Con
este artículo presentamos la segunda parte de las ideas expresadas por Jane
Fonda sobre lo que ella denomina El tercer acto, una forma de reprogramar los
últimos años de vida en el planeta tierra, para aquellas personas que sientan
que esta información es útil aún cuando estén lejos, cerca o viviendo los dorados sesenta.
“No
quiero idealizar el envejecimiento. Obviamente, no hay garantía de que pueda
ser un tiempo para disfrutar y desarrollarse. Es, en parte, una cuestión de
suerte. Es, en parte, de origen genético. De hecho, una tercera parte es de
origen genético y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Pero ello
significa que dos tercios de nuestro triunfo en el tercer acto dependen de
nosotros mismos. Vamos a señalar puntos para que esos años añadidos sean todo
un éxito y marquen una diferencia positiva.
Para
mí, esto comenzó cuando me acercaba a mi tercer acto, el cumpleaños numero 60. ¿Cómo se suponía iba a vivir? ¿Qué
se suponía que debía cumplir en este acto final? Y me di cuenta, con el fin de
saber a dónde iba, que tenía que saber dónde había estado. Así que regresé al
pasado en mi memoria y estuve en los dos actos anteriores, tratando de ver
quién era yo entonces; quién era yo en realidad (no aquella que mis padres u
otras personas me dijeron que era o me trataron como si lo fuese). ¿Quién era
yo? ¿Quiénes eran mis padres, no como padres, sino como personas? ¿Quiénes eran
mis abuelos? ¿Cómo trataron a mis padres? Ese tipo de cosas.
Un
par de años después descubrí que este proceso por el que había pasado se llama según los psicólogos “hacer una
revisión de la vida”. Dicen que puede dar un nuevo significado a la vida
presente de una persona. Ustedes descubrirán, como yo, que muchas cosas que
ocurrieron en la vida por su culpa, muchas que pensaban sobre sí mismos,
realmente no tenían nada que ver con ustedes.
No
fue su culpa, ustedes hicieron bien las cosas.
Ustedes
serán capaces de volver atrás y perdonarlos y perdonarse a sí mismos. Serán
capaces de liberarse de su pasado. Ustedes serán capaces de cambiar su relación
con el pasado.
Ahora
bien, mientras yo estaba escribiendo acerca de esto, me encontré con un libro
llamado El hombre en busca de sentido
de Viktor Frankl, psiquiatra alemán que pasó cinco años en un campo de
concentración nazi. Y escribió que, mientras él estaba en el campamento, podía
decir, si llegaba a ser liberado, quiénes iban a salir adelante y quiénes no. Y
escribió lo siguiente: "Nos pueden quitar todo lo que tenemos en esta vida
excepto una cosa: Todo lo que tienes en la vida te lo pueden quitar, excepto
una cosa, la libertad de elegir, de cómo
reaccionar ante determinada situación. Eso es lo que determina la calidad de
vida que hemos tenido, no se trata de si hemos sido ricos o pobres, famosos o
desconocidos, sanos o enfermos. Lo que determina la calidad de vida es cómo nos
relacionamos con nuestras realidades, qué significado les damos, qué tipo de
actitud adoptamos frente a ellas, qué estado de ánimo le permitimos activar”.
Tal
vez el propósito central del tercer acto es volver y tratar, si es el caso, de
cambiar nuestra relación con el pasado. Resulta que la investigación cognitiva
demuestra que somos capaces de hacer esto, se manifiesta neurológicamente, por
vías nerviosas creadas en el cerebro. Con el tiempo ustedes verán, si
reaccionaron negativamente a los acontecimientos y personas del pasado, que se
han establecido unas vías neuronales por medio de señales químicas y eléctricas
enviadas a través del cerebro. Y con el tiempo, estas vías neuronales se
fijan, y se convierten en la norma, aunque sean dañinas para nosotros, porque
nos causan estrés y ansiedad.
Sin embargo, si volvemos atrás y
cambiamos nuestra relación, modificamos nuestra relación con las personas y los
acontecimientos del pasado, las vías neuronales pueden cambiar. Y si somos
capaces de tener sentimientos más positivos sobre el pasado, esto se convierte
en la nueva norma. Es como reiniciar un termostato. Tener experiencias no nos
hace sabios, es reflexionar sobre las experiencias que hemos tenido lo que nos
hace sabios. Además nos ayuda a ser íntegros porque nos trae sabiduría y autenticidad.
Esto nos ayuda a convertirnos en lo que podíamos haber sido.
Las
mujeres comenzamos siendo íntegras. De niñas comenzamos combativas: – “Sí,
¿quién lo dice?”. Tenemos libre albedrío. Somos los sujetos de nuestras propias
vidas. Pero muy a menudo, muchas, si no la mayoría de nosotras, llegada la
pubertad, empezamos a preocuparnos por integrarnos y ser populares. Y nos
convertimos en sujetos y objetos de la vida de otras personas.
Pero
ahora, en nuestro tercer acto, puede ser posible que regresemos al punto de
partida y saberlo por primera vez. Y si podemos hacerlo, no será sólo para
nosotras mismas. Las mujeres mayores representan la mayor población mundial. Si
podemos volver atrás y llegar a ser íntegras, esto va a crear un cambio
cultural en el mundo y dará ejemplo a las generaciones más jóvenes para que
puedan repensar en sus vidas” (NOTITARDE, 30/05/2012, LECTURA TANGENTE).-
No hay comentarios:
Publicar un comentario