jueves, 21 de mayo de 2020

Rey

Figura-cartel de El Rey del Pescado Frito, foto de Janet Sucre.




A Manuel Rodrígues

Apenas una fotografía y una figura-cartel naif para atraer clientes de un restaurante popular, frente al otrora pueblo caribeño de Carmen de Uria, despertaron vorágines recuerdos.

Evoco, cuando de niña y adolescente,  salía de casa con el acopio de localizar con mis ojos al mar, que se encontraba unos doscientos metros más abajo. Desde nuestra vivienda no se veía,  si bien se sentía su aroma y penetraba en el alma, la constante serenidad de vivir su cercanía.

La parada no estaba señalizada pero todos nos colocábamos frente a una especie de gruta fabricada de la Virgen del Carmen. Adentro estaba su figura demasiado pequeña para el espacio y muchas flores plásticas llenas del polvo. Nadie parecía cuidarla y tampoco darle nada más que aquello que a simple vista se observaba. No provocaba pedir ni rezarle, sin planteármelo tampoco, porque no sabía cómo hacerlo.

Justo entre este punto de espera de autobuses estaban dos restaurantes: El Pobre Juan y El Rey del Pescado Frito. De  este último me enviaron la imagen.

Al principio reconocí que la figura del pescado con corona sonriente no era la que veía en los años de estudiante. Era una copia mal elaborada. La original era lisa, reluciente y encaramada en una valla para destacarla. Esta improvisada luce arrugada y maltrecha.

Entonces fue cuando me di cuenta de estas complicaciones degustosas que tienen los recuerdos: lo burdo atrajo cierta nostalgia que rechacé, pero horas después, apenas esta mañana al ver la foto de nuevo, no le encontré tantos defectos y hasta saboreé la figura atrayente de El Rey del Pescado.

Tomé en cuenta también la precariedad que ha ido acrecentándose en Venezuela. Alzar esta escultura sencilla no debe haber sido tarea fácil, aunque escamotee la tridimensionalidad. Difíciles de conseguir desde hace ya mucho tiempo los materiales más básicos en la nación que relucía oro negro.

Lograr hacer el simple corsé empapelado y pintado de este ejemplar marino, elaborado con el recuerdo del original, debió de ser más que un asunto de imaginación, un reto sostenido y alcanzado (desde, sobre y entre) la escasez.

Grandote, con trazos curvilíneos negros para imitar las escamas,  más que un pargo rosado es un pescado anaranjado con dientes  puntiagudos, revelando una socarrona sonrisa.

Siempre fue un restaurante popular de mesas y sillas muy francas a la hora de servir el plato estrella: un buen pesca‘o frito recién salido del mar, con tajadas de plátano y una ensalada rallada de zanahoria y repollo con mayonesa, refrescada con gotitas de limón. 

El pueblo de Uria, de alrededor de cinco mil habitantes ya no existe. Desapareció en el deslave de Vargas de 1999. Más que sobrevivir, al restaurante lo reinventaron porque es de humanos insistir en lo bueno y en lo incalificable también.

Golpeados e invencibles seguimos siendo el Rey como muy bien compuso José Alfredo Jiménez.  




lunes, 18 de mayo de 2020

Armonizar (cartas de apoyo a pacientes Covid)

Serie potros, de José Coronel 


Creo que de alguna u otra forma todos los hemos notado: ya no llegan tantos mensajes por WhatsApp. Un poco porque limitaron la posibilidad de reenviarlos en la comodidad de bloques de cinco a la vez, y también porque nos hemos desinflado, días a semanas y meses, de esta pausa temporal a las rutinas que desempeñábamos por el mundo.

La situación de este confinamiento ha destejido ideas que creíamos sólidas, abriendo paso al enorme desconocimiento que persigue nuestras horas.

Los que requieren de mayor libertad salen a correr, a caminar y también a cansar la ansiedad que se ha disparado con toda la vivencia.  

Los que se sienten más cómodos con estar en casa, porque el trabajo o el carácter ya les habían explanado un poco el futuro, aunque este no fuera ni remotamente sospechado, también han empezado a sentir incomodidad.

Sabemos que la vida no es una carrera, tampoco el desvivir que ha impuesto el modelo económico, plagado de errores que pueden corregirse con apenas voluntad de querer hacerlo.

Los que vaticinan tiempos difíciles lo hacen desde la óptica de que nada desean transformar. Todo está diseñado desde el modelo del sacrificio.

