Plaza Callao Madrid |
Comprendo, al tercer o cuarto día,
que las canciones familiares que reconozco y se escuchan desde mi cuarto
ubicado en un quinto piso, coinciden con el inicio de clases del colegio que tengo
justo atrás del edificio, tras los meses de confinamiento y la temporada de
vacaciones.
Me asomo a la terraza y los veo:
niños muy pequeños que están haciendo fila, imperfectamente alineados, mientas una
versión de Mambo number five de Lou Bega los recibe, diez minutos antes de las
nueve de la mañana.
A través de la reja están algunas madres
viéndolos y conversando entre ellas. Unos llevan mascarilla, otros no; porque
deben ser menores de cinco años. En grupos pequeños siguen a las maestras hacia
las aulas.
En la hora del recreo es la
canción Bang Bang la que marca el paso. Me asomo y quedo impresionada al
escuchar la pieza original de Joe Cuba, esa pegadiza melodía que apenas hilvana
frases y palabras sonoras, ante la sensación placentera del rechinar del
cuchifrito en nuestra boca.
Los pequeños no bailan, están en lo
suyo, dentro de esa piel que aún huele a agua. Aunque de vez en cuando les veo
soltar un swing con sus caderas y piernas. Patadas y saltos fugaces que
parecieran decirle al tiempo que sobra la vida.
A la hora de la salida, colocan
Castellano que bueno baila usted, la versión de Gente de Zona, homenaje a Benny
Moré.
Vuelvo a mirar hacia abajo, al colegio,
los muchachitos juegan, corren, saltan, yendo de un lugar a otro, ante la
mirada atenta de los cuidadores.
Las melodías que animan llegada,
recreo y salida, las intercalan con los días, pero solo son estas tres; hasta
que el silencio vuelve a habitar de nuevo, después de las cinco de la tarde.
Lo anecdótico es que estoy en
Madrid y estas canciones resuenan a New York, Puerto Rico, Cuba y Venezuela. En
ese orden. Pero eso lo sabemos porque hemos medio vivido en zonas de quiebre
donde a pesar de todo no se rompe la vida.
A los niños, estos ritmos y voces
los conectan con la esperanza, que aun siendo débil repercusión de la fe, conversa
con ellos durante las horas que están en
ésta escuela.
En un segundo plano, por supuesto,
están las risas, comparsa de voces; los brincos y advertencias de las maestras.
Irrepetible e inolvidable música humana (que solo puede salir de un centro de
enseñanza), que invita sonreír desde la
ventana del cuerpo y del alma.
La escuela a ritmo de mambo, salsa y son |
España y las principales ciudades
españolas, Madrid capital en primera
persona, viven una serie de desacuerdos, polémicas. Nudos comunicacionales que
no permiten el entendimiento entre ciudadanos y dirigencia política.
El metro abarrotado choca con las
directrices dadas a los de bares y cafeterías que aquí junto con los
hoteles, restaurantes y locales de ocio
conforman una red de negocios de hostelería, a los que se les está exigiendo
distancias entre comensales, limitaciones en el aforo y respeto a un horario
que no les favorece.
La ciudadanía empieza a sentir
las incomodidades de vivir en las zonas más pobladas y en las que supuestamente
han aumentado el número de contagios, pero poco se habla de las zonas al norte.
El comentario generalizado de
quienes viven en el sur es que son buenos para trabajar en cualquier parte, pero
los confinan para no tener normalidad en
sus vidas.
La traducción real de toda esta
situación en España es casi la misma que en el mes de marzo: improvisación y
una sensación de caos generalizado.
Cansada del desacierto político,
a pesar del nuevo confinamiento, la gente sale a distraerse, a hacer sus diligencias, a llevar a los niños
a los parques. Se ha abierto una fisura más, entre las tantas que ya existen
entre las comunidades y ayuntamientos con el gobierno, despuntes de descoordinadas
intenciones.
Pero allí no queda todo. El
aprendizaje de este tiempo es quebradizo. Se siguen los patrones y los estilos
de vida hasta ahora aceptados. Ante las nuevas medidas, se abarrotaron los
supermercados. Los venezolanos que hemos vivido en un país mermado somos (irónicamente
y una vez más) testigos de largas filas
para entrar a supermercados y ver carritos de compra atiborrados de miedo.
Un consumismo que se alienta
desde las televisoras que parecen coordinarse con los políticos que hacen
gobierno. Con sus respectivos turnos, izquierda ahora, antes derecha. Divisiones
siempre que hacen mucho más incongruente el diario vivir del trabajador.
Caminando por uno de los
innumerables parques que tiene Madrid, mares verdes para no extrañar tanto los azules, descubrimos una imponente estatua
de Don Andrés Bello.
En la Dehesa de La Villa está
este venezolano universal que debe estar complacido de escuchar a sus
coterráneos por toda España. El acento criollo ha ido aprendiendo a sobrevivir
como tantos otros latinoamericanos fuera de sus tierras, adaptando modos y
estilos de vida diferentes. Nada fáciles y en muchos casos esclarecedores de
por qué el mundo sigue como está.
