fue “descubierto” no ha dado tregua: un año y más de siete meses registrando fallecimientos cada día, en cifras que cuanto tímidas, siempre sobrepasaron la veintena de muertos diarios en España, hasta contabilizarse en los más críticos, más de setecientos.

Las mutaciones van marcando todas las series de estudios científicos y especulaciones, mientras Covid19 marca el rumbo, con constancia.

La nueva variante más decidida, las cifras mundiales sobrepasando los cinco millones de fallecidos (que deben ser muchos más porque los gobiernos locales bien se las ingenian para maquillar resultados de cualquier cosa que sientan que políticamente les pueda perjudicar); y entendiendo además que como estamos a merced de un caos global por falta de todo (estrategias, vacunas, certeras políticas sociales, económicas y sanitarias) el virus ha podido extenderse y ya es común aplicar una tercera dosis  de la vacuna a la población más vulnerable.

La vacuna como tal ha sido un paliativo, un ensayo por frenarlo, que más o menos ha surtido efecto y en eso hemos podido contar con un poquito de suerte.

Por más medios de comunicación que tengamos en esta era de globalización, sabemos que son pocos a la hora de informar lo mucho que sucede, mas cuando están dirigidos por el poder. Los independientes todavía son menos  y por lo tanto limitados en lo mucho que hay que abarcar.

Sin embargo nos vamos enterando de muchos hechos, si queremos conocerlos, escarbando un poco por allí y por allá.

Un acontecimiento, opacado quizás por asuntos más vitales, sin embargo, contó con titulares y polémica… El Premio Planeta fue concedido a la novela La Bestia, del género negro, escrito por Carmen Mola que resultó el seudónimo de tres escritores que hicieron la obra posible, Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez.

Ellos tres como Carmen Mola, antes de la obra ganadora, ya habían escrito una trilogía bastante exitosa, La novia gitana, La red purpura y La Nena, publicadas entre 2018 y 2020.

Era un secreto a voces que Carmen Mola era un seudónimo y que en el universo literario unos cuantos sabían exactamente quiénes eran.

Muchos lectores sacaban la conclusión de que esas novelas no podían haber sido escritas por una mujer.

Como en  asuntos de negocios son los verdaderos dolientes los que están pendientes de los repartos, al público en general no le importaba mucho el misterio, mientras se hacía popular Carmen Mola, nombre sacado al sacudir el pañuelo de un mago: Mola en España es una palabra común, cuando mola es  porque gusta mucho.

Es bien cierto que el género se descubre y grandes maestros literarios lo cambian a discreción, para ocultarse y como señuelo.

Resultó Carmen un trío de hombres que unieron ideas y talento para construir novelas exitosas.

Una librería feminista retiró el libro, destinada a la venta de escritos realizados por mujeres, y la polémica servida en bandeja de plata (entre los tres el reparto del millón de euros del premio Planeta) se ha desatado entre lectores y expertos.

Agudizando un poco la lectura especulativa de todo este vodevil, algo debía olerse y conocer bien los responsables del premio. La identidad revelada no se ha prestado para que se replantearan la entrega del galardón.

Los tres escritores, guionistas y amigos resultaron la escritora que prefería mantener, supuestamente, el anonimato como lo señalaban en una web, que además reseñaban imagen y explicaban que era profesora, residenciada en Madrid. Muchos hablan tras saberse todo de engaño. Otros de una fina estrategia de marketing.

¿Molará ahora tanto como antes? Ya se sabrá más adelante.

Lo cierto es que han vendido libros y ese es el mayor premio al que aspiran los escritores. Que se les lea. Otra cosa es lo demás: el tema escogido, la trascendencia, si tiene un valor más allá del montaje para vender, como buena mayoría de veces está hecho todo.

Y si creemos que este mundo de hombres listos está muy bien preparado para sí mismos, a finales de octubre, salió  un debate, que ocupó pocos titulares, pero que por lo menos estuvo por allí: el tema de la prostitución.

El 23 de septiembre, se celebró el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños y el gobierno actual presidido por el partido socialista (Psoe), con  coalición con Podemos,  tiene la propuesta de abolir la prostitución, tal y como lo recordaron el su 40º Congreso Federal, enmarcado como prioridad para lo que queda de legislatura.