Los cambios, desde luego, tienen el impulso de la valentía y el deseo de una transformación. Como de alguna forma está siendo impuesta por acontecimientos no del todo objetivos y prácticos, habrá que conjugar muy bien los dos hemisferios cerebrales para poder lograr un mundo más equitativo, conservando el orden de la naturaleza misma.

Desentrañar los misterios que nos rodean alrededor de esta llamada pandemia también contribuiría a deshilar este manto grueso que al parecer nosotros mismos nos hemos echado encima.

No es el hombre y la mujer; es la familia. No es mi familia: son todas las familias hermanadas en la humanidad solidaria y compasiva que está dentro del ser de todos y cada uno de nosotros.

Despojar de la piel el egoísmo adherido por siglos de sobrevivencia que nos ha convertido en una especie líder y voraz, que ya no necesita de ese apetito para continuar por un mejor sendero.

Un trabajo arduo pero no imposible; largo pero no eterno. Cargado de la poderosa vitalidad de hacernos con un mejor destino; alentador por demás.

Llevamos dos días hermosos de sol primaveral aquí en Madrid. Buenas cuarenta y ocho horas para armonizar nuestra recuperación que requiere de equilibrar fuerzas físicas, emocionales y espirituales.

Mi gato duerme, no se ha encontrado muy bien. Ha adelgazado un poco después de dejar de comer unos días. El ayuno siempre sienta bien.


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sábado, 16 de mayo de 2020

Renacer (cartas de apoyo a pacientes Covid)




En uno de estos vídeos de compartir que me envió un amigo, vi algo que quizás también supe en algún momento de mi vida, pero olvidé con el paso del tiempo. Se trata del renacer del águila lo que realmente creo es digno de recordar en este momento de tan pocas certezas y tanta infoxicación.

En  las imágenes muestran los vuelos esplendorosos, cargados de poder de diferentes águilas. Narran que pueden vivir alrededor de setenta años, pero que en sus cuarenta primeros de vida, ocurre un desgaste natural de sus garras, plumas y pico. La naturaleza entonces le revela lo que debe hacer: morir o renacer. Si la segunda opción es su determinación deberá enfrentar ciento cincuenta días de verdadera prueba física, anhelo de vida plena, trascendiendo el dolor. 

Debe escoger un lugar apartado y construir un nido. Tiene que además tener cerca una roca porque lo primero que deberá hacer es golpearla, hasta que se le desprenda el pico torcido, que ya no le servía para cazar.

Esperar pacientemente que nazca el nuevo con el que más adelante se arrancará todas las plumas que deberán tener igual crecimiento mientras surge esta segunda oportunidad.

También habrá destrozado sus pezuñas débiles para dar paso a unas fuertes piezas que le permitan sobrevivir otros treinta años más.

Cinco largos meses de inanición, de cambio transformador e incólume intuición natural.

Sin quejas a su destino.

Nosotros que estamos aquí a veces anhelando hasta ser águilas y con chorros de miserias y maravillas,  internas y expuestas, en la global experiencia que nos toca, debemos vivir los días con mayor compasión y sabiduría. Con más sentimiento (no sentimentalismo) y más lealtad al ser que nos quiere vivos y plenos.

Soy Marisol, los días se alargan en este confinamiento. Buenos para renovar y para recuperarnos, con todas las fuerzas. Mi gato Chachito duerme. Domingo de sol, cargado de luz y optimismo.

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jueves, 14 de mayo de 2020

Buscando a Natalia (cartas de apoyo a pacientes Covid)




No recuerdo el día y el mes se me ha confundido. Es lo que tiene esta pausa obligada llamada confinamiento dentro de la pandemia: diluye los días, en aglutinamiento de hechos desechos, en las repeticiones informativas, en las dudas sembradas con conocimiento de causa, como si fuéramos ristras de ajo o pangolines.

En todo caso creo que fue a finales de enero de este año. Sin yo misma creérmelo estaba buscando a Natalia Jiménez por las calles del centro de Madrid, acompañando a una súper fans, que tenía acceso a esas plataformas donde las famosas van colocando los lugares por donde van, para comunicarle al mundo sus cosas y quizás para que las encuentren, si es que se quieren dejar localizar.

Yo, que no soy fanática de nadie y de nada, porque prefiero la libertad de mi espíritu a todo cuanto haya conocido, me vi inevitablemente, corriendo hasta la plaza Mayor porque acababa Natalia de publicar un vídeo paseando por allí.

