domingo, 3 de marzo de 2013

Todo abarcador




Ocho formas: al no hostigar a ningún ser, así evita el hostigamiento; al ser inofensivo (hacia todo ser), así evita la ofensividad; al no torturar (a ningún ser), así evita la tortura; al no destruir (ninguna vida), así evita la destructividad; al no exasperar (a ningún ser), así evita la exasperación;  y al proyectar los pensamientos, “Que todos los seres sean amistosos y carezcan de hostilidad”; “Que todos los seres sean felices y carezcan infelicidad”;  y “Que todos los seres gocen de bienestar y carezcan de aflicción” se alcanza un camino de luminosidad y transformación.  

Lo anterior se refiere a la psicología del pali mettà, “término de múltiples significados como amor benevolente, amigabilidad, buena voluntad, benevolencia, compañerismo, amistad, concordia, inocuidad y no-violencia. Los comentaristas Pali definen mettà como un fuerte deseo por el bienestar y la felicidad de los otros. Esencialmente mettà es una actitud altruista de amor y amigabilidad a diferencia de la mera amabilidad basada en el propio interés. 

A través del mettà uno deja de ser ofensivo y renuncia a todo tipo de rencor, resentimiento y animosidad, desarrollando, en cambio, una mente amistosa, servicial y benevolente que busca el bienestar y la felicidad de los demás. El verdadero mettà carece de interés personal. Evoca un afectuoso sentimiento de compañerismo, simpatía y amor, que con la práctica crece sin límites y supera toda barrera social, religiosa, racial, política y económica. Mettà es, en efecto, amor universal, desinteresado y todo-abarcador.

En estas ocho maneras uno ama a todos los seres; por lo tanto, esto es llamado amor universal. Y puesto que uno concibe (interiormente) esta cualidad (del amor), ella es de la mente. Y como esta mente es libre de todo pensamiento de malevolencia, el agregado del amor, la mente y la liberación son definidos como amor universal que conduce a la liberación de la mente.

Del pasaje anterior vemos que mettà implica la “disminución” de los rasgos negativos por una enérgica puesta en práctica de las correlativas virtudes positivas. Es sólo cuando uno practica enérgicamente el no-hostigamiento hacia todos los seres que puede disminuir la tendencia de hostigar a los demás. Del mismo modo, es con las otras cualidades de inofensividad, no-tormento, no-destrucción y no-exasperación en acto, palabra y pensamiento que uno puede disminuir las características negativas de ser ofensivo, de atormentar a otros, de destructividad y de exasperación. Además de tal conducta positiva y principio de vida, uno también cultiva la mente a través de una técnica específica de meditación denominada mettà-bhàvanà, que genera poderosos pensamientos de amor espiritual que crece sin límites, volviéndose auto-consciente, infinito y universal.

… Mettà es la actitud protectora e inmensamente paciente de una madre que sortea todas las dificultades por su hijo y siempre lo ampara a pesar de su mal comportamiento. Mettà es también la actitud de un amigo que quiere darnos lo mejor para favorecer nuestro bienestar. Si estas cualidades de mettà son cultivadas adecuadamente mediante mettà-bhàvanà —la meditación del amor universal— el resultado es la adquisición de un tremendo poder interior que preserva, protege y sana tanto a uno mismo como a los demás.

Aparte de sus elevadas connotaciones, hoy mettà es una necesidad pragmática. En un mundo amenazado por todo tipo de destructividad, mettà en acto, palabra y pensamiento es el único medio constructivo para traer concordia, paz y mutuo entendimiento. En efecto, mettà es el medio supremo, puesto que constituye el principio fundamental de toda religión, como así también la base para toda actividad benevolente destinada a promover el bienestar humano.

Los antecedentes históricos que llevaron al Buda a exponer el Karanìya Mettà Sutta son explicados en el comentario escrito por Àcariya Buddhaghosa, quien había recibido el sutta de una ininterrumpida línea de ancianos que se remontaba a los días del mismo Buda.

Se dice que quinientos monjes recibieron instrucciones del Buda sobre técnicas particulares de meditación convenientes para cada temperamento individual. Entonces, ellos fueron a las estribaciones de los Himalayas y dedicaron los cuatro meses del retiro de las lluvias a vivir una vida de abstinencia e intensiva meditación. En aquellos días, uno o dos meses antes que el retiro de las lluvias comenzara, monjes de todas partes del país se reunirían donde el Buda se encontrara para recibir instrucciones directas del Supremo Maestro. De este modo, regresarían a sus monasterios, viviendas del bosque o ermitas para realizar una vigorosa tentativa de liberación espiritual” (Notitarde, 03/03/2013, Lectura Tangente).- 

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