domingo, 27 de mayo de 2012

El tercer acto


Si modificamos nuestra relación con los hechos y personas del pasado las vías neuronales pueden cambiar, mucho más cuando, les inyectemos energía positiva, de acuerdo a lo revelado por Jane Fonda, quien después de  investigar y reflexionar sobre su vida personal, ofrece al mundo sus conocimientos para lograr una transformación de lo que ella denomina el tercer acto. He aquí parte de su planteamiento:

“Ha habido muchas revoluciones en el último siglo, pero quizás ninguna tan importante como la revolución de la longevidad. Estamos viviendo hoy en día un promedio de treinta y cuatro años más que nuestros bisabuelos. Piensen en eso. Eso es toda una existencia que ha sido añadida a nuestra vida adulta. Y, sin embargo, en su mayor parte, nuestra cultura no ha llegado a un acuerdo en lo que esto significa. Todavía estamos viviendo con el viejo paradigma de la edad como un arco. Esta es la vieja metáfora: nacemos,  llegamos a la cima a la mitad de la vida y decrecemos en la decrepitud. La edad como una patología.

Sin embargo, muchas personas hoy en día -filósofos, artistas, médicos, científicos- están tomando una nueva mirada a lo que yo llamo el tercer acto, las tres últimas décadas de la vida. Se han dado cuenta de que esta es en realidad una etapa en el de desarrollo de nuestra vida, con su propio significado, tan diferente de la mediana edad como la adolescencia difiere de la infancia. Y se preguntan lo que todos deberíamos estar preguntando: ¿Cómo podemos utilizar este tiempo? ¿Cómo podemos vivir con éxito? ¿Cuál es la nueva metáfora apropiada para el envejecimiento?

Me he pasado el último año investigando y escribiendo sobre este tema. Y he llegado a encontrar que una metáfora más apropiada para el envejecimiento es una escalera, la ascensión del espíritu humano, que nos ha dado la sabiduría, la integridad y la autenticidad. La edad ya no como una patología, la edad como potencial. Y ¿adivinen qué? Este potencial no es para unos pocos afortunados. Resulta que, la mayoría de las personas mayores de cincuenta años se sienten mejor, tienen menos estrés, son menos hostiles, menos ansiosas. Tendemos a ver puntos en común más que diferencias. Algunos de los estudios, incluso, dicen que somos más felices.

Esto no es lo que yo esperaba, créanme. Yo vengo de una larga línea de depresivos. A medida que se acercaba a mis cuarenta años, cuando me despertaba en la mañana mis primeros seis   pensamientos eran negativos. Me asusté. Pensé, ¡oh, Dios mío!, voy a convertirme en una vieja amargada. Pero ahora que estoy justo a la mitad  de mi tercer acto propio, me doy cuenta de que nunca he sido más feliz. Tengo una fuerte sensación de bienestar. Y he descubierto que cuando estás dentro de la vejez, contrariamente a verla desde afuera, el miedo se desaparece. Nos damos cuenta de que seguimos siendo los mismos tal vez aún más.

Picasso dijo una vez: "Se necesita mucho tiempo para ser joven."

Ahora, permítanme decir algo sobre la escalera, que puede parecer una extraña metáfora para los adultos mayores, dado el hecho de que muchas personas mayores las escaleras son un reto, en que me incluyo. Como ustedes saben, todo el mundo funciona en una ley universal: la entropía, la segunda ley de la termodinámica. La entropía significa que todo en el mundo, todo, está en un estado de deterioro y la decadencia; el arco. Sólo hay una excepción a esta ley universal,  el espíritu humano, que puede continuar ascendiendo -la escalera- hasta la plenitud,  la autenticidad y la sabiduría.

Y aquí está un ejemplo de lo que quiero decir. Esta ascensión puede ocurrir hasta en los desafíos físicos más extremos. Hace unos tres años, leí un artículo en el New York Times. Se trataba de un hombre llamado Neil Selinger -57 años, abogado retirado- que se había unido al grupo de escritores de la Universidad Sarah Lawrence donde encontró su vena creativa. Dos años más tarde, se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica,  o mal de Lou Gehrig. Es una enfermedad terrible, mortal. Daña el cuerpo pero la mente permanece intacta. En este artículo, el señor Selinger escribió lo siguiente para describir lo que le estaba pasando. Y cito: "A medida que mis músculos se debilitan, mi escritura se hacía más fuerte. A medida que iba perdiendo lentamente el habla, ganaba mi voz. A medida que disminuía, crecía. A medida que perdía tanto, comencé finalmente a encontrarme a mí mismo. Neil Selinger, para mí, es la encarnación del ascenso por la escalera en su tercer acto.