Ya habíamos pasado por  Callao, la calle Preciados, el mercado de la reina y la plaza Sol. El cuadrado perfecto de esta plaza Mayor lo recorrimos varias veces y no estaba la artista que se encontraba por Madrid paseando, puesto que es Barcelona, por Operación Triunfo, donde normalmente se afinca.

No hubo ese día suerte.

Desde que conozco a esta súper fans no hay día que no escuche hablar sobre esta mujer. Creo conocerla tanto como ella que la sigue desde que tenía siete años de edad y pudo superar incluso el bullying por la canción “Creo en Mi”, compuesta por Jiménez, inspirada por las sensaciones de estas difíciles vivencias que también experimentó.

Unas semanas después ésta súper fans que se llama Anggella logró reunirse con ella porque supo, por igual seguimiento, que estaba tomando un café y se acercó justo para cumplir su sueño de conocer a esta antidiva, sencilla y espontánea, tomándose el selfie de rigor.

Como me la paso escuchando frecuencias de música diferentes para que en mi cabeza no se queden las canciones del momento, que tanto insisten en repetirse, cargadas siempre de Animus ajeno, no las almaceno en la memoria.

No obstante, las baladas de Natalia, quien tiene muchas desde que comenzó con La Quinta Estación,  aunado ahora a su disco homenaje a México, pleno de rancheras; canciones de amor  y desencuentros,  me repercuten en este confinamiento.

Vivo al lado de la súper fans.

Ya ha cantado por los espacios del metro de Madrid por donde la misma Natalia comenzó, cuando ni siquiera tenía el permiso para hacerlo. Es decir, practica todos los días escuchándola y aprendiendo de su energía creativa.

Puedo decir de toda esta experiencia vigorosa y divertida que aunque los 440 hertz insisten desde múltiples púlpitos, mi gato Chachito ronronea a una frecuencia entre veinticinco y ciento cincuenta hercios.

Todos sabemos descubrir lo que nos sana y revitaliza.


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miércoles, 13 de mayo de 2020

Crepitar (cartas de apoyo a pacientes Covid)



Tuve varios profesores de literatura que me hicieron entusiasmarme por las letras. Seguramente las primeras maestras también lo intentaron, pero en ese camino no recuerdo a ninguna en particular.

Hubo uno de ellos, cuando estábamos en bachillerato,  que nos hizo leer libros por montones y era un lector compulsivo. Tenía en el maletín, de cuero flojo y desgastado, entre cuatro y cinco libros que leía a la vez. Sus alumnos no dábamos crédito a esa capacidad, nos parecía una auténtica proeza, incapaces de imitarle.

La dispersión mental es el tema en la adolescencia.

Ya en la universidad el profesor Manuel Bermúdez hizo una diferencia. Había sido boxeador y de allí que le encantara el sentido de golpear con las palabras.

Las tareas se hicieron cotidianas, las lecturas, las correspondencias entre quienes teníamos pensamientos en torno a este acto creativo. Hicimos una publicación colectiva que se llamó Vísperas de la Aldea, producto de ese taller literario lleno de fuerza hacia el futuro.

Después hubo seminarios, estudios y entrevistas con gente de este quehacer. Lecturas y búsquedas constantes en torno a quienes ejercen este oficio.

Descubrir además que todos los que sienten la llamada de una expresión artística tienen la felicidad y la libertad de sentir muchas más cosas. Don o regalo recibido para compartirlo y experimentar la vida de una forma más plena. Manifestaciones distintas, mismo fuego creador.

Hay otra cosa bonita entre quienes trabajan a diario perfeccionando su arte sea cual fuere. Un sentido de trascender, una ética hacia el logro, una evolución constante e irrefrenable por avanzar.

Aunque lo que se haya comenzado pueda cambiar de muy distintas maneras, la llama crepita en los huesos y en los cinco sentidos. Todo se dispara para los nuevos hallazgos que son manifestación de amor hacia el mundo.

Literatura, música, baile, pintura, escultura, teatro y todas sus manifestaciones yacentes y subyacentes enriquecen este presente donde quiera que estemos, en la gratitud de poder desarrollar y también poder disfrutar alma y cuerpo de nuestros congéneres.

Manifestaciones de querer vivir. De dejar huella. De ofrecer chispas a la luz.

