domingo, 28 de junio de 2015

Escarcha azul



Cuando te observo desde ese cristal calibrado sólo por mí en este tiempo,  siento aquello que necesitas y no está. Descubro la luz de la nieve, paralizada, fría, palpable. Para que aterrizaras en el fondo de Maracaibo. Tu, tan rubio, tan desteñido, fuiste a parar, literalmente, del cielo al infierno, sin darte cuenta. Sólo tu madre profética sonrió ante esa tragedia. Porque ella tenía ganas de sostener lo que viniese.

El frío lo que más tarda de paralizar son las entrañas.

Por eso, cuando yo te vi, por primera vez, no reconocí al noble vikingo que se deposita en tus genes, iluminado, coronado por el sol y las estrellas. Pero allí estabas, dispuesto a honrar la estirpe de los antepasados, gloriosos y mundanos, que hicieron que tú fueras posible.

Hago un paréntesis: Después que las imágenes impregnan un texto poético, es casi imposible sacudírselas. Y suele suceder algo aún más notorio: la atmósfera llena cada uno de los rincones y el vacío que se ha gestado entre ellas. Porque ellas son todo; núcleo, voz poeta que te guía día y noche sin importar siquiera quién eres ni los que te rodean.

Sigo a mi poeta interior como a la luz de la luna me dijiste una tarde en la que recorríamos un trecho, un camino, hacia los brazos del amigo que nos unió.

¿Por qué los hombres y las mujeres tendremos que depositar miedo y sexo en este asfalto cuando ni siquiera es lo que deseamos?

Miré siempre el horror de tus ojos. No puedo describir sensación peor. Tú eres mi encuentro contra todo lo que no fui y dicen que soy. ¿Crees que pueden engañarnos?

Tu inteligencia me dicta seis o siete sentidos y, aunque los reconozco y admiro, sabes que llegamos aún más allá.

Poeta griego, de la noche, de la espesura;  isla milagrosa que está llamando para que brilles en el aire, en el sol del amor que te está esperando. No sé si decirte que nace del día para la noche. Quizás sea de la noche hacia el día. Siento el mediodía en mi estomago y sé que tu madre no se equivocó cuando miró un mejor destino en esta América. Como tampoco lo hizo la mía, toda inspirada ella a bordo de un barco en sepia, por más aturdida que estuviera, ante el recelo y la decepción.

Anoche te vi en mis sueños. No eras ese Rey que realmente necesitas sentir dentro de ti.

Sé qué pasó algo en ese viaje del frío hacia el sur.

Te abrazo.

Alguna vez alguien me preguntó qué era lo más importante, un abrazo o un beso. Le dije que un abrazo. Contradijo diciendo que un beso. Respondía a su propia necesidad. Por eso busco abrazarte para darte el calor que necesitaste. Las rocas de hielo las has bebido demasiado aprisa.  Tengo a Santana y el vino tinto en esta arena en la que voy danzando por ti.

Hago figuras que te inviten a vivir con toda tu belleza interior expuesta.

¿Tenemos que regresar a ser Sioux para comprendernos y amarnos?

Soy tu hermana, soy tu sangre mi querido y hermoso compañero de viaje. Escarcha azul que acaba de circular hacia la ventana.

A veces, salgo hacia la ardiente temperatura de la tarde. Se me quema un poco la piel de mis pies pero sigo hacia adelante hasta encontrar las aguas por las sílices especies que hacia ella me conducen. Escucho ese vaivén que me reclama alguna  u otra cosa que no he realizado.

Ese momento es mágico porque sé que queda un corto trecho para la noche. Es un cambio tan sutil como el roce de la piel que hace estremecer.

Los seres humanos somos lo más delicado que puede arrojar la existencia. Hasta un gorgojo está mejor preparado que cualquiera de nosotros para defender lo que por naturaleza le fue otorgado.

Tu sufrimiento no puede ser ese río que arrastró la despiadada corriente.


Tú eres un Rey. Todas y cada una de nuestras coronas suelen borrarse cuando dejamos de recordarlas. Póntela de nuevo. Tienes el sol en los pies. Dancemos. 

¿No escuchas al mar que inspiró el reggae y la vibración que traduce a Santana? (Notitarde, 28/06/2015, Lectura Tangente).- 

http://produccion.notitarde.com/Lectura-Tangente/Escarcha-azul-2448423/2015/06/27/539097


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