Ediciones
Protagoni, c.a. editó a finales del año pasado el ensayo Salmos compulsivos de
José Carlos De Nóbrega, autor de otros estudios como Textos de la prisa (1996),
Derivando a Valencia en la deriva (1997) y Salmos compulsivos por la ciudad (2007).
Pocos
se dedican a realizar ensayos porque requiere de una lectura atenta a las ideas
y de una reflexión constante que hilvane las lecturas de las que se alimentarán
y los muchos hechos y acontecimientos culturales que puedan aumentar esa fuente
que es el pensamiento.
El
trabajo publicado casi un año atrás de De Nóbrega está dividido en Salmos
compulsivos y El libro de los aforismos comentados y posee tres líneas de
investigación. En primer lugar la narrativa venezolana actual que se ocupa de
la ciudad como ámbito y estado mental, revelando a autores como Guillermo
Meneses, Andrés Mariño Palacio, Salvador Garmendia, Francisco Massiani, Eduardo
Liendo, Israel Centeno y Orlando Chirino.
El
segundo surco que nutre este ensayo se refiere a la literatura latinoamericana
a la luz del desencuentro de lo estético y lo comercial aumentado por un
material muy bien reflejado sobre la poesía contemporánea de Brasil.
La
tercera exploración es un acercamiento novedoso a las inexistentes fronteras
entre los géneros literarios, poesía, ensayo y novela en estos momentos que la
dinámica exige elaboración rigurosa de los materiales que se imprimen hoy en día.
Para
que los lectores tengan una idea del abanico de temas analizados, con un estilo
elocuente y sonoro, colocamos parte los capítulos contenidos en Salmos
compulsivos, libro que parece ser mucho más sencillo de lo que es. Son muchas
las horas que hay que dedicar para llegar a estos artículos que con tanta
soltura se ofrecen, una vez trascendido su complejidad, su comprensión e
importancia.
Guillermo
Meneses y el acecho jesuítico, Andrés Mariño Palacio y Salvador Garmendia: dos
voces en la diáspora, Francisco Massiani y Eduardo Liendo: de la memoria que
seduce al paisaje a trompicones, Israel Centeno o del cerro El Ávila como
tabernáculo urbano, Dos cómplices de cuidado, la cuentística más reciente de
Orlando Chirinos: entre la falsificación literaria y la apología de la
marginalidad (la danza asincrónica de la marioneta; elogio de un león afeitado
al autor de los días mayores: apología a las fiestas macabras); Todos somos
hijos de Pedro Páramo, El boom revisitado, El postboom: ¿continuidad o ruptura?
Brasil
0 Venezuela 0, un puente poético y para no abusar del contenido en apenas 114
páginas, bien administradas y con información valiosa, revela De Nóbrega lo que
da a conocer como pastiches de aforismos sobre poética, y poética del ensayo,
uniéndolo a Diane Arbus, Elías Canetti y Mijail Bajtin. Sin desperdicio.
Para
que se tenga una idea de la vena de De Nóbrega tomamos de Pastiche de aforismo
sobre poética (Serie I) el siguiente párrafo:
“1.- La poesía es arte que se manifiesta por
la palabra, como la música es arte que se manifiesta por los sonidos y la
pintura arte que se manifiesta por los colores y las líneas, (Johannes Pfeiffer). Pese a su óptica e
influjo fenomenológicos, tal concepto es pertinente en su transparencia y
simplicidad. La Poesía, sin duda, constituye la afortunada fusión de la
palabra, la musicalidad y la imagen en la aproximación paradójica al mundo que
seduce tanto al poeta como al lector devoto. Es la más grande y omnipresente de
las artes, pues ennoblece la lengua de los hombres, como dice Jorge Luis
Borges. Además, no puede circunscribirse al estrecho y mezquino espacio del
término “literatura”, o –peor aún- de la infame categoría “género literario”.
Ha forjado desde sus inicios –lo cual desborda la mismísima invención de la
escritura- un metalenguaje propio que abarca e impregna al mundo y sus objetos.
Las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira suponen el vínculo habido
entre filosofía y poesía: El asombro contenido en la mítica visión del universo
que se ha plasmado en tan ásperas y primigenias paredes”.
Con
el anterior párrafo queremos apenas asomar las posibilidades de este ensayista
de largo aliento que es De Nóbrega, estudioso al que conocemos apegado a la
investigación, a las lecturas, a la escritura y sus clases.
Todo
ensayo bien escrito es un tesoro. Este lo es. Clarificador, contundente,
sorpresivo y con la magistral confianza de adentrarnos en el mundo del
conocimiento, de la luz de las ideas, del interminable camino del pensamiento.
Al
comentar sobre lo escrito por Juan Marichal sobre el ensayo y su maleabilidad el
propio De Nóbrega sostiene que este género es “endiabladamente pachuco”. Menos
mal que éste no lo es porque no pertenece a la voz de “académicos victimarios
del placer y víctimas de su frigidez intelectual desvinculada del mundo que les
tocó vivir”.
Salmos
Compulsivos tiene un tono motivador, sincero; capaz de despertar conciencias y
trabajar por un mundo mejor, donde las sensaciones cobran su verdadera
dimensión. Un juego de ensayos necesarios, trabajados con la rigurosa
espontaneidad del conocimiento (Notitarde, 10/06/2012, LECTURA TANGENTE).-
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