Todos nacemos con el espíritu, todos nosotros, pero a veces decae por los desafíos de la vida, la violencia, el abuso, la negligencia. Tal vez nuestros padres sufrieron de depresión. Tal vez ellos no fueron capaces de amarnos más allá de nuestros éxitos o fracasos. Tal vez todavía padecemos de un dolor psíquico, una herida.  Tal vez pensamos que muchas de nuestras relaciones no han concluido y tenemos la sensación de estar “inconclusos”.  Tal vez la tarea del tercer acto es terminarnos a nosotros mismos.

Ahora bien, mientras yo estaba escribiendo acerca de esto, me encontré con un libro llamado "El hombre en busca de sentido" de Viktor Frankl, psiquiatra alemán que pasó cinco años en un campo de concentración nazi. Y escribió que, mientras él estaba en el campamento, podía decir, si llegaba a ser liberado, quiénes iban a salir adelante y quiénes no. Y escribió lo siguiente: "Nos pueden quitar todo lo que tenemos en esta vida excepto una cosa: Todo lo que tienes en la vida te lo pueden quitar, excepto una cosa,  la libertad de elegir, de cómo reaccionar ante determinada situación. Eso es lo que determina la calidad de vida que hemos tenido, no se trata de si hemos sido ricos o pobres, famosos o desconocidos, sanos o enfermos. Lo que determina la calidad de vida es cómo nos relacionamos con nuestras realidades, qué significado les damos, qué tipo de actitud adoptamos frente a ellas, qué estado de ánimo le permitimos activar”.

Tal vez el propósito central del tercer acto es volver y tratar de, si es el caso, para cambiar nuestra relación con el pasado. Resulta que la investigación cognitiva demuestra que somos capaces de hacer esto, se manifiesta neurológicamente, por vías nerviosas creadas en el cerebro. Con el tiempo ustedes verán si reaccionaron negativamente a los acontecimientos y personas del pasado se han establecido unas vías neuronales por medio de señales químicas y eléctricas enviadas desde el cerebro.  Y con el tiempo, estas vías neuronales se fijan, y se convierten en la norma, aunque sean dañinas para nosotros, porque nos causan estrés y ansiedad” (Notitarde, 26/05/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 20 de mayo de 2012

Homenaje al artista plástico


Ramón Morales Rossi, Rafael Rosas, José Moreno, Luis Noguera, Anna Fioravanti, Natalia Rondón, Manuel Pérez, Paolo Consoni, Víctor Julio González, Isbecia Llavaneras, Efraín Ugueto,  Gregorio Siem, Lucía Pol y Antonieta Zerré (las dos últimas realizaron performances) fueron los escogidos por la Galería Arte Nacional para efectuar un Homenaje al Artista Plástico, celebrado como todos los años, el 10 de mayo, natalicio de Armando Reverón.

La muestra colectiva reunió a este grupo variado de creadores nacidos en diferentes regiones venezolanas, que viven y trabajan en diversos estados de la provincia, para acercarlos a este escenario nacional y sus propuestas, trabajadas desde hace años, sean conocidas por un público más amplio.

Una obra de Manuel Pérez, “La graciosa personalidad de Oannes”, asoma apenas la dimensión de este gran pintor a quien con esta muestra se le rinde un especial reconocimiento pues su muerte prematura no permitió seguir admirando la brillantez de su lenguaje, en vida, galardonado en diversos salones de arte como el XIII Salón Aragua (Museo de Arte de Maracay, 1988) y el LI Salón Arturo Michelena (1993).

Entre sus exposiciones individuales se destacan las realizadas en la Galería Espiral (Escuela Cristóbal Rojas, 1987), el Espacio Tirquel (Caracas, 1988), el Espacio Simonetti (Valencia, 1990), la Galería Uno (Caracas, 1990 y 1992), el Centro de Bellas Artes (Maracaibo, 1992) y la Galería Arte La 10 (Medellín, 1994). Participó en el XI, XVI, XVII y XVIII Salón Aragua (Museo de Arte de Maracay y MACMMA, 1986,1991, 1992 y 1993), la I Bienal de Guayana (1987), el I Salón Nacional de Artes Plásticas Armando Reverón (MAVAO, 1989), el L y LI Salón Arturo Michelena (1992 y 1993), el Salón Pirelli (1993), el CAMLB (1993), el Salón Dimple de Caracas (1993) y en "Los 13 del Michelena" (Los Espacios Cálidos, 1994).