Llevamos una semana de aires más fríos y días nublados, en este mayo. Mi gato tiene el ritmo suyo, duerme o se levanta a comer, para volver a descansar.

Se acercan los días del completo restablecimiento. De poder dejar todo lo vivido atrás, con alegría y entusiasmo también.

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martes, 12 de mayo de 2020

Mudanza (cartas de apoyo a pacientes Covid)




Desde hace bastante más tiempo del que ahora recuerdo tengo el deseo de mudarme y este confinamiento acelera y reclama este pensamiento con mucha más fuerza.

Los que proclaman que esta parada en el camino es para hacernos mejores, entenderán que en esa necesidad de cambio hay una coherente sensación de transmutar lo no alcanzado en el lugar donde nos encontramos.

Los que sostienen que nada pasará, que seguiremos viviendo igual o peor, con la incívica consciencia planetaria, comprenderán que las mudanzas tienen más incomodidades que satisfacciones, sobre todo al comienzo, pero las aceptarán como necesarias y respetables.

Las grandes ciudades son contradictorias, mucho más que las pequeñas o los pueblos chicos. La alta demografía las hace peligrosamente desordenadas y voraces. Tiene demasiados pactos de sobrevivencia.

Lo vivido en la niñez o en la juventud tiene la fuerza de la experiencia primera hacia todas las cosas y por ello el repaso de los lugares que habitamos en esas edades, se hace mucho más vigoroso. Tendemos a querer repetirlo con el paso del tiempo.

La película de animación chino-japonesa, “Flavors of youth” (Sabores de juventud),  contiene tres historias: Fideos de arroz, Nuestro pequeño desfile y Amor en Shanghái. Su fondo son las ciudades y los pueblos, evocados para volver a encontrar en el presente, lo vivido en claro sinónimo de  mayor felicidad.  

La textura de los fideos de San Xian, el éxito tras las buenas acciones dentro de una fábrica abandonada y el casete no escuchado como revelación del auténtico amor, resumen las tres historias, fuentes de esa reminiscencia. Pero ni el gusto, ni la vitalidad de nuestra voluntad, ni el amor no consumado retornan a ser lo que fueron.

Por lo pronto estamos confinados, pero nos mudaremos. Más tarde o más temprano. Volveremos a una orilla ondulante. Retornaremos hacia las tardes de sol y mar posadas en nuestros ojos.

Justo hoy que escribo esto está lloviendo. Mi gato duerme. Ha jugado mucho, es un adolescente. Justo en este mes de mayo cumple un año  conmigo, recogido en una calle, bebé hambriento y desprotegido.

Los recuerdos gratos animan a recuperarse al igual que el deseo de ir hacia un futuro completamente restablecido. ¡A por ello!


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lunes, 11 de mayo de 2020

Contrapicado (cartas de apoyo a pacientes Covid)




La visión del Salto Ángel cuando tuvimos la oportunidad de verlo lo suficientemente cerca,  a través de la ventana redonda de un antiguo avión de pasajeros,  fue ampulosa y excitante.

Cómo no imaginar igual de sensaciones en los primeros habitantes de estas tierras al verle desde abajo, en un fabuloso contrapicado, de auténtica manifestación divina.

Más de dos mil metros de elevación y más de setecientos kilómetros cuadrados de superficie tiene el Auyantepuy, colosal montículo de piedra y vegetación, que reparte al mundo dos asombrosas caídas de agua, la más enorme llamada también Kerepakupai (ochocientos metros de caída libre) o el Churún Merú, también en la misma meseta, pero con la mitad de altura.

El Salto Ángel o Kerepakupai es más bien un gigante tímido. Por su gran altura siempre está cubierto de nubes y no todos los que hacen las travesías, tanto en avión como en curiaras (canoas), subiendo a contracorriente por el río Churún, tienen la fortuna de verle.

Previsibles son el ensordecedor ruido de las cascadas, las lluvias a capricho y sin poder pronosticar; y los olores vírgenes de la humedad de esta selva del Parque Nacional Canaima, en el estado Bolívar, donde aborígenes preservan este regalo de la naturaleza, para la humanidad, más allá de que esté en suelo venezolano.

El cine se ha doblegado ante este titán natural: películas como Más allá de los sueños, Dinosaurio, Dragonfly, Up, Avatar y Point Break han mostrado este lugar de embrujo deslumbrante,  cargado de la fuerza e inteligencia de la perfecta biosfera.