España, de acuerdo a estadísticas aportadas por Apramp (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) es el primer país consumidor de Europa y el tercero del mundo, por debajo de Tailandia y Puerto Rico.

Una estadística reveladora que también refleja lo mucho que todavía hay por hacer en un mundo donde las injusticias sociales pareciesen crecer.

Un tema complejo y difícil, la voluntad política podría hacer la diferencia, aunque lo veamos con bastante escepticismo.

Hemos visto también imágenes en Europa que recuerdan a nuestra Venezuela cuando estaba en su peor crisis, porque amigos nos cuentan que ahora allí sobran alimentos y  puedes comprar cualquier cosa que necesites, siempre y cuando tengas dólares.

En Inglaterra el desabastecimiento de gasolina y los anaqueles en supermercados completamente vacíos pareciese estarles diciendo algo sobre su alejamiento de la Unión Europea, aunque primer ministro no lo acepte.

Largas filas de vehículos y hasta peleas en las estaciones de servicio, con el espíritu guerrero más primitivo, se han protagonizado por allí.

Lecciones para una nación que en vez de apostar a la unión jugó a la separación.

Pronto para ser otoño, ha comenzado a nevar en la sierra madrileña y en localidades de Asturias y del Pirineo, incluida una espectacular granizada en una cala de la isla de Mallorca.

Es decir, fuego y agua, mostrando la espectacularidad de la vida. Dos distantes islas, la de La Palma en el archipiélago canario y la de Mallorca en las islas Baleares señalan más que el clima, la naturaleza de un planeta al que no hemos respetado y al que poco tiempo hemos dedicado para conocer y entender. Pero que nos enseña todos los días a recapacitar.

Habrá que regresar de la sombra, una vez más.

 

 

 

 

domingo, 26 de septiembre de 2021

Virado

 

Atardecer por un Madrid otoñal 


 Si algo tiene el tiempo es que en el caben todas las circunstancias y por mas trazas virulentas que del pasado existan, son inéditas porque nuestros sentidos no las han vivido.

Vivir en Europa es ir comprendiendo por qué los seres humanos se comportan de forma desquiciante, dentro del mundo y por esa razón, este anda impoluto como el globo terráqueo que es, dentro de un perfecto y sincronizado universo, y completamente virado en el interno conjunto de razas que conviven en él.

Si los chinos dicen que tienen una civilización que supera los 10 mil  años sobre la tierra, no demuestran evolución humana alguna. Tampoco los habitantes de África ni los aborígenes de cualquier selva por mas escondidos que estén.

La teoría de Ken Follet de que aún vivimos en la barbarie de la Edad Media por más elementos electrónicos que tengamos alrededor se comprueba, y puede que hasta sea tímida.

Entre la lucha del bien y del mal, resumen de todo el contrasentido, el primero siempre anda distraído, mientras que el otro avanza con la seguridad de conocer muy bien sus objetivos, preparado como esta con todo el sistema, puesto a su disposición.

Vendrán películas de Hollywood para explicar lo ocurrido en Afganistán. La verdad es que ni las necesitamos ni nos interesan. ¿Qué mostrarán? Héroes. Villanos. Todo y nada, para saber que lo ocurrido allí no sirve para comprender la verdadera dimensión del mal. No el que ha llegado que aunque vaticinado y sin fe sobre su peso existencial, está por verse; sino del que se dejó tras la monstruosa cifra de gastos militares que allí fueron invertidos para ser entregados sin más.

Pero cuando los imperios ejecutan tales cifras, la conclusión inmediata, tan ligera como una pluma, asciende hasta los cielos: la pobreza es su mejor invento e instrumento de control y de la guerra tácita que se está librando por todos y cada uno de los rincones de nuestra quizás mal llamada humanidad, siglo tras siglo.

Los filósofos y poetas, los artistas han resaltado una dimensión del alma a la que asociamos con lo humano que es maravillosa. Su potencial y su fuerza no se puede negar, pero la pauta dimensional de esta hora y justo momento (de acuerdo a un precepto muy bíblico, por cierto) es  la de sabernos inmersos en un caos.

Desorganización que se ha permitido por individualismo y por mancomunidad global. Si todos hacemos lo que podemos para vivir diariamente, para salir del circulo negativo de la pobreza desde el nivel más bajo hasta el que está ya en la cota confort, entregamos sin querer queriendo, como herederos de El Chavo,  un montón de decisiones y de hechos, al conjunto de simpares que tienen el poder de decisión, para que vayan haciendo de esta tierra un patio de ludópatas, mezquino y sangriento por demás, aunque sea redundante expresarlo.