De acuerdo con los estudiosos del arte venezolano de los 90’, en Manuel Pérez se reúnen, “… fragilidad y densidad, sin contradicciones, son dos aspectos que inmediatamente se notan en su serie de pinturas de gran formato. También son abstractas y figurativas. Lo figurativo se resuelve en signos, mientras que lo abstracto en los planos que estructuran la composición” (http://vereda.ula.ve/historia_arte/gris_liquido/gris_liquido5/p1.htm)

La selección de obras y autores, de acuerdo a la presentación del catalogo, fue “… sin pautas rígidas que explora en las propuestas de artistas contemporáneos de diversas tendencias y trayectorias, convocados a exhibir su obra reciente. En el recorrido por las salas, como es propio en las exposiciones colectivas, encontraremos una diversidad, tanto en los problemas abordados como en el tratamiento formal de las obras, que va desde la aplicación de técnicas tradicionales hasta el uso del material como soporte conceptual.

El dibujo, la pintura, la estampa, la instalación y la escultura, son términos técnicos para el estudio y la categorización de la obra de arte, sin embargo, en el proceso creador son sólo canales de la expresión del individuo. Y es en esa búsqueda de un lenguaje personal que estos artistas desdibujan y personalizan la técnica y la convierten en una práctica única”.

La GAN, alrededor de esta fecha que se extiende por un mes, también inauguró el Taller de Armando Reverón; “Entre el origen y lo sagrado, el reencuentro con la espiritualidad”, de Colette Delozanne, y Claudio Castillo: Pintor de sueños y visiones.

Se formalizó una exhibición de ocho objetos que forman parte del legado cultural de Armando Reverón, entre los que destacan: "Pandereta", "La Muñeca Graciela" y "Alas de murciélagos".

En medio de la exposición se proyectó un documental de aproximadamente 45 minutos de duración, donde se relatan anécdotas, vivencias, obras, pensamientos y legado del llamado “Mago de la Luz” que vivió apartado, frente al mar Caribe, en Macuto, con un mundo personal, cargado de juegos y delirios.

También se presentó la visión del maestro Claudio Castillo, nacido en Santa Cruz estado Aragua, en 1941. La exhibición consta de quince piezas enmarcadas en aspectos de su cotidianidad y las perspectivas visuales  que posee de  su pueblo.

 “Ella puso la mano sobre la tierra y dijo despierta” (1984),  “Cometa” (1970),  “La tarde fue quemando aves” (1984),  y “Era el fondo tierno de esta noche profunda” (1980), son, entre otros, los nombres que le dio a sus óleos.

En los pasillos de la galería se encuentra la muestra de la maestra Colette Delozanne, artista francesa, con más de cinco décadas residenciada en Venezuela, que con su obra “Entre el origen y lo sagrado, el reencuentro con la espiritualidad”,  exhibe un total de nueve piezas  de gran formato. "Como un tejido encantado" (2004), "Vocero de las vigilias" (1991), "Cántico nuevo" (1987), y "Tras pasar el umbral" (1982) son algunas de ellas (Notitarde, 17/05/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 13 de mayo de 2012

Culpa, gracia, opresión y redención


"Evangelizar con el Arte", de la hermana Angélica Rojas-Lizardi, de la congregación venezolana Hermanas catequistas de Lourdes,  es el nombre de la exposición que permanecerá hasta finales de este mes en el Museo Religioso Madre Enriqueta de Villa de Cura,  bajo la curaduría de Gabino Matos,  docente especialista en arte sacro, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).

Luego llevarán esta muestra de carácter itinerante al Museo Arquidiocesano de Mérida y ya fue presentada en Caracas, en el Museo Sacro de Caracas entre noviembre de 2011 y enero de 2012, bajo el auspicio de la Congregación Hermanas Catequistas de Lourdes y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Gabino Matos, conocedor y experto en la materia explica el trabajo presentado de la siguiente forma: “Las obras de Angélica Rojas Lizardi son mensajes sintetizados que cuestionan, intranquilizan y que, de alguna manera, acusan el débil accionar de nuestras instituciones sociales, económicas, políticas y religiosas. No son pinturas decorativas sino reflexivas. No son primorosas obras de arte sino inquietantes realidades dirigidas a remover la conciencia humana y la vivencia cristiana de quienes saben analizarlas para poder apreciarlas. Bien dijo el Papa Juan Pablo II que obras como estas “Encuentran siempre una gran resonancia” en los cristianos que se sienten convencidos y comprometidos con el mensaje de Jesucristo, porque son obras que denuncian y anuncian en lenguaje eclesial los retos para una nueva catequesis y para una renovada pastoral situada en las nuevas realidades del país. 

