Manuel López, doctor en ciencias de la información y también docente de la Universidad Autónoma de Barcelona, titulado por la Escuela Oficial de Periodismo, ha sido además secretario y vicerrector varias veces del departamento de periodismo de dicha institución de educación superior. Actualmente es presidente de la Sociedad Española de Periodística (OSEP) que agrupa a todos los profesores que imparten periodismo e investigan sobre él en España, próxima a sacar a la luz una revista académica. Su visita a Venezuela tuvo como motivación estrechar lazos con medios latinoamericanos.
Ha escrito varios libros, uno en catalán sobre la prensa colectiva durante la transición franquista, "Cómo se fabrican las noticias", de la editorial Paidós, que ya va por su octava edición y el ensayo "Nuevas Estrategias para la prensa del siglo XXI".
¿Qué ha percibido sobre le periodismo venezolano?
En Venezuela, que tiene sus características y su momento político, creo que los periodistas, como en muchos otros países, estamos al borde de la delgada linea roja, al borde del precipicio, siempre. En unos momentos puede ser más dramático que en otros. No sé cuál es el momento actual, no puedo hacer un balance, estoy observando todavía, pero el periodismo del mundo, en Venezuela y en España, estamos al borde de esa delgada linea roja a partir de la cual dejamos de hacer periodismo. Hemos oído noticias de Colombia que la situación de los profesionales allí, no por la narco guerrilla, sino por la propia estructura empresarial, que los periodistas están dejando de serlo para empezar a ser publicistas. Eso es gravísimo. Allí tenemos que intervenir, la Unesco, especialmente, y el Sindicato Internacional de Periodistas.
En Venezuela es interesantísimo porque hay una alteración constante del panorama. Abriéndose y cerrándose medios, medios que estaban legalizados pasan de la difusión nacional a cable como RCTV, la aparición de nuevas televisoras y empresas que contratan a muchos periodistas jóvenes que están aprendiendo sobre la marcha, entendiendo que hay otras dificultades y otros retos, con el gobierno y con los anti-gobierno. Es decir, estamos en una situación muy rápida, muy finita. Nadie, y menos nosotros, vamos a hacer de profetas pero lo que si considero que tenemos que estar, corporativamente hablando, los periodistas y los que están estudiando, es muy alertas y muy unidos. Sobre todo muy bien organizados, interiormente y con el exterior porque sino lo estamos en ambos sentidos, nos dan un guantazo y caemos despedidos contra la pared.
¿Todo esto también se debe a cambios tecnológicos?
Lo cierto es que en el mundo estamos en un cambio de era. Hemos vivido con el papel más de quinientos años y de golpe pasamos a algo que no es material. Estamos cambiando de cultura y de alguna manera los periodistas, a pesar de que no somos los grandes sumos sacerdotes de la operación de la comunicación, de alguna manera tenemos que aceptar que hay otras personas, porque en la red es sumamente fácil crear un medio. Ya no vamos a recordar el caso típico de cómo nos enteramos del affaire de Mónica Lewinsky, que fue por un blog, no por los grandes periodísticos de EE. UU. No enteramos por un medio que no le costó a su creador ni un céntimo.
¿No estamos como en un mismo punto desde hace varios años?
Los periodistas, tanto aquí como en España, estamos perplejos porque seguimos teniendo los mismos problemas de siempre, con el poder. Además, se nos ha venido encima un reto que todavía no sabemos muy bien como asumir que es el de la digitalización.
¿Cómo debe ser en estos primeros estudios la información digitalizada?
Voy a contestar con una anécdota latinoamericana. Una estudiante de doctorado brasileña se apuntó a mi curso porque le "cuadraba" el horario. En un email me dijo que no era de comunicación, que era de teatro. Le dimos la bienvenida porque teníamos otros grupo de latinoamericanos y a ella no sólo le gustó el tema de la asignatura si no que está a punto de graduarse. En los estudios de doctorado estamos analizando cómo se está transformando los géneros periodísticos.
¿Cuál es la obligación de un periodista?
Como decía Gabriel García Márquez: "Nosotros explicamos historias", como la Biblia, que comprende todas las historias. Nosotros intentamos hacer refritos de la Biblia, porque todo está explicado allí.
El periodismo deriva de la literatura y esta posee géneros que son vías de expresión para una situación. Un partido de fútbol no lo vamos a dar en una forma fría. Le damos fuerza y por ello es una crónica. Cuando le damos a un periodista una investigación de varios meses sale un reportaje. Ocurre también que el reportaje en prensa, radio o televisión es diferente, porque posee lenguaje distinto.
¿Qué ocurre con todo eso que se va aprendiendo e Internet?
Resulta que allí lo tenemos todo y más. Texto, fotos, audio, infografías. La suma de ello da otra cosa. Podemos explicar una historia en la pantalla de la computadora sin necesidad de poner texto.
Estamos estudiando cómo contar las historias en un medio en el que puedes utilizarlo todo. Y cómo nosotros no vamos a profetizar cómo se tiene que hacer, estudiamos en diferentes medios qué es lo que están descubriendo de ellos. Acabamos de detectar que hay más dinamismo en Latinoamérica que en Europa.
¿Por qué se da eso?
En principio porque hay un espíritu de superación. Pongo de ejemplo el diario El Clarín y El Tiempo de Bogotá, allí han experimentado mucho. Lo primero que uno ve cuando uno abre el periódico digital colombiano es un link de blogs. No coloca anuncios como la mayoría. Están los blogs de los periodistas y de todo el público. Esa es la entrada al periodismo ciudadano. Hace dos años aparecían en los diarios hasta que en París se dieron cuenta que los periodistas que estaban en el extranjero escribían la crónica para el periódico y después escribían sus blogs, sus crónicas personales. Los lectores consultaban ambas. Estamos estudiando por dónde está yendo el discurso. Un poco para transferir esas experiencias, para analizarlas.
¿Cómo quedan los medios comunitarios frente a la tecnología?
Son fenómenos locales que sirven para informar y para agitar. Es decir, en un momento determinado, pasa algo, y la radio más cercana es la que te dice: "Cuidado hay una inundación, hay un incendio, un golpe". Cuando en España tuvimos el atentado del 11 de marzo la comunicación estuvo supeditada a mensajes de texto de los teléfonos celulares y las pequeñas emisoras locales reseñaron que el gobierno estaba engañando a la gente, cara a las elecciones.
Es decir, es un contrapoder. Lo que no pueden es conectarse en cadena. Eso significaría tener ingenieros de sonido, equipos de documentaciones, pero los grandes medios no pueden focalizar cada cuadra, un problema. Pero esas emisoras de radio y televisoras comunitarias las vamos a ver muy pronto por Internet (Notitarde, 26/07/2008, Confabulario).-
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