Mientras un maestro prepara sus clases, un artista imagina su pintura frente al lienzo, un cantante afina voz, un ingeniero planifica con sus mejores materiales, los teatreros ensayan sus personajes, un médico concentra su labor en la salud del paciente, una madre lava, alguien cocina para otro también,  un libretista busca mejorar un guion,  un arquitecto escoge casas más sostenibles, un ceramista pasa la lija al barro, una mujer observa, un hombre medita (y viceversa),  una niña habla sola a la luz de su cuento que está entre el cielo que ya no ve y un niño salta con una pelota; mientras empezamos a entender muchas cosas apenas nos reconocemos madres y padres de todos los hijos, aunque no tengan nuestros genes; durante esos lapsos que también podemos estirarlos a siglos, hay otros seres humanos que incluso inmersos en todo ello, han y van desbaratado toda la creación.

Libra el mundo aún batallas por las ideas, los pensamientos, las religiones,  nudos existenciales, que revelan la que podríamos denominar la exitosa e implanificada orquestación de la anarquía y del mal.

En España, la noticia más trascendental en estos momentos, es la erupción del volcán Cumbre Vieja, en el Valle de Aridane,  en la isla canaria de  La Palma, que inició hace cuatro años atrás a tener un compartimiento tal que seguían los expertos muy de cerca, hasta llegar a rugir y repartir lava con lentitud y con vigor. Sin víctimas humanas que lamentar, muchos refugiados, y el recordatorio del escaso poder que tenemos sobre eventos de esta naturaleza, aunque los islandeses sepan un poco más.

Madrid como el resto del continente ha entrado en la fase otoñal y los chubascos han acompañado jornadas mientras en otras zonas de España las lluvias y tormentas han arrastrado casi pueblos a su paso, en unos contrastes que se exhiben con particular interés en una nación muy seguidora del tiempo climático a través de las pantallas de los televisores.

Hasta con sorpresa hemos seguido la información de que Mercadona está vendiendo tequeños y que no más llegar a sus supermercados, se han agotado.

Menos entusiastas han sido las noticias que tienen que ver con la intolerancia que se está tejiendo en Europa y en España en particular. Hubo una marcha justo por el barrio de Chueca, símbolo de las reivindicaciones LGTBIQ+,  que reseñó el discurso de odio de grupos extremistas y los errores que cometen los gobiernos locales. Una funcionaria del gobierno salió diciendo por TV, que las pancartas y lo expresado por los manifestantes era vomitivo, pero que habían marchado sin ningún incidente.

Frente a esta deducción de la mujer que supongo se le  habrá enredado su nerviosismo entre los cables de las cámaras de televisión, me pregunto: ¿la felicitación implícita también iba para las personas LGTBIQ+, que a pesar de las ofensas cargadas con mucha violencia verbal, en sus calles, no salieron a expresarse, pudiendo generar lo indeseado? Por supuesto que ni lo pensó.

Viendo apenas este último episodio, volvemos al inicio.

No queda sino vivir para evolucionar, aunque hallamos escogidos sin querer queriendo que sea a través del dolor.  Y de mucho horror.

 

 

 

 

 

 

sábado, 18 de septiembre de 2021

Samuel Navarro Vallenilla: la suerte de capturar lo decisivo

 

Samuel Navarro Vallenilla, equipo y acción 

Al entrevistar a Samuel Navarro Vallenilla, sentir su entusiasmo por el periodismo y el trabajo que desarrolla detrás de la cámara me llegó el olor de la guayaba pintona, entre verde y madura, intenso y astringente.

Los frutos verdes los asociamos a la juventud. Innumerables metáforas y hasta la película vietnamita de Anh Hùng Trần,  El olor de la papaya verde, estrenada en 1993, nos remite a esa  fuerte certeza de sentir frescura, cuanto el mundo se va descubriendo y aún se está por conocer en toda su dimensión.

Navarro Vallenilla es un joven venezolano que vive en Miami, abriéndose caminos, con mucho amor por su pasión,  la fotografía.