El avión dio unas diez vueltas alrededor del Salto Ángel. Muy cerca y a la vez demasiado lejos. Había además un arcoíris, por debajo de nosotros, sonriendo. Ese día confirmamos la suerte de estar vivos, sospechando que  la energía densa de la roca,  también dirigía atenta mirada a todo lo sintiente alrededor, sin dejarse eclipsar por la cascada, que igual resbalada por su pared, tamizada de diminutas gotas de amor. 

Soy Marisol, mi gato Chachito está buscando más atención de la que ya tiene, confinado como estamos. El día de hoy frío, sin sol y con lluvia ligera.

Tu recuperación en ese breve salto hacia la energía vital de la vida, es el seguro desafío que vencerás. ¡Animo!


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domingo, 10 de mayo de 2020

Maristela Bermúdez: El coronavirus pertenece al plan divino

Maristela Bermúdez Cancines



La venezolana Maristela Bermúdez Cancines llegó a Madrid para presentar su libro Góbulo Tercero y la Salvación de la Tierra y ya lleva más de cincuenta días confinada, viviendo la etapa de resguardo planteada por el gobierno español en la denominada emergencia sanitaria, con la serie de medidas limitantes impuestas, para superar la proclamada pandemia.

Se lo ha tomado con la sabiduría que le permite el camino espiritual de crecimiento  trazado desde que era muy pequeña y que además le ha permitido comunicarse con el mundo.

Las primeras semanas de este confinamiento reaccionó como mujer inquieta y creativa que es y publicó en su página web el cuento La  corona que cambió al mundo,  con dibujos de sus nietos, regalo para la humanidad.

Egresada de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, como ingeniero mecánico en el año 1981, siempre ha sido una apasionada de las artes, de la literatura y de la evolución de la humanidad. En tal sentido, lleva más de treinta y cinco años estudiando todas las posibilidades existentes en el mundo, que le puedan otorgar a los seres humanos la felicidad a plenitud.

Por esta motivación ha estudiado materia, mente y psique. Con ejercicios físicos, ejercicios energéticos, parapsicología, psicología, metafísica, programación neurolingüística, flores de Bach, astrología y Tarot; conceptos arquetípicos de Carl Jung. Estudios de las religiones, oraciones y meditaciones.

MPS: ¿De dónde nace esa necesidad de escribir? ¿Desde pequeña? ¿Tras experiencias que te permitieron acumular informaciones que sentiste relevantes?

MBC: Tengo dos grandes dones: hablar y escribir. Siento que mi alma se expresa y la humanidad puede conocerme. Desde pequeña, cerca de los diez años, veía a las estrellas y mientras me acompañaba mi perra Winda, sentía que el universo me hablaba,  en especial, el infinito ilimitado y eterno.

MPS: Háblame de tus primeros libros, ¿qué sensación tienes de ellos ahora?

MBC: Mis primeros libros fueron cursos de autoayuda desde el año 1995, Knowing me, Conociéndome. En ellos enseñaba el equilibrio de las energías llamada chacras; de autoestima, de meditación.

Ahora veo lo útil y necesario que han sido y aún vigentes. Diseñé un trabajo de danza terapia para la armonía de la energía y la estoy usando en estos momentos del 2020.

DANZA DE LAS ESFERAS

MPS: ¿La  corona que cambió al mundo, un paseo por la humanidad y una respuesta en este momento?

MBC: Es un llamado a la conciencia de lo importante que somos como directores y guías de todas las especies existentes en el planeta que danzan con nosotros y la naturaleza. Juntos con los planetas realizan las danzas de las esferas. De ellas depende nuestra vida, nuestra respiración.

MPS: Esa idea de que realmente nosotros somos la plaga y el coronavirus el  antídoto ¿Te pasó por la cabeza?

MBC: Lo importante es entender que íbamos por mal camino, como robots, sólo pensando en el dinero y el poder. El Coronavirus también pertenece al plan divino y es una causalidad su aparición, y remoción del ritmo de la tierra. Puso a temblar religiones, realeza, dinero, poder y hasta al petróleo.

MPS: ¿Cómo llegó tu libro Globulo Tercero y la salvación de la tierra a presentarse en Sevilla?

MBC: Luego de la edición de mi libro en el año 2001, lo volví a reeditar en el año 2016, con una nueva editorial, Grupo Gráfico 5, en Caracas, Venezuela.