Estas pinturas catequéticas requieren ser “leídas” y analizadas por quienes las observan. Son páginas abiertas que ilustran conceptos, retos y acciones, ya explicitados por la Doctrina Social de la Iglesia, que requieren ser asumidos y resueltos por las instancias jurídicas y las instituciones sociales pero en concordancia con las líneas pastorales de la Iglesia. Son pinturas que advierten sobre las luces y sombras de nuestro tiempo, sobre nuestros aciertos y desaciertos como constructores del género humano. “El arte – confirma el semiólogo italiano Umberto Eco- no existe sin la presencia del hombre”, por ello asumimos que “el tema de la Iglesia y el tema del Arte es el hombre” Estos cuadros no son para el deleite sino para la reflexión; no son para evaluar la técnica sino para interpretar su contenido, no son para contemplarlos sino para analizarlos.

Son “verbo y no sustantivo” como dice el cantautor Ricardo Arjona. Son pues, imágenes que alcanzan una significación para personas que se preguntan cuál es alcance del mensaje cristiano de hoy, y también para catequistas que pueden identificar el qué, el por qué y el para qué donde se orienta y define la dimensión de una nueva enseñanza religiosa y catequística necesaria para la sociedad actual.

Para lograr estas pinturas, la hermana Angélica Rojas debe estar atenta a lo que sucede en el entorno local, nacional y mundial con el fin de extraer motivos, ideas y mensajes para su trabajo. Paralelamente coteja las imágenes con acertadas citas bíblicas, frases del Jesucristo o palabras del Papa para darles sentido eclesial y hacer comprensible a todos el mensaje católico. Se advierte también que selecciona figuras, símbolos, personajes y paisajes extraídos de la realidad venezolana para darle significado y contexto local y nacional. De igual modo se aprecia como alude a nuestras ciudades, a nuestras barriadas, a los rostros de nuestros indígenas, de la gente de nuestro pueblo y a la variada fisonomía del venezolano, así como también a los líderes de bien de nuestro tiempo y a referencias, signos y símbolos de la religión católica.

Son pinturas con dimensión profética porque no sólo denuncian lo que el hombre hace o deja de hacer, sino que también anuncian lo que Dios quiere. Por eso podemos afirmar que estas imágenes presentan el anverso humano y el reverso divino, pues presentan “la culpa y la gracia, la opresión y la redención, la injusticia y la esperanza”. Si observamos el cuadro “He aquí el hombre” se aprecia la virtud de la esperanza personificada en una mujer fuerte, decidida y con características físicas muy nuestras que a través del gesto y la mirada reclama acciones sociales y beneficios colectivos que conviertan en hechos los mensajes del Evangelio y los derechos humanos. El traje blanco y la actitud de líder popular de la mujer, seguida por una muchedumbre, parecen simbolizar que la esperanza es pulcra y sincera y que el beneficio de la fe y el disfrute del bien común es para todos sin distingos de ninguna índole. Detrás de la figura se recrea el contraste de nuestras ciudades y barriadas donde conviven las personas compartiendo esperanzas y luchando a empujones por alcanzar algún beneficio social. Se percibe la indiferencia y humillación. Ancianos, niños e indígenas exhiben su miseria y su indigencia mientras que las medidas políticas y sociales se dictan distantes de las necesidades de nuestro pueblo y con evidente desatención a los más elementales derechos humanos” (Notitarde, 10/05/2012, LECTURA TANGENTE).- 

domingo, 6 de mayo de 2012

Madre Mar, padre cielo e hijos árboles


A finales de la semana pasada, en el marco de la Feria Expo-Venta del Libro se se inauguró la I Muestra Contemporánea de Artistas Carabobeños en Homenaje al Libro y la exposición de máscaras "Diablos de Yare de Venezuela” en la Biblioteca Pública Central "Dr. Manuel Feo La Cruz".

La I Muestra Contemporánea de Artistas Carabobeños en Homenaje al Libro se concentró en los espacios de la Galeria Luis Guevara Moreno, dirigida por  Fredis Armas, quien reunió a Alicia Belden, Alicia Font, Adile Ruiz, Balkys Brett, Blanca Orsattoni, Cecilia Ragni, Eddy Chacón, Gladys Cunha, Isabel Abreu, Luisa Dunia, Margarita Mendez, Maritza Góngora, María Esther Barbieri, Maria Pequeño, María carolina Mendez, María Helena Rodriguez, Marlene La Rosa, Miquelina Ferreira, Miriam Da Silva, Nancy Salvatierra, Omaira Garcia, Piera Reverón, Renzo Rivera, Rosa Tabares, Tania Zambrano,  Zaida Castellanos.