Egresado de la University of Florida College of Journalism and Communications, tiene un master en periodismo de la Florida International University, donde además ganó al participar, por dos años consecutivos, (2016 y 2017) el primer premio en fotografía periodística, categoría noticias.

Lo asocié a la guayaba pintona aunque debí hacerlo a la verde porque apartando su juventud sentí una madurez bonita  de un muchacho que ha tenido que vivir en la soledad del exilio, con todas las ganas de seguir adelante, sin apagarse la luz que permite todos los días transitar la experiencia de vida con la mejor sonrisa, pase y ocurra, lo que tenga que suceder.

MPS: ¿Cómo nació tu interés por el foto periodismo?

SNV: Mi interés en el foto periodismo empezó en primer año de carrera en la Escuela de Periodismo y Comunicaciones en la universidad. Fue en la clase de introducción al foto periodismo, con el profesor John Freeman donde aprendí a ver la fotografía como un medio para contar historias. Al finalizar el semestre, me di cuenta que la fotografía me gustaba más que escribir y por eso continué incluyendo las clases de foto periodismo en mi pensum de estudio hasta cursarlas todas. Al graduarme, estaba convencido que quería y podía contar historias a través de imágenes. Todavía lo estoy.

MPS: ¿Comunicar es un privilegio?

SNV: El periodismo es una carrera muy bonita porque nos permite a nosotros, los periodistas, ser testigos en primer plano de muchos de los momentos que influyen en la vida de muchísimas personas. A los foto periodistas no les queda otra opción más que estar en el lugar de los hechos para así poder capturar la imagen adecuada que mejor cuente la historia.  Para mí lo más bonito de mi trabajo es saber que siempre voy a tener que ir a buscar esa imagen y que todos los días será algo diferente. Puedo empezar la semana en una rueda de prensa con el gobernador, después tener que retratar a un joven local director de cine independiente, cubrir una protesta en la ciudad y terminar la semana con el mejor béisbol del mundo, en la MLB.

La variedad de oportunidades y de poder documentar muchas de las cosas que como sociedad nos define es realmente un privilegio y una satisfacción tan grata que no hay un solo día que salga con mi cámara a una asignación y sienta que voy es al trabajo.

MPS: ¿Son difíciles de captar las emociones?

SNV: Es algo que va con la practica en la medida que se van saliendo y haciendo cada vez más trabajos con las noticias; vas sabiendo que buscar. No siempre necesitas ese tipo de emociones que transmitan  amor, sentimientos o dolor. A veces es simplemente un retrato que transmite sabiduría, cansancio. Todo depende de tu trabajo, en la medida que te acercas al ser humano, aprendes de él. La confianza que te brindan.

A veces es muy fácil encontrarlas. En una manifestación, por ejemplo, la frustración, la exaltación. Creo que la clave está en la forma como te relacionas con la persona, en la forma como te mueves como fotógrafo en la escena, buscando diferentes ángulos, diferentes lugares. Lo mejor es estudiar la escena. Después viene el proceso de edición, se revisan todas las tomas y al final eliges la que tiene ese impacto más poderoso. Hay que estar atento y lo esencial es respetar al otro. Si estás presente es difícil que te lo pierdas. Eso vibra con el deporte, que son reacciones, emociones, frustración y uno siempre está pendiente de eso y se puede capturar. Donde hay reacción hay emoción y el deporte es eso: reacción, emoción, acción. Celebraciones.

MPS: ¿Te sientes mejor cubriendo deporte?

SNV: De todas las cosas que se cubren y salen en prensa, los deportes son sin duda mis favoritos. Sea un torneo de dominó local, un partido universitario de baloncesto o el Kentucky Derby, las oportunidades de capturar momentos siempre están presentes. Los deportes sacan lo mejor de nosotros, esa es mi opinión. De toda acción se produce una reacción y eso puede ser el llanto de un atleta al ser derrotado, un fanático con los brazos arriba al ver a su equipo ganar o el grito de euforia del delantero al anotar el gol en el minuto 90.

MPS: Es decir que te encuentras eternizando el justo instante presente… ¿cómo te preparas para ello?