La placa señala fecha de nacimiento y muerte de Andrés Bello (Caracas 1781, Santiago de Chile 1865)
y lo presentan como “el salvador de la
integridad del idioma castellano en América”.
Andrés Bello en La Dehesa de la Villa |
La placidez que se encuentra en
este parque contrasta notablemente con el mundo obstinadamente irreal que se
empeñan en transmitirnos los medios que solo han aprendido a reflejar –acomodaticiamente-
unos hechos que aparentan mostrarnos lo real y las grandes marcas que los financian.
Coches, perfumes y seguros se
encargan de patrocinar la torta de los programas y los informativos que van revelando aquí y en el
mundo entero la miseria humana, salvo honrosas y pequeñas excepciones. Desde
que estamos en España vemos cada día menos televisión por lo decepcionante que
resulta saber que el primer mundo no se diferencia del resto, a la hora de utilizar
al llamado cuarto poder para encharcar
los horizontes en nombre de sus cada vez más empobrecidos intereses personales.
Un mundo súper poblado donde
somos incapaces muchas veces de ponernos de acuerdo con el vecino, no necesita
coches, perfumes y seguros para andar. La rueda exige una transformación desde
dentro hacia fuera.
Por ahora, aferrados a las que ya
se vislumbran como las viejas formas, ganados a la imperiosa necesidad, mucho más
poderosa, de convertirnos en mejores seres humanos.
El otro día leíamos una crónica
sin desperdicio que recogía los momentos de total acierto del médico cirujano
Carlos Val-Carreres al salvarle vida del banderillero Mariano de la Viña, quien
resultó corneado por un toro el 13 de octubre de 2019, en la plaza de Zaragoza.
La situación cataclísmica narrada del casi cadáver que trasladaron a
emergencia, convertido en sus manos, en un hombre herido, que salió caminando
cuarenta días después, es otra forma de entender lo que es ésta España invertebrada
como escribió José Ortega y Gasset.
Unos intentando volver a las plazas
de alegría, vino y muerte, mientras las salas de los hospitales vuelven a
llenarse de tristeza, sombras, enfermos y expiración.
A ritmo de mambo, salsa y alegría
de niños de regreso a clases, pasó septiembre y entró el mes de octubre. Dicen
que el sol y la luna siempre están ahí. Habrá que acercarlos entonces a la
vibración de nuestro son: tierra,
papelón y nuez.
La Dehesa de La Villa |
6 comentarios:
Maravilloso. Me trasladé en eltunel deltiempo a épocas pasadas.de mi vida
Estupendo todo
Hermoso... Mari, gracias, recorrí todo junto a ti, en silencio, escuchando la lenta reflexión de tus sentimientos, un grande abrazo tqm.
Muy buena reflexión! Y me encanta lo del rechinar del cuchifrito en nuestra boca jaja
Felicitaciones a nuestra Venezolana periodista Marisol Pradas,sus textos elocuentes me hace sentir que lo narrado está allí, en el lugar apropiado para vivirlo como una realidad,y que esas imágenes se nos va acomodando en la memoria para convivir entre nosotros., ella hace que las palabras hagan movimientos,saltos ,retornos de historias y les da vida en nuestras emociones, que es en su totalidad vivir unidos a su narrativa.,muy orgulloso me siento , que su pluma haya alcanzado a situarse como la más destacada periodista visionaria de nuestro tiempo. Un fraterno saludo en hora buena desde España. Alvaro Gómez.
Nuevamente nuestra querida Marisol Pradas nos deleita con un texto hermoso que retrata la vivencia contrastante de lo público y lo privado, lo visto y lo recordado, lo español con lo latino, la niñez con la adultez.Todo ello aderEzado con palabras vivas, expresiones creativas que recrean en el.lector el bullicio de la calle, el silencia de la casa, el sonido de lo latino, y una hermosa revelación de la ingrata realidad que vivimos. Así es Marisol: de ideas claras, mirada profunda y azulada, voz serena y sonrisa controlada...gracias querida mía por hacerme acompañarte allá y por sentirte cercana aqui....un.beso.
Gabino Matos, Venezuela.
Nuevamente nuestra querida Marisol Pradas nos deleita con un texto hermoso que retrata la vivencia contrastante de lo público y lo privado, lo visto y lo recordado, lo español con lo latino, la niñez con la adultez.Todo ello aderEzado con palabras vivas, expresiones creativas que recrean en el.lector el bullicio de la calle, el silencia de la casa, el sonido de lo latino, y una hermosa revelación de la ingrata realidad que vivimos. Así es Marisol: de ideas claras, mirada profunda y azulada, voz serena y sonrisa controlada...gracias querida mía por hacerme acompañarte allá y por sentirte cercana aqui....un.beso.
Gabino Matos, Venezuela.
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