Por increíble que parezca
una reciente encuesta revelaba que el 62 por ciento de los encuestados por el
Centro Europeo de Relaciones Exteriores respaldaba una intervención armada para
defender Ucrania. Los ciudadanos de los países participantes en este sondeo,
Alemania, Francia, Italia, Suecia, Polonia, Finlandia y Rumanía aún y a pesar
de dos guerras mundiales, desarrolladas en este suelo, creen que vale la pena
ingresar al terreno de la sombra.
La diplomacia coercitiva
instalada por Putin sigue manteniendo el eje de todo el conjunto de reuniones e
informaciones que se van tejiendo alrededor de este hecho, ante la inminente
escalada militar de los rusos bordeando la frontera ucraniana, mientras se realizan
pactos encubiertos entre bloques que mas o menos tienen misma aspiraciones.
La reunión del presidente
francés Enmanuel Macron con su homólogo Vladimir Putin, distanciados por los
metros de una larga y reluciente mesa blanca, revelaba la degeneración del
momento.
Por cierto, esta noticiosa
mesa fue diseñada por una empresa española radicada en Valencia, elaborada principalmente con madera de haya
del sur de los Alpes, (de la frontera entre Francia e Italia) de árboles
nacidos y crecidos a la sombra, de delicados poros, capaces de hacer relucir un
trabajo de equilibrio artesanal.
La fotografía del
encuentro insinuó todo tipo de conjeturas y de
memes.
En este hecho pareciese
que la perfección del trabajo es inversamente proporcional a la ignorancia de
plantearse conquistar territorios, porque convienen por sus minerales
estratégicos o porque por insuflar al ejército dejamos a un lado el verdadero
crecimiento económico del país, según dice los expertos, lo que al parecer le
está ocurriendo a Rusia.
Las verdaderas intenciones
no obstantes se las tienen muy bien reservadas los rusos aunque es posible que
todas las especulaciones se le acerquen.
Mientras los hombres sigan
armándose y cebando ese gran negocio que son las armas así como las constantes
proyecciones e investigaciones que se realizan para romper la barrera del
sonido y llegar cada vez más rápido y
con mayor perfección al territorio, para conminarlo a rendirse, no hay mucho
que esperar de los seres humanos.
Mientras sigamos viéndonos
como el otro, como el enemigo; y las fronteras como espacios de control e
inhumanidad el ciclo de las destrucciones volverá continuamente a repetirse.
Muchos apuestan por ver, la
destrucción masiva de territorios a través de aviones que rompan la barrera del
sonido apenas asomen su nariz-ojiva en las ya de por si temerosas conflagraciones
nacidas de los video juegos.
La guerra hipersónica, con
armas tácticas y estratégicas, en el espacio cercano, un campo de batalla
suborbital, es uno de los sueños de dominación hegemónica en los que trabaja
China con ahínco, materia que también controlan Rusia y Estados Unidos.
Los simples mortales a los
que muchas veces toca conocer y desenterarse por lo publicado en los medios de
comunicación social, cada vez menos fiables, sabemos que los hombres de poder
casi siempre siguen patrones muy conocidos por mas misteriosos e impenetrables
que se muestren.
Desde hace mucho se habla
de realidad paralela, virtual. Como si no bastara la realidad ilusoria en la
que vivimos, a se juega matar frente a
ordenadores de inteligencia artificial que buscan cada vez más imitar lo
sangriento y despiadado.
No podemos entonces
pretender un mundo más amable y consciente.
Por supuesto que el
negocio de la ofensiva también va a la par del meramente comercial. Ya se
piensan en vuelos que en menos de dos horas se alcancen distancias de catorce.
No será la primera vez que
los adelantos tecnológicos caseros se consigan después de los bélicos.
En España, aparte de los
primeras polémicas por el decidido apoyo que brindó el gobierno a la coalición
de la OTAN, ante la inminente muestra de que Putin rodeaba gran parte de la
frontera ucraniana con soldados y contundente arsenal, pareciese temida aunque tímida
la opinión de una guerra en el suelo europeo.
Aunque este invierno está trascendiendo
atípico como todo lo resultante de la pandemia que aún continúa arrojando
muertos diariamente, es más que evidente que son muchos más los problemas que
se atajan en Europa. Sumándose ahora los de la posibilidad de una invasion a
Ucrania y su indeseada consecuencia.
Por lo pronto, el futuro
que no es, es el que quieren imponer.
Abriendo una brecha en el
pensamiento, es parecido como a lo sucedido en el mundo del arte. Pretendieron
hacernos creer que era una obra de arte el plátano pegado en una pared con
cinta adhesiva («Comedian», de Maurizio Cattelan) hasta que alguien con enorme
sensatez la cuestionó, por más elementos discursivos que apoyara su autor antes
o después de recibir 120 mil dólares en la edición de 2019 de Art Basel Miami Beach.
Un chiste. Una sátira. Una
propuesta desenfadada. Cualquier cosa menos obra de arte.
Algo así como todo el
territorio de lo virtual que ahora sirve hasta para diseñar los placeres que
antes fueron región del cuerpo.
Y en esa dimensión, la
guerra que se avecina es todavía muchísimo peor de lo que creemos, porque nos habrán
engañado tres veces, en la realidad, en la virtualidad y en la oscuridad de
vernos arrasados en la novísima tecnología que ni siquiera seremos capaces de
detectar.
Ahora que tanto se habla
del metaverso ojalá que la virtualidad sea capaz de atrapaar los avatares de
estos seres tan llenos de miedo que son capaces de hacer la guerra en vez de la
paz.
Al rodear el parque cerca de donde vivo, aquí en Madrid, veo un árbol de almendro florecido, acercando la primavera.
La naturaleza no se equivoca, es fiel a su despertar.
Las voces de las raíces que respiran en la tierra, su
suave delicadeza así como los colores de cada atardecer invernal, imprimen lo
equivocados que estamos en esta existencia que hemos convertido en lucha,
justificando de infinitos porqués lo errático; apartando la conciencia amorosa
que vive dentro de nosotros y que ganará su dimensión profunda y sabia, cuando
lo decidamos.
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