SNV: Es realmente fascinante y todo pasa en cuestión de segundos. Los deportes son realmente impredecibles, por eso conocer el deporte y estar preparado son la clave para una cobertura satisfactoria. La mejor manera de aprender es de los demás, por lo que siempre busco mirar el trabajo de fotógrafos que admiro y utilizarlos como inspiración. También puede ser una llamada telefónica antes de un partido o revisar quienes son los jugadores más importantes del equipo. Saber la reglas del juego y el estilo con el que se juega también es muy importante. Estas son algunas de las cosas que me ayudan a anticipar posibles resultados antes de que ocurran y así estar preparado y con suerte capturar un momento decisivo. También  el acceso. Cómo miembro de la prensa contamos con un acceso que nos coloca más cerca de la acción y nos permite capturar a los protagonistas de una manera más impactante.

MPS: ¿Qué eventos cubres?

SNV: Los eventos deportivos que cubro regularmente son las grandes ligas (MLB) la liga de fútbol americano (NFL) la liga de hockey (NHL) la de baloncesto (NBA) la de fútbol (MLS) y los deportes universitarios de la NCAA.

Espero en un futuro poder cubrir mis primeros juegos olímpicos, el mundial de fútbol y todos los premios de la Fórmula 1.

Y aunque disfruto mucho los deportes mis metas a largo plazo son también hacer más noticias e historias de más interés humano. Empezar proyectos personales que me lleven a lugares desconocidos y me permiten conocer a sujetos con historias que contar y que merecen ser vistas por todos.

MPS: ¿Has vivido algún evento que te marcara significativamente?

SNV: El derrumbe de Champlain Towers South (ocurrido el 24 de junio de 2021) fue algo realmente impactante. Primero ver la destrucción, segundo el impacto que tuvo entre todas las familias y tercero como la comunidad se une. Surge algo bien bonito dentro de algo terrible. Una escena de guerra. Va a ser difícil de olvidar. Que como profesional me ha enseñado muchísimo. El vivirlo y reportarlo de la manera más honesta.

Uno de los eventos noticiosos que siempre voy a recordar en los deportes es el Kentucky Derbi, la carrera más importante de caballos del mundo. Impactante. Quince mil personas en las gradas del hipódromo, muy bien vestidas que vienen de todas partes del mundo, gritando por caballos, en un evento que dura minuto y medio…

MPS: ¿Qué te ha enseñado la calle de la vida?

SNV: Cuando uno está tan relacionado con tanta gente, todas tan diferentes entre sí, aprendes demasiado. Conserjes, alcaldes, deportistas, músicos y todos cuanto conoces, inspiran; porque además, permiten darles a conocer de la manera como son. Ellos forman parte de mis lecciones de vida invaluables. Me forman a nivel profesional.

Sus sueños tienen que ver con todo lo que sea deporte: cubrir olimpiadas, grandes partidos de fútbol de Inglaterra, España y Europa; carreras y eventos con los movimientos que permiten ir creciendo del lado de los que han demostrados que la vida tiene pocos límites y mucha nobleza, cuando se desea con el corazón.

 

Enlace:
www.samnavarrophotography.com

domingo, 12 de septiembre de 2021

Nueve días


                                                                         

Frente a la Sagrada Familia

                                                                                     

                                                                                        Para Alfredo, primo maravilloso.

A mamá le dijeron que la iban a llevar a un espectáculo con el director venezolano Gustavo Dudamel y ella iba contenta… lo que no entendió fue que era una función virtual.

La experiencia la vivió con alegría y con susto. Mi madre de 91 años asistió al viaje virtual del corazón de la música titulado Symphony, presentado en el espacio de Caixa Forum Barcelona, llamado espectáculo inmersivo, palabra tan envolvente como el arroz al Nori del sushi.

Lo vio de frente, muy cerquita, con esas gafas que estaba al principio negada a colocarse, y se alegró de verle y escucharle como sólo puede contentarse ella, una auténtica catalana venezolana, al sentir el paseo musical con el  director de orquesta más internacional que cuenta Venezuela.

Su mente pudo volar y lo imaginó de pequeño, rulos rubios, ojos claros, como sus mismos hijos; inquieto, alegre, tan vivo como el mar que saboreaban sus sentidos, todas las tardes de calor, en el litoral guaireño.