En 2018, al regresar a Madrid de un viaje a Egipto,  donde hice más de mil vídeos y seis mil fotos de todos los lugares recorridos, me pregunté: ¿Qué hago yo con esta importante información? En ese momento, me llegó la idea de entregar a la embajada de Egipto un pen drive con todas las fotos y vídeos tomados. Los llamé por teléfono y concerté una cita con la señora Almudena. Al encontrarme con ella, quedó fascinada con los documentales realizados, entre otros, de cómo se fabrica el papiro en Guiza. Así mismo, me preguntó que hacía yo en Madrid. Le contesté: “Nada por los momentos, soy ingeniero con 59 años y no he podido ubicar trabajo aquí”. Entonces le mostré mi cuento editado en el año 2016. Lo revisó y me comentó que podía vender ese cuento aquí en España. Así que gentilmente me envió, vía correo electrónico, la dirección de algunas editoriales españolas de niños. Sólo pasaron tres semanas y recibí la respuesta de la editorial Babidibu Libros que estaban interesados en publicar mi cuento.

Se hizo un trabajo de un año de intercambio de información entre la editorial y así pudimos, en noviembre del año 2109, publicar al cuento Glóbulo Tercero y la Salvación de la Tierra, desde Sevilla, para toda España. Actualmente se puede encontrar vía Internet en el Corte Inglés y Amazon, o solicitarlo directamente a la editorial Babidibu Libros.




TIERRA ENFERMA

MPS: ¿Cómo nació este personaje, Glóbulo Tercero?

MBC: Ya en el año 2001, llevaba un tiempo trabajando como astróloga y había pensado que la mejor forma de enseñar los estudios difíciles es a través de los cuentos.

Tenía mi hija Doris doce años y mi sobrino Gabriel diez, cuando dos días antes de ser derribadas las torres gemelas, ellos me pidieron que les explicase qué era la astrología.

Siempre he pensado que los seres humanos somos glóbulos terrestres de la Madre Tierra, así que le conté a mi sobrino Gabriel que la tierra estaba herida en un hospital y le pedí dibujara a la tierra enferma. El domingo 7 de septiembre  él me hizo el dibujo de un globo terráqueo, lleno de fuego en el norte de su cabeza.

Yo me quedé anonadada, cuando dos días después de que mi sobrino hiciera este dibujo, ocurriera el desastre de las torres gemelas.

Ese día yo sentí que el mundo se podía acabar con una guerra nuclear, ese 11 de septiembre. A las siete de la noche fui a buscar a mi hija Doris y la abracé. Así mismo, le dije a Dios, si se ha de acabar el planeta, quiero dejarte un legado y el mismo será escribir este cuento que tengo en el alma y en el corazón, lo antes posible. Allí, la musa de la inspiración se despertó y en dos semanas tenía terminado el manuscrito original.

MPS: ¿De dónde crees que nace esa inquietud espiritual?  ¿Por ser venezolana?

MBC: He sido espiritual desde que recibí la primera comunión. Ese día sentí que Jesús estaba cuidándome. Así hasta ahora. He vivido extraordinarias experiencias espirituales.

MPS: ¿Eres devota de alguna energía espiritual?

MBC: Creo en una energía de creadores, como agradecimiento al universo. No obstante sé que los seres humanos necesitamos de una figura y forma. La mía es la católica para conectarme con la divinidad de mi ser y del exterior. Valoro que cada ser escoja una. Para mí, Dios es luz, amor y vida, o como para los hindúes  ser, conciencia, bienaventuranza.

PURGATORIO COLECTIVO

MPS: ¿Como madre y abuela qué has sentido en este aislamiento que te toca vivir fuera de tu país y en solitario?

MBC: Ha sido muy profundo. Primera vez en sesenta años que estoy sola y aislada. Me sentí en un purgatorio colectivo. Ya salí… ya el Hades, Plutón y el  infierno  mismo, me permitieron volver a la tierra y valorar el cielo. Le mandaba bendiciones a mi hija que se quedó en Caracas, tengo sobrinos nietos en Venezuela y aquí en España. Estuve pendiente de que comieran y estuvieran sanos, física , mental y espiritualmente.




MPS: Háblame de tus viajes espirituales, el de Egipto, por ejemplo, tan importante,  ¿qué huella dejó en ti?

