Fui a cambiar el aceite de motor del vehículo y no pude deshacerme del "combo". Obligada tuve que adquirir un refrigerante que no uso, caro por demás, aunque por lo menos era de a litro. Otra señora en otro local me vendía los litros de aceite junto a un limpiador de parabrisas y cuatro litros de refrigerante. La respuesta en ambos negocios fue: "Así fue la única forma que nos vendieron a nosotros el aceite… si lo queríamos teníamos que comprarles todo junto. Eso o nada".
Todo ello después de pasar por peripecias para comprarlo porque si bien se encuentra, a pesar de la escasez, los precios varían mucho de un lugar a otro y hay hasta modalidades nuevas: Te lo venden más barato, marcas no tan conocidas, te lo colocan en envases plásticos "reciclados" y al final, si el vendedor es honesto, tendrás un aceite más o menos bueno, aunque nadie te garantiza que en el tambor de almacenamiento haya justo el aceite específico que cada quien requiere. Siempre juran que ese es que necesitas. Todo mercader apuesta a… vender.
Así vemos salir gente con bolsas "combo" de muchos lugares. Para poder acceder a tres paquetes de harina Pan hay que comprar dos latas de sardinas, salsa de tomate y margarina, de marcas no conocidas. En otros lugares agregan arroz, granos y algunas otras cosas que no salen con la misma frecuencia que la masa para la arepa.
Pero aquí no hay que quejarse. Lo tomas o lo dejas.
Además siempre salimos agradeciendo que por lo menos resolvimos aunque se desvirtúe el presupuesto, aunque tengamos que ir resolviendo de otra forma las muchas cosas que nos estábamos acostumbrando a remediar.
El otro día, leyendo una entrevista de Lauren Bacall, publicada de nuevo a razón de su muerte, en el diario El País, realizada por la escritora Elvira Lindo, con la sinceridad que pareció caracterizarla, dijo (en el año 2005) que el presidente norteamericano era un idiota. Hablaba de George W. Bush y ella lo expresó con la misma naturalidad con que se hablan esas cosas, incluso, de manera tosca y ordinaria, de cualquiera, y en cualquier lugar del mundo.
No la metieron presa. No la persiguieron. Pudo seguir paseando su perro por el Central Park sin mayor rollo. No la acusaron de pertenecer a un raro establishment.
Pero aquí, en nuestro territorio nacional, lo ideológico también ha venido en combo. A la par de todo ese delirio humanista del socialismo (justicia, igualdad, fraternidad) nos encontramos con la salvaje práctica de todo lo contrario (impunidad, sectarismo y vejaciones).
Y se han ido cercando las posibilidades hasta el punto de que cuando en algunos locales comerciales llega el tan perdido champú, la pasta de dientes o la afeitadora, se escuchan voces de mujeres que están acostumbradas a dar ese tipo de pelea en la calle "agarren, agarren… que eso es barato".
¿Cuándo habrá sido barata la escasez y la estupidez humana?
La verdad indiscutible es que a mí nunca me han gustado los combos porque nunca los he encontrado ni buenos ni justos ni sabrosos. Aquello de ir en cambote tampoco, aunque yo perteneciese cómodamente al grupo ostentador.
Todo combo contiene en sí mismo algo aburrido y perezoso.
Todo combo contiene en sí mismo algo aburrido y perezoso.
Alguien más osado por allí puede argumentar que uno al venir a la vida, a esta experiencia, viene con un combo bajo el brazo. Yo no lo creo. La cosa no es tan simple. Ni tan banal.
Aquí el combo nace porque por alguna extraña razón hay una aceptación sui géneris a lo inaceptable.
Somos una nación donde comprar películas pirateadas es un negocio legal. Eso no sucede en todas las partes del mundo. Solo por nombrar algo tan cotidiano y tan normal que hasta nos creemos que eso es así. Pero no lo es.
Todo ello sin nombrar los desmadres diarios que se cometen, las locuras vivenciales de nuestros días, las muertes, la violencia, los sinsabores, las acusaciones; las mentiras; los duros dramas que pasan a ser cotidianos; los que juegan a ganar y los muchos que sacan provecho de las pérdidas porque están, tan dormidos en la inconsciencia, que aún se creen que tienen la razón.
Todo ello sin nombrar los desmadres diarios que se cometen, las locuras vivenciales de nuestros días, las muertes, la violencia, los sinsabores, las acusaciones; las mentiras; los duros dramas que pasan a ser cotidianos; los que juegan a ganar y los muchos que sacan provecho de las pérdidas porque están, tan dormidos en la inconsciencia, que aún se creen que tienen la razón.
Y entre las interrogantes que surgen así, de la nada: ¿Por qué no venden combos de libros?
Acabo de escribir la pregunta y me acabo de arrepentir. Es una idea que seguramente ya se ha usado. Y me lo imagino: Textos ideológicos sin la libertad de escoger lo que uno desea.
Eso a la final es un combo, como lo entienden por aquí, en esta hora y justo momento (Notitarde, 17/08/2014, Lectura Tangente, imagen: leeryaprender.blogia.com).-
http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Combo/2014/08/16/346263
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