Tocando todo sin parar.  El plim plim del vaso, el racataclá  del plato, con la botella plástica del refresco… dándole a la mesa, a la cuchara, sancocho toco toco; rompiendo las cuerdas del cuatro y las guitarras… para desmenuzar los sonidos y después juntarlos, en esa algarabía de cuando se es debutante en la vida

Metida como estaba en la virtualidad de la Mahler Chamber Orchestra, más nerviosa de lo que ya es, miró hacia sus pies y fue entonces cuando no los vio y se encontró con el vacío…

-     Nunca había pasado un susto así en mi vida, dijo al salir.

Cerró los ojos instintivamente y la misma música le hizo después abrirlos, para encontrarse de nuevo entre la orquesta.

Viajó al interior de un violín. Intentó no mirar de nuevo hacia abajo, cuando la llevaron al espacio, paseando entre estrellas y nebulosas, en un viaje en el que le hicieron sentir nuevamente en el aire… aunque ya sabía que sus pies descansaban en el piso, suavemente alfombrado.

Las manos de Dudamel dirigían las pulsaciones de la música y volvió ella a verlo chiquitín, dándole con un palito a una lata vieja de leche, para exprimirle sonidos… pin pin pun pan… metal… palo… caballito color coco azafrán…

La mezcla de Beethoven, Gustav Mahler y Leonard Bernstein la envolvían, sin detener su corazón que esa tarde parecía un regordete timbal, tronco hueco de playa; repique mojado de temblores. La lanzaron al espacio, a la lluvia y a la bomba fina que en el pasado la desheredó de la familia, de los afectos… del sublime amor que se le torció… que la colocó en la tonada de una ambigua playa.

La sonrisa de los músicos haciéndola sentir en el centro de la orquesta, le hizo ganar algo de confianza y alegrarse para sus adentros.

Sólo Barcelona le podía regalar algo así: inimaginado. Regresar a ella después de veintitrés años hizo que su rostro transpirara paz y dulzura, tras intensas emociones. 

Abrazó a su único hermano vivo, nuevamente.

Miraba a la ciudad como el cuerpo irreconocible que aún puede palparse con amor. La atmósfera donde vio luz y oscuridad, que le permitió compartir con su padre de 99 años, antes de morir.

-     Viviste una experiencia inmersiva…

-     ¿Y qué es eso?

-     Así le llaman ahora a las salas virtuales, donde te colocan esas gafas para ver otra realidad…

El deseo completado será recuerdo del chapuzón líquido de la vivencia. 

Nadar por el sueño de lo posible hizo de mi madre, luz; en sus nueve días por Barcelona

 

 

 

sábado, 17 de julio de 2021

Carlos Márquez: Pintar me lleva a una vida plena y feliz

 


Mientras redactábamos esta entrevista llegó la feliz noticia de que Carlos Márquez ha sido seleccionado con su obra Yo soy luz, a participar en la edición 56 del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, de la Asociación Española de Pintores y Escultores, escogido entre los setenta y dos, (48 pinturas y 24 esculturas), de los cuatrocientos participantes.

Días atrás, en los espacios de la Fundación Carlos Amberes, en pleno desarrollo de la exposición de la III Feria de Arte Contemporáneo Artist Experience, en Madrid,  conocí a este artista venezolano Carlos Márquez y su esposa Manela, residenciados en España, presentados por el director del Centro de Diversidad Cultural, Santana Art Gallery, Miguel Ángel Santana.

A pesar del espacio limitador, repleto de artistas, visitantes y mucho arte, traducido en obras, performances y efervescencia creativa, pude palpar a un hombre inquieto, que todos los días tiene que estar creando, haciendo lo mejor que sabe hacer: ilustrar, pintar, pensar, imaginar y trabajar en función de su proceso de vida, alimentado por y con arte. Amor arraigado a la esencia de la vida.

Mostró grandes piezas, obras en buena mayoría de mujeres, que expresan ritos traducidos en emociones y también un conjunto de lienzos de diversos formatos y papeles, con toda la brillantez y exquisitez de un genio que se sabe capaz de dominar múltiples técnicas y conceptos, con el acompañamiento del ser, del alma; del impulso primigenio de la creación.

Egresado, entre otros estudios, de la Escuela Politécnica de Diseño SPD y del Instituto Europeo de Diseño, ambos en Milán, también fundó el Instituto de Diseño de Caracas, donde formó a generaciones de jóvenes diseñadores.

Ahora, Carlos, esposa e hijo, son parte de aquellos que pudieron y tuvieron que marcharse de Venezuela, hacia múltiples destinos, enfermos de la miseria brevemente implantada.