MBC: Fui dos semanas sola a Egipto, como una cruzada de luz para mi país, Venezuela, orando por su integración. Dediqué cada huella de mis pasos por su paz y unión. Fue en el año 2018. Estuve en las pirámides de Guiza: Kefrén y Keops, en la Esfinge, en el Valle de los Reyes para orar a Tutankamón, en el Cairo, en Luxor, Dandara (Athor diosa del amor), Edfu (Horus dios del Bien del Bien).

Cuando, finalmente, llegué a la cima del monte Sinaí, luego de una caminata nocturna, desde la una a las cuatro de la madrugada,  entendí que el trabajo había sido hecho y mis oraciones escuchadas, al sonar las campanas de la iglesia allí  instalada,

MPS: ¿Cómo reconectarnos con la esencia de la vida?

MBC: Mi mayor recomendación es reconocer que somos la integración de un cuerpo con un alma y con un espíritu, hechos con polvo cósmico al igual que Dios. Al aquietar el cuerpo físico, luego la mente y finalmente los pensamientos, podemos elevar nuestra vibración a las frecuencias de nuestro espíritu.  Más allá de la dualidad es donde reside nuestro verdadero ser.

MPS: ¿Algún mensaje que sientas importante de expresar ahora?

MBC: Somos co-creadores con Dios de nuestra realidad y destino. Todo, absolutamente todo, puede ser pincelado por nuestra imaginación y ser resueltos los inconvenientes desde la conciencia de  luz, amor y paz que somos.

El mensaje intrínseco en las obras de Maristela Bermúdez es que todos los seres humanos comprendamos que somos co-responsables de la paz, debemos evitar las guerras y construir un mundo más fraterno, donde reine la cooperación, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Este nivel de conciencia para ella, sólo se consigue con la unión del equipo humano y la armonización de sus personalidades, “como una gran orquesta sinfónica”, cada uno entregando su maravilloso don.





sábado, 9 de mayo de 2020

Conexión (cartas de apoyo de pacientes Convid)


Sueños de jungla, Rolando Quero. 


Aunque solo podía verle los ojos, me causó este hombre cierta inquietud. No lo estaba pasando nada bien en esta desaceleración del tiempo impuesto.

Las personas relajadas o tranquilas suelen ser mejores compañeras en estos momentos que los seres acelerados o demasiado inquietos mentalmente.

Imaginé que tiene como muchos el negocio detenido. Acompañado por la angustia de saberse en casa con su familia y la impotencia,  enorme señora de dos metros de altura, con más de ciento cincuenta kilos de peso, demandándole todo el tiempo comida.

La impotencia añade invitados igual de gruesos e ineficaces a la hora de atraer paz a nuestras vidas.

El debate entonces sigue. La economía no ha sido diseñada para detenerse y el virus nos lo exige para preservar la vida.

En las películas Kundun (Martin Scorsese) sobre la vida del décimo cuarto Dalai Lama  y Siete años en el Tibet (Jean-Jacques Annaud) se observa la diferencia entre los rostros de los niños actores tibetanos frente a los occidentales. El reflejo de esa serenidad natural y genuina, contrastada con la angustia del adulto occidental, enfrentado al tiempo y sus deseos, es logro sutil en ambos largometrajes.

Es posible que este hombre que vi ya haya tenido una crisis que lo haya llevado a no poder ocultar la angustia en sus ojos, que si bien no eran la desmesura de El Grito de Edvard Munch, si tenían la enfermedad de la vivencial impostura del Coronavirus.

Cuando sentimos tal orfandad ni siquiera percibimos los abanicos de manifestaciones que están allí para ayudarnos: acariciar nuestros hijos, pareja, mascota. Inhalar lo positivo, exhalar lo negativo. Hacer el dibujo del sol en todos los espacios en que estemos. Alejar el pesimismo como a un espanto. Sonreír aún sin ganas. Descubrir poco a poco los pequeños milagros que pululan en esta fuerza gravitacional de vida. Cientos de miles de mensajes, libros, canciones, esculturas, pinturas y vidas danzando con fuerza espiritual, para equilibrarnos.

Si todavía la angustia persiste habrá que establecer un dialogo hacia nuestra profundidad. Estaremos asistidos por todo el maravilloso universo que nos ha hecho posible, creyendo o no en esto.

La recuperación restablece fuerzas físicas y espirituales al unísono. Es ahí cuando la conexión de la salud se restablece. Lo que esperamos pronto conseguirás todos los que de alguna u otra forma te acompañamos.

Soy Marisol. Mi gato Chachito duerme como buen adolescente inquieto que ya ha realizado muchas travesuras. Día de sol.


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