Todo ello sirvió como marco para brindarle un homenaje a la artista Anna Fioravanti con su muestra Barco de la Luna, que reune obras efectuadas a lo largo de cinco años, en el muro derecho del espacio, dentro de una propuesta conceptual alrededor de la palabra, la mujer, los sueños y la belleza de descubrir en las cosas mas simples un gran tesoro. También sirvió para presentar su poemario "Carta Blanca hacia un Cielo Blu".

Antes de rendirle homenaje, la artista Maritza Góngora fue la encargada de presentar a Anna Fioravanti, quien junto a ella pertenece al Colectivo Artemusa, destacando su pasión por el arte, por entregar lo mejor de si y ser solidaria con cada una de sus compañeras, animándoles y escribiendo sobre el trabajo creativo que cada una desarrolla.

Justo sobre la obra de Fioravanti podemos decir que la creación viene siendo una manifestación espiritual, una luz entre la masa, una esencia que despierta nuestra intima necesidad de ser. Ser para amar, para dibujar, para pensar, para sentir, para observar el maravilloso o a veces insospechado universo en el que habitamos.

Residimos nuestra mente, nuestro corazón y la sensibilidad aflora en descubrimientos sencillos: una flor, un paisaje; un nacimiento o la misma muerte que con su contundencia reafirma la vida.

Los recuerdos viajan unos con otros y van construyendo toda una gama de imágenes, percepciones, aprendizajes y hallazgos que requieren especial atención. Para la mayoría de los seres humanos que no han encontrado en el arte esa fuente permanente de crecimiento, de entrega, de amor, del lenguaje intermitente de dar y recibir, todo ese mundo pasa desapercibido.

Justo allí es donde Anna Fioravanti pone especial atención. Ella elaboró un mundo plástico a partir de sí misma y todo su alrededor, distinguiendo las emociones buenas de las que no lo son tanto para sacar a la luz los signos, que bañados también bajo una estética personal, revelan lo que son: esencias nobles conectadas con el mismo espíritu universal,  alojados por el mundo real e imaginario.

Su radical distinción nace de la búsqueda en los asuntos que otros no se atrevieron a escudriñar porque representan un riesgo y un esfuerzo por alcanzar una armonía conceptual que ella ha logrado con la plena disposición de madurarla porque forma parte de ella.

Estamos hablando de elementos como la luna y su especial conexión con la psiquis femenina, sus emociones, sus aguas internas, que se transforman en luz y oscuridad todos los meses, así como el satélite de la tierra tiene su lado oscuro. Su protección ilimitada hacia todos los seres y la fertilidad que toca aún en los más gélidos océanos.

Estamos hablando de mariposas, con corto tiempo de vida, que llenan de ilusión al corazón, que invitan a permanecer en el color que, Anna Fioravanti,  conduce por un camino que siempre llega al encuentro con los hijos.

Estamos hablando de los libros que se abren como mariposas, llenándonos de luz, de aprendizajes, de historias e inclusive  descubrimiento de profundos miedos que debemos abordar en los momentos adecuados.

Estamos hablando de esos rostros que ella a veces apenas esboza en un mar de emociones. Estamos hablando de un cielo intacto al que baña con palabras que buscan, encuentran y se hilvanan con esa enorme madeja que es una mujer, una madre, una pareja.

Estamos hablando de una búsqueda que no se detiene. De la paz que se encuentra cuando una obra se cierra. De la mirada de la pieza frente a un espectador.

Estamos hablando de la armonía con que se asumen los retos, pese sus dificultades, para poder eclosionarlos al mundo. Y ese es un gran secreto que está presente en ella y en ese Colectivo llamado Artemusa.

Anna Fioravanti tiene ese empeño de hacer magia con sus obras. Rodearlas de delicadeza que posee  el alma,   inquebrantable, paradójicamente,  quebradiza. Por eso ella despierta los signos más hermosos, las palabras  duraderas, los conceptos sinceros y el lado más positivo de toda su expresión para  integrarla al mundo, necesitado del poder del amor. Una minúscula partícula de polvo puede salvarnos si tiene del fuego, la sustancia.

El mundo de Anna Fioravanti salva. Porque está tejido en pacto secreto y abierto con el universo. Con la madre Mar, el padre cielo, los hijos árboles (Notitarde, 04/05/2012, LECTURA TANGENTE).-