MPS: Las pregunta de siempre... ¿cuándo sentiste la llamada del arte?, ¿qué edad tenías?, ¿cómo fue?, ¿qué te sedujo o maravilló?

CM: Desde pequeño tuve la facilidad para el dibujo, pero era algo que no se tomaba en serio, al menos en mi familia. Así que no fue hasta comienzos de los años 70´, que a través de la música, no por serlo, sino porque soy melómano y me encantaban las carátulas de los elepés, de la banda inglesa de rock progresivo, YES; cuyas portadas eran ilustradas por un artista inglés, Roger Dean. Desde entonces, me enamoré de la ilustración y el arte.

MPS: Si bien tus personajes femeninos parten del negro hacia la luz... el resto de tu obra es al revés... parte del blanco hacia sus dimensiones y colores... ¿sabes por qué?

CM: Está muy ligado a la técnica que esté usando. Hay materiales que imponen ciertos criterios en cuanto al comportamiento del pigmento y del soporte a usar. También depende del lenguaje que maneje, si es figurativo o abstracto.

MPS: ¿Hay personajes mujeres que has tratado con mayor rudeza que otras en tus obras? ¿Las vas elaborando conforme sientes lo que ellas te van revelando?

CM: Cuando pinto los retratos femeninos trato de transmitir lo que la mujer representa para mí, y cómo cualquier obra está sujeta a un proceso de evolución y madurez. Noté que para representar la delicadeza femenina no tenía que tener un trazo suave, ni un color rebajado, ya que la mujer también representa la fuerza creadora; así que concientizar este aspecto, me ha liberado hacia un discurso más expresivo y contrastado cromáticamente. Y si, muchas veces están en mi cabeza y no puedo parar hasta que las dejo descansar sobre la tela.




MPS: Esa inquietante búsqueda que te hace pintar, diseñar, siempre estar creando, ¿es lo que te hace feliz?, ¿qué te ha pasado cuando has dejado de hacerlo?

CM: Es mi vida, no puedo concebirla de otra manera.  Si no estoy pintando, estoy pensando en lo que quiero pintar, es un mantra y gracias a ello, puedo llevar una vida plena y feliz, más allá de las circunstancias.

Si bien la docencia ha sido una actividad importante en mi vida; de hecho, sigo ligado a ella después de más treinta años, nunca he dejado de hacer cosas que me permitan expresarme artísticamente. Yo estoy formado en la escuela analógica, cuando todo era hecho a mano. Una vez egresado (de la Escuela Politécnica de Diseño SPD y del Instituto Europeo de Diseño, ambos en Milán), al poco tiempo de regresar a Venezuela, fundamos el Instituto de Diseño de Caracas y esto consumió casi la totalidad de mi tiempo. Seguía haciendo cosas, pero de manera esporádica.  A comienzos de los 90´ llegó la era digital y eso me permitió retomar con más frecuencia mi trabajo creativo, ya que los tiempos de preparación eran nulos: era sentarme y trabajar directamente en un lienzo que estaba siempre disponible.

Desde entonces he sido consecuente más allá de los compromisos académicos.

De hecho, para mediados de los 90´ realicé la primera exposición de arte digital, quizás la primera que se cometió en Venezuela. Seguí con el arte digital y es a partir de los 2000 que retomo la materia. Desde entonces no he dejado de trabajar con la mezcla de ambos, la analógica y la digital.

MPS: Me encantó cuando me dijiste que tú seguías el camino del agua… cuando hacías una obra en acuarela, ¿cómo se diferencia este proceso de los otros?

CM: Tradicionalmente cuando haces una acuarela, previamente hay un dibujo a lápiz que sirve como guía para aplicar  el color. También puedes generar manchas que van cobrando forma hasta que se define algo, figurativo o abstracto.

En mi caso, voy dibujando con el pincel con agua las formas, debo ser rápido porque se secan y ya no veo donde están, una vez que defino el recorrido con agua, descargo la tinta y ésta sigue su camino. Los dos hacemos nuestra parte del trabajo y el resultado da mucha vitalidad al color.

MPS: Después que terminas una obra, ¿qué te deja?

