domingo, 9 de junio de 2024

Esquina caliente

 


Me lo dijo Víctor al mudarme: vas a vivir en una esquina caliente.  La reminiscencia de esos territorios caraqueños conquistados por lo sádicos de turno, asomó en la memoria en esas asociaciones del pasado que intentamos, pero no podemos evitar.

Todas las noches, de lunes a viernes, se reúnen en esas cuatro esquinas hombres y mujeres que salen de un antro que no debe ni tener veinte metros cuadrados, donde bailan y beben, y por las consecuentes visitas de la policía, despachan algo más.

Desde el piso (apartamento) no se escucha nada y tampoco estorban las luces azules de las redadas, ni las vociferaciones por las peleas y los ariscos que no son capaces de ser controlados ni por sus colegas; ni las necesidades fisiológicas que son vaciada en las calles sin ningún tipo de rubor, entre los coches aparcados, porque los servicios de limpieza en Madrid son muy eficaces.

Vemos como las cuadrillas de limpieza muy temprano hacer su labor mirando de reojo, con algo más que desgano y asco, a los hombres y mujeres que se abrazan o no se ponen de acuerdo para terminar de irse a sus casas, cuando ya ha asomado el sol por las calles.

La droga legal genera precipitaciones alucinantes en el trance de la noche vaciada.

Hoy al salir vi a un chico en el portal con su  grupo patota de tres o cuatro, con chicas ligeras de ropa que tenía pintada una media luna rojo carmesí desde la comisura desde los labios hasta la mejilla.

Me acordé del Guasón aunque la mujer que estaba a su lado no se parecía en nada a Batichica: se me quedó mirando. Para ella, la enajenada era yo

Pero lo mejor de todo vino después: en la cafetería donde terminan yendo muchos de los trasnochados a despejarse  con un café, desayuno,  o seguir tomando cervezas,  estaba un hombre sentado intentado demostrar que todos sus sentidos estaban intactos. Lo delataba el licor servido y el juego de las piernas al levantarse de la silla, agarrándose de la mesa, simulando tener más equilibrio del requerido.

Fue a pedir algo a la barra y llevaba puesta una llamativa franela con la imagen del Che Guevara y su icónica foto viendo de lado, con la altivez, la estrella y la boina.

El hombre regresó con un vaso de leche que puso al lado del de cerveza.

No me quise quedar para ver cuál era el que se despacharía primero.

Me fui a votar y esa fue la mejor imagen del día en el que se celebraban las elecciones europeas: los políticos hacen que estemos tan perdidos como ese hombre, exhibiendo inextinguible y confuso ídolo, combinando vasos  de leche con cerveza.


Foto: https://revistacontraportada.com/archivos/6695