CM: Disfruto mucho todo el proceso de ejecución, desde que estoy parado viendo el formato blanco, las primeras líneas, ese apartarse y ver cómo va, esa conversación con la obra que te dice que quiere, hasta que finalmente no pide más. Pero luego pierdo interés en ella, y un nuevo amor empieza y así… sucesivamente… Otro aspecto interesante es cuando vuelvo a mirar una obra:  no recuerdo cómo la hice, como si estuviera viendo la faena de otro pintor y quisiera descubrir su técnica.

MPS: ¿Qué les hizo emigrar como familia de Venezuela?

CM: Sin lugar a dudas, la difícil situación política del país, más que un problema económico era un problema de calidad de vida, la falta de seguridad, la decadencia de la sociedad, el desmoronamiento de la infraestructura; el temor, la incertidumbre, la falta de libertad de expresión. Participé en todas las convocatorias que se hacían para denunciar la situación del país. En realidad aprovechaba cualquier momento para denunciarla. Recuerdo la cara del cónsul de Reino Unido al ver y escuchar la explicación de mi obra en una convocatoria sobre Shakespeare.

En algún momento perdí esa Venezuela en la que crecí y que fue maravillosa.

Necesitaba un ambiente diferente para poder dedicarme al arte, ya había vivido en Europa y ese contraste entre la historia y la modernidad, era mi lugar en esta etapa de mi vida. Tengo un hijo de veintitrés años músico, y quería darle la oportunidad de otra experiencia, otra forma de vida.

Sé que todo esto es muy egoísta, pero no tuve el coraje de calármela más.


Carlos Márquez con Miguel Ángel Santana 


 MPS: ¿Hay diferencia entre lo creado allá y lo que ahora haces aquí?

 CM: En realidad si, como te dije antes, la obra evoluciona, se desarrolla. He logrado buenas relaciones con gente muy interesante y muy culta que sigue alimentando mi curiosidad y aportando retos e ideas.

 MPS: ¿Qué sientes sobre el mundo del arte en los actuales momentos, tanto en Madrid, España y el mundo?

 CM: Tiempos particulares, la globalización ha permitido que mucha gente se muestre, estamos expuestos a  muchísimo arte, hay gente muy buena; las referencias han cambiado, el arte es global. Sin embargo sigue sometido a las mismas dinámicas de las galerías, los críticos de arte y, por supuesto, las buenas relaciones que tengas.

En España y en particular Madrid se puede respirar arte, se siente una movida fantástica, sin embargo por las distintas crisis que atraviesa el país hace que lamentablemente, el arte sea el último de la fila.

Se está desarrollando todo un movimiento muy interesante de cryptoarte, que ofrece una posibilidad más democrática y factible de monetizar la obra digital. Yo he estado entre los primeros veintisiete artistas a nivel mundial que ha vendido cryptoarte en el mundo, en 2017, desde la plataforma www.dada.nyc.  

Hay una nueva tendencia, un nuevo tipo de artista más público, que trabaja en las redes, que pinta en las redes, que crea comunidad, que vende conceptos, que debe desnudarse en su propósito y que está en algunos casos obligado a explicarlo todo. Soy más como Picasso, si quisiera hablar, escribiría un libro.

 MPS: ¿Cómo fue la experiencia de participar en los eventos culturales de galerías de Madrid,  de las Ferias de Arte, Artist Experience y   Artist 360º?

CM: Participar en Artist Experience fue necesario para mostrar un poco lo que hago, no podía seguir acumulando trabajo en casa. Fue interesante  conocer otros artistas, intercambiar opiniones, sentir que mi situación con el arte es similar a la de mis vecinos artistas de stand. Conocí a  Miguel Ángel Santana, director del Centro de Diversidad Cultural Santana Art Gallery que se mostró interesado en mi obra y eso bien valió la pena. De hecho, nos convocó a participar en la exposición Artist 360 como parte de sus artistas. Creo que estos eventos están diseñados para mostrar más que para vender. El coleccionista o quien esté interesado en adquirir una obra de arte, posiblemente escogerá otro momento y otro ambiente. Pero como promoción es perfecta. Es un gigantesco aviso publicitario.

La 56 edición del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, variada confrontación de propuestas y estilos de autores jóvenes y veteranos, con una calidad artística y una profundidad de ideas, se expondrá del 2 al 26 de septiembre de este año 2021, en la Casa de Vacas del Parque del Retiro de Madrid.

 

 

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